miércoles, 17 de agosto de 2011

briznas (17)

La obsolescencia de la imagen: hace no tanto tiempo las imágenes o fotografías que uno tomaba ayudaban a construir la propia historia. Con ellas nos contábamos, nos relatábamos, encajábamos las piezas de lo que somos, buscábamos la armonía con el mundo. Las fotografías formaban parte de la memoria familiar e ingresaban en el dispositivo de la herencia: eran un patrimonio que conservar, nos unían a nuestros antepasados inmediatos.

Con la multiplicación estratosférica de las fotografías en los sistemas digitales, ¿qué es lo que va a quedar? ¿Qué va a quedar de las miles, las decenas de miles de fotografías con las que fragmentamos la experiencia y fagocitamos el mundo? En la época de la reproducción hipermasiva, la fotografía ha dejado de ser un acontecimiento y se ha convertido en un ejercicio de banalidad. No re-crea el mundo; lo trivializa. No añade; sustrae. Nos quita a nosotros la intensidad de la experiencia, empobreciéndola al "obligarnos" a vivirla a través del objetivo. Le quita al mundo la posibilidad de renovación, al someterlo a una retórica despiadada, a un código de visibilidad (la mirada construye el código y lo proyecta: así hacemos el mundo), a un empobrecimiento de los signos legibles, que acaban extenuados, sobredeterminados, anulados.

El ojo mecanizado, lastrado por la necesidad compulsiva de reproducción instantánea, ya no podrá traducir el mundo como experiencia de goce. La traducción, el espectro, la imago serializada, será apenas un placebo para un texto, el mundo, que sólo se dejará leer como experiencia de la ansiedad.

Es la obsolescencia de la mirada, la pérdida de cierta inmediatez "edénica" en nuestra relación más epitelial con el mundo. Más estrictamente: la desaparición de la piel en nuestra relación con el mundo, en beneficio de una relación distanciada, profiláctica, carcomida por la ansiedad de la reproducción iconográfica.

Saturamos facebook y demás psicotecnologías del tedio masivo con imágenes que ilustran lo felices que son nuestras vacaciones. Necesitamos que nuestros "amigos" (los de facebook) refrenden nuestra experiencia con un "me gusta". Es una forma muy triste de inocular un contenido al pobre fantasma descarnado que vamos siendo: ser sin atributos, vaciado, desenraizado, habitado ya no por deseos, sino por "tendencias".

Lo que va a quedar de toda esa inflación de imágenes es, estrictamente:

NADA

al igual que la arquitectura contemporánea es efímera, compuesta por materiales innobles, masiva y frágil, y por lo tanto apenas habrá restos arqueológicos de nuestra civilización dentro de 2000 años, la arqui-lectura iconográfica de nuestro tiempo será muy confusa: un magma de retazos inconclusos; una vertiginosa voracidad de la que se ha excluido la posibilidad de un relato coherente; un monstruoso Gólem ilegible. Los perplejos hombres del futuro encontrarán difícil hacerse una idea de cuál era nuestra mentalidad y forma de vida, cuáles nuestros anhelos, pues no habremos construido epopeyas, narraciones, ni siquiera un linaje de imágenes que pueda universalizarse para la posteridad. Desde su remota estructura mental, no serán capaces de comprender la nuestra. Nuestra obsesión por la duplicación de la realidad, por la espectralización de lo real y la experiencia, les parecerá quizá incomprensible, grotesca o absurda.

Es innecesario decir que todo esto es igualmente aplicable al vídeo.

Obsolescencia de la mirada. Obsolescencia de la memoria... Cuando los jóvenes de hoy sean ancianos y pretendan recontruir su pasado, ¿cómo seleccionar, cómo hilvanar, cómo relatar a partir de esas decenas de miles de fotografías? La memoria y la historia personal será necesariamente descentralizada, aún más fragmentaria, y podrá ser fácilmente controlada por intereses externos (políticos, económicos, etc.). La saturación de imágenes privará a los hombres de su propio pasado y les arrebatará el instante, la intensidad del instante.

Obsolescencia, entonces, de la mirada, de la memoria, del pasado, de la experiencia, de la sensación, de la intensidad, del hombre mismo. Obsolescencia de lo que aún podemos llamar, no sin cierta nostalgia de absoluto, el "alma" del hombre: ese residuo lacerado, esa banalidad trascendente, esa excrecencia de otros tiempos.

Este texto no debe hacer pensar que soy rehén de cierta iconoclasia furibunda; de hecho, me gusta bastante la fotografía...

en todo caso, visto el rumbo suicida que ha adoptado el mundo, con varias catástrofes masivas prácticamente ineludibles en lo que queda de siglo, la destrucción del "aura" y la imposibilidad del reconocimiento en los linajes de lo "humano" debería ser la menor de nuestras exasperaciones...

