sábado, 15 de enero de 2011

Pensar entre imágenes



No creo en la obra. Hay obras, se producen algunas nuevas, pero la obra en su conjunto, la gran obra, es algo que no me interesa. Prefiero hablar de un camino. En mi trayectoria ha habido momentos altos y bajos, tentativas… He puesto mucha paja. Como sabes, lo más difícil es decirle a un amigo que lo que ha hecho no es muy bueno. François Truffaut no me perdonó que pensara que sus películas eran malas. Y él sufría, además, porque no podía considerar mis películas tan malas como yo las suyas.
No es que fueran malas… No peores que las de Chabrol… Pero no era el cine que habíamos soñado.

Películas como las de Kiarostami o Gus Van Sant, las veo y las olvido enseguida. Son sub-Antonioni. Y Antonioni es el cineasta que más ha influido en el cine contemporáneo, y esa influencia es perniciosa.

El cine, y éste es uno de sus defectos, te impide envejecer. Sigues siendo como un muchacho incapaz de madurar, en el mal sentido.

Digamos que, para mí, el cine es un instrumento de pensamiento original que está a medio camino entre la filosofía, la ciencia y la literatura, y que implica que uno se sirve de los ojos y no de un discurso ya hecho.
Se han privilegiado los derechos del cine y no sus deberes. No se ha podido, o no se ha sabido, o no se ha querido dar al cine la función que se asignó a la pintura o a la literatura. El cine no ha sabido cumplir con sus obligaciones. Es un útil respecto al cual nos hemos equivocado. Al principio se creyó que el cine se impondría como un nuevo instrumento de conocimiento, un microscopio o un telescopio, pero muy pronto se le impidió desempeñar su función y se hizo de él un sonajero. El cine no ha desempeñado su función como instrumento de pensamiento. Como el cine cosechó enseguida un gran éxito popular, se privilegió su lado espectacular. De hecho, este lado espectacular no constituye más que el diez o el quince por ciento de la función del cine: sólo debería haber representado el interés del capital.

Ya no quiero estar en el ajo. Lo he estado demasiadas veces, saliendo a veces perjudicado. Chardin decía al final de sus días: “La pintura es una isla a la que me acerco poco a poco; por el momento, la veo muy borrosa”. Yo siempre pintaré a mi manera. Ya sea con una cámara-lápiz o con tres fotos.
¿Una última película? Sólo un título: Adiós al lenguaje.

Cuando uno de mis personajes dice “yo te amo”, ese “yo” está sacado de un contexto, el “te” de otro y el “amo” de un tercero.

Cuando Chirac se encontró en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales frente a Le Pen, creo que la izquierda debería haberse abstenido y no votar a Chirac. Dejar que suceda lo peor.
Porque, en un momento dado, es algo que te hace reflexionar sobre eso que llamamos naturaleza y de la formamos parte. Como los tsunamis…
Hay momentos en los que la naturaleza debe vengarse. Los meteorólogos sólo hablan con un lenguaje científico, no hablan de filosofía. No se escucha la manera como un árbol filosofa.

Siempre he pensado que estaba haciendo filosofía, que el cine está hecho para hacer filosofía, una filosofía más interesante que lo que llaman con ese nombre en la escuela, en los libros, puesto que no hay necesidad de pensar: uno es pensado. El problema es que se ha privilegiado hasta tal punto del espectáculo que se ha impuesto el pensamiento del espectáculo, y no ya el pensamiento del pensamiento.



Como soy bastante pesimista, veo el final de las cosas y no su principio. Para mí, el cine es la última manifestación del arte, que es una idea occidental. La gran pintura ha desaparecido, la gran novela ha desaparecido. El cine era un lenguaje de Babel, que todo el mundo comprendía sin tener necesidad de aprender.

No soy cristiano, pero cuando leo en San Pablo que la imagen vendrá en el tiempo de la resurrección… pues bien, después de treinta años de montaje, empiezo a entenderlo. Para mí, el montaje es la resurrección de la vida. El rodaje no es este período de resurrección porque, para que haya un renacimiento, es necesario que haya un sacrificio y una muerte… Afortunadamente, el rodaje de una película se hace con una cierta alegría, la propia de los saltimbanquis. Ese sentimiento de utopía, de resurrección posible, es el que encuentro en el montaje y el que me hace soportable lo solo que estoy.

