Una vez escribí esto en la bitácora de un querido amigo:
"maillard mueve palabras de manera magistral. maillard conmueve palabras, las organiza añadiendo un detonador silencioso que te abre algo –¿dentro?– en el instante que las lees-comprendes. maillard pone en su sitio palabras, arrastrándolas como movemos un mueble por el piso, te raya el suelo para provocar finalmente una mayor comodidad basada en desnudar de piezas superfluas nuestra habitación interior-de-lector/a. leer a maillard te cambia. leer a maillard puede cambiarte si eres capaz de detonar-te como persona que lee y comprende. que tus pedacitos al caer se recompongan de otra forma, propone un nuevo orden que en última instancia deberá ser el/la lector/a quien determine su uso. hilos-de-maillard –voy por la página 43–, no voy a olvidarlo. ya soy otro. gracias. no necesariamente duele".
Te voy a decir cómo se abre la caja fuerte de Chantal Maillard: No hay caja. Es lo bueno del asunto. Hace ya muchos libros y artículos que la poeta ha enviado el asunto de lo que hay adentro, a la tripa exterior del mundo: una categoría más profunda y útil. Voló la barrera entre pensamiento y lenguaje.
Adentro está decir. Afuera lo que se dice adentro. Esa honestidad. Ese coraje. Afuera nos dicta adentro. Observar eso. Barajar el lenguaje como naipes, cortar.
Cortar, cortar: Acortar la distancia. Sin acotar. Leer el resultado. Destapar el juego.
Decir (hacer volar) eso. Llegar al otro, a lo otro, sin extrañamientos.
[Carcajada]. Pasar cualquier página escrita por Chantal Maillard es un acto delictivo. Hacia la siguiente. Hacia el siguiente acto. Página siguiente.
No entender sus lecturas. Atenderlas. Atender(se).
¿Qué nos dice? Esta es una pregunta fatal, errónea. Sin embargo, Maillard escribe montañas. En las montañas se viene a estar. Ella con-forma paisajes (montañas, desiertos…) y nuestra función es habitarlos como haría un animal. Sencillamente así. Cada letra, cada palabra, cada frase de Maillard es montaña (hecha y deshecha una y otra vez, por fuerzas tectónicas, placas, tiempo, acumulación, economía, residuos, lavas…). Sé animal, no persona. Lee animalmente. No comprendas cabeza arriba. Siente los pies en contacto con todo. Abre los brazos. Abraza nada, todo te pertenece, nada.
Estás en las lecturas de Chantal: un instante para comprender el eterno efímero. Desatiende tu célula, acaríciala como si de un lomo vivo se tratase. No arrastres los pies en la lectura, parecerías cansado y es todo lo contrario.
Es traductora. Una palabra parecida a tractor. Labra la página con las manos de su tractor. Inmecánicamente.
Leer vegetariano, como se purgan los carnívoros de otras lecturas. Hincarle el diente.
Una vez, paseando entre un campo de cerezos, escuché una grabación al pie de un espantapájaros horrible que reproducía sonidos de pájaros-hombre depredadores de otros pájaros: los que picoteaban las pequeñas frutas rojas. Maillard hace como los pájaros que picotean cerezas. No son textos para el mercado. Son cerezas picoteadas las que propone. ¿Nos damos cuenta de que nos está señalando las mejores, las más ricas, laboriosamente escogidas, palabras… y que denuncia socarronamente que hay que abolir espantapájaros y grabaciones?.
Burra, vacaburra, camella, búfala, rana, gata, insecta, ratona, caracol… es que la quiero mucho, aunque no la conozca (¡ja!), y estos desinsultos son para desagraviarla por el posible peso humano que tenga mi escrito, que más que un escrito, es como cuando vuelca un camión de lechugas y aparece gente a robar la mercancía. Eso no es robar.
¿Tú tienes caja fuerte?
Òscar Solsona. "Decir el hambre", pliego con poemas de Chantal Maillard y nota de Òscar Solsona. Manual de instrucciones para abrir una caja fuerte. Fundación Inquietudes.
El vértigo ocurre justo en el límite, siempre en el límite, ahí donde nuestros sensores se revelan incapaces, ahí donde empieza la ceguera. Si el poeta es tradicionalmente ciego es porque encara los abismos con su carencia misma, su carencia es la faz que presenta a lo incógnito incognoscible, y su carencia, por eso, es su don, y de ella habla; su don es hablar de su carencia desde su misma carencia.
Ch. Maillard, del prólogo a H. Michaux, Escritos sobre pintura.
No es posible pensar cor-recta-mente: con la mente en línea recta. Pensar siempre es una indisciplina. Cuando se piensa de verdad, se abre una brecha en el discurso que ya había. Se piensa con un quiebro. Y en ese quiebro, quien piensa padece el quiebro al mismo tiempo. Es él quien se quiebra, y el sentir le aporta los instrumentos para el cambio. Su mesa de operaciones está dispuesta: vivir no es suficiente.
Filosofía en los días críticos
¿Qué le saca a usted -inevitablemente- de quicio, y qué le pone -inmediatamente- de buen humor?
Las matanzas de animales, la falta de lógica de los razonamientos, los discursos mal construidos. ¿De buen humor? Un frase inteligente, o un animal en libertad.
¿Tiene esperanza?
No. Creo que hay que erradicarla, la esperanza es parte del deseo.
Entrevista en El País, Babelia, 16 junio 2007
Toda tu escritura aparece marcada por la sombra de la pérdida e incluso por un cierto trabajo de duelo. Ahora bien ¿qué trazas de sentido se inauguran en esos lugares, en su trayectoria hacia un otro espectral? ¿Y qué enseña esa herida, si nos es dado aprender algo de ella? Más aún: una vez que el dolor no tiene autor, ¿qué escribe el poema? ¿Y por qué ese querer-dar refugio a los desamparados a través de la escritura?
Sí. La pérdida. La historia de un ser humano es la historia de sus pérdidas. –Esto es una generalización, no vale sacar frases universales de acontecimientos singulares.– Así que: Mi historia es la historia de mis pérdidas. Eso está mejor. ¿Por qué? Tal vez por la costumbre del desarraigo. Nunca tuve tiempo de acostumbrarme a un lugar, a un contexto social, familiar u otro. Siempre había que cambiar, sustituir. Un entrenamiento para la muerte, en cierto modo. La muerte nunca me pareció algo natural. Al menos para la conciencia, esa enfermedad que nos hace humanos. La conciencia es la portadora de la herida: la capacidad de contemplarse a sí misma sabiendo que ha de morir.
No creo que el dolor tenga sentido, tampoco que lo procure, salvo por darnos a ver que todos compartimos la misma condición doliente. El com-padecimiento es, hoy en día, lo único que puede conducirnos hacia la comprensión de la inutilidad de los conflictos, de su insensatez. ¿Por qué añadir sufrimiento al que la existencia conlleva de por sí? Dolor, pérdida, muerte son nombres para la fragilidad que nos es consustancial, que se nos manifiesta de infinitas maneras a lo largo de nuestra vida y que nos asemeja a todos. Tal vez haga falta que los sosegados lo recuerden para que los que sufren se sientan amparados.
En En la traza. Pequeña zoología poemática sugerís que lo poemático se debe diferenciar de lo poético e incluso, a la luz de otros escritos tuyos, podríamos arriesgar que lo poemático para ti nace de distintas canteras. Trazada esta línea, ¿qué relación traza tu escritura con respecto a la poesía?
Hay en el poema algo, digamos, insuflado y algo construido. Cuando el hacer “poiético” (la poíesis es construcción, elaboración) obtura y oscurece el soplo, el poema desaparece, se queda en poesía: juego o florilegio. Toda sociedad decadente tiene sus florilegios, juegos en los que se premia el virtuosismo, es decir, la perfección del aprendizaje o, lo que es lo mismo, de lo convenido. El virtuoso es un artista cuyo arte consiste en engordar al mí en detrimento del nos que el buen poeta ha de cultivar dentro de sí. Sus composiciones son deposiciones del yo.
El poema es otra cosa. Es un oído atento. A lo otro que hay en lo que se percibe. Lo percibido anterior a su formulación. Para formularlo de nuevo, qué duda cabe, pero con sólo el in-dicio, lo in-decible por decir apenas sugerido. Pasar entre las formas como un animal entre la hierba, quedando tan sólo la fragancia en su pelaje. Una fragancia es un ritmo, un color, una vibración en curso.
Por lo que a mí respecta, aspiro a ser el humilde aprendiz de ese animal. Llegar al poema como quien vuelve de caminar por el monte con la chaqueta mojada, y la pone ante el fuego y humea, y aspira ese humo. ¿Qué palabras serían ésas?
En tu escritura, el entrecruzamiento de géneros es notorio. En Husos, por ejemplo, articulas prosa poética, reflexión filosófica e incluso un registro epistolar y autobiográfico. ¿A qué obedece esa apuesta estética? Más en general, ¿cómo se ligan en tu proyecto lo filosófico, lo poético y lo político?
No se trata solamente de una apuesta estética. La estética, si no está al servicio de algo más importante, es inútil. Mi apuesta tiene que ver con la conciencia de que las proposiciones científicas que se aplican al mundo de la experiencia no son sino una universalización de la opinión, y no tienen mayor valor que aquella. Dicho de otra manera, la certeza (episteme) que pretendía Platón no deja de ser opinión (doxa). Por muchos cisnes blancos que se puedan contar, nadie puede decir que no haya en alguna parte algún cisne negro, el cual invalidaría la proposición “todos los cisnes son blancos”. (La historia de los cisnes es de Popper, quien quiso definir las proposiciones científicas como aquellas, precisamente, que pudiesen “falsarse”: demostrarse que son falsas. De lo contrario, serían metafísicas). Por lo que a mí respecta, pronto me sentí a disgusto con mi formación filosófica cuando, en la prosa ensayística, me veía articulando proposiciones copulativas del tipo “Esto es tal y lo otro cual” sin que nunca apareciese el sujeto que dice ni el lugar desde donde se dice. Lo propio de la universalidad es obviar las circunstancias del decir. Apunté pues al acontecimiento. Toda escritura (y todo decir) es acontecimiento, y quien escribe también acontece al tiempo. ¿Por qué no decir ese acontecimiento? ¿Por qué no integrar eso que queda, que quedó siempre en los márgenes del ensayo? (De ahí el título: Husos. Notas al margen; aunque también estaba ya presente en Filosofía en los días críticos). Al convertir la reflexión en “diario”, me sentía más a gusto, la devolvía al lugar precario en el que acontece, le procuraba un espacio y un tiempo “real”. Pues nada que se escriba o se diga lo hace sin tiempo ni lugar, sin con-texto.
