sábado, 11 de octubre de 2008

Me duelen los otros, me ocurren los otros


Imposible soslayarlo. El dolor es nuestra condición. En él todos podemos reconocernos.
Y sin embargo, es lo más absolutamente individual. Nadie se duele por otro. Ésa es la paradoja. Nada hay más común que el grito de dolor de una carne herida; nada hay más intransferible.
¿Hace falta el poema para decirlo? No. El grito es el lenguaje más universal. Pero tal vez haga falta recordarlo en tiempos de sosiego. Tal vez haga falta que los sosegados lo recuerden para que los que sufren se sientan amparados. Amparados por la común condición de lo viviente.
¿Y por qué no decir el gozo, en vez del dolor? Cierto, ¿por qué no?
Tal vez porque el que goza no necesita el apoyo de otros; gozando uno se siente entero, se siente pleno y exulta, porque en el gozo no se está solo, en el gozo hemos pactado un acuerdo (transitorio)con el mundo. El dolor, en cambio, contrae.
El cobijo, lo necesita el que sufre. Y no es que consuele el sufrimiento de muchos, pero sí sentirse amparados, comprendidos, com-padecidos. Es éste el trabajo de la com-pasión.
"No hay poema que no se abra como una herida", escribe Derrida...

Chantal Maillard (En la traza. Pequeña zoología poemática. Colección Breves, Ediciones del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, 2008).

El anterior fragmento pertenece a un libro en que se publicó la conferencia que la autora impartió en el ciclo "La condición humana" en el CCCB en marzo de 2008. En este link puede verse íntegra:

http://www.cccb.org/ca/arxiu_multimedia?idg=24196

15 comentarios:

soperos dijo...

(...)me he preguntado en ocasiones cómo se duele un árbol o un gato... me sale distinto a nosotros pero no llego a ver y temo perderme ahí algo de vital importancia para nosotros... (...)

no sé qué más decir, salvo darte las gracias, nuevamente, por este texto desde el título hasta el enlace...

abrazos,
òscar.

Stalker dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Stalker dijo...

¡Como se duele un árbol y un gato! También me gustaría saberlo.

Los otros nos ocurren cuando nos duelen; no otra cosa es la empatía, tan necesaria y escasa en nuestro mundo. El vértigo del dolor del otro nos habita en un instante y qué escasas nuestras armas para dar una respuesta, procurar alivio. Un regalo sería que con un abrazo o una mirada infundiéramos una analgesia inmediata, qué sé yo...

Abrazos

Laura Giordani dijo...

Hermoso texto has traído Stalker, muy en sinton ia con el ghat de Chantal que colgué en el blog(Por cierto, ya añadí los datos que faltaban a su biografía: Gracias!).
La compasión es una corriente tan escasa, esa posibilidad -casi milagrosa- de desplazarnos de nuestras lindes chiquitas, miopes, e ingresar en el dolor de los otros: también de un árbol, de un gato, ¿Por qué no? Aunque no conozcamos las especificidades de su herida, de ese dolor que parece inscripto en la misma urdimbre de este planeta.
¿Sufrirá toda la materia? No lo sé, pero textos así, sacuden nuestros dolores privados y nos invitan a cruzar la espesura del dolor del otro, que es el mío, el de todos... Una paradoja: cuando salgo del corralito de mi dolor y abrazo el del otro, encuentro alguna sutura.
Bueno... esto da para mucho. Qué tema, Stalker.
Un abrazo.
Laura.

Stalker dijo...

Sí, Laura, quizá el abrazar al otro sea ya un bálsamo y una sutura para nuestra propia herida. Es muy interesante y denso el problema, y pocas, creo, las respuestas.

abrazos

Stalker dijo...

PD: olvidé comentar que el link del CCCB es para la conferencia íntegra en formato audiovisual. Material, ahí, para pensar un rato...

Anónimo dijo...

Difiero algo. Exteriorizamos el dolor para sentirnos arropados o consolados. Me gusta exteriorizar el goce para sentir que es compartido. Si no lo comparto me falta algo, no me encuentro feliz. Ambos -dolor y placer- precisan de testigos, de apoyo o de cómplices. Nunca somos solos, aunque podamos estarlo. Somos el otro, siquiera como tendencia, como necesidad, como alcance. No nos bastamos a nosotros mismos. No hay nada categórico al respecto.

Stalker dijo...

