Ramas de sequedad frente y huesos cansados mis dedos en tu cara temblando entre la calma y el asombro
queda lejos la luz queda la piedra cerca del dolor escondido en la repetición del calendario
somos rostros de un nombre el espejismo ciego de un recuerdo luz astillada que se apagará siempre
y sin embargo estamos frente a frente ardiendo en el viaje
Pepe Maiques
Poema 22/26
siete veces perdí el conocimiento nunca volví a recuperarlo no fui a objetos perdidos me extravié en montes junto a los osos como en el cuento me hicieron exámenes médicos exámenes craneales encefalogramas rayos x salas frías llenas de serena locura si no fuera por los gritos de otras cabezas de mundos distintos al mío aquí viene cuando piensas este tipo me da miedo está chalado está tarado qué cuenta si es verdad esta biografía hasta que conseguí un bolígrafo azul a juego con el planeta hasta que me dejé ir y otras historias me di un ultimátum me apunté con el alma a la cabeza. Òscar Solsona
ven. crúzate. en la piel hay una especie de ilógica conjetura que inmoviliza una existencia de naturaleza criminal.
así todo el tiempo. en una gota. en cualquier universo.
y qué fácil parece el permanecer vivo como una chispa que quema toda explicación.
ven. Tienes una mancha en la espalda. te muerde las cosas felices. el dolor de corazón cumple su enésimo aniversario.
Algunas teorías indias entienden que el universo se creó por resonancia. La gran exhalación del comienzo se prolongó en las consonantes. El ser: la energía neutra que significándose: modulándose en los signos (en las letras, en su sonoridad) se diversifica. Que algo sea significa que ha cobrado tonalidad (valga entenderse como música y como color). Vibramos en un tono: somos de alguna manera, en algún que otro modo, o tono. En el principio (arjé) era el Verbo (logos). No sólo se aúnan en estas palabras la razón griega y la cristiana, como quiso entender Zambrano, sino también la india. Porque el Verbo (término éste, Verbum, con el que se tradujo la palabra griega logos cuando éste se identificó con el principio creador del cristianismo) es la palabra que puede ser conjugada. El logos-verbo es posibilidad de designación. Antes de las diferencias. Condensación del sonido, inaudible antes de su expansión. En un principio fue el verbo, y el verbo se conjugó, y se propagó. Los siglos de los siglos fueron la propagación de aquel primer sonido. El primer sonido fue un acto: el de respirar. Un respirar sin nadie que respirara. Un acto sin sujeto. Un aliento sonoro. Y el verbo se hizo carne: materia. Se hizo audible. Se “materializó”. El mundo: sonoridad vibrante. La materia: densidad del sonido: velocidad vibratoria. En un principio fue el verbo y el verbo poetizó: la matriz del mundo es el hueco donde impacta el primer sonido y se gesta el primer poema: la primera construcción (poíesis), la primera articulación…
Sí, puede que esto sea muy bonito. Podríamos seguir por ahí. Es fácil. La metafísica tiene menos fichas de las que aparenta en un principio. Basta con saber moverlas. Pueden resultar partidas interesantes y… bonitas. Pero no nos sirve. Ya no nos sirve porque las palabras, ahora, son multitud. Los ecos están distorsionados. Los sonidos, como las emociones, se degradan imitándose unas a otras. El kitsch reina por doquier de tal modo que ya nos es difícil saber, de lo que sentimos y pensamos, qué es genuino o impostado, qué hemos aprendido y repetido, qué es emoción y qué lenguaje. Tal vez sea preciso callar. No añadir más palabras a las ya expandidas.
O, tal vez, urdir otro inicio. Decir, por ejemplo:
En el principio era el Hambre. Y el Hambre creó a los seres para poder saciarse. Y el Hambre era la muerte, para los seres. Inventaron remedios, buscaron curarse, pero el Hambre dijo odiaos y luchad unos contra otros, para poder saciarse. Y el Hambre introdujo el hambre en los seres, y los seres se mataban entre sí, por causa del hambre. Y el hambre era la muerte, para los seres.