Nunca se ha logrado hacer cine. En un momento dado, cuando vi las películas mudas, creí que ya se había hecho todo. Es como si hubiera descubierto de golpe cinco siglos de pintura. Eso duró hasta Pierrot le fou. Me decía: “Pero qué puedo hacer si, incluso yo mismo, ya lo he hecho todo”. Y después Mayo del 68 ayudó a hacer el vacío. Ahora sé que se ha hecho todo pero que queda todo por hacer. Sin embargo, con el paso de los años, creo que no se hará.

Cuando Proust escribía, la mayor parte de la buena literatura no estaba en contra de Proust. Pero cuando Stroheim rodaba, la mayor parte del cine estaba en contra de Stroheim. Se decía que Stroheim, que Vigo, no eran cine. Dicen que Straub no es cine, que Godard no es cine, sino que piensa. El cine estaba hecho para ver, para pensar.

La invención del cine reposa en un error gigantesco: filmar la imagen de un hombre y reproducirla por los siglos de los siglos. O en otras palabras: creer que una cinta de celuloide se conserva mejor que un libro, que un bloque de piedra o incluso que la memoria. Esta extraña creencia hace que, desde Griffith hasta Bresson, la historia del cine se confunda con la historia de sus errores: el error de querer pintar ideas mejor que la música, de querer ilustrar acciones mejor que una novela, de querer describir sentimientos mejor que la pintura. En resumen, puede decirse que errare cinematographicum est…



Desde la invención del sonoro sólo hemos hecho el 10 o el 15 % de lo que puede hacerse en cine. No estamos usando todo su potencial. Cada vez que veo una película muda me asombra la diversidad entre los cineastas de aquella época. Por ejemplo, Murnau era muy diferente de Griffith. Y, sin embargo, las películas del sonoro se parecen y suenan de manera parecida.

Si no me gusta Foucault, es porque nos dice: “En tal época, la gente pensaba esto o aquello y, a partir de tal fecha, se pensó que…”. Me parece estupendo pero ¿cómo puede estar tan seguro? Por eso precisamente tratamos de hacer películas: para que los Foucault del futuro no puedan afirmar tales cosas con tanta presunción.

La imagen queda como imagen a partir del momento en que es proyectada. De hecho, yo no destruyo nada. O más bien, sólo destruyo una cierta idea de imagen, cierta manera de concebir lo que debe ser. Pero nunca he pensado en términos de destrucción. Lo que quería era pasar al interior de la imagen, puesto que la mayoría de las películas se hacen en el exterior de la imagen.

La noción de un autor con una imaginación independiente es un fraude. Pero esta idea burguesa todavía no se ha sustituido.
Yo era un cineasta burgués, y después un cineasta progresista, y después ya no fui un cineasta, sino simplemente un trabajador del cine.

Así es como la literatura y el arte pueden convertirse, como quería Lenin, en un pequeño resorte viviente del mecanismo de la revolución. Entonces, no mostrar a un fedayín herido, sino mostrar cómo esta herida va a ayudar al campesino pobre. Y alcanzar esta meta es largo y difícil porque, desde la invención de la fotografía, el imperialismo ha hecho películas para impedir que las hicieran aquéllos a los que oprimía. Ha creado imágenes para disfrazar la realidad ante las masas oprimidas. Nuestra tarea es destruir esas imágenes y aprender a construir otras, más sencillas, para servir al pueblo y para que el pueblo, a su vez, se sirva de ellas.



Para mí, confesar que balbuceamos, que somos medio ciegos, que sabemos leer pero no escribir, es responder más honestamente a la famosa cuestión de la “comunicación”.
Hacer cine o televisión consiste, técnicamente, en enviar veinticinco postales por segundo a millones de personas, lo cual, temporal o espacialmente, sólo puede ser irreal.