Poner esto de manifiesto era pues, para mí, una cuestión ética. Lo poético, en la prosa, es para mí una cuestión de ritmo. La escritura acontece con un ritmo, una respiración. Ella es la que marca las pautas.
En cuanto a lo político, el lugar de ciudadanía que tiene la escritura, supongo que tienen que decidirlo los demás en función del servicio que pueda prestarles. Las masas nunca hacen política, la deshacen en todo caso; son los individuos los que la hacen. En la medida en que vayamos trabajándonos cada cual, será más útil a otros lo que hagamos.
Si la mejor poesía deviene interrogación radical ante el mundo (desde la propia existencia hasta el contexto histórico injusto en el que nos movemos), ¿qué caminos sintáctico-estilísticos y opciones estéticas bloquean ese devenir?
Subyace en su pregunta la respuesta: todo aquello, evidentemente, que se opusiera a esa interrogación. La poesía sentenciosa, la vieja retórica, las metáforas trilladas, todo aquello que dé algo por sentado, cerrado, construido, enseñado y entendido de una vez por todas. La repetición es el enemigo del descubrimiento, salvo cuando se repite tanto que se da por olvidado.
Y, cómo no, los elogios y aplausos que se le dedica a tales obras huecas, por intereses de todo tipo.
Benjamin señalaba que sólo por los desesperados nos es dada la esperanza. En tu escritura misma hay un des-esperar… Como complemento: ¿qué lugar hay –si lo hay- para algún huso de la esperanza? ¿Y cómo se entreteje con esa otra sospecha de que los seres humanos sólo escribimos porque sabemos que vamos a morir?
Habrá lugar, sin duda. Los husos no pre-existen a las emociones; se abren en el momento en que éstas afloran -o se construyen. Si alguien se sitúa en la esperanza, ahí estará el huso. Pero, desde mi punto de vista, se trata de una emoción negativa. Quien espera, desea; desespera aquél cuyo deseo quedó insatisfecho. La esperanza es deseo proyectado hacia delante. Se lamenta lo que hubo y su pérdida del mismo modo en que se espera lo que no hay. La paz no adviene mientras se está deseando.
En cuanto a lo segundo, no estoy de acuerdo con que sólo se escriba porque sabemos que vamos a morir. La escritura es ante todo signo, o sea, instrumento de comunicación. Escribimos de muchas maneras y por muchos motivos. Por placer, también, y por descubrimiento.
Te has mantenido al margen de los clanes poéticos dominantes e incluso de grupos poéticos específicos. ¿A qué obedece esa decisión? ¿Cómo reconstruyes el campo poético español? En particular, ¿qué propuestas estéticas alternativas a la producción poética hegemónica reconoces en nuestro campo? Y ¿qué ocurre en otras regiones del mundo, incluyendo el resto de Europa y Asia?
No fue una decisión. En realidad no me he mantenido al margen; más bien puede decirse que vivo en los márgenes. Tampoco ha sido ésta ninguna decisión. Entiendo que la clave está en que no pertenezco al campo de la literatura. Mi errancia en ese territorio ha de verse más bien como una intrusión, por lo que procuro hacer a mi paso el menor ruido posible. Mi ignorancia de los asuntos que suelen tratarse en él me es de gran ayuda, por lo que la cuido como si fuese una virtud. Los grupos poéticos nacen de los intereses de los que se integran en ellos voluntariamente, y crecen al amparo de los profesionales de la literatura. Pienso que ni una cosa ni otra han de interesar a quien escribe.
En las regiones del mundo en las que los individuos sienten que hay mucho por lo que luchar, no parece que importe tanto eso de reunirse en clanes para tener mayor opción a beneficios públicos como lo de procurar que una voz se oiga, una voz, la propia, sensible e implicada. Si nos diésemos cuenta de hasta qué punto nuestro bienestar se sostiene sobre arenas movedizas, si dejásemos de revolcarnos en la charca decimonónica e ideal del “progreso” y mirásemos sobre qué se construye lo que así hemos llamado, y considerásemos lo endeble de sus cimientos, su precariedad, si finalmente nos diésemos cuenta de la urgencia del cambio, también nosotros sentiríamos que hay algo por lo que luchar y dejaríamos de lado los formalismos y otras naderías.
En la dinámica voraz que gobierna la producción poética presente pareciera que no publicar un libro por un año o no ser anto(jo)logado cada tanto (bajo etiquetas como “poesía generacional”, “poesía femenina” o algún otro equivalente rentable) se convierte en una carta de defunción, al menos para el público, los críticos, los editores… ¿cómo evalúas estas prácticas poéticas hegemónicas y qué relación se plantea entre éxito editorial, mercadotecnia y poesía?
Nada de lo que hagamos, digamos o pensemos hoy en día queda fuera del sistema de consumo, es un hecho. Si alguien quiere divulgar lo que hace tiene que pasar por él de alguna manera. Y la sociedad de mercado, lo sabemos todos, trabaja con valores cuantitativos, no cualitativos, esto también es obvio. En esta dinámica, al escritor que no publica un libro por año le pasa lo mismo que al director de cine que no exhibe una película por año: en seguida son otros los que llaman la atención y ocupan los escaparates. Las editoriales, por ello, buscan autores fértiles que les aseguren una continuidad. Para ayudar al sector, las instituciones públicas reservan ayudas y dotan premios que no pueden quedar desiertos y serán publicados en las editoriales que, como cualquier otra empresa, no pueden parar la rueda de producción. Como consecuencia, sale un montón de basura que entorpece la mente y el criterio aún sin formar de muchos jóvenes lectores. Los poemas comparten, en esta feria, la suerte de cualquier otro producto, corren el riesgo de convertirse en un producto kitsch, aquel cuyo valor se cifra en la apariencia, es decir, en su parecido con un supuesto producto original.
En relación a lo precedente, ¿cómo sustraer el propio ritmo de creación de esas exigencias externas, fijadas por los mercados editoriales actuales? ¿Qué auto-limitaciones éticas cabe ponerse aquí y, puesto que en términos poéticos siempre fracasamos, cómo sobrellevar el fracaso mejor?
Las limitaciones se imponen por sí solas para quien no hace profesión de su escritura. Supongo que quien quiere vivir de ella lo tendrá más difícil.
¿Qué universo de lecturas –filosóficas, poéticas o de otra índole- te han marcado especialmente en tus diálogos internos y en tus búsquedas literarias?
Después de las lecturas, digamos, de iniciación, que me hicieron introducirme a la escritura novelística, a los catorce años descubrí la filosofía de la mano de Platón, Aristóteles y Pascal, sobre todo y, casi al mismo tiempo, la literatura y la poesía francesa. Villon, Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Apollinaire, etc. Lectura y escritura siempre fueron paralelas, en mi caso. La lectura es un detonante; no hubo libro que no fuese pronto abandonado y reemplazado por el cuaderno o la hoja de papel, y más prontamente cuanto más interesante fuese la lectura.
Debo decir que la filosofía siempre continuó siendo mi principal centro de interés. Después de la occidental, la oriental. Y como no hallaba aquí respuesta a mis preguntas por las fuentes del pensamiento, después de doctorarme, fui a buscarla a la India. Al cabo de muchos años de idas y venidas allí, mis “diálogos internos” terminaron con lo que puede apreciarse en los Diarios indios: una verdadera catástrofe para aquel que habla, que escribe y que dice “yo”.
No ha habido, en mi caso, ninguna “búsqueda literaria”, al menos de la que sea consciente. Mi búsqueda fue de otro tipo; no sé si puede considerarse filosófica, tal vez sí. Conducida siempre, en todo momento y adondequiera que fuese, por un intenso deseo de conocimiento. Preguntas informuladas. Metafísicas. Nunca me abandonaron… hasta hace muy poco. El descubrimiento del sujeto metafísico en mí ha sido algo así como una revolución, o una involución, si se quiere, puesto que desemboca en el cuestionamiento del lenguaje. Entonces me dediqué a llevarme la contraria. Es sano. Me ocultaba detrás de la puerta para verme llegar. Ahora sé quién viene, y también quién se oculta, aunque no siempre sea evidente. Me es difícil componer una frase, tardo mucho porque las tacho una tras otra y lo que queda, es por cansancio.
La búsqueda literaria, de haberla, es búsqueda del detonante. Me resulta cada vez más difícil encontrarlo en los textos. Es algo así como una secuencia rítmica, no poiética.
La labor poética es ante todo un trabajo interior. Cuando éste se realiza –y por lo general dura toda la vida–, la poíesis (la construcción formal) es algo que viene por sí solo, por añadidura.
El observador necesita tomar distancia, y tú misma te posicionas ahí. ¿Qué lugar hay para ese otro-mí, para un sujeto capaz de cierto goce, como partícipe de la escena que también nos es dado observar?
Ésta es la trampa, precisamente: al observarse a sí mismo, el observador topa con un límite; si lo franquea, verá repetido su gesto –el de observar– en una cadena de espejos infinitos. Cuando el observador observa, se crea una distancia entre él y su objeto de observación. Esto funciona igual cuando el objeto de observación es él mismo –en tanto que sujeto observador, me refiero. Porque en realidad hay muchos sujetos, tantos como acciones hay a las que le adherimos la conciencia del yo. Así que se crea una distancia en uno mismo –¿uno mismo?– (esto es lo que me ocurre, me es difícil quedarme en la frase, siempre hay algún concepto que entorpece y no me deja seguir. Entonces hay que recoger el aliento, como un hilo de saliva, y conducirlo por otro lado) Así que se crea una distancia: el observador observa el mí. Es la distancia del verbo, si se fija. Pero ¿acaso no forma parte del mí, ese observador que observa? Si ha formado pliegue, sí. En cuanto forma pliegue, es decir, repite, se acostumbra a un cierto gesto, entonces ya tenemos el mí. Así que el observador es ya parte del mí. Por tanto, es susceptible de ser observado. ¿Quién o qué observa el mí (el mí-observador) observándose? Ya hemos iniciado la sesión infinita.
Para participar de la escena, para jugar su papel sin conciencia de que lo juega, debe volver a la “normalidad”, que es la identificación con el gesto, mental y físico. La identificación va acompañada de todo tipo de modificaciones emocionales, todas salvo el goce, en realidad. El goce es otra cosa, tiene que ver con la paz. En la identificación no hay paz. Para hallarla, es preciso volver a la condición primera, la inocencia. Un estado en el que no hay distancia, pero tampoco hay identificación. Hay que saltar del lado opuesto, digamos.
En varios pasajes, destacas la mirada neutra de los búfalos (que pudiste ver en India). Podríamos sospechar que bien podría llegarse a esa mirada a través de (o en) la poesía… Ahora bien, ¿cómo se liga esa mirada con una exigencia ética y política de solidarizarnos ante el dolor del Otro, que demanda una toma de partido más o menos explícita?
