sábado, 1 de noviembre de 2008

Ejercicio de endurecimiento del espíritu


Segunda Guerra Mundial. Claus y Lucas son hermanos. Su madre los deja a cargo de su abuela en un ambiente hostil y los niños deben aprender a defenderse de los otros niños, de la depredación de los adultos y del tiempo de rigurosa carestía. Empiezan endureciendo el cuerpo y luego pasan a...

Ejercicio de endurecimiento del espíritu

"La abuela nos dice:
-¡Hijos de perra!
La gente nos dice:
-¡Hijos de bruja! ¡Hijos de puta!
Otros nos dicen:
-¡Imbéciles! ¡Golfos! ¡Mocosos! ¡Burros! ¡Marranos! ¡Puercos! ¡Gamberros! ¡Sinvergüenzas! ¡Pequeños granujas! ¡Delincuentes! ¡Criminales!
Cuando oímos estas palabras se nos pone la cara roja, nos zumban los oídos, nos escuecen los ojos y nos tiemblan las rodillas.
No queremos ponernos rojos, ni temblar. Queremos acostumbrarnos a los insultos y a las palabras que hieren.
Nos instalamos en la mesa de la cocina, uno frente al otro, y mirándonos a los ojos, nos decimos palabras cada vez más y más atroces.
Uno:
-¡Cabrón! ¡Tontolculo!
El otro:
-¡Maricón! ¡Hijoputa!
Y continuamos así hasta que las palabras ya no nos entran en el cerebro, ni nos entran siquiera en las orejas.
De ese modo nos ejercitamos una media hora al día más o menos, después vamos a pasear por las calles.
Nos las arreglamos para que la gente nos insulte y constatamos que al fin hemos conseguido permanecer indiferentes.
Nuestra madre nos decía:
-¡Queridos míos! ¡Mis amorcitos! ¡Mi vida! ¡Mis pequeñines adorados!
Cuando nos acordamos de esas palabras, los ojos se nos llenan de lágrimas.
Esas palabras las tenemos que olvidar, porque ahora ya nadie nos dice palabras semejantes, y porque el recuerdo que tenemos es una carga demasiado pesada para soportarla.
Entonces volvemos a empezar nuestro ejercicio de otra manera.
Decimos:
-¡Querido míos! ¡Mis amorcitos! Yo os quiero… No os abandonaré nunca… Sólo os querré a vosotros… Siempre… Sois toda mi vida…
A fuerza de repetirlas, las palabras van perdiendo poco a poco su significado, y el dolor que llevan consigo se atenúa".

El gran cuaderno, Agota Krystoff (incluido en el volumen Claus y Lucas). Como es algo que me supera con creces, ni siquiera voy a intentar hablar de ella. No os perdáis una de las novelas más impactantes del siglo XX.

2 comentarios:

Tänzerin dijo...

No conocía a esta autora. Acabo de hurgar leyendo otros comentarios, la verdad es que presentan la historia de una manera tan cruda que me da miedo leerlo! La manera en que se van corrompiendo los hermanos para adaptarse a un medio hostil, uff.. no sé. Aunque reconozco que me ha picado el gusanillo de buscarlo, tal vez lo haga.

Stalker dijo...

No tengas miedo, Tänzerin. Te aseguro que es un libro que marcará y quizá incluso cambiará tu vida (o algo mínimo en tu vida, algo que sin embargo, en virtud de su aparente insignificancia, calará más hondo que una avalancha explícita).

Sé que si lo buscas y lo lees me lo agradecerás. Pura poesía y belleza aun en el horror. Es un libro escrito desde la valentía, no se regodea para nada en el sufrimiento. Un libro de aprendizaje en el sentido más descarnado de la palabra.

(Me extraña que esta entrada sólo haya tenido tu comentario)

 
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