lunes, 31 de octubre de 2011

La voz y el gozo

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Si fuese posible imaginar una estética del placer textual sería necesario incluir en ella la escritura en alta voz. Esta escritura vocal (que no es palabra) no se practica, pero es sin duda la que recomendaba Artaud y la que solicita Sollers. Hablemos de ella como si existiese.
En la Antigüedad, la retórica comprendía una parte que ha sido olvidada, censurada por los comentaristas clásicos: la actio, conjunto de recetas específicas para permitir la exteriorización corporal del discurso: se trataba de un "teatro de la expresión", el orador-comediante "expresando" su indignación, su compasión, etcétera. La escritura en alta voz no es expresiva, deja la expresión al feno-texto, al código regular de la comunicación. La escritura en alta voz pertenece al geno-texto, a la significancia, es sostenida no por las inflexiones dramáticas, las entonaciones malignas, los acentos complacientes, sino por el tono de la voz, que es un mixto erótico de timbre y de lenguaje y que como la dicción también puede ser la materia de un arte: el arte de conducir el cuerpo (de allí proviene su importancia en los teatros de Extremo Oriente). En relación con los sonidos de la lengua, la escritura en alta voz no es fonológica sino fonética, su objetivo no es la claridad de los mensajes, el teatro de las emociones, lo que busca (en una perspectiva de gozo) son los incidentes pulsionales, el lenguaje tapizado de piel, un texto donde se pudiese escuchar la textura de la garganta, la pátina de las consonantes, la voluptuosidad de las vocales, toda una estereofonía de la carne profunda: la articulación del cuerpo, de la lengua, no la del sentido, la del lenguaje.

Roland Barthes, El placer del texto (trad. Nicolás Rosa)

Vídeo: Chantal Maillard, "Cual. La película", en cofre DVD "Cual"


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viernes, 28 de octubre de 2011

yo tiempo de qué

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apretado el cuello por la cuerda despertar
temblor despertar
quemado consumido bonzo
revienta cuerpo
fuera de las manos caricias
lejos de los labios bebido
recuerdo del cuerpo
dejando ir presente el instante supervivencia
sin saber sobre qué abrir la energía a lo imaginario respondido
balbuceos apenas a los desgarros
los gritos al borde de las heridas no bastan
hundido negro en el baño de sangre
a trabajar sus venas por palabras
yo palabra abrirse boca abierta decir vivo a quién


del que el sol a veces música sobre gran cielo abierto
espalda abajo lo aparta
lo descuartizado probable a placer tirando en el impulso de lo soportable
de aquel lado bastante profundo lo escrito en el cuerpo
yo grabando lo arenoso el instante desvanecido
forzar la fiebre en los labios resonantes el gong
o rombo zumbante huyendo la cabeza
o tambores de supervivencia
o seco desierto polvo bombas
y siempre lamiendo las llamas el cuerpo de miedo
yo de insecto vivo clavado al muro
buscando vivo a más sufrimiento
soñándoselo aun nocturno
con vistas a lo definitivo


pequeña célula viva de cabeza indagadora
avanzando ansiando desesperadamente adherir su jugo a algún lugar
la bondad en las mucosas la espera en los orificios
la fiesta muda estreno de vida
engullida bajo la lava derretida pegajosa palabra muro entre el cual
nada que hacer para sacar los sonidos más allá sólo la muerte
tirar de nervios para remontar el sonido los labios más arriba
hueso cráneo resonante
estrangulamiento sobreagudo sostener más allá sólo la muerte
o no sonrisa de la sonrisa en vacío en reflejos en negro rostro extinto
apenas luz de visión lejana
marchado para los siete días de infierno circular
creación suplicios y descanso incluidos
sueño de plena tierra y sueños incluidos


yo tiempo de qué
la extensión
ola enroscada ante la mirada
incansablemente del yo líquido hallado rojo
fragmentos imperceptibles a ojo pequeño del tiempo visión nula
sobre el espacio nunca más que un gran campo
el resto abierto al que boga las visiones celestes
lamer frases alimento sin dientes
yo triturador sonidos sílabas magma sacudidas telúricas
o alcanzado por el maremoto caído en subsuelo sintaxis
días de pasión
luz de venas que adviene
en superficie la articulación
yo dice ardiente energía el grito o cómo arde nunca dicho