La toma de partido no es, aquí, una medida de fuerza. – Cuando digo “aquí”, me estoy refiriendo a la andadura “espiritual” o como quiera llamarse lo que algunos pudiesen entrever en los escritos aludidos – Al menos, no de fuerza armada contra (unos u/y otros), sino, más bien al contrario, una medida de fuerza interior. Es una ganancia no exenta de derivaciones en la praxis. Si nos referimos a la experiencia del poema, recordaremos aquellas palabras que Anna Ajmátova refería al inicio de su Réquiem:
“Diecisiete meses pasé haciendo cola a la puertas de la cárcel, en Leningrado, en los terribles años del terror de Yezhov. Un día alguien me reconoció. Detrás de mí, una mujer –los labios morados de frío– que nunca había oído mi nombre, salió del acorchamiento en que todos estábamos y me preguntó al oído (allí se hablaba sólo en susurro): –¿Y usted puede dar cuenta de esto? Yo le dije: –Puedo. Y entonces algo como una sonrisa asomó a lo que había sido su rostro”.
La existencia es sufrimiento, como enseñaba el Buddha, lo cual por otra parte es de una gran obviedad. A algunos nos es dado tomar conciencia de ello y com-padecernos. La com-pasión (cum-pathos) es distinta de la “solidaridad”. Se trata de padecer con el otro, no de hacerse un bloque defensivo u ofensivo (sólido). Por supuesto que hay acciones políticas que puedan y deban realizarse a partir de allí. Yo me contentaría con que todos pudiésemos lograr un grado de compasión suficiente como para que estas acciones no fuesen necesarias.
En cuanto a los animales, sean búfalos indios, vacas pirenaicas u otros, su mirada más que cualquier Tratado me enseña lo que somos y la humildad con que recibirlo o combatirlo.
En el prólogo de Diarios Indios apuntas: “(…) en Bangalore me inicié en la dureza de la compasión y comprendí que ese sentimiento nace más de la fiereza que del dulce y decadente apiadarse de la burguesía cristiana...”. ¿Podrías hablar de ese hontanar de fiereza, de esa roca dura o roca madre de la que surge la compasión tal como la entiendes?
Hay una gran diferencia entre la piedad, tal como suele enseñarse en las escuelas católicas para hijos de gente “bien” (bien… situada, se entiende), y la compasión. Cuando alguien “se apiada” de otro, queda situado en su propio lugar, no se desplaza, mientras que el que padece con otro ha debido desplazarse, dar el salto, ése que le permite ubicarse en el otro y sentir con él, en la medida en que esto sea posible. Porque, ciertamente, hay impedimentos: nadie se duele por otro en su propio cuerpo. Sólo es posible la recuperación del recuerdo del dolor, por lo que éste aparecerá en la mente, no en el cuerpo, salvo por lo que las células son capaces, igualmente de recordar. La compasión, pues, es inevitablemente un movimiento de retrotracción y de proyección. No obstante, en cualquier caso, está muy lejos de parecerse a la estimulación de aquel sentimiento kitsch que se traduce en frases como: “¡Ay, pobrecito, qué lástima me da!”.
Hay quienes prefieren no ir a India porque no pueden ver, dicen, la miseria que hay allí. Es respetable. Pero “la miseria”, la concebimos desde nuestros parámetros, y mucho podría hablarse al respecto.
La compasión es un sentimiento fuerte porque supone situarse donde está el otro y con-vivir con él, desde él. Situarse en la herida ajena puede hacernos descubrir que la miseria no está donde la poníamos, lo cual es bastante incómodo. Porque hay sonrisas que florecen en el dolor y que nosotros ya no conseguimos que germinen en nuestras tierras saturadas.
El verso que da fin al intenso poema “Escribir” de Matar a Platón dice “...escribo para que el agua envenenada pueda beberse”. ¿Qué tipo de alquimia operaría la escritura para convertir ese agua en potable y cuál es, en suma, ese agua que todos hemos de apurar?
En este punto, a la universalidad del poema a la que hemos de aludir, su capacidad para apuntar a lo universal a partir de lo singular. Hay en el ser humano una capacidad, digamos, de intercordialidad. Podemos vibrar, como les pasa a las guitarras, cuyas cuerdas vibran, sin ser tocadas, en el mismo tono que el de la cuerda que ha sido tañida en otra. Tal duelo, entonces, se abrirá en nosotros con algo más, una sensación bienhechora que proviene de la conciencia de un “nosotros”, saber que la condición de fragilidad nos pertenece a todos y que el cuidado mutuo es lo único que puede hacernos sobrellevarla entre todos. El poema, al ser entonado, tiene la capacidad de despertarnos a ello.
En Diarios Indios, en el capítulo de Benarés hay varios ghats que dejas en blanco como MUNSHI GHAT ó SANKATHA GHAT entre otros. Suponiendo que esos vacíos son deliberados, ¿qué significados adquieren para ti?
Cuando me planteé aquel periplo por los ghats, la idea era escribir lo que viese en cada uno de ellos. Es una pequeña historia de la mirada, la mía en otros y la de otros en mí, sobre mí, la sensación que me producía. Un paseo por los ghats de Benarés es algo extremadamente visual. Así que permanecía un tiempo en cada uno de ellos, y si alguna cosa me llamaba la atención, la reflejaba en el cuaderno. En esos ghats que indicas, puede que nada me llamase la atención en ese instante, o también puede que estuviese demasiado cansada para referir sus llamadas, o que quedase la conciencia en su desnudez, ahuecada bajo el sol. No lo recuerdo. Fuese lo que fuese, no podía dejar de mencionarlos puesto que me había situado en ellos. Había que dejar constancia al menos de la estancia. Y estancias eran, como las de un vía crucis, mis detenciones en cada ghat. Así que antes de pasar al siguiente, escribí su nombre.
Para terminar un itinerario interminable: ¿qué representa India en tu escritura? ¿Qué desplazamientos semánticos ha producido con respecto al modo de concebir el “yo” y los “otros”, en suma, con respecto a la posibilidad misma de convivencia?
Para contestar a esta pregunta, quisiera tomarme una licencia: la de cerrar la entrevista con unos fragmentos de Adiós a la India, el diario de mi último viaje allá:
“Volví sobre mis pasos, esta vez, para enfrentarme con algunas de mis antiguas formas de mirar: la mirada aventurera, la investigadora, la mirada ingenua, buscadora de tesoros interiores, la estremecida, apasionada, conmovida, la esquiva o avergonzada, la compasiva, la serena y contemplativa. Volví para ponerlas en jaque y averiguar su resistencia. Bien sé que no existe el ojo inocente; aún así, la neutralidad fue la actitud con la que deseé realizar el viaje en esta ocasión. No sé si lo logré o si no pude evitar el sesgo que me indujo a comprobar el deterioro de la cultura india y a valorar la rapidez con que, al contacto con los valores de Occidente, está perdiendo su homogeneidad.
[…]
Sin duda, todo cambia, y no quisiera pecar de ingenua pretendiendo que una parte del mundo se preserve bajo una urna de cristal a la que unos cuantos nostálgicos pudiésemos acudir cuando nos asaltase la añoranza de algo “puro”, “original” o “genuino”. No. Esto iría en contra de la propia voz de la India, de su antigua cosmología que tan espléndidamente ha sabido enseñarnos la evolución de los ciclos. Sin embargo, me resisto a pensar que no hay parcelas que debieran respetarse por el bien de todos, en concreto la de ciertas formas antiguas de hacer –eso a lo que nosotros llamamos “artes”– que nos ayudan a sobrevivir en un medio inhóspito en el que tan difícilmente nos adaptamos y del cual, a diferencia de otros seres, no parece que nunca hayamos formado parte.
La voz de este diario responde a una mirada desencantada. A una escucha, también, y una sensibilidad temerosa ante la perspectiva de que pueda perderse algo que transformó la vida de muchos de los que viajamos allí. Si me preguntan qué es ese algo, yo diría que un ritmo, el del remo hendiendo las aguas, el arrastre de las chanclas, el paso de los búfalos dirigiéndose al río, la recitación de los versos sánscritos, por ejemplo. Un ritmo es suficiente para in-formar el alma aun cuando la palabra alma ha perdido el sentido. Si la vibración producida por el paso rítmico de un ejército puede hacer saltar un puente, también puede crearlos. Un ritmo, estoy segura, es suficiente para salvar el mundo. Ese ritmo merece recordarse. Creo que ese fue mi empeño, y creo que por eso vuelvo a India una y otra vez”.
Por eso y, debo añadir, porque de lo poco que he aprendido en esta vida, lo mejor y más importante, me lo enseñó la India.
"El no saber cargado de compasión". Conversación con Chantal Maillard, entrevista de Laura Giordani, Arturo Borra y Víktor Gómez, Manual de instrucciones para abrir una caja fuerte, Fundación Inquietudes.
Imágenes: cuadros de Zao Wu-ki
Bola extra:
Entrevista a Chantal Maillard en Conocer al autor
Chantal Maillard en los Martes literarios de la Universidad Menédez Pelayo, 7 de septiembre de 2010.
Juegos de magia
71 comentarios:
Ésta es una entrada especial porque se dan cita muchas cosas muy queridas, y porque ha sido posible gracias a personas que escriben o han escrito en esta bitácora: Òscar Solsona (mi hermano búfalo), Laura Giordani, Arturo Borra y Víktor Gómez.
Creo que voy a ser redundante pero aún así lo diré: creo que el texto de Òscar Solsona es una pequeña obra maestra y que él es un poeta inconcebible, absoluto, cuando calla y cuando habla: lo es constantemente, algo que desconcertará sin duda a los profesionales de la literatura (a la que creo que, afortunadamente, nunca pertenecerá).
En su texto sintetiza lo que significa la escritura de Chantal Maillard y lo hace con palabras exactas y bellas: recién cogidas del árbol: palabras-pan-recién-hecho, escoradas al lado-dar de la vida (que él conoce y cultiva tan bien).
La entrevista me parece sensacional tanto en las preguntas como en las respuestas. El trabajo de Laura, Arturo y Víktor ha sido impecable, y es de agradecer cuando una entreviesta parte del conocimiento de los libros y no, como suele ocurrir en las redacciones de prensa, de una búsqueda rápida en Google. Aquí cada pregunta está meticulosamente "armada", concebida y estructurada.
Por todo esto, mi agradecimiento a todos ellos por este extraordinario regalo.