Me había encontrado con un libro de Élie Faure en el que decía que al final de su vida Velázquez pintaba las cosas que hay entre las cosas, y me doy cuenta de que poco a poco el cine es lo que está entre las cosas, no las cosas, sino lo que hay entre una persona y otra persona, entre tú y yo, y luego, en la pantalla, está entre las cosas.

También me acuerdo de que, cuando Rommel perdió El-Alamein, me afectó mucho, como si mi equipo de fútbol hubiera perdido un partido.

A Serge Daney, era su defecto, no le gustaban mucho las mujeres en el cine. En eso era muy sectario. Nunca utilizó su sensibilidad, su inteligencia para mostrar hasta qué punto las mujeres habían sido eliminadas de la historia del cine, más que de la literatura o de la pintura. La mayor parte de las películas habían sido hechas por hombres blancos que filman a mujeres blancas. Y no hablo ya de otros países en que se filma como lo hacen los hombres blancos. El cine es un instrumento muy colonizador.


Un tipo como Alain Resnais viste siempre el mismo uniforme. No quiere confesarse que ya no sabe lo que hacer… No ha parado de retroceder desde Hiroshima mon amour.

Truffaut y Rivette tienen hoy tan pocas ideas como aquellos a los que criticaban hace veinte años.

Hay que mostrar el gesto del cine antiguo [Godard encuadra con las manos], puesto que ya no existe el encuadre. Nunca veréis a gente como Bonitzer o Lars Von Trier hacer el gesto de encuadrar, porque no lo hacen. Es lo que se llama pensar con las manos. Eso se hace en la pintura, el cine se piensa con las manos, todo creador piensa con sus manos.



Textos: Jean-Luc Godard, Pensar entre imágenes (trad. Natalia Ruiz y Javier Bassas Vila)

Bola extra (!):

"Para mí Godard es dinero intelectual falsificado"
Werner Herzog

Carta de François Truffaut a Jean-Luc Godard:

Tu invitación a Suiza es extraordinariamente halagadora, cuando uno sabe lo precioso que es tu tiempo... Tu carta es sorprendente, y tu pastiche de estilo “político” convence. El finale de tu carta permanecerá como uno de mis más felices hallazgos: “Con la amistad de siempre”. De este modo demuestras que no puedes seguir soportando la animosidad hacia nosotros, a quienes llamaste malhechores y estafadores a los que había que evitar como la peste. Por lo que a mí respecta, estoy de acuerdo en acudir a tu “localización”; qué bonita expresión... cuando pienso en todos los hipócritas que se limitarían a decir: mi casa. Pero ése es un privilegio que yo deseo compartir con otros, digamos cuatro o cinco personas que podrían anotar lo que dijeras y difundirlo por doquier. Así pues, te pido que invites al mismo tiempo que a mí a Jean-Paul Belmondo. Dijiste que te tiene miedo, y es tiempo de tranquilizarlo. También me gustaría mucho ver a Véra Chytilová, denunciada por ti como “revisionista” en su propio país bajo ocupación soviética. Su presencia en tu conferencia me parece necesaria, porque estoy seguro de que la ayudarás a obtener su visado de salida. ¿Y por qué olvidarse de Loleh Bellon, a quien llamaste auténtico perro en “Telérama”? Por último, no te olvides de Boumboum, nuestro viejo amigo Braunberger, que me escribió al día siguiente de tu llamada telefónica: “El único insulto que no puedo soportar es `sucio judío’ “. Espero tu respuesta sin excesiva impaciencia porque si te conviertes en uno de los del grupito de Coppola, andarás escaso de tiempo y yo no quiero echar a perder la preparación de tu próxima película autobiográfica, cuyo título creo saber: “Una mierda es una mierda”.

21 comentarios:

tula dijo...

Que cosas dice Herzog....su cine es visceral, no intelectual...sus intereses son otros.
un abrazo.

Stalker dijo...

