Hemos hecho el amor sobre una cama en el centro de una casa sin paredes
la Naturaleza yace sobre nosotros con su verdad y su diástole
Ninguna palabra, ningún afecto han sido ignorados. El hecho se condensa como un río que desciende entre mis senos, cada uno de ellos pertenecientes a una y otra familia
El fruto huye de la maldición cuerpo abajo. Nos salva.
Luego reímos, como si ese instante fuese a perdurar
***
Hemos penetrado la floración más pura del silencio
Ni siquiera el poeta la presagia,
la magnitud del rugido
(puesto que siempre hay un rugido en el otro lado la onda levantándose sobre el mar de axones extenso)
nada tiene nombre allí nos encontramos
la cosa y su palabra sin rozarse los índices extendidos
sobre el lecho del caos urdimbre de líquenes cegadores
allí temblamos
niños perdidos
El hogar de los animales Ada (2007), Yaiza Martínez Montesdeoca
NB: Me ha gustado mucho releer este libro. Se me ocurre una primera palabra para describirlo: telúrico. Un aliento subterráneo recorre sus páginas, cuya emoción va creciendo como la humedad que se adhiere a la pared. El libro avanza y huele a cal de cortijo, a musgo pensativo y a agua de pozo. Yaiza Martínez es una de las poetas más interesantes de su generación e intuyo que sus grandes libros nos esperan en un nido, ahí delante, en lo oscuro del futuro.
Caer de la eternidad al tiempo, del tiempo a la historia y de la historia a la Carroña -no es de extrañar que desde siempre el buitre del tedio se complazca en roernos las entrañas.
En sueños, hablar lenguas olvidadas, exóticas, de una belleza inquietante, pertenecientes a edades inhumadas en la espuma del tiempo. Al despertar, tartamudear un castellano zafio, hablarlo a martillazos o a mordiscos.
Cómo depositar una fe, vaciarse en un dios cansado de sí mismo.
"Cuando un ser siente una extrema necesidad de otro, este se aleja. Gravedad". Simone Weil. Una vida que consistiera en invalidar, minuciosamente, los efectos de esa devastadora gravedad.
Entré en una avalancha que cubrió mi alma. Cuando no soy este jorobado que ves duermo bajo la colina dorada Tú que deseas conquistar el dolor debes aprender, aprender a servirme bien.
Arañas mi costado por accidente cuando bajas por tu oro. El deforme éste, que vistes y alimentas, no se muere ni de hambre ni de frío. Él no ha solicitado tu compañía no en el centro, en el centro del mundo.
Cuando estoy en un pedestal tú no me subiste ahí. Tus leyes no me fuerzan a arrodillarme grotesco y desnudo. Yo mismo soy el pedestal para esta fea joroba que miras.
Tú que deseas conquistar el dolor debes aprender a servirme bien. Las migajas de amor que me ofreces son las migajas de amor que he dejado atrás. Tu dolor no tiene credencial aquí. Es sólo la sombra, la sombra de mi herida.
He empezado a desearte, yo que no tengo ambición. He empezado a preguntar por ti, yo que no tengo necesidad. Dices que te has alejado de mí, pero puedo sentirte cuando respiras.
No te vistas con esos harapos por mí, sé que no eres pobre, y no me ames con tanta fuerza ahora cuando sabes que no estás segura. Es tu turno, mi amada, Es tu carne lo que visto.
El mal de vivir (Le mal de vivre)
Llega sin avisar, tan sólo llega Llega de lejos, Se arrastra de orilla en orilla Con la faz disimulada, Y de pronto una mañana, al despertar Se insinúa Ahí está, se adormece En las entrañas.
El mal de vivir El mal de vivir Que hay que vivir Hasta el final.
Podemos colgárnoslo en bandolera O como una joya en la mano Como una flor en el ojal O justo en la punta del seno No necesariamente es la miseria No es Valmy, no es Verdún Pero son las lágrimas en los párpados En el día que muere, el día que nace.
El mal de vivir El mal de vivir Que hay que apurar Hasta el final.
Seamos de Roma o de América Seamos de Londres o de Pequín Seamos de Egipto o bien de África O de la puerta de Saint-Martin Todos alzamos la misma súplica Todos recorremos el mismo camino Que se hace largo cuando hay que hacerlo Con nuestro mal en las entrañas. Han querido comprendernos Quienes nos alcanzan con las manos desnudas No queremos escucharlos No podemos, ya no podemos. Entonces, solos en el silencio De una noche interminable, De pronto pensamos en ellos En aquellos que no regresaron
Del mal de vivir, Su mal de vivir Que tuvieron que vivir Hasta el final.
Y sin avisar llega Llega de lejos, Se ha paseado por las fronteras Disimulando la risa Y de pronto una mañana, al despertar Se insinúa Y os maravilla En las entrañas
El gozo de vivir El gozo de vivir Oh, vívelo Tu gozo, tu gozo de vivir.