El corazón se sigue haciendo...
abrazos
Ua, que intenso... Sí, es una obra maestra lo de Oscar, qué bien escribe y qué apasionado es (no me extraña que seáis un poco familia kármika o algo parecido...). Stalker, me sacudes y me enamoras de Chantal, porque es cierto que es grande, pero a veces te da muy fuerte en los morros, yo también la insultaría un rato bien a gusto.
Me ha pasado con esta entrada como con algunos libros. Empiezo a subrayar y subrayar y al final no hay selección posible. Es mucho más lo subrayado que lo prescindible, como aquí, donde nada lo es. Me habría gustado destacar algo, comentártelo, hacer una pequeña paráfrasis. Imposible. Así que sólo tomada al azar, una, entre tantas, de las frases para admirar, mirar y remirar, leer y releer de Ch. M.: su don es hablar de su carencia desde su misma carencia.
Por lo demás, excelente entrevista, personalísimas, solsonísimas, únicas, como siempre, las palabras de O.S.
Besos.
qué voy a decir. que muchas gracias, que chantal es mastodóntica y no pesa. que es un placer compartir con víktor, laura, arturo y los que hicieron esos pliegos...
con todos vosotros...
y que, sí, el corazón se sigue haciendo...
vaya bolas extra que tienes,
besos,
ò.
Extasiada. Estaba buscando la palabra adecuada para decirte como quedo al leerte, unas veces más otras menos, pero qué importa el grado.
Quedo extaisada, embelesada...
Un abrazo Stalker y como siempre, te do las gracias por todo lo que me aportas.
Poca cosa diré, no sé extenderme, pero "escuchar" a Chantal ha sido como regresar a casa y reoler una fragancia que llevas anhelando desde hace mucho, desde que decidí marchar por la vida carente de palabras por esa misma carencia(ah, no hay don, hay pérdida sólo).
Si me extiendo es porque su vibración me extiende, su ritmo vibra y no puedo elogiarla ni insultarla, sólo taño.
Genial Òscar en su escrito, eso debería ser una "crítica", un acercarse como él hace, visceral e hilarante.
Besos
Stalker un abrazo.
Esta entrada es genial, pero debo de tratarla como se merece.
En mi bolso esta el libro de Husos lo estoy leyendo. No puedo definir la poesía de Chantal. Es estremadamente bella y profunda.
Un abrazo.
Ramón:
es intenso, sí, y Òscar tiene ese don de la carencia, es un ser que carece, que adolece, que está siempre en falta; lo diré:
un ser que no está "donde hay que estar",
por eso da tanto, por eso su vuelco es dar
Agradezco que veas una unión kármica: existe por el lado animal. Por lo demás él es un poeta integral, es un poeta más allá de las definiciones y los dictados de la tribu (me apresuro a decir que yo no lo soy, y lo digo con humildad).
No sé si Chantal es grande. Yo la veo pequeña: extremadamente pequeña y oblicua. Los poetas Grandes viven en la Corte. La Grandeza exige pleitesía. A Chantal, en cambio, uno le compraría un globo o una piruleta, o le acercaría un árbol y un animal, porque es ahí donde respira.
Es muy curioso que en un país con miles de poetas, donde tantos y tantos escriben poesía, ella sea la única que ha renegado de esa condición: afirma no ser poeta. Sólo conozco un caso parecido: el de Henri Michaux (belga también), que también se negaba esa etiqueta y decía ser un "sismógrafo". Sismógrafos ambos de la condición humana, del común padecer y el "eterno efímero".
"Te da fuerte en los morros", es cierto, lo que dice incomoda. En el epílogo de "Contra el arte" (libro que si mal no recuerdo has leído), titulado "Acerca de los textos" hay una muestra de la incomodidad que generan sus intervenciones públicas, en algunos; también en segunda bola extra de esta entrada, donde se la acusa de sembrar "la tristeza, el caos y la destrucción" a su paso.
Incomoda a quien se atrinchera en la Belleza, en las verdades unívocas, en las estructuras cerradas, en "eso" que se visibiliza y se transmite desde un lenguaje de poder.
Pero es saludable bajarnos de las mayúsculas (de la Luz, de la Belleza y la Verdad), descubrir la endeble argamasa que las sustenta y mancharse los pies en el barro: esa vida.
Yo agradezco ese aprendizaje, intensamente,
un abrazo para ti
Bel M.:
me ocurre igual con muchos libros; al final dejas de subrayar porque subrayarías el libro entero. Confieso que esto me ha pasado con Simone Weil, con Lispector y con Maillard, a las que me gustaría considerar mi particular triángulo de las Bermudas espiritual, entendiendo lo espiritual como una inmanencia, una hospitalidad que nos acoge más allá de lo gregario.
El hermano búfalo es solsonísimo: un ejemplar único: un animal que salta sobre su propia sombra y multiplica los panes y las bayas.
Quizá él no se ha dado cuenta, pero en su texto está, en entraña, en invisible raíz, el ritmo de la escritura de Chantal. Se aprecia en quiebros, torsiones, giros, en la cadencia rítmica que lo recorre. Es algo sutil pero yo lo veo. No imitación, por supuesto: introyección del aliento otro, del aliento del Otro que se nos traduce en el pulso de escritura.
Al final has hecho la paráfrasis más bella posible: el acompañar, la hospitalidad y la delicadeza,
un abrazo fuerte
Hermano búfalo:
no diga que no sale vuecencia fermoso en el augusto trance de engullir la Hogaza consagrada...
palabras-pan-recién-hecho, como las tuyas, se avienen a esa instantánea jovial y a esa cercanía.
Tengo bolas extras y más de una flecha en mi carcaj, pero tú eres un rastreador más avezado.
Escribiste un texto impecable, increíble. Nadie podía hacerlo así salvo tú. Nadie podía acercarse a esa escritura con esa precisión de rastreador que no quiere incomodar al animal al que acecha: tan sólo cuida sus pasos, se acompasa con él, se adentra,
es un gran privilegio que lo compartas con nosotros, que nos des el pan de palabra y la vida en pedazos,
un abrazo, animalhermano
Madison:
gracias por el ex-tasis, por la salida de sí, la salida de ti y la llegada al nos que nos vamos siendo, ahora y aquí.
Queremos cuidar tu embeleso como a un animalito que acaba de salir al sol, un pequeño topo aún deslumbrado, de hocico trémulo y húmedo.
Aquí tienes pan, cobijo y morada.
Pero no es mío el mérito:
el corazón se hace entre todos,
un abrazo
Raticulina:
tañes en la extensión y en la in-tensión, en la fractura de la escucha te acogemos...
Tus palabras son hermosas, las dejo crecer en su resonancia, en el tañido-tejido de su cuerpo vibrante, en el cauce que nos lleva al unísono donde morar, los márgenes para el aquietamiento, la madriguera para el íntimo derrumbe y el sosiego.
Tus palabras, como las de la entrevista y las de monsieur Solsón, quieren clausura y silencio, río arriba, regazo abajo.
vivimos, vivimos,
un abrazo
Lola:
estoy de acuerdo contigo, creo que esta entrada es maravillosa. Y que crece a cada instante y nos salpica de barro.
Tenemos que chapotear en ella. No hay miedo.
Esperamos tu regreso,
abrazos
No tengo caja fuerte. Tengo caja débil. Porque no tengo la fortaleza suficiente como para soltar mi caja.
Adentro de la caja hay muñecas de tela, hormas de zapatos pintadas con mariposas, lápices de casi todos los colores (y hasta que no logre eliminar el "casi" seguiré coleccionando lápices, o sea, hasta el fin de mis días), imágenes que no puedo quitar de mi cabeza, libros marcados de los que no podría deshacerme.
Sé que debería soltar la caja, las cosas de la caja, mi deseo y la esperanza que habita en mi deseo que no puedo soltar.
Sé que así saldría de mí misma para estar, disuelta, esfumada, en el otro, compadeciéndolo en línea horizontal, en sus zapatos.
Sé que debería quitarme la rabia, la que me da la poli que irá a meter presos a los que se roban la lechuga que cayó del camión.
No, eso no es un robo. Es apropiarse de lo que es tuyo, es recuperar lo que te robaron, a vos.
Parada sobre la pila de cadáveres de los '70, debo entender que el único instrumento de combate viable es la palabra. La palabra-detonador, fuera del círculo endogámico de los consagrados que apestan, lejos del centro donde se depone el yo, pero para deponer ... caca.
Tengo derecho también a quedarme en silencio, porque lidiar con mi propio cuerpo ya es demasiado. Pero pienso, después, que estar vivo es estar sólo un rato en un lugar donde la mayoría de la gente la pasa extraordinariamente mal y algo debiera decirse sobre eso, no en línea recta (para convencer al convencido), sino oblicuamente (para seducir al que duda, para enamorar al enemigo o multiplicarlo en número).
Y que decir (de adentro hacia afuera y en diagonal) es el primer paso para hacer. O sea, la pálabra no sólo como un bálsamo sino, también, como un revólver.
Sé que oscar está hecho de una materia de otro orden (no es ni el poli ni el ladrón, es la lechuga). Mientras leía la entrevista me decía a mí misma: "pero es que las preguntas son formidables, también". Y sí, ahora sé quienes las formulaban, disparando al centro del asunto.
El asunto es la herida de la pérdida. No hay otro asunto para mí, desde el principio. Ese desamparo, esa soledad por momentos enloquecedora.
Y solo tenemos las cosas de la caja débil, la palabra que no se trafica, los ojos de los animales y el tacto. No es poco, para este rato violento que pasaremos aquí.
Y a nosotros mismos, también, nos tenemos. No en grupos, sino en estas cuevas.
Gracias por hacer, adentrarse y compartir.
Estoy en el ciber. La grabo en un usb y me llevo la entrada a casa, para leerla tranquilamente con té verde y aliento.
Mariel:
tu caja débil es también la caja de Pandora: todos los animales y los vientos están ahí, a punto de desencadenarse e irradiarnos de vida.
Pocas cosas están tan vivas como tu caja débil llena de tesoros.
No pensar en línea recta, Mariel, sino oblicuamente. Bellísimo. A mí me lo enseña un murciélago de peluche que cuelga de mis estanterías, cabeza abajo: un maestro atinado que me sabe decir.
Precisamente Chantal habla de algo parecido en "Filosofía en los día críticos":
302
"No es posible pensar cor-recta-mente: con la mente en línea recta. Pensar siempre es una indisciplina. Cuando se piensa de verdad, se abre una brecha en el discurso que ya había. Se piensa con un quiebro. Y en ese quiebro, quein piensa padece el quiebro al mismo tiempo. Es él quien se quiebra, y el sentir le aporta los instrumentos para el cambio. Su mesa de operaciones está dispuesta: vivir no es suficiente".
La palabra detonante y que nos detona, que nos impulsa a la acción. Palabra o verbo que saltan al mundo para arrancarle esquirlas: metralla de palabras contra los muros de todo tipo.