Danielle Collobert, Survie (trad. Stalker)

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lunes, 24 de octubre de 2011

El sermón del fuego

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Así lo he oído. En cierta ocasión, el Venerable residía en Savatthi, en la arboleda de Jeta, en el parque de Anathapindika.
Entonces el asceta errante Vacchagotta fue adonde estaba el Venerable, se le acercó e intercambió saludos con él. Terminada aquella charla amigable, se sentó a su lado. Una vez sentado, el asceta errante Vacchagotta dijo así:
-Veamos, maestro Gotama: "El mundo es eterno, eso es la verdad y lo demás es falso", ¿es ésta la opinión del venerable Gotama?
-Vaccha, yo no soy de esa opinión.
-Entonces, maestro Gotama: "El mundo no es eterno, eso es la verdad y lo demás es falso", ¿es ésta la opinión del honorable Gotama?
-No, Vaccha, ésa no es mi opinión.
-Veamos, maestro Gotama: "el mundo es finito, eso es la verdad y lo demás es falso", ¿es ésta la opinión del honorable Gotama?
-Vaccha, yo no soy de esa opinión.
-Entonces, maestro Gotama: "El mundo es infinito, eso es la verdad y lo demás es falso", ¿es ésta la opinión del honorable Gotama?
-No, Vaccha, ésta tampoco es mi opinión.
-Veamos, maestro Gotama: "El alma y el cuerpo son una misma cosa", ¿es ésta la opinión del honorable Gotama?
-No, Vaccha, yo no soy de esa opinión.
-Entonces, maestro Gotama: "El alma y el cuerpo son dos cosas distintas", ¿es ésta la opinión del honorable Gotama?
-No, Vaccha, ésta tampoco es mi opinión.
-Veamos, maestro Gotama: "El Tathagata [ lit. "El Así Venido", el Buddha] existe tras la muerte", ¿es ésta la opinión del honorable Gotama?
-No, Vaccha, ésta no es mi opinión.
-Entonces, maestro Gotama: "El Tathagata no existe tras la muerte", ¿es ésta la opinión del honorable Gotama?
-No, Vaccha, ésta tampoco es mi opinión.
-Veamos, maestro Gotama: "El Tathagata existe y no existe tras la muerte", ¿es ésta la opinión del honorable Gotama?
-No, Vaccha, ésta no es mi opinión.
-Entonces, maestro Gotama: "El Tathagata ni existe ni no existe tras la muerte", ¿es ésta la opinión del honorable Gotama?
-No, Vaccha, ésta tampoco es mi opinión.
-Veamos, maestro Gotama, cuando al asceta Gotama se le pregunta sobre las diez opiniones anteriores, responde que ninguna de ellas es su opinión. ¿Qué peligro ve el maestro Gotama para no adoptar ninguna de esas opiniones?
-Vaccha, adoptar alguna de esas diez opiniones supone enredarse en la maraña de las opiniones, el yermo de las opiniones, el enredo de las opiniones, el infierno de las opiniones, la traba de las opiniones, lo que conlleva sufrimiento, ansia, tribulación y excitación, no conduce al desapego, al desapasionamiento, a la cesación, a la paz, al conocimiento superior, al despertar, al Nibbana.
»Viendo este peligro, no adopto ninguna de esas opiniones especulativas.
-Entonces, ¿qué opiniones adopta el maestro Gotama?
-Vaccha, el Tathagata ha superado las opiniones. Vaccha, lo que el Tathagata ha visto es esto: ésta es la forma material, ésta es la raíz de la forma material, ésta es la extinción de la forma material. Ésta es la sensación, ésta es la raíz de la sensación, ésta es la extinción de la sensación. Ésta es la percepción, ésta es la raíz de la percepción, ésta es la extinción de la percepción. Éstas son las disposiciones mentales, ésta es la raíz de las disposiciones mentales, ésta es la extinción de las disposiciones mentales. Ésta es la conciencia, ésta es la raíz de la conciencia, ésta es la desaparición de la conciencia. Éste es el lenguaje, ésta es la raíz del lenguaje, ésta es la extinción del lenguaje.
