domingo, 5 de abril de 2009

Cantar sin cantar



No sabía que tuviéramos tantas lágrimas

Por Roland Romanelli (acordeonista)

Barbara, que era un monstruo de talento y generosidad, respetaba enormemente a su público. En sus inicios, a veces tenía que cantar en salas prácticamente vacías, pero ella daba el concierto como si la sala estuviera llena. Recuerdo una noche en una gira: hubo una avería eléctrica e hicimos el espectáculo con velas, sin altavoces ni iluminación. Otra noche, en Pantin, Barbara estaba afónica y se sentía muy triste porque no quería decir a los espectadores, que a veces venían a verla desde muy lejos, que volvieran a casa. Decidió mantener el concierto. Subió al escenario y explicó al público que tenía problemas con la voz, y entonces ocurrió algo extraordinario: la sala empezó a cantar en su lugar. Barbara interpretó sus canciones al piano y el público cantó todo el espectáculo. Fue un momento maravilloso, quizá uno de sus más hermosos conciertos. En la sala había una emoción tan intensa que todos lloramos durante las dos horas que duró el concierto. No sabía que tuviéramos tantas lágrimas.



Barbara, Roland Romanelli y Michel Gaudry en 1969

10 comentarios:

raúl quinto dijo...

ese es el poder de la música,qué historia más emotiva cuenta el del acordeón. Ella canta en su silencio,pájaros de nieve,por ejemplo, y la afonía del aire se condensaen cientos de voces desnudándose al misterio. Algo así, cantar con los labios rotos.

qué barbaridad.

Stalker dijo...

Una barbaridad, Raúl...

La biografía de Monique Serf está sembrada de anécdotas profundamente emotivas, ésta es sólo una de ellas. Quizá lo que más me conmueve de ella es su aspecto compasivo, su tendencia a dar todo lo que tenía, nunca llevaba dinero encima, se negaba a tocar en los sitios en los que no podía imponer su política de precios módicos que permitieran ir al concierto a estudiantes y parados.

Tras la canción "El sueño" compuso "Los insomnios", pero eso es materia para una futura entrada.

Abrazos

soperos dijo...

me ha venido como una ráfaga. las pintadas en los muros. de entre todas ellas, la única que comprendo: no war.

con la música y cientos de cosas más me pasa lo mismo.

hoy pensé, antes de levantarme, que sería fascinante saber de antemano que moriremos el mismo año que el otro.

hay personas que me recuerdan la pintada que veo en el muro, no war.

bárbara-stalker es una de ellas...

besos,
òscar.

*no sé lo que me digo. sonrío.

Stalker dijo...

En tu no saber lo que te dices eres sobradamente elocuente, hermano búfalo.

Me encanta cómo ves siempre las cosas, desde ese otro lado en el que sólo los animales, o los descarnadamente lúcidos, perseveran.

Abrazos

Ella dijo...

Te doy mil veces las gracias y me quedo corta. Quiero saber más de esas anécdotas, ya lo sabes. La emoción simepre como bandera.

Abrazos

Stalker dijo...

Barbara es entraña pura, siempre, y algo más...

Abrazos

Fackel dijo...

Stalker. La voz de Barbara me devuelve a tiempos y espacios que perdí. Que en su momento no supe tomar. Que no captaba lo suficiente. Que no comprendía. Yo soy de ese tiempo. Creo que no hubo otro igual. No tanto por tocar -España, desgraciadamente, iba a la cola de todo lo que acontecía por ahí fuera, y los que trataban de conectar eran unos incomprendidos- como por la carga de sugerencias y atracciones. Espacios y tiempos que hoy ya no existen. Que si te dejas llevar por ellos es impotencia y melancolía. Yo no quiero refugiarme en ellos. Quiero ser eterno. Estoy contra la muerte.

Stalker dijo...

Fackel, a mí me alegra por una vez no estar de acuerdo contigo, en lo que respecta a la muerte, me refiero. No la comprendo y me aterra, me abruma pensar que todos vamos a morir, que dentro de sesenta o setenta años ninguno de los que estamos aquí estaremos en este mundo, y apenas es un soplo.

Pero creo que es necesaria y no concibo mayor castigo que la eternidad. El hombre, por desgracia, lo herrumbra todo a su paso, y debe morir para que sucesivas generaciones vuelvan a tropezar y a herrumbrar, a su vez, a sus perplejos semejantes...

Sí estoy contigo en la nostalgia. En los años sesenta por París se movían Barbara, Brassens, Ferré, Godard, Resnais, Deleuze, Derrida, Foucault, por citar sólo a unos pocos. Eran otros tiempos, quizá, a mí me alegra pensar que todos ellos, desde un pensamiento a veces próximo al anarquismo o la extrema izquierda, también combatieron, con sus ideas o su arte, desde una radical insumusión y salvo alguna excepción (Leo Ferré) con muy poca pose.

Claro que yo prefiero remontarme un poco más, a los años veinte y treinta, a aquel loco Berlín que describe Sandor Marai, por ejemplo...

Salud, frater

Fackel dijo...

St. ¿Quién te ha dicho que no estoy de acuerdo contigo en el tema de la muerte? Voy más allá. El tema de la muerte no tiene discusión para mi. No debe llevarnos a gastar minutos de nuestra vida en disquisiciones tontas sobre la muerte. Es nada. Fin de un proceso llamado...equis (vida, existencia, temporalidad,transcurso, acciente...) ¿Qué hay que hablar de ella?

Stalker dijo...

Si es que me gusta llevarte la contraria de vez en cuando, Fackel.

Me gustaría que me explicaras esa aspiración a la eternidad a que aludías antes.

Abrazos

 
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