Òscar es la lechuga y nosotros los rumiantes.
Las preguntas de la entrevista son formidables porque han sido formuladas por poetas excelentes que, en este caso, además, son increíbles lectores de Maillard: la han leído y preguntan desde dentro, desde el arraigo, entonados a un ritmo; no es una entrevista al uso, y por eso sacan lo mejor de ella: agua viva. Es una entevista preciosa en su vaivén pregunta-respuesta, y uno querría que no acabara.
El asunto es la herida, sí. Ésa que no queremos ver. Esa herida de vida que tantos se obstinan en negar "formando un núcleo defensivo u ofensivo (sólido)", porque ver, acceder a esa desnudez, nos duele o nos ciega.
Ésa y no otra es la razón que la virulencia que el discurso de Maillard despierta en muchos (véase final de la segunda bola extra).
La ceguera es la consigna de nuestra sociedad burguesa.
Y tenemos que demolerla, demoler las posiciones de fuerza, el penoso "cada uno en su lugar".
Para eso tenemos estas casas o cuevas.
Acerquémonos,
no hay miedo que valga,
abrazos y abrazos
Ana:
espero que tu lectura y tu té sean ricos y llenos (estoy seguro) de aliento.
Y me gustaría que nos dejaras tu aliento-palabra, que comentes esta entrada cuando puedas. La dejaré unos cuantos días y así tendrás tiempo.
Todo el tiempo y el aliento.
abrazo fuerte
De alguna manera, entiendo que el lenguaje de Maillard encuentra cisnes negros y renuncia, provisionalmente, a los blancos.
Es como intentar llegar hasta ese lugar donde están los cisnes negros, o al hueso.
Pretender que el baguette de Öscar, entre. Y quién sabe, quizá, en el lenguaje de Mme. Chantal, sea posible.
Un abrazo.
sois unos burros, burricos, burracos, malditos burros! bestias inmundas, ratas ponzoñosas, serpientes viperinas, viboras! malditas viboras cobrizas, reptando por entre las heridas, artropodos asesinos, mereceis el desprecio de los hombres, pezuñas gastadas, cerdos asquerosos, mugrosos seres, putos cerdos malolientes, de lo profundo del bosque eructais salvajismo... berracos, burros inutiles, ignotas bestias, arrastradas... piojos insignificantes y todo eso...
bufalos pastando, automatica basura la nuestra, a sangrar! hermanos humanos a sangrar! blablablaaaa, blablablaaaa, beeee, beeee, beeeeeee! Gregarios homoformes, antropofagos, la panza elefantiasica, deforme cavidad... nuestra gruta de baba! A cantar! a cantar! gritemossss...Viva Solsona, Viva Padre Ubu, Viva Maillard, Viva Antonius! Viva la puta que nos pario!
Me encanta tu confesión y coincidimos del todo, también con Simone Weil, "aquella muchacha que trabajaba en la Renault", como me dijo un viejo militante del Poum que una vez me adoptó.
Curiyú:
yo creo que la entrada es posible, una vez descubierto el detonante, el ritmo, la inclinación...
Creo que esa baguete entra, y que la escritura de Maillard también entra: sólo hace falta darse el tiempo, saborear.
Me ha gustado lo de los cisnes negros, sin duda es así,
un abrazo
Bashevis!
Entro en el frenesí de tu palabra: me arrojo al fuego y respiro el ancho infinito de la rueda de las metamorfosis.
"Soy un animal enloquecido
que danza sobre el fuego de su propio nacimiento."
Ch. Maillard, Lógica borrosa
Me has recordado a nuestro querido amigo Isidore Isou: te acercas a la pulverización del lenguaje, al tuétano molido y nutritivo.
Me sumo al coro de aullidos y celebro la fiesta de tus palabras y lo que planea sobre ellas.
¡Ya sólo falta que leas la entrevista!
;)
salve
Bel M.:
es que Simone Weil es... bueno, no sabría decirlo pero lo siento, lo siento.
Estoy encantado con mi triángulo de las Bermudas: sé que son tres voces, tres mujeres, a las que leeré siempre y que me darán cosas que ningún hombre-autor me ha dado nunca: esa tensión del lenguaje y del pensamiento, ese habitar los márgenes y esa forma de avanzar con delicadeza, calcinando estructuras, dejando un rastro de combustión e intimidad: tierra quemada que sin embargo ellas han roturado con fuego-de-vida, para que el regazo y caer sea posible, para la salvación.
En el centro de ese triángulo, donde convergen esas fuerzas, quiero fundar mi morada.
Y será alegre; estará poblada de canciones,
abrazo fuerte
Te agradezco tu llamada al hilo de la compasión. Lo que he encontrado aquí va más lejos de lo que se encuentra. Es un lugar para volver y volver, una pequeña India destilada.
Gracias a todos los que lo han hecho posible y a ti por mostrarlo.
Aquí habría demasiadas cosas que decir para un comentario mío. Sólo te daré las gracias por ponerlos. Me ha encantado -por sorpresa, porque apenas sabía de él- el texto de Ramon Solsona y su final.
Y todo lo que sigue
Nán:
gracias a ti por encontrar el hilo, la sutura, en esta lengua nueva que vamos desanestesiando e invocando para una alteridad venidera:
palabra-corteza-de-árbol, palabra que nos dé calor, entrañada, resina de vida que asciende, asciende, desde la entraña que nos recorre y nos hace signo, nos inscribe en el cuerpo que balbucea y quiere decir el hambre, la desazón que nos une y que un día sabremos cauterizar
pero será en la sutura, en el "entre", en un pliegue mínimo,
nunca en la posición de fuerza del uno aislado, impermeable a la llamada del otro,
abrazos
Belnu:
son demasiadas cosas, ésta es una entrada-río en la que creo que aún no hemos entrado, no terminamos de entrar (Mariel sí lo ha hecho, pero ella es un pájaro sabio que habla desde su quiebro y ya mencionó la pérdida: el andamiaje estructural que sustenta, acaso, todo este corazón que piensa de la escritura de Chantal y del hermano búfalo).
Por eso, contrariando el ritmo habitual, dejaré esta entrada bastantes días, esperando que algunos volváis a comentar, ahondar, a transferir, compartir, cantar,
y para dar el tiempo a otras miradas y escuchas que sé que van a venir a sumergirse en estas aguas (búfalos ellos, también)
me gustaría entrar en materia, en el calor del texto, buscar sus nervaduras y seguirlas hasta el origen y la difuminación del origen,
un abrazo
Si la conciencia es la portadora y el dolor no tiene sentido, ¿tiene sentido la conciencia?
Esa concaminación del compadecimiento que Chantal marca posee algo de corona de espinas. Me inquieta en su construcción voluntaria. ¿O sería a la vez involuntaria?
Creo que todo tiene que ver con la falsa composición del yo y su trazado circular respecto al resto de animales. Las confusiones de los egos y el error al que induce la piel.
No estoy seguro de esas composiciones del yo y por tanto no lo estoy ni de las utilidades de la estética ni de sus inutilidades. Lo estoy más en la ausencia de muros entre certezas y opiniones.
En la deconstrucción absoluta de la esperanza también existe la posibilidad de encontrar su cisne negro. Esa deconstrucción se inicia de la proposición copulativa y de nuevo se borra la distinción entre lo físico y lo metafísico. De lo contrario, ¿o serían también físicas?.
Los textos que producen más preguntas que respuestas. Válido. Los que animan a seguir escribiendo en la soledad del náufrago forzado. Muchas muchas gracias por el aviso, amigo Stalker. Y gracias a los autores por la genial entrevista.
Querido Stalker, recién ahora leo esta entrada, compuesta por algunos textos que ya conocía pero que, en su conjunción, aproximan a esa escritura horadada que marca a Chantal. Escritura que duele abajo porque se ha arrancado al vientre, a los animalitos que sollozan sin poder decirse, en la demora del hambre.
Lo de Óscar, como siempre, personalísimo, jugado, sustraído al decir políticamente correcto, ese habla eufemizada que desconoce en este caso el hueco desde el que se habla y el valor vital de lo poético.
En cuanto a la entrevista ésta es la primera versión. En la pequeña publicación aligeramos algunas preguntas -a posteriori-, porque no perdían su sentido y reducían una cierta densidad presente. Como sea, las respuestas de Chantal no sólo son lúcidas. Son desafiantes, sacuden ciertos presupuestos y evitan toda auto-mitificación, lo que es de agradecer.
Los demás textos tampoco tienen desperdicio. Acercan a esos rumores de caracol que nos hacen zozobrar por la noche.
Gracias por compartir toda esa indefensión que aproxima a Maillard.
Va un fuerte abrazo,
Arturo
Las palabras de Oscar son un poema en sí. Totalmente cierto. YO recuerdo como si fuera ahora mismo, cuando Oscar presentó a Maillarde en Valencia. No estaba escribiendo poesía la estaba representando. Fue tremendamente bello escuchar a Oscar al lado de Chantal, realzando la poesía de Chantal. Fue espléndido.
Nunca lo olvidaré. En serio lo digo.
La entrevista que han hecho estos monstruos es una maravilla.
La lucidez de Chantal es aplastante.
Gracias por acompañarme con estos encuentro "Maillard-ianos". Mientras leo, escucho la respiración pausada de mi hijo que duerme. Es un momento tremendamente poético.
Los cuadros que pones son bellísimos.
Chantal Maillard no necesita antologías, ni grupos poéticos. Ella es única. No es posible enmarcarla en ningún grupo de poder mediático. No lo necesita. Es la mayor poeta que tenemos en todos los sentidos. La más completa a mi parecer, y nadie se lo puede quitar.
Un abrazo grande
Alimentarse de Pan o de Chantal.
cerezas con nuez esta mañana, de las que saben renacer (anoche comí hoy vuelvo a comer). Entrañable regalo, no sólo Maillard, sino las personas por quienes descubrí a Maillard: Laura, Arturo, Víctor, vos, Oscar, mis ghats hacia Maillard. Como a Bel, no sé qué entresacar, cada frase es un trozo de camino, un escalón hacia..., desde la pérdida hasta el ritmo... Con CHM siempre me ocurre : ¿cómo conoce mi corazón, mi alma? Siempre abriendo brechas, con pequeñas palabras, sin grandilocuencia, prestándonos llaves, dibujándolas, para abrir las cajas o no (indispensable la caja de Pájaro de China con sus incompletos lápices de colores), para entrar en sí para salir de sí, siempre hacia el otro, los otros, lo otro.
Gracias siempre y otra vez
abrazos
Lo bueno de Chantal es su sinceridad. No es grandilocuente. No usa dobleces, artificios, figimientos ni hipocresías. A pesar de haber ejercido la filosofía no se esconde en terribles abstracciones, vacías tautologías o jactancias absurdas.