Tula:

una cosa quizá no excluye la otra: se puede ser visceral y mental a la vez: Godard siempre se ha postulado como filósofo o pensador. Lo repite constantemente. Y es alguien que piensa entre imágenes...

lo que dice Herzog me parece una infamia, por mucho que la pronuncie un cineasta al que admiro tanto. Pero Godard no se queda corto: sus opiniones sobre Kiarostami o Antonioni, por ejemplo, son implacables e injustas con dos creadores tan asombrosos y sin los cuales no sería posible concebir el mapa topográfico y emocional de la cinefilia moderna. Diría incluso: su arquitectura profunda.

También se equivoca con Truffaut: aun siendo exigentes, puristas, yihadistas, no se puede negar que "Los 400 golpes" es una obra maestra. Y con acertar una vez es suficiente. Sí es cierto que el lenguaje cinematográfico de Truffaut es comparativamente más convencional, o conservador, que el del propio Godard (a mí me interesa mucho menos), pero eso no es un criterio para medir la calidad.

Sí la aportación en términos de "temblor", pero eso es otra cuestión.

A veces me gusta imaginar qué pensarán mis cineastas favoritos unos de otros. Éste es un simple ejemplo, desalentador...

Pienso en qué pensarían Godard y Tarkosvki de sus respectivas obras y me echo a temblar.

no podemos escapar a la naturaleza humana, desde luego.

un abrazo, tula

PD: Otro ejemplo: "Antonioni sólo sirve para vestir maniquíes" (Orson Welles).

¡Insuperable!

tula dijo...

Es cierto lo que dices, se puede ser las dos cosas, aunque en mi opinión Herzog no busca el camino intelectual sino mostrar tal cual los eventos, las personas, o lo que no se suele mostrar....
Tiene un libro, "Del caminar sobre el hielo" el cual cuenta desde muy de dentro su visión de la realidad, nada intelectual.
No me parece un director muy académico en cuanto a su visión,
y bueno, al fin y al cabo el EGO esta presente en todos, no todas las películas de un cineasta son obras maestras, todo creador evoluciona, no es lineal, tiene su propio desarrollo interno y criticar la obra de los demás esta bien cuando la referencia o el motivo es lo abstracto.
Resumiendo: juzgar y ser subjetivos lo hacemos todos, yo el primero.
También me apasiona el cine.
un abrazo

Stalker dijo...

Tula:

pensé que te referías a Godard... el caso de Herzog es diferente. Hay algo que los asemeja: ambos son cineastas intuitivos.

Estoy de acuerdo en criticar la obra de los demás, pero me sorprende la ferocidad y la injusticia de algunas inesperadas declaraciones, como si cierta soberbia desdeñosa se impusiera a cualquier otro criterio.

Creía ingenuamente que un poeta, que un artista estaría por encima de ciertas vilezas, y con los años he descubierto que no. Humanos, demasiado humanos, también, aquellos a quienes admiramos. Y eso está bien,

otro abrazo

Lola Torres Bañuls dijo...

Te van a poner una multa por poner imágenes de gente fumando.JAJAJA.

No he leído aún el texto ya lo leo cuando pueda.
Un abrazo.

Say dijo...

Godard fue el más rompedor de la Nouvelle Vague. La heterodoxia del cine de Godard nos deslumbró con la nueva forma de representación de los desasosiegos
“intelectuales”. Sus referencias culturales y citas literarias, musicales, cinematográficas… fueron un espejo de los que no soportan los sistemas dominantes. Personajes rebeldes e inconformistas, y al fin, perdedores.

Godard creó un nuevo lenguaje cinematográfico. Decía algo así como que el rodaje de las escenas es una mirada, y montar, un latido del corazón. A cada cosa, le da un nuevo sentido. Su cine rodeado de connotaciones metafísicas, críticas políticas,imágenes, diálogos, silencios y músicas se mezclan de forma sinfónica. Transgresiones estéticas y combinaciones temáticas. Cine de pensamiento. Lo que dice Herzog sobre Godard, ocurre con todo lo que da un poco de dinero y se explota masivamente para convertirlo en producto. El cine de Godard no es un producto, es un portador de emoción y pensamiento.