»Por todo esto, afirmo que con la extinción, el desapego, la cesación, el desasimiento y la renuncia de toda imaginación, de toda especulación, de toda acción inspirada por las concepciones de "yo" o "mío" y de toda presunción latente, un Tathagata se libera sin adherirse.
-Entonces, maestro Gotama, ¿dónde renace un monje con la mente así liberada?
-Vaccha, "renace" no es aplicable.
-Entonces, maestro Gotama, ¿es que no renace?
-Vaccha, "no renace" no es aplicable.
-Entonces, maestro Gotama, ¿es que renace y no renace?
-Vaccha, "renace y no renace" no es aplicable.
-Entonces, maestro Gotama, ¿es que ni renace ni no renace?
-Vaccha, "ni renace ni no renace" no es aplicable.
-Cuando al maestro Gotama se le preguntan todas estas cosas, responde: "No es aplicable". He aquí, maestro Gotama, que estoy desconcertado, confuso e incluso el grado de confianza que tenía en el maestro Gotama ha llegado ahora a su límite.
-Vaccha, es normal que estés desconcertado y confuso. Vaccha, la enseñanza es profunda, difícil de ver y de comprender, apacible, excelsa, más allá de la lógica y las palabras, sutil, para ser experimentada por pocos. Para ti es difícil de entender, dado que sostienes opiniones, perteneces a otra escuela, estás bajo la influencia de otros, practicas otro camino y sigues a otro maestro.
»Ahora, Vaccha, te preguntaré yo, así que respóndeme como te resulte apropiado.
»Vaccha, ¿qué opinas?, si hubiera un fuego ardiendo delante de ti, ¿sabrías que hay un fuego ardiendo delante de ti?
-Maestro Gotama, claro que lo sabría.
-Entonces, Vaccha, si alguien te preguntara: ¿qué hace arder a este fuego que está ardiendo delante de ti?, ¿qué responderías a esa pregunta?
-Maestro Gotama, respondería que el combustible de hierbas y leña.
-Vaccha, y si se extinguiera el fuego que está delante de ti, ¿sabrías que se ha extinguido?
-Maestro Gotama, lo sabría.
-Y entonces, Vaccha, si alguien te preguntara: ¿en qué dirección se ha ido el fuego extinto que estaba delante de ti, al este, al oeste, al norte, al sur?, ¿qué responderías a esa pregunta?
-No tiene sentido, maestro Gotama. El fuego ardía a causa del combustible de hierbas y leña. Una vez consumido, desaparece y se considera como extinto.
-De igual modo, el Tathagata está libre de toda definición por la forma material, está liberado de las condiciones que hacen surgir la forma material. "Renace", "no renace", "renace y no renace", "ni renace ni no renace" no son aplicables.
»El Tathagata ha trascendido las sensaciones, las percepciones, las composiciones mentales, la conciencia por la cual le conocería quien tratase de conocerle. Esas sensaciones, percepciones, composiciones mentales y conciencia las ha arrancado de raíz y las ha dejado como el tronco de una palmera que, una vez cortado, ya no puede volver a brotar de nuevo. El Tathagata ha superado las opiniones especulativas, la conciencia de la dualidad, la escisión, el desgarro, la trampa del lenguaje, el infierno del lenguaje, el apego por el que definimos el mundo desde el "yo" o como "mío". Esto conduce al desapego, a la cesación, a la calma, esto conduce a la emancipación inconcebible y a la no mente, a la ausencia de vibraciones corruptas, a la vida sin ataduras, a la respiración libre, a la extinción de las palabras.
»Aniquilado el renacer, apaciguadas todas las vibraciones, no hay más devenir.



