domingo, 14 de abril de 2013

La enseñanza



1928, isla de Shodoshima, Japón. La joven maestra Hisaki Oishi inicia su tarea de profesora a cargo de doce niños de primaria, los entrañables veinticuatro ojos que la mirarán en su primer año de clase. Al principio, los métodos de enseñanza poco ortodoxos de la nueva maestra y su moderna visión de la enseñanza provocan cierto recelo en la comunidad isleña rural, pero pronto niños y adultos caen bajo su irresistible encanto. En unos pocos años, la Segunda Guerra Mundial cambiará sus vidas para siempre...

"24 ojos" (1954), de Keisuke Kinoshita, es la experiencia de la ternura, la experiencia de la enseñanza, del paso del tiempo, de la transformación, de la atención y el cariño en un mundo sometido a un cambio permanente y a veces violento

los veinticuatro ojos juegan al trenecito al son de esta dulce onomatopeya:

shu shu shu - shu shu shu

así cantan

así viven

es la imagen del cartel de la película: una instantánea inolvidable donde no hay nada que decir, donde todo queda dicho ya en el instante del juego y el descubrimiento compartidos



"Aprender era un placer intenso. Aprender equivalía a nacer. Se tenga la edad que se tenga, el cuerpo experimenta entonces una especie de expansión.

El universo se dilata: de pronto se abre una puerta donde no había puerta alguna y el cuerpo se abre con esa misma puerta.

El cuerpo antiguo se convierte en otro cuerpo. Un país desconocido se extiende o avanza a toda velocidad y crecemos con lo que crece. Todo lo conocido cobra un nuevo sentido, atrae una nueva luz, y todo lo que hemos abandonado regresa de repente a la nueva tierra con un nuevo relieve todavía inexpresable, porque no era posible preverlo.

Desafíos que no conciernen a nadie se descubren de pronto en el azar de una consecuencia que no habíamos buscado. Eso es aprender. Caen las barreras y, al caer, desaparecen las distancias. Eso es aprender. La oscuridad del bosque se desvanece. Aumenta el recorrido del viaje.

No hay que enseñar a quien no siente alegría al aprender.

Apasionarse por lo que es otro, amar, aprender, es lo mismo."

Pascal Quignard (tr. Encarna Castejón)


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20 comentarios:

anamaría hurtado dijo...

sería necesario que esos ojos permanezcan abiertos en el lugar de los adentros, donde siempre hay una dulce maestra y una ronda.Que la vivencia de aprender, tan bellamente descrita por Quignard, siempre nos dilate el universo, conservar esa vibración, esa longitud de onda tan inmediata a la infancia... quizás lo único que nos salva o nos protege de que también junto a la maestra y el shu shu shu llevamos amenazas de guerra, devastaciones, hiroshimas ...
un abrazo, mi querido Stalker, tomadas las manos y mirando el mundo por primera vez

Luis González dijo...

Belleza sin nombre todo lo que relatas. Así experimentan (o experimentamos) muchos el deber ser del aprendizaje y de esa rara institución que debiera ser la escuela. No obstante los que, profesionalmente, se dedican a eso que se llama la enseñanza ¿pueden poner en práctica el sabio consejo de que "no hay que enseñar a quien no siente alegría al aprender"? En muchas ocasiones, la experiencia del alma que "se abre" o del "país desconocido se extiende o avanza a toda velocidad" no es vislumbrado por el que debe encomendarse al honor y el deber del aprender.Lo que se muestra en la cita que nos traes, Stalker, se puede aplicar no solo a la escuela (el lugar formal del aprender)sino también a una representación artística o filosófica que suceda en el acto de la lectura o la visión. La diferencia es que en estos casos el público se abre voluntariamente para "crecer en lo que crece". En la escuela, en muchas ocasiones, lo que hay es lastre y barro que empozoña aquello que, quizás, debiera alegrar. Esa es una cuestión que se obvia en los programas de reforma, mareando la tristeza de una escuela sin alegría - que, por ello, es incapaz de aprender - en otros juegos de mutaciones imbéciles de currículos y majaderías. Cuando yo entro en un aula, para salvar el alma, me planteo como premisa inicial que YO debo pasármelo bien y crecer en el devenir de las palabras y las reacciones. El objetivo es intentar transferir ese "mi" placer a los que por allí pasan en la tarea del aprendizaje, tarea que siempre tiene una parte solitaria en la que uno entra sin salvaguarda en reinos de complejidad y sorpresa. Eso lo intento yo, claro, pero no siempre lo consigo. En muchas circunstancias, la ponzoña lo llena casi todos y uno se convierte en el triste guardia de seguridad de unos grandes almacenes en los que los productos que deben comprar los clientes son reliquias oxidadas, almas descuartizadas y muerte. Y eso sí que es triste.

