viernes, 23 de diciembre de 2011

Las lágrimas de Nematzadeh

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"El discurso de Iván en los Karamazov: "Por más extraordinarias que sean las maravillas que esta enorme fábrica proporcione, si cuesta una sola lágrima de un niño, me niego a admitirla"

Yo suscribo totalmente ese sentimiento. Ningún motivo, cualquiera que sea el que pueda dárseme como compensación a la lágrima del niño, puede conseguir que yo acepte esa lágrima. Absolutamente ninguno de los que la inteligencia puede concebir. Únicamente uno que sólo le es inteligible, sin embargo, al amor sobrenatural: Dios lo quiso así. Y también por ese motivo aceptaría un mundo que no fuera más que mal, e incluso que tuviera consecuencias peores de lo que supone la lágrima de un niño."

Simone Weil

Las lágrimas de Nematzadeh, y la mirada compasiva de su amigo...

Y aunque amo a Simone Weil, no estoy de acuerdo con ella en este punto. La voluntad de Dios (si Dios existiera) no justificaría en ningún caso la lágrima del niño, como no justifica la presencia del mal, el mal que se inflige a un solo inocente.

Me quedo con las palabras de Dostoievski, sin concesiones ni excepciones.

Las lágrimas de Nematzadeh y la mirada del amigo: ¿cómo olvidar eso?

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6 comentarios:

Isabel Mercadé dijo...

Estoy del todo de acuerdo contigo (y también yo amo a Simone Weil y tampoco suscribo su frase) y con Dostoievsky (ah, pero es que Dostoeivsky..., ¿sabes que publiqué algo sobre su recepción en Brasil, en Lispector?).
He estado más de una semana con el ordenador estropeado y, al mismo tiempo, he pasado una/o virulenta/o laringitis/resfriado que me ha tenido recluida cuatro días. Ha sido como un resfriado de los de antes (con los oídos tapados, sin voz y sin conexión a la red). No ha estado nada mal!!
Un gran abrazo, Stalker.

anamaría hurtado dijo...

Amamos a Simone, y ella , como ya lo dije, hace pasto con mi intelecto. intuyo una noción oscura y total en su aparente aceptación de un Dios que convive con el mal, y que parece no someterlo a juicio. imposible acceder con los brotes de la inteligencia. Hay que cuidarse de ese bofetón que interpela. Hay que llorar como Nematzadeh, sabiéndose perdido hasta lo insoportable, demolido por la palabra, y hay que mirar como mira el amigo, ¿llora dios ante su propia ignominia? ¿se asoma dios al ojo irremediable del amigo? ¿Algo late en el mismo dios que le dice que nada compensa las lágrimas de un niño?

abrazo desde el Nematzadeh que hemos sido, y somos...

Stalker dijo...

Bel M:

celebro que vuelvas a estar por aquí, recuperada de ese resfriado como los de antes...

me gustaría leer tu artículo sobre la recepción de Dostoievski en Lispector y Brasil...

¡un abrazo para que termines de recuperarte!

Stalker dijo...

Anamaría:

abrazo desde Nematzadeh, desde Simone Weil, desde la ternura, desde todos los ojos de la infancia

(con tu permiso, dejaré a Dios fuera)

y abrazo especialmente a ti, que recorres las nervaduras sensibles de esta nuestra extraña materia

Isabel Mercadé dijo...

Gracias, Stalker!!
Y cuando haya ocasión te lo pasaré encantada.
Un gran abrazo para ti!!

Stalker dijo...

Bel:

lo esperaré alegremente

abrazo!

 
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