viernes, 4 de noviembre de 2011

Lluvia en el corazón

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El Sayj [maestro] Abu-l-Hasan Al-Nuri dijo: hay cuatro moradas en los corazones. Y esto es así porque Dios dio al corazón cuatro nombres: pecho, corazón, corazón profundo y corazón recóndito.

Hay cuatro clases diferentes de fuego en el corazón del creyente: el fuego del temor, el fuego del amor, el fuego de la gnosis y el fuego del deseo. El fuego del temor quema la dulzura de la desobediencia; el fuego del amor quema la dulzura de la obediencia; el fuego de la gnosis quema la dulzura del apego [a las cosas de este mundo]; y el fuego del deseo quema el espíritu mismo.

Hay dos clases diferentes de lluvias: la lluvia de la misericordia y la lluvia de la retribución. La lluvia de la misericordia es el resultado de la felicidad y la lluvia de la retribución es el resultado de la desdicha. Y hay tres cosas que impiden que caiga la lluvia de la misericordia [sobre el corazón]: la primera es la contaminación del corazón con el disimulo; la segunda es la contaminación del intelecto con la pretensión; y la tercera es la contaminación de la mente profunda con la hipocresía.

La lluvia de la retribución derrama tres cosas sobre el corazón: la primera es que come de lo prohibido; la segunda es que no cumple las prescripciones legales y la tercera es que asume la intención de hacer el mal. La lluvia de la misericordia, de otra parte, cae [sobre el corazón] con cuatro cosas: el trueno del temor, el relámpago del anhelo, la lluvia de la generosidad y el viento del solaz. Entonces el trueno del anhelo retumba en el corazón de los arrepentidos; y el relámpago de la nostalgia estalla en el corazón de los ascetas; y la lluvia de la generosidad cae sobre los corazones de los amantes y el viento del solaz sopla en el corazón de los gnósticos.

Cuando la lluvia de la generosidad cae sobre el corazón, el árbol de la gnosis crece. Tiene cinco ramas: la primera sube hasta el trono; la segunda se extiende hacia el Este; la tercera hacia el Oeste; la cuarta hacia el horizonte derecho; y la quinta hacia el horizonte izquierdo.

La rama que sube hacia el trono se alimenta del agua de la beatitud y su fruto es la conversación íntima. La rama que se extiende hacia el Este se alimenta del agua de la generosidad y su fruto es el servicio. La rama que se extiende hacia el Oeste se alimenta del agua de la misericordia y su fruto es la ciencia y la admonición que trae como consecuencia la meditación y la obediencia. La rama que se extiende hacia el horizonte derecho se alimenta del agua del amor y su fruto es la rememoración continua. Y finalmente, la rama que se extiende hacia el horizonte izquierdo se alimenta del agua de la conversación, y su fruto es el fruto de Su visión.

Moradas de los corazones, Abu-L-Hasan Al-Nuri de Bagdag (trad. Luce López-Baralt)


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8 comentarios:

antonio dijo...

subhanallah
gracias

Darío dijo...

Las contaminaciones me parecen trascendentes, pero de todas formas, hay que dejar a la lluvia hacer su trabajo...

Lola Torres Bañuls dijo...

Es precioso gracias.
Un abrazo muy grande.

Stalker dijo...

Antonio:

gracias a ti

saludos

Stalker dijo...

Joven:

¿y si la lluvia de la generosidad nos hiciera hablar una lengua herrumbrada, una lengua que alojara todos los temblores y corrupciones?

Y que eso fuera una nueva forma de ternura...

(en el aquí, por supuesto; sin trascendencia)

abrazo

Stalker dijo...

Querida ave zancuda:

gracias a ti por estas en estos intersticios pequeños...

un abrazo

anamaría hurtado dijo...

La lluvia de la generosidad, hija de la misericordia, cae sobre el corazón de los amantes y por ella crece el árbol de la gnosis:¡qué interesante relación en la cual del amor preñado por esta lluvia nace el conocimiento! Lejos de ser ciego el amor, aparece encendido de una gnosis profunda y extensa (ramas que se extienden hacia todo horizonte, hacia lo más alto, hacia el naciente, hacia el poniente).Veo una hermosa cosmovisión del amor que, sin embargo, no abandona, lo inmediato: la conversación íntima, el servicio,quizás el intersticio donde cae la lluvia, cuyo fruto es el musgo, pequeño y humilde

abrazo de lluvia, por supuesto

Stalker dijo...

Anamaría:

el sufismo nos ofrece estos pequeños tesoros, esta respiración intersticial, en lo pequeño y adentro...

la lluvia sobre el corazón será la lluvia de gnosis e intimidad...

un abrazo!

 
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