sábado, 31 de diciembre de 2011

lengua-por-venir

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Mandamientos para los hombres huecos

Serás uno en una lengua doble, legión en el fuego de víbora.

Tocarás con manos pequeñas el miedo de los otros, para romperlo y que se haga mariposa.

Te detendrás en lenguas que segregan herrumbre, lo callado y lo salvo.

En el árbol del olvido introducirás la sal no visible de tu existencia.

Cultivarás la inútil ternura y la indiferencia hacia el mundo.

Serás regazo en el que el otro podrá caer, hundir las armas, re-crearse.

No dejarás sin sembrar el surco o el hambre del que pasa.

Encontrarás en ti la grieta del reconocimiento.

En cada uno de tus huesos crecerá una canción.

Cada gesto, un quiebro; cada caricia, una espada.

Tu corazón será la madre, el arco y la sombra.

Vivirás en lo que mengua, para cuidar el tiempo,

Menguarás en lo que vive, para templar el cuidado

Te avertigarás en una lengua por venir, donde sonará un cálamo de abismo y voces y temblor de niño

El despojador inscribirá tu lepra en la tierra, la urdimbre en el cielo y el canto en el hueso.

Tu ojo será estertor y tu lengua latido.

Será tuyo el fruto oscuro que salva, pero sólo podrás darlo, y para eso tendrás que abrirte el pecho y que coman de él animales que sólo así evitarán el lenguaje.


Imagen: autor desconocido.


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viernes, 30 de diciembre de 2011

Cuando el poema maúlla

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En una entrada de hace un tiempo hablé de las manos de mi abuelo a propósito de esos pequeños gestos cotidianos que son poemas y que no se escriben, que no serán consignados en la literatura pero dejan su pequeña huella y su calor. Gestos que se poeman, y en esa inclinación hacia el mundo pronuncian la ternura, de la que andamos tan escasos...

El otro día, durante un paseo, mi amigo Jorge Larrosa me recordó otro de esos gestos-poema no escribibles del que él mismo fue protagonista y que quiero contar aquí.

Hace unos años Jorge fue a visitar a Chantal Maillard a Málaga cuando ésta se encontraba convaleciente de una grave enfermedad (era el tiempo de versos como "Escribo porque es la forma más veloz que tengo de moverme" en "Escribir", que aludían a una realidad física inmediata y no literaria). En los jardines de los Baños del Carmen, junto al mar, de pronto descubrieron una escena terrible: de los arbustos salió un gato que había introducido la cabeza en una lata de conservas abandonada y se había quedado atascado dentro de ella. El animal estaba medio loco: se debatía convulso y la lata golpeaba contra las piedras, lo que multiplicaba su furia y desesperación. Después de muchos intentos frustrados, Chantal y Jorge consiguieron atrapar al gato y sacar su cabeza de la lata. Acabaron cubiertos de sangre, cortes y arañazos, pero el gato quedó libre y se recuperó.

Mucho más tarde, Chantal escribiría: "El poema requiere ese tipo de atención. El que escribe es un felino al acecho. La trayectoria es la presa. El poema es el gesto".

Queda claro que ella entiende de felinos. Ha sido alumna de gatos y, con el tiempo, hizo maullar poemas.

Jorge Larrosa, gran lector de poesía, acabó por entender lo que significa que el gesto se poema en el trayecto entre la mano y la cabeza del gato, entre la lata y el impulso compasivo.

No puedo explicar hasta qué punto me conmueve esta anécdota.

Lo único que sé es que poema es, también, y sobre todo, sacarle la cabeza al gato de la lata, calmar su angustia y dejarlo en los jardines, junto al mar.

Es el único poema que quiero maullar y vivir.

Imagen: Ronaldo Mendes



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Extinción en la ternura (2)

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Fotogramas de Visage, de Tsai Ming-liang.

ha sido dificilísimo seleccionar los fotogramas, detener justo el instante deseado: al querer atraparlo, ya ha pasado. Y sin embargo, quedan algunas huellas visibles de esta escena de delicadeza imposible: piel, risa, breve luz, lengua de oscuridad.

extinción, extinción en la ternura

éste es un conjuro para el encuentro de los amantes


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Una lenta y paradójica alegría

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jueves, 29 de diciembre de 2011

Suavemente arde

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tres veces - partimos - el aliento - y yo -
tres veces - no quiso irse -
pero luchó por agitar el abanico inánime
las aguas - lucharon por quedarse.