Querido Fackel: no veo contradicción entre el párrafo de la entrada y tus palabras. Me parece que son perfectamente compatibles: el texto dice que el gozo nos hace enteros, no que nos neguemos a compartirlo. No veo contradicción alguna.

Por supuesto, nada hay categórico ni definitivo.

abrazos, me alegra mucho verte por aquí, hermano.

Stalker dijo...

PD Fackel: ya te insistí antes para que vieras la conferencia. Te lo vuelvo a recordar, porque sé que, siendo como eres, te gustará.

Entiendo tu pereza pero sacúdetela y ponte a trabajar ;)

Cariñosamente.

Ana Hidalgo dijo...

podremos compartir dolor y goce, comunicarlo, señalarlo, pero el otro nunca podrá sentirlo tal y como lo estamos sintiendo, por eso en cierto modo los emociones son intransferibles, por eso los esfuerzos para comunicar nuestro dolor y goce son tan inmensos. la experiencia más instransferible y donde más solos estamos es la muerte. en contrapartida, cuando amamos y se nos ama, es decir cuando tenemos la suerte del amor correspondido, es cuando nos parece -y seguramente con razón- que nuestras emociones son más compartidas.

Stalker dijo...

Así lo creo, Ana.

Recuerdo que un Onetti,postrado en su cama en Madrir, decía aquello de que "sólo existen el amor juvenil, el amor que se experimenta en la primera juventud". Que despues, todo en la vida, es un engaño, un puro vacío. Palabras tenebrosas que espero no se cumplan.

Se te echó de menos el fin de semana, deduzco que bajas a Almuñecar.

Abrazos

Ana Hidalgo dijo...

en principio, no estoy muy de acuerdo con onetti -sobre todo no quiero estarlo-, pero ciertamente, a los 22 años todavía es pronto para saber si tiene razón, veremos dentro de 30 años si se cumplen sus palabras. espero que no, porque aunque mis primeras experiencias adolescentes sentimentales fueron desastrosas, lo que me ha venido a partir de los 20 ha sido tan sencillamente bello, tan lleno de vida e instante, que pensar que voy a pasar mi existencia parece tan pobre.

soy una de esas personas que no aman su pueblo, y lo cierto es que suelo pasar muy poco por allí -cada mes y medio o así-, pero aunque he estado en granada este fin de semana -casi todos lo estoy- he estado muy liada, pues también casi cada fin de semana tengo visita en mi piso. agradezco que notes la ausencia :-) un beso.

Inma dijo...

'El hombre es un aprendiz, el Dolor es su maestro.' Creo recordar esta frase en el libro Semmelweis de Celine, que resume claramente que aprendemos a golpe de pulsiones dolorosas, sin más redención que abrir ese dolor al otro.
La analgesia como dices viene a menudo en sentir una simple presencia, que aunque nada pueda hacer o decir para paliar el sufrimiento, se hace eco, cómplice, y ayuda con su calor a pasar el trago.
Yo no creo como dice el texto de Maillard que nadie se duela por otro. Aunque escaseen la empatía y la compasión, ambas existen y el grito como lenguaje universal se lanza al vacío en busca precisamente de esa compañía sanadora.
Yo me congratulo de saber que ciertas personas acudirían a mi llamada si el dolor hiciese mella en mí, y por ello comparto con ellas como agradecimiento mi gozo cuando estoy contenta. Para recibir hay que saber darse también..

Stalker dijo...

Precisamente, Condesa, es a esa compasión a la que alude Maillard, constantemente, en sus textos; a lo necesitado que anda este mundo de ese sentimiento... La alusión a "nadie se duele por otro" la entiendo en sentido literal, porque por desgracia no podemos entrar en el cuerpo del otro y conocer su dolor de primera mano, como lo siente él. La empatía es la proyección de ese anhelo de salvar al otro, de mitigar su sufrimiento; es un acto grande pero, a la vez, creo, la constatación de una frustración: y a es la imposibilidad de ayudar al otro en situaciones de dolor extremas (enfermedades terminales, trastornos psíquicos de primer orden).

Por eso el título: "Nadie se duele por otro", en sentido literal, pero "me duelen los otros", en sentido figurado, desde la compasión el otro se hace hueco en mí y asumo su sufrimiento, lo acojo...

Inma dijo...

Pues que dulce cobijo entonces..
Asiento a todo lo que dices y me callo!

 
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