10 comentarios:

andandos dijo...

Creo que fue Susan Sontag quien dijo, hace ya tiempo, que hacía falta una "ecología de las imágenes". La mayoría, las mías también, por supuesto, tienen poco interés, y no hacen más que repetir, con muy pocas variaciones, los mismos puntos de vista sobre los mismos temas.
Quizás no es tan exagerado ni grave, pero mucho de lo que dices es cierto.

Saludos

anamaría hurtado dijo...

"Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es sacar fotografías…"dice Cortázar en las Babas del Diablo

"Lo que va a quedar de toda esa inflación de imágenes es, estrictamente:
NADA " dice Stalker, con acierto, y pienso que precisamente la imagen, atributo demasiado y fundamentalmente humano, intenta atrapar nuestra esencia fantasmal y tejer, como tan bien apuntas, nuestra historia, nuestro tapiz, para ello la imagen tendría que conservar su capacidad de ser eikon, icono, de atrapar y cuidar el alma de los seres y las cosas y devolvernos el alma y el misterio;sin embargo, las mal llamadas imágenes de nuestra póstuma civilización pierden esa esencia, son más bien, signos-claves que al pasar del momento analógico al digital, el misterio se diluye en la fragmentación, en la repetición banal, en el exhibicionismo que busca transformarse de signo a símbolo en la mirada del otro, en la búsqueda de reconocimiento, sin éxito.De lo inagotable de la imagen se pasa a lo agotable de la experiencia sin alma, que la busca con desespero a través de la repetición vacua que a su vez, intenta por saturación hallar sentido en la mirada casi anónima de un otro digitalizado.
Sí creo que es grave lo que expresas, pues la enorme paradoja de un universo lleno de imágenes y vacío de significados y desnudo de símbolos nos lleva a pensar en una deshumanización de la experiencia, en la caducidad de lo humano.
reflexiones como la tuya son precisamente necesarias, pues en ese reflejo nos miramos, hacemos alma:
"ese residuo lacerado, esa banalidad trascendente, esa excrecencia de otros tiempos..."

abrazo pequeño instantáneo
anamaría

Lola Torres Bañuls dijo...

Te leo todos los días. Y pienso. Y no digo nada.


(lo del facebook no me gusta nada; me parece una banalidad más de nuestro tiempo)

Un abrazo.

vera eikon dijo...

..."la desaparición de la piel en nuestra relación con el mundo"... Me quedo con esta frase, Stalker. Existe una gran diferencia entre cautivar, hechizar, y captar al mundo a través de un objetivo, y encerrar la mirada detrás de ese objetivo. Un abrazo

çç dijo...

No exageras un ápice. Incluso eres algo benevolente pues no incides en la "burdelería" en que se ha convertido el mundo después de la aparición de las "imágenes" En las consecuencias de esas "tendencias". Me quito el sombrero antes de entrar en tu espacio y con los maravillosos comentarios pero hoy doblemente, porque al leer la palabra "inocular" en el siguiente párrafo; encontré la palabra perfecta para estas nuevas tendencias-accidentales.

" inocular un contenido al pobre fantasma descarnado que vamos siendo: ser sin atributos, vaciado, desenraizado, habitado ya no por deseos, sino por "tendencias".

Stalker dijo...

José Luis:

una ecología de las imágenes, repensar los signos, dejar que los signos nos piensen o recreen...

es imperativo, sí

saludos

Stalker dijo...

Anamaría:

gracias por tu texto vivo, donde siento frescor y el tacto de caracoles que avanzan (lo pequeño, siempre, como hiedra, creciendo hacia dentro)

tus palabras hacen amable la travesía de este mes semidesértico, donde la mayoría de los blogs duermen su sueño vacacional. Se han hecho necesarias y animan a continuar pese al cansancio que me invade,

Volver a lo analógico, al cuerpo, restaurar los gestos antiguos. Atesorar en los poros la experiencia; no dejar que nos sea extirpada, vaciada; recrearnos a la para que encontramos la nervadura viva del mundo...

un abrazo

Stalker dijo...

Lola:

estar, aun en silencio: el regalo más hermoso

escucho ese silencio sentado en una piedra, al borde del no-camino,

abrazo

Stalker dijo...

Vera:

quizá se trata, al fin y al cabo, de salvar la mirada de todos los cercos en que quieren apresarla, domesticarla

salvar la mirada, y un mundo en ella

un abrazo

Stalker dijo...

CC Rider:

tienes razón, no he entrado en lo que significa vivir en un universo casi totalmente imaginario, irrespirable; la polución mental de esa inflación de imágenes que crean tendencias ha hecho un daño sordo, devastador...

la sociedad del espectáculo de Débord, la metástasis de la conciencia alienada, arrasada por la estética del simulacro...

daría para mucho, y habría que pensarlo con detenimiento,

saludos!

 
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