tres veces - las olas me sostuvieron -
luego me engulleron - como a una pelota -
tallaron rostros tristes en mi rostro -
y alzaron una vela

que avanzó leguas - me gustó verlo -
por pensar - mientras muero -
qué grato contemplar algo
donde rostros humanos - medran -

las olas se alzaron soñolientas - el aliento - no -
los vientos - como niños - arrullados -
luego el amanecer besó mi crisálida -
y me incorporé - y vivía -



la belleza - no es causada - es -
persíguela, y cesa -
no la persigas, y permanece -

supera las arrugas

en el prado - cuando el viento
desliza sus dedos por él -
la deidad procurará
que nunca lo hagas -



sostuve una joya en los dedos -
y me dormí -
el día era templado, prosaicos los vientos -
dije: "Permanecerá" -

desperté - y reprendí a mis dedos honestos,
la gema se había ido -
y ahora, un recuerdo de amatista
es todo cuanto tengo -



siempre a su lado caminar -
¡la más pequeña de las dos!
cerebro de su cerebro -
sangre de su sangre -
dos vidas - un ser - ahora -

siempre su destino probar -
si tristeza - la mayor parte -
si alegría - repudiar mi parte
por ese amado corazón -

toda la vida - para conocerse -
a quien nunca podremos aprender -
y tiempo y tiempo después - un cambio -
llamado Cielo -
embelesados vecindarios de hombres -
descubriendo - lo que nos asombraba -
¡sin el vocabulario!



para hacer una pradera se necesita trébol y una abeja
un trébol, una abeja,
y ensoñación.
La ensoñación bastará,
si las abejas escasean.

Emily Dickinson (trad. Stalker)

Imagen: Anselm Kiefer


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Cada um sabe a dor e a delícia de ser o que é

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título de la entrada: verso de "Dom de iludir", de Caetano Veloso
Imagen: El bosque del luto, Naomi Kawase


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El dulce temblor

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miércoles, 28 de diciembre de 2011

La clase

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El Buddha: ¿Tiene un perro naturaleza búdica?
El gato: miau...

El Buddha: ¿En qué lugar sitúas la mente mundana y la mente despierta?
El gato: ... (lame patita)

El Buddha: Si la no-mente es vacuidad, ¿qué mente es no-gato?
El gato: ... (se enrosca sobre sí mismo; ronroneo gozoso)


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la cura

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"Y mientras mi hermana estuvo enferma, la besé toda la noche. La besé 1050 veces, y comprendí que cualquiera, por enfermo que estuviera, se sentiría mejor si lo besaban 1050 veces..."

Texto e imagen de la película Ladoni (Palmas), de Artur Aristakisyan (trad. Stalker)


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llave de toda mudanza

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El Tao que puede expresarse
no es el Tao permanente.
El nombre que puede nombrarse
no es el nombre permanente.
El no-ser es principio del Cielo y de la Tierra;
el ser, de los infinitos seres es madre.
Por eso con el permanente no-ser
se contempla la esencia escondida (del Tao);
con el permanente ser
se contemplan meros indicios (del Tao).
Estos dos (no-ser y ser) tienen el mismo origen
aunque diferentes nombres;
tanto al uno como al otro puedes llamarlos misterio.
Misterio de los misterios,
llave de toda mudanza.


Sin salir de tu propia casa
puedes conocer el mundo.
Sin mirar por la ventana
puedes ver el Tao del Cielo.
Cuanto más lejos vayas,
menor será tu saber.
Por eso el sabio conoce sin viajar,
distingue sin mirar,
realiza su obra sin actuar.


Lo más débil del mundo
cabalga sobre lo más fuerte que en el mundo hay.
El no-ser penetra donde no existe el menor resquicio.
De ahí conozco yo el provecho del no-actuar.
La enseñanza sin palabras,
el provecho del no-actuar,
pocas cosas en el mundo se les puede comparar.

Tengo oído que quien sabe guardar su vida
no topa con rinocerontes y tigres cuando viaja por tierra,
ni porta armas y coraza en el campo de batalla.
El rinoceronte no halla en él lugar donde cornear
ni el tigre donde clavar sus garras,
ni las armas donde aplicar su filo.
¿Cuál es la causa de ello?
Porque no hay en él lugar para la muerte.