Todo más retorico que real. Pero ocurre que estamos cansados de tanta retórica y tan poca verdad. La realidad escuece, la realidad es dura, la realidad hiere, la realidad es salvaje. Y tenemos que sentir que nuestras oscuras e incurables heridas son entendidas y dichas con honestidad. No queremos más voceadores de ideas encerradas en torreones inexpugnables. Ellos allí arriba, los demás ahí abajo. No!. No los necesitamos. Y no vamos a leer ni media línea que venga de ellos.
Chantal Maillard no sólo se acerca a la conciencia para reconocer lo que nos es común a todos como seres frágiles y rotos sino que desde la herida abierta de la vida pone el oído y escucha. Capta. Y lo transmite. Para que podamos sentir la empatía y percibir el vuelco. Para que podamos sentir que comparte desde la choza, desde la respiración animal, desde el corazón y no pontificando desde un altar.
ó. el hermano búfalo...que siga siendo tan buen rastreador...
Julio:
excelente aportación-indagación, como siempre.
Creo que la autora siempre ha apuntado a volver al animal, a la inocencia, "antes de las diferencias". "La conciencia es mi enfermedad", decía en otro lugar.
"Esa concaminación del compadecimiento que Chantal marca posee algo de corona de espinas. Me inquieta en su construcción voluntaria. ¿O sería a la vez involuntaria?"
Si me permites, creo que has aplicado una lente judeocristiana para interpretar esto: corona de espinas, redención, culpa acaso. No hay nada inquietante en la compasión, y ésta está exenta de la idea de sacrificio o sufrimiento personal. Es el budismo lo que está detrás de estas palabras, no una ética del sacrificio o la solidaridad de estirpe occidental. Aunque quizá yerro al hacer esta lectura, Julio, y te pido disculpas si es así.
No estoy seguro de a qué te refieres con esas "composiciones del yo" y la relación con la utilidad de la estética, o su inutilidad. No he entendido este punto, pero querría entenderlo porque me interesa sobremanera tu escrutinio...
Abrir preguntas en la soledad del náufrago, me gusta. Ella abre preguntas y no responde, quizá por su desconfianza, como dice en algún lugar, hacia las verdades cerradas, repetidas y transmitidas: trampas para el espíritu, rejas de lenguaje, ciénaga donde la savia viva se atasca y no acierta a salir. Es también una lucha contra las mayúsculas, de las que descree (y esto me parece cada vez más sano: derruir las mayúsculas de la filosofía y la poesía: el Ser, la Nada, el Infinito, la Luz, la Transparencia...). Sólo desactivando esos "totalitarismos" del lenguaje accederemos a un habla nueva, y ésta tendrá que des-arraigarse en el temblor, en un cierto descentramiento del sentido, una oblicuidad radical en el acercamiento al mundo y a las propias emociones: sólo así se podrá temblar y hacer temblar las palabras, hacerlas nacer de nuevo y sangrar en ellas y desde ellas. Si no rompemos esa petrificación (ese microfascismo falocrático, etno-logocéntrico inscrito en los conceptos fuertes, mayúsculos, irreductibles al asedio), no haremos más que repetir los tópicos del silencio y del desierto, de la presencia y de la ausencia, el ser y la nada, etc. Derruir esas almenas forticadas, pues, para luego decir mejor, y no construir columnas de piedra, sino chozas breves, nidos, madrigueras: donde anida lo tibio y lo vivo, lo callado y lo sólo.
Un abrazo fuerte
Arturo:
como artífice que eres de la entrevista, lo primero es felicitarte por un trabajo exquisito.
Como digo, es raro encontrar una entrevista concebida desde los intestinos de una obra, entrando en ella y sin caer en los tópicos sobre la escritura con que el periodismo bombardea a todo tipo de escritores.
Estas preguntas están entrañadas y vividas, parten de una experiencia lectora (incluso de una devoción, de un cuidado, de un amor)y por eso es un regalo aún mayor.
Esta primera versión es la que me enviásteis, en un principo me pareció idéntica al pliego; bien es cierto que no hice un cotejo exhaustivo.
Dices que las respuestas son desafiantes, y recuerdo que me dijiste que las respuestas te sorprendieron porque ponían en jaque el andamiaje de la pregunta, lo contrariaban, lo retaban sin romperlo. Creo recordar que eso había sido una fuente de estímulo y satisfacción personal para ti.
Los rumores de caracol que nos hacen zozobrar por la noche:
"Más pequeño que el erizo, inadvertido, el caracol pasa sin defenderse. Transita. En la mano, apenas sentimos una ligera humedad que luego cristaliza."
El poeta como ese caracol, un ser humilde que no se sabe importante, dice Maillard en "En la traza".
En estas interrogaciones se juegan, creo, cuestiones importantes que conviene no dilucidar, pero sí mimar y acompañar...
un abrazo fuerte y gracias otra vez
Lola:
es extremadamente conmovedor imaginarte leyendo esta entrada mientras tu hijo duerme. Conmovedor, reconfortante saberte así. Precioso.
Por lo demás, estoy en sintonía total con todo lo que dices. No seré redundante.
Sólo añadiré que lo de Òscar fue, y es, prodigioso, y que los entrevistadores son unos "monstruos".
un abrazo fuerte
Luna:
lo has visto muy bien, ambos gestos son el mismo gesto. Alimento: levedad. El mismo gesto nos introduce una barra de pan, nos injerta un poema. Se cruza así un umbral, algo se da, algo transita, algo dice y construye morada. Alimento que cruza un umbral sin contraseña. Espiga o corriente que fluye: Schibolet. Una forma de adentrarse y palpar, estar y cuidar.
Alimento: levedad de palabra nutritiva, surco que se revela y sacia. Acogida. Ecuanimidad.
(y más cosas que no sé decir)
Gracias por la ecuación y el paso del Noroeste,
un abrazo
Leonardo:
un mensaje tan intenso como el tuyo justifica por sí solo este blog.
Esto es entrar en las cosas, dejar que nos penetren, dejarnos habitar y pisar, pisar en los charcos sin miedo a las salpicaduras.
Te acercas y dejas tus huellas en el camino.
¿Sabes una cosa? Con el tiempo uno llega a anticipar. En una entrada como ésta (y en otras) sé quién va a participar y quién no, sé quién leerá y quién no, quien sentirá y quién no, y de qué forma, con qué temperatura lo hará cada cual. Ya conocía tus palabras antes de que las escribieras, y sin embargo cuando llegan son nuevas: revelación que no por ser anticipada es menos sorprendente, espacio de fecundidad diferido, prolongado y extasiado.
Tu entusiasmo anima a seguir e inventa el camino,
y aquí lo recorreremos entre todos, sin mapas, sólo mirando las estrellas y escuchando el rumor de ríos distantes.
No hay pérdida, o sí la hay, pero es encuentro, siempre,
un abrazo
Say:
has sintetizado admirablemente unas ideas muy valiosas y que apuntan al centro de la cuestión:
"Chantal Maillard no sólo se acerca a la conciencia para reconocer lo que nos es común a todos como seres frágiles y rotos sino que desde la herida abierta de la vida pone el oído y escucha. Capta. Y lo transmite. Para que podamos sentir la empatía y percibir el vuelco. Para que podamos sentir que comparte desde la choza, desde la respiración animal, desde el corazón y no pontificando desde un altar".
De verdad creo que no se puede decir con más precisión y belleza. Este es en núcleo central de su forma de sentir, contar y cantar: hablar "desde la carencia desde la propia carencia", desde el corazón que se hace, captar el murmullo de lo que vive y se duele viviendo y ampararlo con "palabrasbocadegato", palabras-bálsamo donde todos puedan reconocerse. Esa atención a los propios mecanismos mentales es, finalmente, proyección hacia el otro, tejido de hospitalidad en la escucha. La compasión, el animal, el inocente, el vuelco. Esa vida.
Lo que dices de las palabras sencillas es muy cierto. En sus exposiciones Maillard utiliza palabras muy simples para transmitir ideas muy complejas. Lo hace, además, con una extremada economía expresiva... esto puede apreciarse en las "bolas extras" de esta entrada, creo.
Sabía que esta entrada te iba a encantar y me alegra que así sea.
Creo que Òscar seguirá siendo un rastreador en estos y otros territorios: insobornable y único.
Abrazos
si es que esta tira de atrás es como cuando leía a mortadelo y filemón, que me lo pasaba en grande...
es un poco así por lo que me gusta maillard...
que me permite descubrir sitios por donde ir a ver al jefe...
(y luego no hay jefe o un espejo)
leer para vivir, ese uso descarado, viviendo...
besos,
ò.
*¡pero qué bestias sois!
Leer para vivir...
¡Gracias, bestia!
Muy interesante, como siempre...
Un abrazo!
Bienvenida, Pucelle aux Petites Manches,
hacía mucho que no sabíamos de ti...
un abrazo
Amigo Stalker:
Hay un poeta famoso, y extranjero, que dice leer a dos tipos de poetas: los que le gustan y los que le gustan y además le inspiran a escribir.
A mí los poetas que verdaderamente me gustan me inspiran a escribir. Y entre ellos, tanto en su poesía como en su ensayo, y también en sus entrevistas o conferencias, está Chantal.
Mi comentario no era una exégesis de la entrevista sino un texto improvisado que parte de él. Casualmente, la pasada semana vi en un escaparate de un tienda de Córdoba una corona de espinas. No sé si era un adorno o algo para llevarse puesto porque también había cilicios. El tema de la compasión es para mí uno de los grandes temas no resueltos por la filosofía. Por alguna razón, quizá la imagen del escaparate, fui de pleno al símbolo, cristiano, claro, pero con referencias más universales, como todo lo circular. Hablar de universal y de símbolos circulares también es hablar de filosofía oriental, y creo que eso puede explicar la asociación de ideas respecto a alguien que ha dicho de manera clara que su compasión no es cristiana. Eso y quinces años de educación religiosa en mi caso, me temo.
Por lo que se refiere a las composiciones del yo que me preguntas, es algo que me cuesta un poco explicar sin entrar en largas disquisiciones. Tratando de resumir, para mí el yo es una falsa construcción que nuestro cerebro recrea para otorgarnos esa extraña unicidad. Las falsas construcciones del yo serían todas las construcciones que hacemos no sólo a lo largo del tiempo discreto sino también las que realizamos de los demás. De ahí ese trazado circular que hacemos respecto al otro y que comentaba, que enlaza de alguna manera con la corona que citaba más arriba.