Godard, de las primeras películas de Truffaut decía que eran rigurosas y tiernas. La Noche Americana no le gustó. Las críticas mutuas que los cineastas celosos, radicales, sinceros o contradictorios se hacen, son suyas. No se puede ser genial las veinticuatro horas del día. Hay cosas que nos gustan menos pero todo tiene su belleza. Excepto los bodrios americanos o similares que ahora inundan las carteleras.

Cada uno de nosotros, afortunadamente, desde nuestra mirada, percibimos las cosas a nuestra manera, que puede diferir de la de los “expertos” pero nos da igual. Elegimos con un montón de radares subjetivos y apasionados, y eso es lo que nos vale.

Existe cine de un montón de autores diferentes que nos gustan a los que recurrir según nuestro estado vital y emocional, y la atmófera en la que nos queramos envolver en ese momento. Viva la diversidad anímica!

Nos haces pensar, Stalker

Stalker dijo...

Lola:

me van a poner una multa por eso y por otras muchas cosas. ¡Ya debería estar en la cárcel por atentado contra el orden público y el orden púdico!

Abrazos al ave zancuda

Stalker dijo...

Say:

me ha encantado cómo le has puesto el cuerpo a esta entrada.

Siempre he sido un gran defensor de Godard, y a veces he tenido que emplearme a fondo frente a descalificaciones de trazo grueso. Pero es evidente que no pueden oponerse argumentos a reduccionismos del estilo "basura pretenciosa" o "basura posmoderna", que invalidan de principio toda posible conversación...

Godard ha sido un creador extraordinario y, lo que más me gusta, un deconstructor de una cierta tradición que a la vez reivindica, recrea o reinventa. Doble gesto en el que se inscribe en una filiación cinéfila reconocible a la par que subvierte sus códigos, apropiándolos, desplazándolos: fragilizándolos.

Tampoco lo llamaría filósofo (esta etiqueta, como la de genio, se utiliza arbitrariamente y con demasiada facilidad). Sí pensador, porque todo arte que merece la pena piensa, nos hace pensar, nos piensa en él y nos desarraiga para sugerir luego, otro arraigo, otra intemperie, otra mirada.

Y nos hace pensar al tacto, con las manos y con el cuerpo.

Sólo concibo el cine como polifonía de voces. Para mí Godard, Antonioni, Truffaut, Kiarostami, son todos necesarios, todos imprescindibles a pesar de sus mutuos celos y las críticas despiadadas y tan a menudo injustas. Al final eso acaba siendo meramente anecdótico (por mucho que a veces me sorprenda, por su crudeza) y lo que importa son esos "radares subjetivos y apasionados" que nombras y que sentimos propios, dentro, intensamente aquí.

Vivamos el cine en muchas lenguas: politeísta, animista, descentralizado,

con pasión, sin tregua, con desaforada voluntad indagadora,

al margen de todo miedo y sin mapas que marquen el camino,

perdámonos en ese torbellino de imágenes que nos piensan,

abrazos

Eastriver dijo...

Buffff, es grande e impresionante, y las significaciones son múltiples. Lo de la obra del principio me ha parecido tan posmoderno, ¿no?, y sin embargo creo que le entiendo y estoy de acuerdo.También lo es, en cierto modo, su meditación sobre el lenguaje, que es lo básico del texto. La negación del lenguaje y todo esto, que implica la búsqueda de una nueva forma, etc etc. Lo que le lleva también a esa meditación ideológica que, fíjate, hoy resulta taaaan pertinente, lo de Chirac y el pobre papel de las izquierdas metidas en pleno tsunami.

Y bueno, lo mejor, para mí, es el tema de las cosas... Habrás leído a Gasset, mejor que yo, seguro. Siempre me lleva a Gasset este tipo de afirmaciones, y él estaba muy enraizado en esa filosofía de época que acabo derivando en esta nuestra... Lo del cine mudo y sonoro es bastante verdad, conozco poco cine mudo pero es cierto que, quizá porque se estaba creando un lenguaje, el uniforme no existía, sino que existía la creación, el camino, la ruta, y eso se percibe en esa cinematografía.