Lao Tsé, Tao Te Ching (trad. Iñaki Preciado Idoeta)
Imagen: Hokusai


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martes, 27 de diciembre de 2011

a veces un extraño impulso

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Imágenes: fotogramas de películas del estudio Ghibli (Hayao Miyazaki): La princesa Mononoke, Arriety y el mundo de los diminutos, Nikki, aprendiz de bruja, Mi vecino Totoro, El castillo ambulante, El viaje de Chihiro, El castillo en el cielo, Ponyo en el acantilado, Nausicaä

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cuando penetra el corazón (2)

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Por la mañana, en la cocina, sobre la mesa, veo el huevo.

Miro el huevo con una sola mirada. Inmediatamente advierto que no se puede estar viendo un huevo. Ver un huevo no permanece nunca en el presente: apenas veo un huevo y ya se vuelve haber visto un huevo hace tres milenios. En el preciso instante de verse el huevo este, es el recuerdo de un huevo. Solamente ve el huevo quien ya lo ha visto. Al ver el huevo es demasiado tarde: huevo visto, huevo perdido. Ver el huevo es la promesa de llegar un día a ver el huevo. Mirada corta e indivisible; si es que hay pensamiento; no hay; hay huevo. Mirar es el instrumento necesario que, después de usarlo, tiraré. Me quedaré con el huevo. El huevo no tiene un sí mismo. Individualmente no existe.

Ver el huevo es imposible: el huevo es supervisible como hay sonidos supersónicos. Nadie es capaz de ver el huevo. ¿El perro ve el huevo? Sólo las máquinas ven en huevo. La grúa ve el huevo. Cuando yo era antigua, un huevo se posó en mi hombro. El amor por el huevo tampoco se siente. El amor por el huevo es supersensible. Uno no sabe que ama al huevo. Cuando yo era antigua fui depositaria del huevo y caminé suavemente para no derramar el silencio del huevo. Cuando morí, me sacaron el huevo con cuidado. Todavía estaba vivo. Sólo quien viera el mundo vería el huevo. Como el huevo, el mundo es obvio.

Al huevo dedico el país chino.

El huevo es una exteriorización. Tener un cascarón es darse.

El huevo es el alma de la gallina. La gallina torpe. El huevo exacto. La gallina asustada. El huevo exacto. Como un proyectil detenido. Pues huevo es huevo en el espacio. Huevo sobre azul. Yo te amo, huevo. Te amo como una cosa que ni siquiera sabe que ama a otra cosa. No lo toco. El aura de mis dedos es la que ve el huevo. No lo toco. Pero dedicarme a la visión del huevo sería morir a la vida mundana, y necesito de la yema y de la clara. El huevo me ve. ¿El huevo me idealiza? ¿El huevo me medita? No, el huevo tan sólo me ve. Está libre de la comprensión que hiere. El huevo nunca luchó. Es un don.

Clarice Lispector, "El huevo y la gallina" (trad. Juan García Gayó)


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Terra

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Ojalá las futuras generaciones puedan seguir cantando esta canción.

Y que la Tierra no sea devastada por la ceguera de los hombres...

Eu estou apaixonado
Por uma menina terra
Signo de elemento terra
Do mar se diz terra à vista
Terra para o pé firmeza
Terra para a mão carícia
Outros astros lhe são guia...

Terra! Terra!
Por mais distante
O errante navegante
Quem jamais te esqueceria?...

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lunes, 26 de diciembre de 2011

pero yo nombro la velocidad

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la vida pasa a través de todo, pero yo nombro
la velocidad, los bellos albergues bajo la lengua
el pensamiento que retoca el deseo
entre los párpados
largas páginas sagaces al extremo y carnales
nombro al deletrear cada vértebra
vertical entre las raíces y la lluvia
el instinto río arriba, heat

Nicole Brossard (trad. Mónica Mansour)

Imagen: Paisaje invernal, Wassili Kandinski

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La manzana en la oscuridad

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Pocos sospechan que el principal heredero de Tarkovski hace animación. Se llama Yuri Norstein y esta obra, Сказка сказок, "El cuento de los cuentos", pertenece a ese grupo de cosas que uno nunca podrá olvidar...

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Existir hacia lo alto

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Lo increíble, lo deseado desesperadamente desde la infancia, lo aparentemente excluido que nunca creí poder ver, lo insólito, lo inaccesible, lo sublime que me estaba prohibido, acaba de ocurrir.