El hambre, sin duda, se conjuga de muchas maneras. No parece que quepa, hoy en día, otra poesía que la que diga el hambre. Y el terror. La desolación y la extrañeza. Que lo diga para que nos reconozcamos en ello. En comunidad. Con las cosas. En las cosas. Cosas, también, nosotros. La identidad colgándonos del hombro como una chaqueta raída. Luego, como un personaje de Beckett, atender al balbuceo, como mucho. Sobre todo, atender al silencio, ese silencio: la callada inocencia recobrada, antes del logos, el no saber cargado de compasión por los seres que viven con su hambre".
Nota: el último libro de Chantal Maillard es poliédrico, tiene muchas puertas, ventanas y terrazas que ayudan a trazar el tapiz de su obra. Se vertebra en tres grupos de ensayos o "muros" con múltiples conexiones entre sí y con su obra poética y "diarística". Creo que el índice, más que cualquier descripción mía, puede dar una idea de lo que digo:
Acerca del título del libro (a modo de prólogo)
I. El muro de las contemplaciones KITSCH Y GLOBALIZACIÓN. Las armas del Imperio CONTRA EL ARTE EMOCIONES ESTÉTICAS o por qué vamos al cine a llorar PLACERES INMORALES. Sobre arte y política EL FUEGO, LAS LLAMAS, LOS RESCOLDOS APUNTAR AL BLANCO. El vacío y su representación
III. Muros de palabras
SOBRE EL DOLOR EN UN PRINCIPIO ERA EL HAMBRE. Algunas consideraciones acerca del origen de la poesía y la filosofía DESDE LA IGNORANCIA. Mística y metafísica ¿CREE USTED EN DIOS? EL CROAR DE LA RANA. Lo que de arte tiene la ciencia CINCO RATONES CIEGOS. La educación como violencia o acerca de la enseñanza de la filosofía en la Universidad
III. Muros de seda india
SALVAR LAS FRONTERAS EL ESPACIO SONORO DE LA INDIA DIOSAS Y ESCLAVAS. Función simbólica y social de la mujer en India DESAPARECER. Estrategias de Oriente y Occidente
Llama la atención, también, una explícita apelación a la conciencia política en varios ensayos. Actitud que ya aparece en el prólogo:
"Luego, por supuesto, está la conciencia. No me refiero a la conciencia moral, sino a la capacidad de observar y de observarnos, de sentirnos, de sabernos. De sabernos en soledad y en compañía. De sabernos en los otros. Pues, en la polémica entre lo otro y lo mismo, nos olvidamos a menudo de que nos parecemos. Puede que los estímulos que nos emocionan sean diferentes, pero la capacidad de emocionarnos es la misma; puede que las teorías que construimos sean distintas, pero la capacidad de construirlas es la misma. Cada pueblo elabora estrategias para soportar el dolor y la idea de la impermanencia que todos compartimos. Nos compete, pues, sabernos diferentes en superficie, semejantes en lo esencial. Y esa constatación no puede, no debe hacerse desde otro lugar que desde una conciencia compasiva, es decir, una conciencia secundada por las categorías básicas de una sensibilidad depurada. Una conciencia que no asuma tan fácilmente, por ejemplo (es uno entre mil), que las ayudas del primer mundo tengan como destino exclusivo los países potencialmente consumidores, que un sunami en Indochina sea noticia y no lo sea una sequía en África, o que los seres humanos tengamos más derecho a seguir viviendo que los (demás) animales. Lejos de mí la intención de convertir este escrito en un texto de autoayuda o en una lección de moral. Lo que trato de decir es que poco puede hacer, en términos reales, un individuo con la conciencia y los sentidos obturados por el kitsch. La labor de drenaje es fundamental para poder actuar. Porque, por supuesto, no basta con saber mirar y escuchar; hace falta actuar. Y, para ello, en España se ha de conquistar primero algo en lo que el resto de Europa nos lleva varios siglos de ventaja: la conciencia política. Esto es algo que en algunas regiones de la península se ha confundido con el nacionalismo, mientras en otras, dominadas aún por el lastre de un feudalismo latifundista, sus miedos atávicos y la autoestima del siervo, se sigue pensando que “eso es cosa de políticos”. Para el siervo, el político es quien manda y los demás, a obedecer. Estos nuevos esclavos complacientes son los que barren y encienden cada día las luces de los templos del Kitsch".
Y dos pequeñas frases que vertebran el discurso del libro: la primera es de Jean Rostand y encabeza el ensayo "El croar de la rana":
"Las teorías pasan, la rana permanece".