Y finalmente, cómo me ha fascinado esa afirmación de que su cine es lo que está entre las cosas, es una gran y fascinante verdad. Por eso se necesita tanto talento para captar ese magma invisible. Un alma o algo parecido, o quizá una energía, igual no merece la pena ponerse tan trascendente después de leer a Godard y su prosa prosaica, si me permites.

Porque sí, el cine es el arte contra la presunción. Gracias por los fragmentos, por la antología y por las imágenes.

Leonardo dijo...

"Al principio se creyó que el cine se impondría como un nuevo instrumento de conocimiento, un microscopio o un telescopio, pero muy pronto se le impidió desempeñar su función y se hizo de él un sonajero".
Me parece una frase que se moja en lo esencial. "un sonajero", los mismos cascabeles con los que los de Colón intentaban obtener a cambio del oro trasatlántico". En occidente (que no en otras culturas donde cumple una labor comunicadora) el sonajero es algo hecho para engañar hipnotizando y obtener mucho dinero.

Cuando Chirac se encontró en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales frente a Le Pen, creo que la izquierda debería haberse abstenido y no votar a Chirac.
(¡Ay! si todavía me duele, qué estúpidos fuimos, imperdonable)

"Ahora sé que se ha hecho todo pero que queda todo por hacer".
Algo que podría decirse de todas las artes. El problema es ¿qué? Cada generación, cada 'creador', intenta una respuesta y cree o pretende abrir un nuevo camino (excluyendo de un revés de la mano todas las otras opciones, descalificadas por no ser la suya). Muy pocos lo han logrado, en realidad. Aunque el mundo es vasto y no hemos oído todas sus voces! Autopistas ya están todas abiertas, carreteras abundan, caminos tantos más, senderos los hay, quedan trochas oscuras entre los ramajes, grietas en las montañas, pasajes secretos entre el rocío. No importa que no nos siga nadie ni que nadie lo sepa.

"Lo que quería era pasar al interior de la imagen, puesto que la mayoría de las películas se hacen en el exterior de la imagen".

"al final de su vida Velázquez pintaba las cosas que hay entre las cosas"
Es, para mí, una de las dificultades para el advenimiento de nuevos lenguajes, que nadie puede arrancar desde el punto al que llega Velázquez, la experiencia del otro no es suficiente, lo que el otro comprende al llegar al final de un camino (Picasso cuando pinta como un niño en sus últimas pinturas), hay que hacerlo nuestro caminando.

"El cine es un instrumento muy colonizador."
¡Cuántas voces ha apagado el cine (y la cultura) occidental!

Una de las cosas que se le han reprochado a Godard (recuerdo que lo hacía Lelouch) es que su cine era literario, que no venía del cine!

Por lo que toca a las vindictas entre autores... es una triste realidad, ligada, a menudo a la radicalidad de las búsquedas, incapaces de relativizar su propia creación. Sí, lo decís bien, humanos, demasiado humanos. Hasta cabe preguntarse si no hay mucho más que una simple esquizofrenia entre el 'artista' y la persona donde éste habita. Ser una persona abominable no impide crear cosas importantes. Es algo que siempre me impacta, porque sí, pensamos que la imaginación creadora podría preservarnos de 'la maldad' o de la barbarie, pero no.

Gracias por estas copas.

Belnu dijo...

Me interesa más ver su cine que escuchar todos esos rabiosos improperios contra otras miradas que también me interesan, ¡y por lo visto no es el único! Además, hay tantos Godard distintos, el de Vivre sa vie y el de Film socialisme qué poco tienen que ver o cómo cuesta ver el hilo... También hay algún Godard que yo no soporto por en medio... (Sauve qui peut la vie). Sí me gusta lo que dice del cine como una forma de hacer filosofía, pero mirar es filosofar, como sabe Kiarostami.

Camino a Gaia dijo...

Dicen los maestros cetreros, que el motivo por el que tapan los ojos a los halcones es bien sencillo. Cuando no pueden ver la realidad, las aves quedan inmóviles.
Los ojos nos sirven de guía. Hemos evolucionado hacia el instinto porque ante el peligro o la ocasión, la vida no da tiempo para pensar, solo para huir o aprovechar el momento. Éramos entonces nómadas. Y la vida era cine.
Hemos elegido pensar y hacernos sedentarios. Hemos elegido pensar, pero nos hemos detenido a mitad de camino. Frente a las pantallas del cine espectáculo, del cine sonajero, de la imagen que se mueve y que simula la vida. Pero no es la vida. No envejece. No nace. No crece. No muere.