Delicada y hermosa anotación. Gracias.

Madison dijo...

Aprender a cualquier edad...que buena reflexión, con el tiempo siento tristeza de que no aprenderé todo lo que quiero, no leeré todo lo que tengo. No, el tiempo juega en mi contra.
Buscaré la película.
Es una alegría tenerte de nuevo aquí Stalker, ni te imaginas cuanto he echado de menos tus palabras, tus escritos.
Un beso enorme

Stalker dijo...

Anamaría:

"24 ojos" es una película tan preciosa... en ella está todo lo que describes, con esas exactas palabras...

he visto mucho cine y tengo una mirada exigente, y aun así, todavía hoy, de vez en cuando encuentro obras de una sencillez y un calor humano que me conmueven más allá de lo que sé expresar...

la infancia, la enseñanza, el calor humano, el deseo de la una vida sencilla de la mano de la infancia!

si la veis la disfrutaréis tanto como yo!

abrazos!

Stalker dijo...

Luis:

muchas gracias por tu comentario detenido y delicado...

aprender, en efecto, también se abre, y se abre especialmente, en la contemplación estética, el arte en un sentido amplio...

y en clase, creo que es una buena premisa que el profesor se lo pase bien, que él mismo sea entusiasmo, alegría y calor: sólo así podrá imantar las miradas, encantar las miradas (porque la enseñanza, tal como yo la entiendo, también tiene algo de fascinación, de hechizo)

en mi propia experiencia pedagógica, que no ha sido con niños sino con adultos (que eran, a su vez, profesores de secundaria), éste ha sido el ingrediente principal: transmitir el entusiasmo para que el devenir, la intensidad, el dilatado espacio de la atención, sean posibles...

enseñar también tiene que ver con el deseo, por eso la última frase de Quignard encierra una gema inolvidable: enseñar, amar, es lo mismo. Acercarse a lo otro, acercar lo otro, amar, es lo mismo...

luchar contra la ponzoña que mencionas, contra el lastre de la apatía, es quizá inevitable, pero creo que no hay nada que el entusiasmo y la alegría, esa alegría, no puedan conseguir...

un abrazo!

Stalker dijo...

Querida Madison:

espero que en los pequeños momentos, los huecos de vida, los intersticios inesperados, encuentres ese tiempo para seguir aprendiendo y deleitándote, estoy seguro de que sí...

a mí me alegra mucho verte por aquí y que retomemos estas conversaciones, esta lentitud...

un abrazo grande!

vera eikon dijo...

A veces siento la vida como un túnel. La malla de los días se torna en una tela opaca, al apretarse en su monotonía. Sucede con los que vivimos ese túnel que tomamos la costumbre de agachar la cabeza, quizás, pecando de ingenuos,creemos que al no mirar arriba podemos sostener esa ficción de que todavía hay cielo. Y el viaje es hacia adentro. Afortunadamente, aunque a veces no mire hacia ella, siempre hay una ventana en mi horizonte. Y a veces vienen hasta ella el mar, la lluvia, los árboles que golpeando sus ramas insisten en que levante la cabeza. Y sucumbo. Y me nazco(aunque, en cierto modo, yo siento que me nacen..)Ellos hacen el cielo....

