jueves, 23 de junio de 2011
la impureza: el tacto: una vida. Poemas de Ana Hidalgo
Porque no sabíamos ser préstamo
Porque no sabíamos ser préstamo ni sabíamos durar, comerciábamos, de materia a materia, de alimento a alimento, sin préstamo, sólo aparentes, instrumentos, cedidos, sólo la única forma de ser buenos, solo la única forma de referirse físicamente a la bondad, porque no sabíamos ser préstamo ni sabíamos durar, en la premura de lo tomado y la piedad del vendedor, donde yo sostenía el objeto, donde yo lo consentía, lo alzaba, donde yo era la intrusa, el olvido, y sólo la propiedad y el precio, lo atenuado, la bondad. Comerciábamos con objetos, nos sentíamos próximos a la madera y comerciábamos con madera, también estábamos vinculados a los alimentos y comerciábamos con ellos, cedidos y materiales, aparentes, propicios, porque no sabíamos ser préstamo ni sabíamos durar, en la caducidad del alimento y el envés de la madera, sólo aceptábamos el comercio de objeto a objeto, de premura a premura, donde la bondad y lo hostil, donde lo insustituible, en la resolución de la mitad y el arrepentimiento de la mitad, sólo aceptaba que el comercio fuera un intercambio de materia, un intercambio de impureza, desigualdad, apariencia. Si hallábamos peces comerciábamos con peces, próximos a un pez, vinculados al alimento, sólo aparentes, cedidos, olvidados, sólo la única forma de ser buenos, la única forma de referirse físicamente a la bondad, en la brevedad del arrepentimiento y la compensación de lo inmediato, en el desconocimiento de una desigualdad inesperada, donde los peces iguales y muertos tuvieran la impureza de nuestros dedos en sus cuerpos, ya que no sabíamos ser préstamos ni duraderos, las manos alzadas de alimentos a alimento, de premura a premura, sólo caducos, efectuados, bondadosos, comerciábamos y anulábamos.
La madre de César Vallejo
Mi madre no era la afirmación de la existencia. Ella había percibido la belleza y el principio, ese suelo lleno de arena y esas manos que tocaban la arena del suelo, esa ropa manchada que su hija tenía que ofrecerle, pero mi madre no era la afirmación de la existencia, porque ella nunca había esperado una sincronización, nunca había esperado la liturgia del lugar, aunque durante un tiempo sí creyera en un pan que tocaba las manos y los labios. Pero a pesar de ese pan que quizá podía tocar las manos y los labios, mi madre no era la afirmación de la existencia, no era la creencia ni la liturgia del lugar, sino una mujer que inclinaba su cuerpo y levantaba su cuerpo, el sufrimiento y la visión, un fragmento del amor y el trabajo. Porque mi madre no era la afirmación de la existencia, sino que mi madre sufría, y ese sufrimiento me obligaba a las personas, me obligaba a conocer el nombre de las personas, a ser desnuda y mediada, la especificidad de la muerte, el tacto del desplazamiento, la descomposición de la sintaxis. Descompuse la sintaxis porque mi madre no era la afirmación de la existencia, no era mi destino, pero había un pan que tocaba las manos y los labios, un pan que comimos mi madre y yo, y entonces yo podía descomponer la sintaxis, amar la caída, ser la insignificancia. Mi madre era una vida.
Ana Hidalgo, Hallar una hendidura
Imágenes: Anselm Kiefer
miércoles, 15 de junio de 2011
El por-venir de una revuelta
En las épocas que oscuramente sentimos en declive o, al menos, en suspenso, el cuestionamiento permanece como el único pensamiento posible. Indicio de una vida simplemente viva.
La intimidad no es la nueva prisión. Su necesidad de vínculos podría fundar, más tarde, otra política. Hoy, la vida psíquica sabe que sólo será salvada si se concede el tiempo y el espacio de las revueltas: romper, rememorar, rehacer. De la plegaria al diálogo, pasando por el arte y el análisis, el acontecimiento capital es siempre la gran liberación infinitesimal que debe recomenzarse sin descanso. Sin ella, a la globalización sólo le queda el cálculo de los índices de crecimiento y las probabilidades genéticas.