Una vez que el yo es pura falacia todo adquiere una inmaterialidad que es a la vez una única materia. Así todo se hace relativo frente al dominio de los absolutos y universales. ¿Qué es la utilidad, bajo estas premisas? ¿Y cómo se recompone el yo cuando sabe que no es yo? No tengo ni una sola respuesta.
No sé si te habré aclarado algo o todo será más confuso todavía, querido Stalker. En cualquier caso, siempre es un placer pasarse por aquí y aprender.
Abrazo fuerte,
Julio
Qué placer leer una entrevista donde quienes preguntan conocen y han vivido tanto la escritura de la autora. No hace falta mucho para que Chantal dé su jugo, bastarían preguntas incluso banales, pero en este caso hay una complicidad y un ansia de descubrir que hacen que sus respuestan sean especialmente complejas e intensas. Me quedo con su habitar los márgenes de la literatura, su desarraigo, y su postura ante el dolor y la com-pasión tan exenta de tópicos, y tan transmisible.
un abrazo
Julio:
¡aclarado todo, e intensamente!
Gracias a ti por dejar aquí tus surcos de palabras, que nos enseñan y nos hacen estar y pensar...
abrazos
Rubén:
márgenes, desarraigo, dolor, com-pasión... y también el inocente, el animal, los mecanismos de la conciencia, la desestructuración de los conceptos heredados, la lucha contra el lenguaje, todo eso es el núcleo duro de un pensamiento que se interpela perpetuamente, sin atrincherarse en una iluminación fijada, en una revelación o absoluto: fluctuaciones, descentramientos, oblicuidad...
Me alegra verte por aquí después de un tiempo.
Seguimos preparando las alforjas: el viaje continúa, amigo mío.
Un abrazo
Olvidé pasar el enlace del blog "Instrucciones para abrir una caja fuerte":
http://instruccionesparaabrirunacajafuerte.blogspot.com/
Allí encontraréis otros pliegos con poemas e interesantísimas entrevistas a otros poetas. Cortesía de la Fundación Inquietudes.
¡Muchas gracias!
Me quedo con esto: "En las regiones del mundo en las que los individuos sienten que hay mucho por lo que luchar, no parece que importe tanto eso de reunirse en clanes para tener mayor opción a beneficios públicos como lo de procurar que una voz se oiga, una voz, la propia, sensible e implicada. Si nos diésemos cuenta de hasta qué punto nuestro bienestar se sostiene sobre arenas movedizas, si dejásemos de revolcarnos en la charca decimonónica e ideal del “progreso” y mirásemos sobre qué se construye lo que así hemos llamado, y considerásemos lo endeble de sus cimientos, su precariedad, si finalmente nos diésemos cuenta de la urgencia del cambio, también nosotros sentiríamos que hay algo por lo que luchar y dejaríamos de lado los formalismos y otras naderías".
Ya estoy comprándome "Matar a Platón". Con semejante entrevista, semejante título y semejante inteligencia... es lo menos que puedo hacer en estos días.
Gracias, un saludo
RAB:
Comparto contigo la necesidad de esa denuncia de los valores etnocéntricos, conquistadores, exportadores...
"Matar a Platón" es un libro singular (y para muchos, esencialmente desconcertante, incluso incomprensible), que pretende desmontar las abstracciones en que vivimos y que cortocircuitan el acceso al vertiginoso acontecer.
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http://lostinmarienbad.blogspot.com/2010/08/el-tejido-de-la-conciencia-husos-notas.html
Y sé bienvenida a esta pequeña casa...
un abrazo
Emocionante, desde que te supe compartiendo el enlace. Son enlaces tan profundos, de esos, los que el lenguaje vuelve entrañables. Quisiera atrevemerme a describir lo que me provocó el enlace, tu comentario, que me leas, que no dejo de leerte, tu entrada, la lucha, la empatía de seres, verte, escuchar el coro, Chantal Maillard, tu hermano búfalo.
La emoción no desaparece.
Y me creo que estoy frente a una letra, la de infinitos plurales.
Gracias.
D.:
es esa letra de infinitos plurales la que permite la hospitalidad: acoger, desde los muchos que somos, al otro necesitado del cobijo. Nace entonces la apertura, la escucha, el vuelco en el otro (sea animal o humano); descubrimos que el tránsito hacia el otro es breve si lo hemos injertado en nosotros, si hemos, como decía un sabio chino, cultivado bambú en nuestro pecho.
En esa letra somos múltiples y está la salvación,
y me alegra que estés aquí para de-leetrearla, cantarla, entrañarla...
un abrazo
Cuando entro en el blog y veo a Oscar comiéndose ese bocadillo me da un hambre. Ha decía yo que tenía un hambre inusual. Y aqui he encontrado la respuesta.
saludos
Lola:
¡también lo que escribe despierta el apetito!
¡Un búfalo al fin y al cabo!
Si es verdad, es un búfalo y lo que escribe despierta todo.
AAAAMMMMMMM
Y rumia de bien...
besos
una de las entradas más hermosas de Marienbad, porque es una salida. "¿cómo conoce mi corazón?" dijo Leonardo. paso por este desvío en el bosque del ruido muchas noches y me siento protegida, aunque la realidad sea salvaje (como repite Say, para que se sepa de una puta vez) porque alguien conoce mi corazón.
siento que mi corazón está completamente descompuesto, como si hubieran roto un caleidoiscopio a martillazos. le temo al martillo, lo aplazo, le pongo nombres que enmascaren el miedo. no hay caso. vendrá (siempre viene) a astillar el juguete y esparcir las piedritas, los pedacitos de papel como cristales, "patterns pretty as can be" escribió Cortázar, un día. pero no fue Cortázar. eso suena tan serio. fue Julio. aparece el martillo súbitamente (siempre aparece de golpe, jamás su aparición equivale al temblor de la sospecha) y el caleidoscopio salta por el aire. Walter Benjamin amaba los caleidoscopios. fragmentos, jirones, piezas sueltas. y en ese instante de derrumbe que uno no hubiera deseado jamás, en esa auténtica demolición de la infancia entendida como esperanza y deseo de estar vivo al día siguiente, empieza algo que no sé bien cómo decir.
uno se cae. se va de boca contra el suelo. ni siquiera puede tensar la mandíbula, ese movimiento radical y espontáneo que llega hasta el pie o viene desde el pie hacia los maxilares.
es un estado de vulnerabilidad extrema, de inermidad. un cara a cara con el cuerpo salido de sí mismo, que se inclina a mirar las figuritas rígidas, el secreto violado, el truco expuesto.
ese ultraje es una provocación. uno puede no preguntar, hacerse el idiota, virar a piloto automático. o puede horadarse los ojos y ahuecar en la mano los globos oculares.
creo que en ese momento comencé a ver. quebrada. ¿por qué la música más hermosa es triste? en la cornisa, con nuevo pasaporte de extranjero impune, arrojado sin padre ni madre a la materialidad e tus propios órganos, no hay sino esa música. ése es el momento en el que uno se decide a salir a robar lechugas solsónicas, a cara descubierta.
grado cero. robar para recomponer, rearmar. como el conde Drácula, hubiera cruzado océanos no sólo de tiempo sino de dolor para pegar mi cara al perfil sedoso de Panchito, para sentir la temperatura formidable de ese país de menudísimo pelaje.
si todo ha tenido que ser así pero está ese perfil irresistible, por el que entrego las monedas de todos los emperadores, hay una redención posible. no porque debamos crear en ella para soportar, sino porque Panchito me entrega su perfil y empuja suavemente para meterlo en el mío. y yo empujo en sentido contrario y esa tensión que aspira a la mezcla inescindible es el amor, supongo. y entonces todos los pedacitos comienzan a girar. pero todos sueltos.
el caleidoscopio era una cárcel cilíndrica, una falsa promesa. había que pegarlo a un ojo y cerrar el otro para engañarse. debía ejecutarse un movimiento programado. una buena metáfora para pasar el rato. una anestesia provisoria.
recoger los restos implica arrodillarse, acuclillarse, agacharse, sentarse en el piso, ponerse en cuatro patas, bajar. la pedagogía del rompecabezas. horas de obstinación hasta ver aparecer la falda completa de la Sra. Arnolfini. eso suena muy serio. se llamaba Giovanna. ésta no de van Eyck. ésta me pertenece. porque hice aparecer su falda de un mar de pedacitos.
es posible que antes estuviera un poco muerta. la muerte empieza mucho antes de que te peguen los labios y se puede medir. "deme dos litros de muerte". o "un kilo y medio". tiene términos medios y altos y enanísimos.
quiero decir, ahora que a esta altura escribí como volcándome de corrido y ya no sé qué dije, que el salvajismo es la llave hacia la propia falda de Giovanna Arnolfini. de cartón modesto. salida del museo como las piedras de colores de la reclusión caleidoscópica.
no hay otra manera. parirás con dolor, dijo el novelista antiguo. así como en tu historia personal es en la calle del mundo. y me pregunto si no se trata de ensayar los pasos del enfermo que sale después de largos meses de la cama y redescubre sus cinco sentidos. y el sexto que consiste en entregarse a los cinco restantes, como un animalito.
leerlos es tocar el sentido de las cosas, eso tenía en mente cuando empecé, después la mente se hace agua y así.
gracias (al final todo lo anterior cabía en una sola palabra).
Hace 70 años, un 25 de septiembre, en un hotel de Port Bou, Walter Benjamin prefirió la muerte al horror.
Todo son pedacitos, al final, somos pedacitos, vamos por ahí tratando de juntarlos, de que no se desparramen, a veces nos gustaría que nos metiesen en un caleidoscopio para adquirir alguna simetría, alguna unidad, y gracias a la ilusión sentirnos hermosos : a lo mejor eso somos, a veces, en los ojo-caleidoscopios de los otros. Pero nosotros no, –digo cada uno, ese yo tan complicado de Julio-, cada uno pedacitos sueltos y vivimos un día en unos y otro día en otros y en alguno nos da por escribir. Siempre hay alguno perdido, y entonces preguntas y siempre hay dolor.
Y no entiendo porqué no hacemos más ruido al caminar.
Abrazos múltiples y convergentes
el pipí de la mañana es más oscuro que el de la tarde o el de la noche.