La segunda pertenece a la autora; la extraigo de su contexto porque creo que resume muy bien una manera de estar en el mundo:
Otra alegría que nos trae Youtube de la mano de Ella. Es el documental sobre Barbara, dividido en seis partes, cuyos subtítulos me encargué de traducir de oído. Un amigo los sincronizó y lo pusimos a compartir en e-mule. Ahora ya está en Youtube. ¡Gracias, Ella!
Y otro cortometraje de animación sobre vidrio de Alexandr Petrov: "La vaca". Lo dedico a Òscar Solsona, mi hermano búfalo, porque él sí que sabe rumiar y conoce el minucioso aprendizaje de la lentitud.
Morir, eso no se le hace a un gato. Porque qué puede hacer un gato en un piso vacío. Trepar por las paredes. Restregarse entre los muebles. Parece que nada ha cambiado y, sin embargo, ha cambiado. Que nada se ha movido, pero está descolocado. Y por la noche la lámpara ya no se enciende.
Se oyen pasos en la escalera, pero no son ésos. La mano que pone el pescado en el plato tampoco es aquella que lo ponía.
Hay algo aquí que no empieza a la hora de siempre. Hay algo que no ocurre como debería. Aquí había alguien que estaba y estaba, que de repente se fue e insistentemente no está.
Se ha buscado en todos los armarios. Se ha recorrido la estantería. Se ha husmeado debajo de la alfombra y se ha mirado. Incluso se ha roto la prohibición y se han desparramado los papeles. Qué más se puede hacer. Dormir y esperar.
Ya verá cuando regrese, ya verá cuando aparezca. Se va a enterar de que eso no se le puede hacer a un gato. Irá hacia él como si no quisiera, despacito, con las patas muy ofendidas. Y nada de saltos ni maullidos al principio.
Un gato en un piso vacío, Wisława Szymborska
Fotografía: el mundo.es
Primero, el quién. Luego viene el cuándo. Peor el cuándo. O no es peor, es peligroso. El quién se ajusta con el cuándo y el temor sobreviene. El temor a perder. A perderse. Si al menos uno pudiese entonces agarrarse a otras manos, pero otras igualmente se agarran a un quien complicado en un cuando, cada cual albergándolos. Así
que mejor olvidar. Acariciar al gato. De bruces. A su altura. Disminuirse.
Hilos, Chantal Maillard
NB: me ha dado por pensar en poemas con gato. De buenas a primeras se me ocurren estos dos: os invito a que compartáis aquellos que se os ocurran.
¿No se parece el poema al gato? ¿No salta y atrapa algo?
El sacrílego profesional. Persigue cultos ignorados, se vuelve adepto a ellos sólo por el placer de convertirse en blasfemo o hereje en el último estadio de la devoción. Sus precauciones: “No hay que apresurarse a profanar. Primero conviene familiarizarse con el santuario, participar del ritual, observar el tótem del dios regente. Sólo entonces se impone la acción”. Su código deontológico: “Si el ídolo se resiste a la palabra, si no lo ruboriza la injuria, mancíllalo con medios más bajos”. Su mayor logro: “Cuando a aquella cabeza de buey sagrada le metí una zanahoria en cada oreja, observé un brillo lúbrico en los ojos de las negritas”.
La empuñadura de marfil desnuda en rojo la cópula de huesos.
Habla el machete con la voz de dios
y su palabra es lenta como la danza de los árboles.
Igual que una canción en la que cada nota fuera un paso penetrando en la nada: un incendio de sombras al otro lado de este párpado.
Habla el machete con la voz de dios
y su palabra es pura como el silencio de los muertos.
Raúl Quinto, La flor de la tortura
PD: Este poemario de Raúl Quinto me recuerda poderosamente a Ensor. Entiéndase esta comparación como extremadamente elogiosa.
Me ha gustado especialmente traer a colación los genocidios olvidados: Ruanda, Armenia, y toda la geografía del dolor visible e invisible que asola el mundo.
Ella ha subtitulado este vídeo de Barbara. Nada que decir porque es elocuente en sí mismo. ¡Gracias, Ella!
