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lunes, 21 de marzo de 2011

El corazón armenio



Para Bashevis y su vida armenia


Audio La danza, aquí

Letra: Siamanto (Atom Yarjanian)
Música y canto: Diamanda Galás
Recitado: Shakeh Kadehijan
Melodía litúrgica "Ter Vogormia": Marar Yekmalian

La danza


En un campo de cenizas donde la vida armenia seguía muriendo,
una alemana, tratando de no llorar,
me narró el horror que atestiguó:

"Esto que te cuento
lo vi con mis propios ojos.
Tras mi ventana infernal
apreté los dientes
y vi el pueblo de Bardez ser reducido
a un montón de cenizas.
Los cadáveres se alzaban en pilas tan altas como un árbol
y, de los manantiales, de las corrientes y los caminos,
la sangre emitía un terco murmullo
que aún clama venganza en mis oídos.

No temas: debo contarte lo que vi
para que la gente conozca
los crímenes que el hombre inflige al hombre.
Durante dos días, junto al camino del cementerio.

Que los corazones del mundo comprendan.
Era una mañana de domingo,
del primer domingo inútil que amanecía sobre los cadáveres.
Del crepúsculo al ocaso había estado en mi habitación
con una mujer apuñalada
-su muerte humedecida por mis lágrimas-
cuando escuché a lo lejos,
parada en un viñedo, a una turba oscura
que azotaba a veinte vírgenes
y entonaba cantos inmundos.
Dejé a la chica medio muerta en el colchón de paja
y salí al balcón de mi ventana.
La turba parecía crecer como una mata.

Un animal humano gritó: "¡Debéis bailar,
bailar al son de nuestro tambor!"
Con furia chasquearon los látigos
sobre las carnes de estas mujeres.
Tomadas de la mano, las vírgenes comenzaron su danza circular.
Envidiaba ahora a mi vecina herida
quien, con un calmo ronquido,
maldecía al universo y entregaba su alma a las estrellas...

"¡Bailad!", clamaban.
"¡Bailad hasta la muerte, bellezas infieles!
¡Bailad con vuestros pechos batientes!
¡Sonreídnos! ¡Estáis perdidas!
¡Sois esclavas desnudas!
¡Bailad, pues, como un racimo de miserables putas!
¡Vuestros cuerpos muertos nos excitan!"
Veinte agraciadas vírgenes se desplomaron.
"¡Levantaos!", gritaba la turba
blandiendo sus espadas.

Alguien trajo entonces un jarro de queroseno.
Justicia humana, escupo en tu faz.
Las vírgenes fueron ungidas.
"¡Bailad!", rugieron:
"¡He aquí una fragancia que no se encuentra en Arabia!"

Con una antorcha
prendieron fuego a los cuerpos desnudos
y los cuerpos calcinados rodaron
hasta alcanzar la muerte...

Cerré mi ventana,
me senté junto a mi muerta
y pregunté: "¿Cómo puedo arrancarme los ojos?"

Atom Yarjanian



Durante el genocidio, las vírgenes armenias torturadas y violadas eran obligadas a danzar ante los turcos, antes de ser inmoladas con escarnio público.
El genocidio de entre un millón y medio y dos millones de personas, hoy desdibujado, semi olvidado y poco recordado (no hay una "Lista de Schindler" sobre este holocausto), fue perpretado con la complicidad de las potencias occidentales, que permitieron la atrocidad para salvaguardar sus intereses estratégicos y comerciales.
 
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