¿no sería lógico que el pipí más oscuro fuera el de la noche, y el más claro cuando nos levantamos?
no.
sería absurdo desaguar negro a las 23:50 porque lo que soñamos más tarde es la pizarra de lo que aconteció durante el día, durante todo el día. solamente podemos hacer pipí oscuro en el primer pipí del día, completado el ciclo de depuración que contiene esa pizarra de sueños.
una vez (des)hechos de verdad en ese sueño, una vez extraídas las ecuaciones como raíces ignotas cuando dormimos.
dormir los libros de chantal. no andar en vigilia con ellos. dormir abrazos a ellos. ese decir en susurro. que hagan las palabras como ellas quieran en el único acuerdo sublime, no el de la cabeza, tal cerebral ella (la cabeza)...
por eso, el pipí de la mañana es el que quieren analizarnos los analistas clínicos. por eso etiquetan a las 8 a.m.
es por eso también que prefiero mear en un árbol y no en la tubería. un árbol sabe que yo le meo la ecuación entera de mi vida, con todo mi amor. ahí no admito probetas.
o le meo a maillard un chorro bien largo, a primera hora, que nunca acaba, como en el árbol, porque ella no analizará, al contrario, hará así con sus hojas de árbol.
y, sin explicación ni deuda, como muchísimos días sin horas, soy meado por el árbol, me mea en los ojos y me humedece el entendimiento-del-alma cuando chantal me mea.
los libros de chantal maillard, por eso, son del color del primer pipí del día.
y mis gracias son tan claras como nubes negras,
gracias a todos porque os leo no con el cerebro, ya os dije,
besos,
ò.
Mariel:
¡todo cabía en una sola palabra, pero ya estaba inscrita en todas las demás!
Te lo ruego: torrencialízate, avalanchízate así siempre, avertígate y derrapa los senderos consabidos: hasta la gracia y la des-gracia, desde la impunidad magmática de tus más generosas fluctuaciones, la vorágine del decir y una infinita capacidad para declinarte, des-matriushkizartre, ofrecerte en el punto máximo de densidad, a punto de estallar: eso que llamamos quemavida y que quema las huellas ya trazadas y nos apela desde lo por venir: incertidumbre de los instantas calcinados, devenir-pequeño (animalmente, panchitamente), desjerarquización, horizontalidad, insurrección: deslizamiento, patinaje, juegos de magia.
Escribo todo esto en modalidad semi-automática, sin pensar, para darte las gracias: imposible correspondencia, infinita gratitud.
Quizá te hará gracia saber, ya que mencionas a Drácula, que Chantal Maillard escribió sobre la sonrisa de Drácula y también dedicó artículos a la pantera rosa...
El pájaro se come las miguitas que llevan al bosque, nos demuestra que no hay bosque y que el Vaticano arderá pronto...
abrazos, abrazos
Leonardo:
dices mucho y dices bien.
Quizá a fin de cuentas sólo buscamos nuestros pedacitos, sólo buscamos encajarlos y encajarnos (unos en otros).
Los nuevos surcos que ha tomado esta entrada me parecen maravillosos... aún quedará abierta unos días más para explorarlos (y para dar el tiempo, aún, a quien aún quiera participar).
El pájaro de China decía que ésta era una de las entradas más importantes del blog. Lo es.
Gracias
hermano búfalo:
de repente otro poema: la poeta-árbol, el flujo múltiple de la orina, la pizarra que borra durante el sueño, la oscuridad, la levedad...
Claro que no nos lees cerebralmente, por eso nos desmenuzas tan bien. Es necesario que nos hagas migas, pedacitos, y nos arrojes a los pájaros (ésos que tan bien conoces)...
tu comentario es solsonismo puro: insuperable, tectónico, irreductible a una fórmula, inencorsetable en mirada ninguna: margen de pureza donde los significados se rearticulan perpetuamente, desde una virginidad larvaria y una lógica espectral (fluctuante, movediza, borrosa: viva).
Tu comentario me "consuela" (introduzco las comillas para abortar la emergencia de cierto pathos automático) por todos los que han callado en esta entrada por diversas razones (a veces uno querría que todos se entregaran a cierta intemperie, que dieran el tiempo y la desnudez, y eso no es posible, claro, demasiado bien lo sé).
Por eso tus palabras son un géiser: surgen desde un fondo sin tiempo: nos orinan a todos y vamos así por el mundo, bendecidos, ansiando crecer desde la grieta más miserable, en la esquina más olvidada del mundo, y darnos así: con la mudez del hierbajo cuya única luz es crecer...
abrazos-animales
Stalker te mando esto:
http://www.youtube.com/watch?v=t4LiSjm67DE&feature=related
Hay un montón de Barbara... Pa ti con cariño.
stalker, inventaste tantos verbos formidables en tu modalidad semi-automática que te pido que te pongas en automática, ya. sos tan hermoso, incitás a la avalanchización, a desmatriushkizarse.
sí, sí, ansiamos encajar nuestras piecitas de cartón con las del otro. pero invariablemente falta una, como la figurita difícil del álbum. es una suerte. vivir sería un aburrimiento si el puzzle estuviera servido. la pieza que falta no existe, mucho me temo. mucho celebro. así es mejor. su ausencia es una provocación a nuestra perseverancia en el juego.
lo de oscar, bueno ... también faltan las palabras para definirlo. y es bueno que así sea. escribimos para asediar esas palabras ausentes y es rarísimo y consolador que exista un hombre al que ninguna de las del diccionario le cabe, porque escapa de todas, como un niño que corre entre los árboles, meándolos para fortalecerlos. y fortalecerse.
ves, Stalker, yo también escribí el verbo "consolar". hernán dice muy a menudo "desencantador", que es un adjetivo tierno y brutal para mí: algo que no tiene encanto, que no nos hechiza ni nos provoca. un estado cercano a la apatía. dice "nos ha tocado un mundo desencantador". y agrega: "pero está bien, nos obliga a esforzarnos todavía más para darlo vuelta".
por esto todo lo que consuela, encanta. en el sentido italiano del término: un incantesimo, digno de una fábula o un cuento de hadas.
miro absorta el meo matinal, porque no puedo creerme que sea tan oscuro. a veces me da miedo y me pregunto: ¿estaré enferma?. bueno, estás enfermo cuando sale color Coca-Cola. etiquetan a las 8:00 am ese desagüe negro porque ahí está el derrame de nuestro inconsciente.
no puedo llevar un cuaderno de sueños porque no los recuerdo. pero supongo que maté, robé más de lo habitual, me perdí, lloré a mares y fui la peor del barrio durante noches enteras, mientras mis ojos giraban a velocidad de choque sin que me diera cuenta.
el psicoanalista pesca en el río revuelto de las palabras y se sumerge en el sueño, sabiendo que adentro de la ostra no hay perlas sino taras y frustraciones. con suerte, asignaturas pendientes que todavía estamos a tiempo de cumplir.
ese meo denso es la saliva de nuestra caja fuerte, o débil. la saliva de nuestros secretos.
¿a quién le contarías un secreto? ¿dónde lo guardarías? hace días que pienso en esto. no sólo en la necesidad de encajar las piezas de cartón, sino de encontrar el oído que reciba nuestro secreto, entre la multitud, a pesar del ruido.
la traducción privada del análisis de orina en el informe médico. ese secreto. compartirlo es un consuelo. Marienbad como cueva-custodia-secretos. stalker-oído. stalker que se invisibilizar para escuchar.
aunque cualquiera puede ingresar a Marienbad,cada uno intuye la forma del secreto del otro, habiéndolo leído, una y otra vez.
no perdí la costumbre de dormir con un libro sobre la cama. debería abrazarme a ese libro, como dice oscar, literalmente. en épocas oscuras me dormía con un libro bajo la almohada, para ahuyentar los terrores. panchito es buen equivalente. necesita pegar su cara a la mía para entrar en el sueño. y ahora que lo pienso, no mea oscuro cuando se despierta. ¿qué pecados, qué deseos podrían habitar su pipí, si panchito es puro presente y la felicidad de panchito es la curva de sus pelotas de colores?
nada cambiará si no encontramos la manera de hablarnos. "haz de forma que yo pueda hablarte", hemos dicho con blanchot y eso es todo.
"me hubiera tomado un avión sólo para mirarte", le dice un hombre solo a una amiga que vive en el extranjero. un hombre extranjero de su propia vida quiere subirse a un avión para ver una cara.
sólo escuchar, sólo mirar, sólo hablar para hacer contacto. posiblemente eso sea la izquierda de la izquierda hoy. menos espectacular, menos wagneriana que la revolución del '17.
silenciosa, pequeña, subterránea y en continuado.
leonardo habló de Benjamin y recordé el enano bajo la máquina en la primera tesis sobre el concepto de historia. Benjamin decía: marxismo y teología.
tal vez esa tesis se resuma hoy en aprender a oficiar de redes para que el otro puede caer en uno, volcando su desamparo y trocándolo, entre los hilos de esa red, en abrigo.
sin duda es una de las entradas más hermosas de Marienbad, stalker. si la dejaras perpetuamente abierta, terminaríamos exponiendo las cicatrices de nuestros huesos.
no es casual que en la puerta de la entrada haya tres reyes magos y tres búfalos.
besos con devoción panchita.
Lola:
¡gracias por el enlace!
un abrazo
Mariel:
tu comentario es políglota y me adentra, me desaloja, me desagua y me hace espacio, honda carne estremecida y palabra desfondada.
Las cicatrices de nuestros huesos serían visibles, más aún, si nos atreviéramos a un pequeño salto sin nombre, que algunos dan y otros no, que algunos conocen y otros niegan. Depende de muchas cosas, pero últimamente sólo me interesan los que quieren dar el salto, y en la escritura es muy obvio quien lo da y quien no.
Lamento decir que en literatura, quien no dé el salto quedará preso de su propia trinchera, de una dilatada construcción egoica o una ruina. Vivirá una vida espectral y rumiará un eterno credo servil (pero no percibirá esto, claro, lo único que le interesará será venderse a buen precio).
Lamento muchísimo quien no sabe darse en un mundo que agoniza por eso, por esa avaricia consustancial al no saber darse.
Lo pagaremos caro, muy caro.
Y si la poesía no nos ha enseñado eso, a darnos, a dar-algo, a avalanzchizarnos y desmatriuskizarnos, si no nos ha enseñado el vértido de la entrega y el sabor de la renuncia, y a amparar la vida desnuda que gime bajo el sol al ser arrancada del cobijo de la piedra, si no nos ha enseñado eso, la poesía no sirve para nada y ya podemos andar a buscar otra cosa, porque estamos perdidos y todos nuestros juegos estéticos no nos van a salvar.
la herida pide encarnarse y ser cantada, pide atención y escucha, pide el cuidado y la ruptura de los diques que limitan nuestra vida.
tú todo esto lo sabes y lo enseñas, Mariel. ojalá otros escucharan.
un abrazo apanchitado, lobuno y desplazado...
Una maravilla enorme.
No diré más.
Vuelvo pronto, pronto. Siempre quedará esta pequeña amenaza.
Portinari:
vuelve, vuelve...
amenázanos en lo pequeño, desde la íntima tierra calcinada que tú sabes entrañar-des-entrañar, leer y deletrear...
abrazo
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