Y también para Ella, su premio como ganadora del concurso "Adivine la película no stalkera", un poema de Blanca Varela. Enhorabuena, Ella:
Conversación con Simone Weil
-los niños, el océano, la vida silvestre, Bach. –el hombre es un extraño animal.
En la mayor parte del mundo la mitad de los niños se van a la cama hambrientos.
¿Renuncia el ángel a sus plumas, al iris, a la gravedad y la gracia?
¿Se acabo para nosotros la esperanza de ser mejores ahora?
La vida es de otros. Ilusiones y yerros La palabra fatigada. Ya ni te atreves a comerte un durazno.
Para algo cerré la puerta, di la espalda y entré la rabia y el sueño olvide muchas cosas.
La mitad de los niños se van a la cama hambrientos.
–los niños, el océano, la vida silvestre Bach. –el hombre es un extraño animal.
Los sabios en quien depositamos nuestra confianza nos traicionan.
–los niños se van a la cama hambrientos –los viejos se van a la muerte hambrientos.
El verbo no alimenta. Las cifras no sacian.
Me acuerdo ¿Me acuerdo? Me acuerdo mal, reconozco a tientas. Me equivoco. Viene una niña de lejos. Doy la espalda. Me olvido de la razón y el tiempo.
Y todo debe ser mentira porque no estoy en el sitio de mi alma. No me quejo de la buena manera. La poesía me harta. Cierro la puerta Orino tristemente sobre el mezquino fuego de la gracia.
–los niños se van a la cama hambrientos. –los viejos se van a la muerte hambrientos.
El cine ha sido una de mis pasiones más arraigadas desde hace años. Busco un cine no narrativo y que se acerque a la poesía renunciando a cosas tan decimonónicas como el argumento o la caracterización psicológica. Ese cine existe, pero a menudo es difícil de ver, y con frecuencia se lo acusa de no ser cine (como la poesía que se emancipa del mero hecho poético es frecuentemente atacada señalando que no es poesía, como si alguien tuviera un certificado de pureza racial genérica capaz de estampar en una obra). Traigo esta lista de mis gustos personales no para mostrar la enorme cantidad de películas que he visto (que han sido muchas), sino para rescatar del olvido algunas de las grandes obras maestras del celuloide (o del digital), que conviven junto a algunos clásicos de todos conocidos. No es un canon, sólo es mi gusto subjetivo, y en la lista aparecen obras de diversa calidad y factura, y soy consciente de que nunca podremos comparar un Bresson con una película de Vicenzo Natali o Jack Arnold, autores de serie B que me interesan aunque no incluiría sus películas entre los grandes logros de la cinematografía. Una lista de obras imprescindibles, sublimes, reduciría el número de títulos a la mitad, pero aquí me abro a películas que me gustaron o interesaron, a veces al margen de su calidad relativa. También quiero establecer algunas conclusiones provisionales de mis indagaciones de estos últimos años, y, de paso, ofreceros (sé que algunos tenéis un especial interés en el cine) una guía para esos cines normalmente silenciados por la historia oficial, que tiende a obviar las periferias y todo lo deriva de Hollywood. Se trataría de escribir una historia del cine descentralizada, rizomática, sin las servidumbres impuestas por los guardianes de la ortodoxia cinéfila.
Aparte de la lista, y en sucesivas entregas, iré abriendo entradas década por década, para comentar someramente algunas de las películas. Olvidaba que la lista incluye documentales y animación, que para mí es cine en el sentido estricto de la palabra.
Sólo he seleccionado una película por cada director, aunque podría haber puesto varias de mis directores favoritos, o incluso toda la filmografía (como es el caso de Tarkovski, Mizoguchi, Bresson, Paradjanov, Kawase, etc.)