HE VISTO A LOS MILES DE DIOSES. He recibido el fantástico regalo. A mí sin fe (sin saber la fe que quizás podía tener), se me han aparecido. Ahí estaban, presentes, más presentes que cualquier cosa que yo haya podido imaginar jamás. Y era imposible y lo sabía y sin embargo ahí estaban, alineados a cientos unos junto a otros (pero miles apenas perceptibles seguían detrás y más que miles, una infinidad). Ahí estaban esas personas sosegadas, nobles, suspendidas en el aire por una levitación que parecía natural, moviéndose muy levemente o mejor dicho, oscilantes sin moverse. Ellas, estas personas divinas, y yo, solos frente a frente.

En algo similar al reconocimiento, yo les pertenecía.

Pero en fin, me diréis, ¿qué es lo que yo creía? Contesto: ¡Qué importa creer, SI ESTABAN AHÍ! ¿Por qué iba yo a caer en discusiones si me sentía colmado? [...] Me sentía repleto de ellos. Ya no necesitaba comparar. Mi horizonte era ahora una vertical. Yo existía hacia arriba. No había vivido en vano.

Henri Michaux, El infinito turbulento

Imagen: Henri Michaux


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sábado, 24 de diciembre de 2011

¿Salvación?

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eso tiembla
y dice
no
no dice
acalla
y dice

palabra hocico trémulo
palabra tiembla palabra
desposee tallo tiembla calla

(hay una herida que se abre como un sol negro bajo el esternón)

no hubo regazo para cuerpo cae
cae cuerpo temblor palabra
tiembla tallo dice calla

mujer temblor talla palabra

desposee mira calla
regazo cuerpo cae


Nota: esta entrada pretende dialogar o ser el eco de esta otra: Cuerpo cae mujer.

Dedico esta pequeña salvación con interrogantes a Anamaría, Say, Pájaro de China y Emmagunst.

Imagen: Zao Wu Ki

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viernes, 23 de diciembre de 2011

cuando penetra el corazón

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Se dice en el libro del Kin Tan: "La gallina puede empollar hasta el final los huevos porque está siempre a la escucha de su corazón": importante fórmula esotérica. La gallina empolla mediante el poder del calor. Pero el poder del calor sólo puede calentar la cáscara, no penetrar en el interior. Por eso la gallina debe introducir ese poder en el interior con ayuda del corazón. Y lo hace mediante el oído. Así concentra totalmente su corazón. Cuando penetra el corazón, penetra la fuerza, el polluelo recibe el poder del calor y accede a la vida.

T'ai-yi Kin-hua tsong che (Tratado de la flor de oro del uno supremo), autor desconocido (trad. Pierre Grisson, Francesc Gutiérrez)

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Las lágrimas de Nematzadeh

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"El discurso de Iván en los Karamazov: "Por más extraordinarias que sean las maravillas que esta enorme fábrica proporcione, si cuesta una sola lágrima de un niño, me niego a admitirla"

Yo suscribo totalmente ese sentimiento. Ningún motivo, cualquiera que sea el que pueda dárseme como compensación a la lágrima del niño, puede conseguir que yo acepte esa lágrima. Absolutamente ninguno de los que la inteligencia puede concebir. Únicamente uno que sólo le es inteligible, sin embargo, al amor sobrenatural: Dios lo quiso así. Y también por ese motivo aceptaría un mundo que no fuera más que mal, e incluso que tuviera consecuencias peores de lo que supone la lágrima de un niño."

Simone Weil

Las lágrimas de Nematzadeh, y la mirada compasiva de su amigo...

Y aunque amo a Simone Weil, no estoy de acuerdo con ella en este punto. La voluntad de Dios (si Dios existiera) no justificaría en ningún caso la lágrima del niño, como no justifica la presencia del mal, el mal que se inflige a un solo inocente.

Me quedo con las palabras de Dostoievski, sin concesiones ni excepciones.

Las lágrimas de Nematzadeh y la mirada del amigo: ¿cómo olvidar eso?

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jueves, 22 de diciembre de 2011

El yo ausente

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Así, un día le pregunté al maestro:
-Pero ¿cómo puede producirse el disparo si no lo hago yo?
-Se dispara -respondió.
-Esto ya me lo dijo usted varias veces; formularé pues mi pregunta de otra manera: ¿cómo puedo esperar el disparo, olvidado de mí mismo, si "yo" ya no he de estar allí?
-Se permanece en la máxima tensión.
-Y ¿quién o qué es ese Se?