Como contrapunto a las certezas y las creencias, la revuelta permanente es este reiterado cuestionamiento de sí, de todo y de nada, que aparentemente ya no tiene razón de ser.
Sin embargo, si todavía estamos a tiempo, apostemos por el porvenir de la revuelta. “Me rebelo, luego somos” (Albert Camus). O más bien: Me rebelo, luego apostamos por ser.
Será una experiencia lúcida y de largo alcance.
Julia Kristeva, El porvenir de una revuelta
Es curioso ver, una vez más, cómo, en tiempos revueltos, quienes más y mejor enseñan son los propios estudiantes y me alegro de, entre tanto desastre, comprobar que aún late eso que yo creía haberse lamentablemente perdido: la conciencia, por parte del alumnado universitario, de ser una fuerza pública. Incluso, cuando las circunstancias así lo requieren, una fuerza pública contra la fuerza del orden público. Pues el desorden es indudablemente necesario cuando un gobierno pretende mantener por la fuerza el orden del despropósito y de la sinrazón.
Cuando las más simples reglas de la lógica quedan ausentes de los discursos de quienes nos gobiernan y son reemplazadas por el más puro cinismo podemos decir que estamos asistiendo a un caos político y en tales circunstancias es necesario que la democracia se ejerza en la calle. Me alegra, pues, comprobar que no estamos muertos y que desde las aulas nos recuerden, a quienes nos ganamos el sueldo hablando, aquello que olvidamos desgraciadamente a menudo: que educar debería ser más un abrir brechas en las murallas que mantienen el orden establecido que enseñar a poner ladrillos para fortalecerlas.
Chantal Maillard, Contra el arte y otras imposturas
Posdata: aunque este blog nunca ha sido explícitamente político, hoy quería romper esa regla ante las declaraciones de los políticos cuando afirman, todos a una, que impedir el acceso a los diputados al Parlament de Catalunya es una muestra de "coerción y violencia que no se puede tolerar" y que hay que reprimir con el uso de las fuerzas del orden público.
Violencia y coerción es aniquilar los (pocos) derechos sociales aún vigentes: una reforma laboral que en la práctica equivale al despido libre; una privatización encubierta de la sanidad (alquilando equipos públicos a la sanidad privada, reduciendo la atención en urgencias un 30 por ciento, exigiendo seis meses de empadronamiento en el municipio para tener acceso a cobertura médica), ademas de otras medidas que condenan a muchos a la miseria y el desamparo más absolutos.
Y sobre todo, señores políticos y demás basura humana, violencia no es impedir el acceso al Parlament (con medios, además, manifiestamente pacíficos), el lugar sagrado donde se ejerce soberanamente eso que ustedes llaman democracia y que no es sino el dispositivo político que legitima la rendición incondicional al mercado y el blindaje de los privilegios de una "casta" socioeconómica.
Violencia, en cualquier lengua que se decline, es esto:
martes, 14 de junio de 2011
Últimos ojos, oídos últimos
Todo producto es transitorio. Transitorios son los pueblos, las lenguas, las razas, las culturas. Dentro de pocos siglos no habrá cultura occidental, no habrá alemanes, ni ingleses, ni franceses, como en tiempo de Justiniano no había ya romanos; y no porque la serie de las generaciones humanas se hubiese acabado, sino porque no existía ya la forma interior de un pueblo, la que había reunido a un gran número de generaciones en un gesto común. El civis romanus, uno de los más vigorosos símbolos de la existencia antigua, no duró, como forma, más que unos siglos. El mismo protofenómeno de las grandes culturas habrá desaparecido algún día, y con él, el espectáculo de la historia universal, y el hombre mismo, y la vida animal y vegetal en la superficie de la Tierra, y la Tierra y el Sol y el universo de los sistemas estelares. Todo arte es mortal, y mortales son no sólo las obras, sino las artes mismas. Llegará un día en que habrán cesado de existir el último retrato de Rembrandt y el último compás de Mozart, aun cuando siga habiendo todavía lienzos pintados y partituras grabadas; será justamente el día en que hayan desaparecido los últimos ojos y los últimos oídos capaces de entender el lenguaje de esas formas. Transitorio es todo pensamiento, todo dogma, toda ciencia, que dejan de existir tan pronto como se extinguen las almas y los espíritus en cuyos mundos sus “eternas verdades” parecieron necesariamente verdaderas. Transitorios han sido los mundo estelares, que contemplaban los astrónomos del Nilo y el Eúfrates; en efecto, eran mundos para aquellos ojos, y los ojos nuestros –también transitorios– son harto diferentes. Sabemos eso. Un animal no lo sabe, y lo que no sabe no existe en la intuición de su mundo circundante. Pero cuando desaparece la imagen del pasado, desaparece asimismo el anhelo de dar a lo transitorio un sentido más profundo. Y así puede expresarse la idea del macrocosmo humano con las palabras a que toda nuestra exposición ulterior ha de estar dedicada: Todo lo transitorio es un símbolo.