"Apasionarse por lo que es otro, amar, aprender, es lo mismo."
Me quedo con esto. Un abrazo.

anamaría hurtado dijo...

enseñar también es aprender y también es amar, hermosas reflexiones...la pasión y el deseo son esas manos infantiles que unen a la maestra y los niños, a quien enseña y a su vez aprende y viceversa... sólo puede uno "enseñar" , (mostrar-se) aquello que se ama,se aprende haciendo una ronda, cantando al unísono... como dice Luis, hay un hechizo en enseñar, de tal manera que quien enseña es como un mago, también esa imagen es cercana a la infancia, la fascinación que producen ciertas maestras y profesores es inolvidable, siempre hay una palabra mágica que abre alguna puerta oculta, que permanece abierta toda la vida... tú mismo, Stalker, eres un dulce maestro en este blog, he aprendido tanto contigo, precisamente por que todo lo muestras con pasión, todo lo que traes lo amas y eso me llega directo al cuore.
quisiera encontrar la película, seguro es preciosa
abrazos inmensos

Vero dijo...

Me alegra una cantidad poder escuchar de nuevo tu voz profunda, Stalker. El pasaje de Quignard es bello, luminoso. Buscaré el film. Un saludo.

Stalker dijo...

Vera:

es precioso sentir que te nacen, sentirte nacida al final del túnel, en ese viaje hacia adentro...

todo eso también es la educación y esa alegría que subyace, ingrávida, bajo nuestros párpados...

un abrazo!

Stalker dijo...

Anamaría!

es exactamente como dices... a veces creo que las cosas que uno ama y enseña quedan como impregnadas por lo que uno es... mi palabra predilecta para esto es: imantación, algo nada esotérico y sí en cambio muy común, que imagino que tiene que ver con el aura de las cosas: un cierto calor que está o no está y que el ojo deposita en ellas como un aroma...

este es, para mí, el principio de la estética, de la felicidad compartida y de todo lo que se ama, por eso la equivalencia de Quignard me parece tan certera...

lo que amamos, lo damos a conocer, lo ofrecemos al juego compartido, al deleite sensorial, y un mundo se imanta a partir de la mirada atenta...

un abrazo!

Stalker dijo...

Vero:

muy feliz de tenerte por aquí, cerca de estas ascuas que aún alumbran

un abrazo grande!

Lola dijo...

Preciosa entrada. He leído disfrutando de la lectura y aprendiendo de tus enseñanzas Stalker. Porque tú vas dejando las huellas de tus encuentros y de tu asombro para compartirlo. Agradezco mucho tu vuelta, siempre, siempre que llego aqui mi mundo se
enriquece.

Justo esta tarde he estado en la clase de mi sobrina de 5 de primaria. Un colegio rural donde los niños de quinto de primaria y de sexto comparten el aula porque no hay suficientes niños.
17 alumnos, 34 ojos mirándome. He estado dando unos apuntes sobre poesía. Les he hecho escribir un Cadaver exquisito entre todos, les he propuesto que escribieran un haiku y luego han escrito un poema solos cada uno de ellos. Me ha encantado esa experiencia. Siempre quise ser maestra pero no pudo estudiar. Soy una maestra frustrada. ¡Que se le va a hacer!!!!

Volviendo a tu entrada me hga gustado mucho.
Un abrazo grande

rubén m. dijo...

La entrada me recuerda lo emocionante y bonito que puede ser enseñar en determinados momentos. Ese descubrimiento de lo otro, provocar ese goce. Soy un profesor escéptico, no creo demasiado en mi labor porque me siento parte de un sistema donde la alienación se viste infinitas veces de otros rostros más amables -los más amables: la Educación, el Conocimiento, Estar Preparado Para La Vida, el Crecimiento Personal. Pero esos momentos de fulgor son hermosos, sin duda: pequeños, ínfimos.

Un abrazo

Stalker dijo...

Lola:

maravillosa experiencia con esos 34 ojos que te miraban atenta y aguardaban el poema! gracias por compartirla!

y un abrazo grande desde estas miguitas de pan!

Stalker dijo...