NB: Mis dos canciones favoritas de todos los tiempos. Más allá de lo que sé explicar. A esto me refiero cuando digo que cierta música "popular" alcanza resquicios del alma humana insospechados para la música clásica o culta, por mucho que ésta posea una grandeza espiritual y requiera una mayor destreza técnica.
Leonard Cohen y Barbara tienen varios puntos de común. Pertenecen a la misma generación, nacidos en los años treinta. Los dos son de origen judío (Cohen es religioso, Barbara atea). Ambos sufrieron un cambio en la voz y en sus respectivos estilos a mitad de sus carreras. Ambos compusieron algunas de las canciones más bellas y dolorosas del siglo XX. Las diferencias son muchas pero tampoco tienen tanta importancia. A Barbara le gustaba Leonard Cohen pero él no sabe de la existencia de ella (lo cual tiene que ver con ciertas asimetrías irreductibles). Ninguno de los dos me ha fallado nunca. Como dijo una vez Òscar (sí, mi hermano búfalo, él sabe por qué), no necesariamente duele. Gracias.
Regarde ("Mira") es la única canción explícitamente política que escribió Barbara. La compuso en 1981, con el triunfo del socialismo de Mitterrand. Más tarde, como ocurrió aquí con Felipe González, llegarían las decepciones, pero es normal que, frente a la derecha más recalcitrante y el avance de los fascismos más o menos encubiertos, este giro político insuflara euforia en mucha gente, incluidos los que venían de la extrema izquierda o del anarquismo, como era el caso de todos los cantautores franceses relevantes.
Dejo aquí la canción, que nos invita a mirar el futuro y acaba con la palabra "esperanza", porque mañana se abre, aunque simbólicamente, un nuevo ciclo en la geostrategia y la gestión de los asuntos globales. No soy ingenuo y sé que la decepción llegará pronto, porque no puede ser de otro modo dadas las expectativas depositadas y porque, a fin de cuentas, un presidente de Estados Unidos defenderá, ante todo, los intereses del impero, por muy en decadencia que éste se encuentre. Aun asi hoy me quedo con la palabra esperanza y ojalá que Barack Hussein Obama enmiende parte de los errores de su predecesor y no someta al mundo a las humillaciones, depredaciones y guerras insensatas que Estados Unidos ha emprendido en los últimos ocho años.
Quizá esto suene ingenuo pero por un día quiero creer y atreverme, como me pide Barbara, a mirar sin miedo y dar un voto de confianza.
(Tras ser un icono del cine negro en los años cuarenta, Veronica Lake, de verdadero nombre Constance Frances Marie Ockelman, murió con cincuenta años, olvidada y en la indigencia, tras un largo combate con el alcoholismo y las enfermedades mentales)
"El tiempo es hombre y en sus copas brinda por la belleza"
Adrienne Rich
(¿cómo sería un tiempo femenino? ¿Qué curso remontaría? ¿Hacia qué origen? ¿A través de qué emergencias-trasvases-resurgencias?)
AVE, viaje de ida:
En Madrid se suben una docena de monjas que ocupan los asientos contiguos al mío. Estaba leyendo "Por qué no soy cristiano", de Bertrand Russell, y veo que la monjita más cercana le echa un tímido vistazo al libro, con cierto temor reverencial. Para permitir que lo observe a su gusto, voy al servicio y lo dejo en el asiento, con la portada hacia arriba, bien visible.
AVE, viaje de vuelta:
un vagón lleno de amables japoneses. Uno de ellos se confunde de asiento y una chica española le echa una bronca descomunal y le grita que le deje su sitio y se quite de enmedio. Atravieso la escena, azorado. Detrás viene un grupo de hombres, en la treintena. Los oigo hacer burla de los japoneses: imitan los gritos de los samuráis, se ríen, imitan las inflexiones de la lengua japonesa. Hay uno que se contonea como una geisha, caminando a pasitos cortos. El humor que gastan es vulgar, hiriente, ligeramente xenófobo. Siento una sorda ira carcomiéndome. Avanzo. Me siguen. Todos vamos a cafetería. Continúan bromeando. Al final no puedo contenerme y me vuelvo hacia ellos, me enfrento con el primero. Lo miro varios segundos, gélidamente. Se le congela la estúpida sonrisa en la cara. No decimos nada. Avanzamos, pero ya no hay risas. Me tomo el café en la cafetería y vuelvo a mi sitio sin mirar al grupo. Me espera un libro sobre Nagarjuna, filósofo indio del siglo II. Al parecer, Nagarjuna dijo lo siguiente:
"El nirvana es igual al samsara".
Es decir, el no-soplo, la extinción, la liberación de la rueda de las reencarnaciones es igual a esa rueda, al devenir del mundo fenoménico amonedado en el complejo entramado de la causalidad que atrapa, en su red, a todos los seres. El samsara es vacío, el nirvana es vacío. La doctrina budista de la liberación es producto de la mente humana y, por lo tanto, también está vacía.
Por una vez me apetece dejar un vídeo sin comentarlo, a ver qué ocurre. En Youtube puede verse la película entera, también disponible en los vastos campos del e-mule...