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sábado, 13 de junio de 2009

En lo profundo del bosque (Paul Klee). Nido de ramitas sueltas. Reunión de topos




La luz no basta

para encolerizarme

cualquier pájaro.

para vivir sintiéndome vivido:

ese cosquilleo

de letargia expectante,

respirar

desapercibimientos

bajo del agua,

la indiferencia hacia el mundo

imprudente insomnio voluntario

la desconstancia,

las de cada uno en su interior.

Mi abuela resucitaba con las manos a las plantas moribundas

y parió once hijos en su cama:

ser-estando

no importa qué pero entero

dar a luz muchos árboles

entre estos dos ojos

la compasión o

la ansiedad que no sólo pone huevos

sino que se preocupa por que de ellos nazca

la vida, la sensibilidad, el temblor:

pequeñas cosas en las que penetro

ahora mismo, ajena,

sentirme niña: la vocación de tejedora,

el cachito de pan que se cayó a alguien y del que comerán

hormigas y pájaros.

una piedra, cualquiera, que ofreciera protección al tacto.

un extraño en mí mismo,

el enemigo de la verdad.

estando vivo, con todas las letras

mirar

la lejanía

obsesión autoflagelante

viendo a mis perros anudados a mis pies.

el miedo.

no tener miedo

si una lágrima reconstruye el mundo,

como la víbora negra

perder la memoria

en un rascacielos,

No creo en las reformas

aborrezco

la historia.

Me hubiera gustado ser nadie

y poder contarlo,

contemplar misterios,

barcos, galeones hundidos,

un fallo en el discurso

el silencio: ir en contra de

(no me refiero a no-amputado).

Morir con el corazón limpio

y las manos embarradas.


Gracias a los autores de esta improvisada obra comunitaria: Luna, Rubén Martín, Ella, Òscar Solsona, Laura Giordani, Bashevis, Ana Hidalgo, Raúl Quinto, Portinari, Ana Gorría, La Princesa Inca, LUG, Mariel Manrique, Sorel, Tera, Adolfo, Lola Torres Bañuls, Yaiza Martínez y Víktor Gómez.

Tal como algunos habéis pedido, lo subo en una entrada independiente. Disfrutadlo. El nido es vuestro. El alma-nido, también.

Gracias

lunes, 27 de octubre de 2008

Pavorosa belleza



Esta es una fotografía de dos galaxias en colisión tomada por el telescopio Hubble. Me he quedado embobado mirándola, absorto por la belleza de la instantánea, imaginando los remotos terrores(pues ocurrieron en el pasado) que tal vez hayan vivido las civilizaciones destruidas por la colisión de mundos que no podemos imaginar. Al fundirse dos galaxias, una parte de estrellas se destruye, el resto se funde en una galaxia mayor. Se supone que los agujeros negros situados en el vórtice galáctico suman su masa y de paso engullen unas decenas de miles de estrellas.

Al observar cosas así me invade una avalancha de preguntas. Las más obvias, las que fascinaron mi adolescencia. ¿Por qué una inmensidad tan vasta? ¿Cuál es la estructura real del universo, tan grande que no podemos percibirla? Se sabe que los cúmulos y super-cúmulos de galaxias no se distribuyen de forma homogénea en el universo observable; por el contrario, hay zonas de gran densidad de galaxias y grandes espacios vacíos... los supercúmulos parecen extenderse a lo largo de filamentos, trazar figuras que escapan a nuestra visión de diminutos observadores.

Por desgracia aún estamos en una fase primitiva de la especulación cosmológica y la física teórica; tenemos una teoría para lo muy pequeño, la teoría cuántica, y otra para lo muy grande, la teoría de la relatividad. Ambas presentan notables incompatibilidades que indican que no están completas o que, si una de las dos es cierta, la otra ha de estar forzosamente equivocada. Se cree que el futuro puede deparar una teoría del campo unificado que reconcilie la física cuántica con la relatividad. En ese momento se abrirían puertas insospechadas para la comprensión del universo, amén de aplicaciones prácticas inimaginables (como una fuente de energía inagotable, la posibilidad de plegar el espacio-tiempo, controlar la gravedad o detectar el célebre "taquión ESP", supuesta partícula capaz de superar la velocidad de la luz... todo esto son especulaciones, pero no hay que olvidar que el descubrimiento de la relatividad trajo consigo la energía nuclear)

Pero, sobre todo, todas estas cuestiones me arrastran a la esencial: ¿por qué el ser humano tiene, en general, atrofiado el sentido metafísico, por qué no se abisma en el anonadamiento al pensar en la pavorosa belleza del universo? Y es que la física teórica es el crisol que amalgama a la ciencia, la filosofía, la mística, la poesía; caminos todos que pretenden dar una respuesta a lo que somos y a la inmensa contingencia de una existencia aparentemente azarosa.

A veces, cuando me duermo, me entra un vértigo "trascendental" que se traduce a lo físico. Imagino que estamos en una bola minúscula flotando en el Universo. Siento la presencia de los planetas vecinos. Siento el vacío inconmensurable que se extiende entre las estrellas (si el sol tuviera el tamaño de un garbanzo, la estrella más cercana -un garbanzo distante- estaría a... 180 km. de distancia), y toda esa distancia cae sobre mí, me abruma, me siento caer hacia arriba, hacia las estrellas, succionado por el abismo insondable, apenas una víctima insignificante inmolada al infinito, reclamada por un vacío que, de pronto, sospecho es el mismo que habita en la parte oculta de mi ser. Entonces siento que mis músculos se contraen y sobreviene el vértigo físico: me aferro a la almohada o al colchón con todas mis fuerzas hasta que se me pasa.

A veces, viendo documentales sobre Júpiter o Saturno, he sentido ese mismo vértigo, la sensación de caer hacia el planeta. Numinosa belleza la de esa gravedad y esa sensación que mis palabras, siempre huérfanas, palabras a la intemperie de lo que no sé decir, no aciertan a describir.
 
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