Oswald Spengler, La decadencia de Occidente
lunes, 13 de junio de 2011
Sin
jueves, 9 de junio de 2011
Pour vivre...
Años sesenta. Barbara interpreta una canción de los Beatles en un piano de juguete, acompañada por un coro gospel.
Los silencios de un teatro son como un lago
nada malo puede ocurrirte en un teatro, nada,
ahí estamos protegidos de todo,
se escucha el ruido de la ciudad,
se percibe mejor a los otros
su cansancio
las escaleras suben rápido
el periódico en una mano, la llave en la otra,
“¿Eres tú? Sí, soy yo.”
Y la escalera que se baja a toda prisa hasta un bar olvidado.
en el teatro se escuchan todas estas cosas
aguardo
les espero
los escucho
los escucho llegar…
los primeros murmullos
sus risas ahogadas detrás de la cortina
el miedo que no llega y
bruscamente
el miedo de sentirlos ahí
el silencio de su aliento contenido
y el instante en que franqueo el umbral
de un universo de luz
con mi miedo
plantado en mi vientre
en mi espalda
clavado
y avanzo
avanzo
y es otra quien entra en escena
es otra quien canta
y los sonidos que salen de mi garganta
no los conozco
arraigados allí
sonidos que me duelen
me ahogan
los grito
los vomito
para respirar
para vivir
soy yo y no soy yo
es mi garganta y no lo es:
es una voz
pero no es mi voz
es una fuerza
que me empuja
y que me anima
no soy yo
y sin embargo soy yo
con ellos
y en los océanos de salas oscuras
sus manos son como flores de espuma
que ascienden
se exhiben
me acarician
me acunan
y me llevan
Oh mis teatros
Oh mis silencios
mis paraísos
mis infiernos
mis tinieblas
mi transparencia
Oh mis veranos
Oh mis inviernos
mis velos
mis amores
mis barcos
mis pájaros
todos tenéis el cielo inmenso
de un mismo
múltiple país
Barbara, extracto de Lily-Passion (trad: Stalker)
Este extracto puede escucharse aquí (en la segunda mitad del audio):
Tal día como hoy, 9 de junio, nació Barbara, hace 81 años.
Merci, madame, encore une fois...
viernes, 3 de junio de 2011
Y antes, el mundo velado
Madre e hijo
Todos somos soñadores; no sabemos quiénes somos.
Alguna máquina nos hizo; máquina del mundo, la
familia opresora.
Más tarde, regreso al mundo, pulidos por látigos suaves.
Soñamos; no recordamos.
Máquina de la familia; pelaje oscuro, bosques del
cuerpo de la madre.
Máquina de la madre: blanca ciudad en su interior.
Y antes de eso: tierra y agua.
Musgo entre rocas, apenas hojas y hierba.
Y antes, células en una gran oscuridad.
Y antes de eso, el mundo velado.
Por eso naciste: para silenciarme.
Células de mi madre y mi padre, os toca
ser el eje: la obra maestra.
Improvisé; nunca recordé.
Te toca ser encauzado;
eres quien pide saber:
¿Por qué sufro? ¿Por qué soy ignorante?
Células en una gran oscuridad. Alguna máquina nos hizo;
te toca acercarte, volver a preguntarle:
¿para qué existo? ¿para qué existo?
Louise Glück, poema "Madre e hijo", en The Seven Ages
(trad: Stalker)
Madre e hijo, Alexander Sokurov
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