Y os propongo un juego. En la lista he incluido una película que detesto especialmente y que tiene poco que ver con el resto. A ver si la encontráis. Como premio: un poema de Blanca Varela... ;)
El nacimiento de una nación (1915), Griffith Después de la muerte (1915), Yevgeni Bauer Los vampiros (1915), Louis Feuillade El pájaro azul (1918), Maurice Tourneur El gabinete del doctor Caligari (1920), Robert Wiene Nanook el esquimal (1922), Flaherty Häxan: la brujería a través de los tiempos (1922), Benjamin Christensen Avaricia (1924), Erich von Stroheim El acorazado Potemkin (1925), Serguei Eisenstein Las aventuras del príncipe Achmed (1925), Lotte Reiniger Páginas de locura (1926), Teinosuke Kinugasa Fausto (1926), Murnau La montaña sagrada (1926), Leni Riefensthal Napoleón (1927), Abel Gance El viento (1928), Viktor Sjöstrom Asfalto (1929), Joe May El hombre de la cámara (1929), Dziga Vertov Brumas de otoño (1929), Dmitri Kirsanoff La caja de Pandora (1929), Georg Pabst La tierra (1930), Alexandr Dovzhenko M (1931), Fritz Lang Limite (1931), Mario Peixoto La Chienne (1931), Jean Renoir La felicidad (1932), Alexander Medvedkin El expreso de Shanghai (1932), Joseph von Sternberg Éxtasis (1933), Gustav Machaty L’Atalante (1934), Jean Vigo Fetiche (1934), Ladislaw Starewicz El bosque petrificado (1936), Archie Mayo La humanidad y los globos de papel (1937), Sadao Yamanaka Las uvas de la ira (1940), John Ford Ciudadano Kane (1941), Orson Welles La mujer pantera (1942), Jacques Tourneur Alemania año cero (1947), Roberto Rossellini Poseída (1947), Curtis Bernhard El político (1949), Robert Rossen Arroz amargo (1949), Giussepe de Santis El tercer hombre (1949), Carol Reed El crepúsculo de los dioses (1950), Billy Wilder On dangerous ground (1952), Nicholas Ray Cuentos de la luna pálida de agosto (1953), Kenji Mizoguchi Cuentos de Tokyo (1953), Yasujiro Ozu Los inútiles (1953), Federico Fellini Pero ¿quién mató a Harry? (1955), Alfred Hitchcock La noche del cazador (1955), Charles Laughton La canción del camino (1955), Satyajit Ray La palabra (1955), Carl Theodor Dreyer La invasión de los ultracuerpos (1956), Don Siegel Donde vuelan las grullas (1957), Mijail Kalatozov Días de alegría y dolor (1957), Keisuke Kinoshita Doce hombres sin piedad (1957), Sydney Lumet El increíble hombre menguante (1957), Jack Arnold Nubes distantes (1958), Mikio Naruse Cenizas y diamantes (1958), Andrei Wajda El signo de Leo (1959), Eric Rohmer La condición humana (1959), Masaki Kobayashi El salario del miedo (1959), Henri-Georges Clouzot Los cuatrocientos golpes (1959), Truffaut París nos pertenece (1960), Jacques Rivette El año pasado en Marienbad (1960), Alain Resnais La isla desnuda (1960), Kaneto Shindo Les bonnes femmes (1960), Claude Chabrol A través del espejo (1961), Ingmar Bergman El barón de Munchausen (1961), Karel Zeman Los inocentes (1961), Jack Clayton Madre Juana de los ángeles (1961), Jerzy Kawalerowicz Cléo de 5 a 7 (1962), Agnès Varda Tempestad sobre Washington (1962), Otto Preminger El ángel exterminador (1962), Luis Buñuel El cuchillo en el agua (1962), Roman Polanski La casa es negra (1963), Forugh Farrokzhad El fuego fatuo (1963), Louis Malle La mujer insecto (1963), Sohei Imamura La mujer de la arena (1964), Hiroshi Teshigahara El desierto rojo (1964), Michelangelo Antonioni Antes de la revolución (1964), Bernardo Bertolucci El misterio Koumiko (1965), Chris Marker Los desesperados (1966), Miklos Jancsó El ángel rojo (1966), Yasuzo Masumura Las margaritas (1966), Vera Chitilova Marketa Lazarova (1967), Frantisek Vlacil Mouchette (1967), Robert Bresson Tierra en trance (1967), Glauber Rocha El tiroteo (1967), Monte Hellman La barrera (1968), Jerzy Skolimowski Nanami: el infierno del primer amor (1968), Susumu Hani El color de los granados (1968), Serguei Paradjanov Pocilga (1969), Pier Paolo Pasolini Grupo salvaje (1969), Sam Peckinpah Doble suicidio (1969), Masahiro Shinoda El cremador (1969), Juraj Herz Desfile funeral de rosas (1969), Toshio