Stalker dijo...

Querido Ramón:

cómo se agradece tu entusiasmo: un tsunami preciso que arrolla y transporta imágenes...

Sigo mucho a Godard en lo relativo al cine mudo. Sólo hay que ver los trabajos de Griffith, de Dziga Vertov, o esas maravillas primeras de Alexandr Dovzhenko, de Mario Peixoto, de Yevgeni Bauer, de Teinosuke Kinugasa, y muchos otros...

Fue un momento de libertad y exploración, de ponerle el cuerpo a las cosas, con una frescura y espontaneidad extraordinarias. El cine de los años treinta y cuarenta, ya serialiado en códigos, ya preso de una industra, no fue tan creativo: se limita a seguir el cauce...

Pero todo el temblor anterior, uff: basta ver la edición preciosa de la obra íntegra de Segundo de Chomón para comprobar la vertiginosa distancia entre lo que se hacía en aquella época y las escasas transgresiones que el cine mainstream se permite hoy...

hay universos aún por explorar en el cine mudo. Continentes enteros esperan al ojo que los sepa rescatar,

un abrazo

Stalker dijo...

Leonardo:

has desplegado un increíble tapiz de inquietudes, preguntas, desplazamientos...

comparto en lo esencial tus dudas y planteamientos, y suscribo tu reflexión final. Recuerdo la duda que carcomía a Steiner en uno de sus ensayos: se preguntaba cómo hombres tan cultos y refinados (los jerifaltes nazis) habían podido cometer semejantes atrocidades.

Con el paso del tiempo uno descubre que las capacidades artísticas, el refinamiento estético, la capacidad intelectual no nos acercan a ningún tipo de bondad, ni siquiera nos hacen más tolerantes o comprensivos.

Las luchas de poder que hay en una facultad de filosofía o literatura son análogas a las que tienen lugar en la plantilla de un supermercado.

Estamos preparados para ser depredadores, a veces bajo formas muy sutiles.

Eso no nos exime de combatir esa dura realidad.

Abrazos y más

Stalker dijo...

Belnu:

fíjate que, en mi caso, que me gusta mucho Godard, hasta el punto de que podría definirme como un "incondicional", sí le pongo muchas condiciones a buena parte de su filmografía. De hecho, no creo que sea una herejía sostener que la mitad de su obra es endeble, pobre o azarosa. Buena parte de lo que filmó en los años setenta y ochenta ha envejecido muy mal e incluso parece gratuito y con muy poca calidad.

Incluso en la obra de los sesenta, parece evidente que "Les carabiniers" no es "Vivre sa vie", que "Une femme est une femme" no es "Pierrot le fou". "Week-end" me encanta pero "La chinoise" no me gustó...

También es cierto que quien más arriesga se equivoca más, y eso es algo que puede leerse como un valor. Para mí lo es, y eso no me exime de ser crítico.

Muchos de sus defensores cometen ese erros de utilziar mayúsculas: Godard, el Filósofo; Godard, el Poeta. Entiendo que Godard es un cineasta pensador, un cineasta que piensa, pero de ahí a llamarlo filósofo...

O aun peor: el Genio. Cuando se utiliza esta categoría romántica, heredada de una forma de pensar anquilosada, ya es difícil entenderse... también es verdad que yo no creo en la genialidad, ni en los Filósofos, ni en los Poetas.

En el cine, sí, pero con minúscula (si es posible). Y ahí es donde Godard ha hecho algunas cosas maravillosas...

abrazos

Stalker dijo...

Camino a Gaia:

dices:

"Éramos entonces nómadas. Y la vida era cine".

Me quedo estas palabras para pensarlas hoy, para envejecerme con ellas hoy. Son maravillosas. Gracias.