"Sermón del fuego", Suttas del Majjhima Nikâya (siglo VI a. C.)(traducción de Abraham Vélez de Cea y Daniel de Palma)


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viernes, 21 de octubre de 2011

Voz, aflujo, horizonte. Deshiladura del texto patriarcal

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Rimbaud predecía que la devolución de la mujer a sí misma estaría en el origen de una mutación de mentalidad. Expulsar a una mujer a su soledad es forzarla a volver a parirse para escapar del suicidio o de la locura. Hacer del expulsor el objeto de otra expulsión fue la respuesta feminista radical a la misoginia fundadora de la filosofía occidental. Pero entre estas dos morales simétricas, ambas determinadas por el principio de exclusión, está la vía poética. Una mujer no puede emprenderla con posibilidad de éxito si no la mueve el amor incondicional al amor. La primera operación mental que exige esta búsqueda es la alianza con el hombre-hermano, que implica la ruptura con el "hombre de piedra". Ello supone sacar a la luz a la hermana mientras que la madre y la hija -sus acompañantes- quedan en la sombra. La hermana conduciría la barca que debe pasar por el estrecho entre un patriarcado intelectual autoritario y un matriarcado afectivo no menos abusivo. En el ensanchamiento del paso, el horizonte de la fraternidad.

Cuando el Sujeto femenino se despierta, su falta de historia escrita se encuentra confrontada a la omnipotencia del Libro del Padre, al patrimonio colosal del credo y del cogito que lo enfeudaron. El hilo de su pensamiento nace de una lectura a contratiempo, de una deshiladura del texto patriarcal que sólo él puede hacer creativamente.
A través de la escritura de las mujeres es como la hermenéutica poética entrará en la mentalidad contemporánea. Como un aflujo de sangre nueva.

Lo femenino no piensa, ésa no es su función, no han dejado de afirmar los amos-pensadores desde la fundación de la Historia. Lo femenino obtiene su ser, si ser tiene, del ser masculino, como la luna obtiene su luz del sol. De suceder que una mujer piense es contra su "naturaleza", es que la virilidad en ella ha superado a su feminidad. Al ser la virilidad de la mujer despreciable respecto a la de un hombre, su pensamiento será irremediablemente imitativo, es decir, menor. Este juicio de los amos, con fuerza de ley, expulsó a las mujeres a la esfera privada, sin otro acceso a la ciudadanía que por procuración, en tanto hija, esposa o madre de un hombre. Excluidas de los asuntos públicos al mismo título que los niños, los esclavos y los poetas.
La sociedad está mortalmente enferma de la misoginia en que se inspira su ley. El proceso a la Historia no puede abrirse benéficamente más que allí donde el mal está cercado, localizado. En la memoria de las mujeres -precisamente en la bisagra entre la prehistoria y la Historia- es donde el absceso maduró y donde se hace curable.

El núcleo duro de la misoginia no se forma en la mentalidad masculina. El lugar de su más profunda fijación es el inconsciente profundo de las mujeres. Mientras no tengan acceso a él, ninguna mutación benéfica de la relación humana podrá producirse. El obstáculo contra el que no deja de quebrarse su voluntad de estar en el mundo tal y como ellas son en potencia, de vivir por ellas mismas y para ellas mismas, es el muro de la auto-censura. Sólo un trabajo de indagación de lo inmemorial puede liberar la auténtica palabra política de las mujeres, si es concienzudamente llevado a término: la anamnesia de la mutilación mental que origina su silencio.

Claire Lejeune, El libro de la hermana (trad.: Flor Herrero Alarcón)


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lunes, 17 de octubre de 2011