Matsumoto Z (1969), Constantinos Costa-Gavras Eros plus massacre (1970), Yoshida Kiju Ucho (1970), Karel Kachyna Los enanos también empezaron pequeños (1970), Werner Herzog Dodeskaden (1970), Akira Kurosawa El rey Lear (1971), Grigory Kozintsev Emperor Tomato Ketchup (1971), Shuji Terayama Retratos de un viejo mundo (1972), Dusan Hanák Cuerno de cabra (1972), Metodi Andonov Las amargas lágrimas de Petra von Kant (1972), Rainer Werner Fassbinder La mamá y la puta (1973), Jean Eustache Alicia en las ciudades (1974), Wim Wenders El desierto de los tártaros (1976), Valerio Zurlini Taxi Driver (1976), Martin Scorsese Anatomía de una relación (1976), Luc Moullet Hitler, una historia de Alemania, Hans-Jürgen Syberberg Ascensión (1977), Larissa Shepitko Queridísimos verdugos (1977), Basilio Martín Patino El cuento de los cuentos (1979), Yuri Norstein Stalker (1979), Andrei Tarkvoski Cabeza borradora (1979), David Lynch Hipótesis para un cuadro robado (1977), Raúl Ruiz El huevo del ángel (1985), Mamoru Oshii El flautista de Hamelin (1985), Jiri Barta ¿Dónde está la casa de mi amigo? 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Conclusiones provisionales:
-Carencias: de cine africano la lista sólo ofrece una película. Esto es sintomático de cierta pereza o desidia a la hora de buscar en ese continente. No es un cine muy abundante ni con muchos recursos, pero existe y ha dado películas estupendas que tenemos que buscar. El cine sudamericano también tiene una representación parca. Mea culpa.
-En mi opinión subjetiva, el país que ha ofrecido una cinematografía más rica y polifacética es Japón. Comparto con Buñuel, Kiarostami y Pasolini cierto escepticismo hacia el Hollywood clásico, considerado unánimemente por la crítica como la matriz de la que han derivado los cines europeos y asiáticos. Es una idea falsa y perniciosa, porque condena al silencio a países y décadas enteros, como los ocultos cines del este. El esquema es el siguiente: cine de Hollywood-nuevas olas europeas-nuevas olas asiáticas. Los teóricos de las movie mutations avalan esa transmigración unidireccional. Pobreza de análisis, visión distorsionada porque la lente que usamos está desenfocada...
-El cine asiático de los últimos diez años (no hablo de Kim ki duk, Wong Kar Wai o demás productos meticulosamente descafeinados y concebidos para deleite de las clases medias occidentales) presenta una vitalidad y creatividad que contradicen las hipótesis derrotistas sobre la muerte del cine, sostenidas por los nostálgicos del cine clásico y, en nuestro país, por cineastas de la talla de Victor Erice, que a pesar de sus grandes dotes creativas parecen vivir de espaldas a la revolución que se está gestando en estos momentos.
-Buena parte del cine más interesante de los últimos años no se ha estrenado en salas. De las 22 películas que propongo desde que empezó el siglo XXI, sólo 9 han llegado a las pantallas. Las otras trece han tenido una vida errática por festivales y se han distribuido a través de las redes de intercambio p2p (e-mule y similares). Las crecientes facilidades para el acceso a material hace pocosaños inhallable contrastan con las crecientes restricciones y la insuperable cobardía de los distribuidores, que sólo apuestan a caballo ganador. Sólo así puede entenderse que las últimas películas de autores tan reputados como Kiarostami, Béla Tarr, Pedro Costa o Chantal Akerman, entre otros muchos, no se hayan estrenado en nuestro país.
-La obra más corta de la lista es "Ensayos para anatomías extintas", de los hermanos Quay, que apenas dura diez minutos. Las más largas son "Satantango", de Béla Tarr, y "Dead in the land of Encantos", de Lav Díaz, de 8 y 10 horas de duración respectivamente.
Para abrir boca, os propongo ver "Rusalka", de Alexander Petrov. La técnica de animación utiliza pintura sobre vidrio. Mi favorito de Petrov es "El sueño de un hombre ridículo", también en Youtube, pero tiene mucho diálogo sin subtítulos. Buscadlo si os animáis porque es una maravilla.