Y un abrazo

PÁJARO DE CHINA dijo...

tu golem godardiano es un limón para estrujar días y días ...

yo tampoco logro ver una "obra", en nadie. percibo búsquedas, tanteos, caídas, el esfuerzo de ponerse de pie, destellos, roces. la propia noción de "obra" me remite a un círculo petrificado, unívoco y adusto.

godard no ha dejado de experimentar, tomándonos de los pelos y a riesgo de que quede la sala vacía. a mí también me sacude y me enternece Vivre sa Vie, o Pierrot Le Fou (Anna Karina o Belmondo jamás fueron tan bellos y esa belleza iba de adentro hacia afuera) mucho más que algunos de sus films recientes, pero en sus últimos cortos, por ejemplo, sigo viendo al que dispara y acierta, sin que le tiemble el pulso.

quizá filmar el interior de la imagen y ese in-between space sea filmar la abstracción. hay que sumergirse para hacerlo. velázquez es abstracto cuanto más te acercás a verlo. el naturalismo es una gran ficción, en definitiva. pocas cosas más mentirosas que la mímesis. antonioni intervenía la realidad para violentar y hacer saltar lo que estuviera allí adentro, pintando, literalmente, las escenas en color. el blanco y negro le revelaba ya un estatuto oculto. el film en colores le parecía un engaño, por eso arrojaba color sobre el color que ya estaba ahí.

posiblemente el sonoro sea también un engaño mayúsculo, al ser hijo del lenguaje. el mudo no cargaba con esta piedra arbitraria, esta deformación brutal de la experiencia.

la guerra de egos demuestra cuánto más pequeño es el hombre que lo que puede crear. intuyo que el agua negra del ego chorrea y mancha esa creación, ese dibujo, muchas veces. la palabra "creación" no me gusta, tampoco. me recuerda a los dioses.

mi radar, como diría la maravillosa Say, busca a Truffaut, especialmente en las horas duras.

y no sería tan severa como godard con el cine de entretenimiento. tengo una deuda de gratitud con ese cine, que nos salva tantas veces de pensar, pensar para concluir que la vida es insoportable.

gracias por la densidad de tus tapices, stalker, por todo.

PÁJARO DE CHINA dijo...

P.S.: la reivindicación del encuadre manual es un acto de justicia. encuadramos con las manos que están en los ojos.

P.S. 2: ¿pensás que Godard me perdonaría mis sobredosis de Love, actually y About a Boy en horas de desesperanza? ¿cuánto le debo a la comedia romántica que masajea mi cabeza como una peluquera experta en ráfagas de olvido? ¿entendería Godard por qué lloro invariablemente cada vez que Di Caprio se hunde en el Mar del Norte? (y ese disco que hernán grabó para mí, recopilando canciones cantadas, ay, por Hugh Grant ...)

¿y si Love, Actually me hiciera pensar, de algún modo? ¿Qué es "pensar"? ¿y si Love, Actually me permitiera abandonarme a lo táctil, a la sencillez extraordinaria del 0, a las cosas pequeñas que nos pasan, que raramente son extraordinarias y con subtítulos?

¿y si los ojos de Panchito fueran más misteriosos que Alphaville, los rayos de las bicicletas en Les Mistons más bellos - por diáfanos -que la ineptitud culinaria de Naná y la perseverancia de Adele H. más conmovedora - por carencia de estrépito - que la de Pierrot Le Fou?

sí sé que quisiera, con todo mi corazón quisiera, que me salga una mueca en el último instante, como la de Belmondo tirado en el asfalto de Sin Aliento ...

Belnu dijo...

Me gusta mucho tu respuesta, Stalker. Es verdad lo que dices.

Stalker dijo...

Querido passarinho:

emoción de volver a verte por aquí. Casi ni tengo palabras.

Después del interregno, vuelves con tu espada.

Esta afilada, pero no hay cuidado: cada corte es caricia y cada temblor del acero vibra verso.

y yo celebro tantas cosas,

abrazos y abrazos

Stalker dijo...

Belnu:

me alegra de veras.

Un abrazo fuerte para ti

 
Free counter and web stats