Eugen Herrigel, Zen en el arte del tiro con arco (trad. Juan Jorge Thomas)

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Nuestra extraña materia

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De nuevo esta oscura sensación de extrañeza que me atraviesa en oleada y me clava contra mí misma. Alrededor, todo se vacía. Todo lo que conozco toma el aspecto de lo desconocido. La extrañeza es eso, precisamente eso, a medio camino entre lo conocido y lo desconocido. La extrañeza no es provocada por lo que se desconoce, por lo absolutamente otro, por lo nuevo, no, sino por el hecho de que en lo conocido se inmiscuye un elemento ajeno que descompone el conjunto y lo ofrece como si fuese otro, pero sin serlo del todo porque aún es lo nuestro, aunque curiosamente transformado, curiosa y espantosamente desfigurado. Es así, queriendo recordar lo antiguo ahí donde, al parecer, nos es negado, queriendo afirmar la negación y no pudiéndonos impedir negar lo que afirmamos, es así como se instala la extrañeza, invadiendo el cuerpo como el vaho cuando asciende, de madrugada, llenando el valle y los cristales de las ventanas. La extrañeza es un vuelco en el que, de quedarnos, aprenderíamos a morir, de pie, estando vivos, pues todo alrededor se vuelve ajeno, el propio cuerpo incluso, la forma de las manos, la voz que nos oímos, y el cerco que se estrecha aprisionando qué, un algo de conciencia, una mirada vuelta hacia qué, una forma estirada, tenue, algo como un suspiro, algo inmóvil o mejor, inmovilizado, con ojos, sí, con ojos que no entienden, que no entienden entendiendo, sabiendo que no entienden, creyendo que deberían, y luego se dan cuenta de que entender era un error porque entender siempre es reconocer y esto es como repetir un sueño, pasar una y otra vez la misma imagen creyendo que se avanza, creyendo que todos juntos vamos avanzando cuando en realidad lo que hemos hecho ha sido detener la imagen, pasar una y otra vez la misma secuencia, y la llamamos cama, espejo, taza, y la llamamos yo, nosotros a la diez de la noche, y la llamamos trabajo, calle, vida, y luego advertimos que nuestra vida era una imagen, una de tantas imágenes retenidas creando la impostura, la ilusión del tiempo, hasta que todo se detiene en un instante, y sobreviene ese tiempo sin tiempo, ese aliento, ese vaho que acude como un mareo, y entonces nada es semejante a lo que era, todo bascula, y en ese ser, ese algo inmovilizado surge como una nostalgia de lo que hubiese sido de haber sido cierto todo aquello, y una gran soledad, la que siempre se encuentra en el inicio, cuando todo está, aún, por hacer.

Y es más extraña aún, la extrañeza, cuando se cuela en esos pocos, escasísimos momentos en los que, sin razón alguna, una se siente "bien". La joie de vivre que, como cantaba Barbara, nous prend par les reins, sobreviene sin razón, de la misma manera que sobreviene el mal de vivre, sin razón.
“Esto también pasará”, la frase de aquel sabio indio que he colocado a modo de saludo personal en mi teléfono móvil, ha de poder aplicarse a todo lo que agrada tanto como a lo que desagrada; ha de tenerse en cuenta en la felicidad tanto como en el dolor. Quien sabe aplicarla no se extraña, pues está a medio camino de ser quien es y de no serlo, a un tiempo sujeto y objeto de sí mismo y, en el intervalo, justo en medio, ahí donde se localiza el punto muerto, en aquel punto halla la sabiduría, la equidad de Confucio, la indiferencia del Buddha.

Creemos que la alegría de vivir, cuando ocurre, ocurre sin razón, mas no es cierto. Aunque no lo sepamos, algo, en alguno de los planos de esta nuestra extraña materia, lo sabe. Sabemos sin saber. No sabemos sabiendo. Nos damos cuenta de ese saber después, cuando la razón de ser aparece. Y ella también aparece después. El cuerpo la presentía, la conocía como conoce las intenciones ajenas cuando nos atañen, sin saber de ellas.

Chantal Maillard, Filosofía en los días críticos


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Impermanencia

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El devenir es origen de fealdad

Simone Weil



Lo que perpetuamente fluye obliga a poseer una moral

Robert Walser

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