Rubén m:

por desgracia por un lado está la educación y por otro los batallones de pedagogos y psicopedagogos que se encargan de diseñar y afinar el marco en el que, teóricamente, ha de suceder el "hecho educativo". Esos pedagagos suelen elaborar retóricas envolventes que esconden, como señalas, una elevada concentración de toxicidad en forma de alienación, sumisión, etc. Recurren a expresiones prefabricadas, nociones que remiten a una psicología basura, a recetas de autoayuda al servicio del neoliberalismo salvaje: se quiere crear ciudadanos robóticos, despolitizados, inanes...

por suerte, la educación, y la alegría, y ese goce subversivo ocurren más allá de estas u otras palabras: ocurre en los rostros, en el silencio asombrado, en la delicadeza de los breves instantes compartidos...

un abrazo!

Say dijo...

siempre he pensado que los colegios no deberían existir. los colegios pueden convertirse en la peor de las cárceles para nuestra infancia. ahí puedes encontrar los peores y más crueles verdugos de toda la historia de tu vida. en los colegios impera la disciplina, el adiestramiento y la alienación más horrible e irreversible de todas las conocidas. los colegios separan, restringen...los colegios deberían desaparecer de la faz de la tierra.

sólo deberían ser algo así. como las imágenes que nos traes con la joven maestra Hisaki Oishi. juegos que establecieran puentes para cruzar la existencia. el conocimiento debería ser eso. dulzura y fragilidad. a eso se debería ir al colegio. a fragilizar. no a embrutecer en esa aspiración y mandato omnipresente. sé mejor que cualquiera. sé el más fuerte, el más listo. en definitiva, el más opresor...

("enseñar", "aprender" son verbos desalentadores...)

“yo te digo lo que tienes que aprender...”?!

todo debería seguir el ritmo de una música...y no hay nada menos musical que una institución de ese calibre...

cuántas cosas inútiles y absurdas hemos tenido que memorizar para complacer a los fascistas y caciques de turno (sólo hay que ver ahora, en España, al insidioso ministro, ese tal Wert
)
nada que esté dirigido es bueno...

todo debería ser mucho más peligroso, menos doméstico, todos deberíamos ser animal escarbando, descendiendo...

la tragedia del yo, la conciencia de sí mismo, los deseos mortales, desafiados por su ferocidad...

que nuestra vulnerabilidad mucho mayor que cualquier hipérbole conocida viva libre de imperativos de felicidad...!!

Stalker dijo...

Querida Say:

me encanta tu pensamiento salvaje!

en efecto, la institución escolar es impositiva y alienante, un marco imperativo para conducir a los niños y adolescentes hacia una única forma de vida: en ella se forman nuevas generaciones de depredadores y consumidores robóticos, islitas ego-centradas...

sí creo en la labor de los individuos, de muchos profesores abnegados y atentos que se esfuerzan por introducir la sorpresa, la desprogramación mental, la alegría del descubrimiento... pero el marco institucional, diseñado por pedagogos y otros arquitectos del presente, es terrible y tendría que ser deconstruido de acuerdo a otra mirada. Pero todo esto no interesa, no se hará. PP y PSOE quieren una sociedad ignorante, porque la ignorancia los mantiene en el poder. Por desgracia, el diseño curricular está sometido a una monumental manipulación política de signo inequívocamente neoliberal, religioso, nacionalista, reaccionario y provinciano...

y me echo a temblar cuando se aplica al aula la psicología basura que pretende forjar individuos presuntamente creativos (en realidad, depredadores) independientes (egoístas) y pacíficos (despolitizados, sumisos); autoayuda destructiva aplicada primero a las grandes corporaciones multinacionales y luego al aula, para que exista una continuidad en el sometimiendo desde la infancia hasta la inmersión en el mercado laboral!

la educación debería abrir al pensamiento salvaje y a la ternura, combatir los prejuicos (pero no desde el civismo burgués que sólo defiende "nuestros privilegios", no desde una construcción ética y retórica atenta a la salvaguardia del etnocentrismo esclavista). Asomarse a lo otro, amar lo otro, amar la diferencia, ser esa diferencia...

una tarea inmensa y para el porvenir: el por-venir de la escuela, de la lengua, de la vida...

un abrazo grande!

Portinari dijo...

Parece genial. Me haré con esta peli. Precioso el framento de Quingnard. (Me he acordado de Anita con esta entrada.)

Stalker dijo...

Portinari:

la película te gustará seguro...

Anita, sí, y qué pena que ya no pase por los blogs!

un abrazo!

 
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