Todos los seres danzan

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¿Cuántas especies existen? Los seres se engendran unos a otros en sucesión. Cuando adquieren el qi acuoso las ranas, por ejemplo, se convierten en codornices. Al adquirir el qi intermedio entre la tierra y el agua, aparece el musgo. Cuando crecen los montes, se convierte en llantén. Cuando éste obtiene el abono necesario, aparece la planta wu zu. De la raíz de esta planta, nacen larvas de abejorro y de sus hojas, mariposas. Son las mariposas xu. Estas mariposas se metamorfosean en unos gusanos que nacen bajo los fogones y se llaman qu duo. Su aspecto es como si acabaran de mudar la piel. Al cabo de mil días, estos gusanos se transforman en unos pájaros llamados gan yu gu. De la saliva de estos pájaros, nacen los insectos si mi. Los si mi se convierten en shi xi. Los insectos li yu nacen los shi xi, igual que los huang kiang nacen de los jiu you. El jiu jou nace del mao rui y éste, a su vez, de la luciérnaga. el hígado de oveja se convierte en feng yang, la sangre de caballo en zhuan lin (fuegos fatuos) y la sangre humana en ye huo (fuego en el campo). El gavilán se transforma en zhan, el zhan en cuclillo y éste se vuelve a convertir en gavilán. La golondrina se vuelve rana. El topo se transforma en codorniz. El melón podrido se convierte en pez. El cachalote seco se vuelve amaranto. La oveja vieja se transforma en simio. Las huevas de pez se convierten en insectos.

Las bestias de los montes de Chan yuan nacen por autofecundación; se llaman lei. Las aves de los ríos y pantanos se engendran con la mirada; se llaman yi. Hay hembras puras, cuyo nombre es da yao, y machos puros, llamados zhi feng. Los varones de Si no tienen esposas, pero sí tienen sentimientos; las mujeres de Si no tienen marido, pero se quedan en estado. Hou Ji nació de unas huellas gigantes; Yi Yin, de una morera. Las libélulas nacen de la humedad y los mie meng nacen de los líquidos fermentados. De la planta yang xi combinada con un bambú viejo, que ya no da retoños, sale el insecto qing ning. Éste engendra a la pantera; la pantera engendra al caballo; del caballo nace el hombre. El hombre, al final, entra en la máquina (motor sutil). Todos los seres nacen de la máquina y todos vuelven a entrar en ella.


Lie Zi, El libro de la perfecta vacuidad (trad. Iñaki Preciado)

Ilustración: Shi-tao

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martes, 11 de octubre de 2011

Extinción en la ternura

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Hace mucho que quiero escribir algo titulado "Extinción en la ternura". No he encontrado el lenguaje para hacerlo, o el lenguaje, esa experiencia de límite o piel entre lo que creemos ser y el mundo, no me ha encontrado a mí. Pero creo haber hallado una forma indirecta (la oblicuidad, siempre: una forma de salvación) de hacerlo, seleccionando estos fotogramas de Diario de un hombre ridículo, de Alexander Petrov.

Extinción en la ternura, luz que muere en lo que el abrazo tiene de inextinguible.

El camino del pequeño gesto compasivo.

Esa morada. Esa lentitud.


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jueves, 6 de octubre de 2011

La morada

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El usuario no puede captar la demencia inherente al sistema de circulación que se basa principalmente en el transporte. Su percepción de la relación del espacio con el tiempo ha sido objeto de una distorsión industrial. Ha perdido el poder de concebirse como otra cosa que no sea un usuario. Intoxicado por el transporte, ha perdido la conciencia de los poderes físicos, sociales y psíquicos de que dispone el hombre, gracias a sus pies. Olvida que el territorio lo crea el hombre con su cuerpo, y toma por territorio lo que no es más que un paisaje visto a través de una ventanilla por un hombre amarrado a su butaca. Ya no sabe marcar el ámbito de sus dominios con la huella de sus pasos, ni encontrarse con los vecinos, caminando en la plaza. Ya no encuentra al otro sin chocar, ni llega sin que un motor lo arrastre. Su órbita puntual y diaria lo enajena de todo territorio libre.

Atravesándolo a pie el hombre transforma el espacio geográfico en morada dominada por él. Dentro de ciertos límites que aplica al movimiento determina su movilidad y su poder de dominio. La relación con el espacio del usuario de transportes se determina por una potencia física ajena a su ser biológico. El motor mediatiza su relación con el medio ambiente y pronto lo enajena de tal manera que depende del motor para definir su poder político. El usuario está condicionado a creer que el motor aumenta la capacidad de los miembros de una sociedad de participar en el proceso político. Perdió la fe en el poder político de caminar.

Iván Illich, Energía y equidad

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