lunes, 28 de diciembre de 2009

Groenendaal.

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Groenendaal

martes, 22 de diciembre de 2009

Su sombrío. Poemas de Marcos Canteli



Tanzas

1.

el dolor vertebral sella los ojos traslada cera
de una memoria en recesión, ortiga acariciada al
vuelo

quisieran tanza
las palabras -¿y aquél
quién lo quemó?
que a mí me quema


2.

en la noche cerebral crecen líquenes
-cambiárselos quisieras, fuera noche tuya
sin conocimiento

leve

cauterizado ya


3.

afianzar la sutura interior: persiste
un cordón

sedal

(saber que crece
cuanto más se deshace)


4.

no llega la bocanada -mero reflejo: mi
interior de líquenes, extensión crecida

al rescoldo


5.

llegado al estupor -la memoria se apaga y
aquel un quemado aún más en rescoldo, la vida en
rescoldo

se clava


6.

rincones
de la afasia: morada
conservarían (arteria memoria)
los ojos


7.

escampa corazón o huye

quien prende en estuario prende el día,
recompone sus láminas mece memoria de un río
trazado en los dedos

vértebras azules
para ti quisiera

, restos de
escritura

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Edith Södergran. Una brecha en el muro de lo cotidiano.



Para Portinari

Bosque oscuro

En el bosque melancólico
vive un dios enfermo.
En el bosque oscuro las flores son muy pálidas,
las aves muy hoscas.
¿Por qué está lleno el viento de advertencias susurradas,
el oscuro camino de sombríos presagios?
El dios enfermo yace en la sombra,
sus ensueños son malignos.


La condición

Si acción
no puedo vivir,
aherrojada a mi lira
moriría.
Mi lira es para mí lo más alto del mundo
y siempre le sería fiel
si no fuese yo un alma encendida.
El que, con uñas ensangrentadas,
no abre una brecha en el muro de lo cotidiano
-aunque al salir por él perezca-
no merece contemplar el sol.


Esperanza

Como quiero ser libre
me río de las nobles elegancias,
me remango la blusa,
La pasta de la poesía fermenta...
Qué tristeza
no poder cocer catedrales...
La altura de las formas:
diana de mis esfuerzos.
Hija de tu tiempo:
¿No tiene tu espíritu su propia corteza?
Antes de morir he de cocer
una catedral.


A Eros


Eros, dios crudelísimo
¿por qué me condujiste a la tierra oscura?
Cuando las niñas crecen
se sienten en el ejido de la luz,
arrojadas a una oscura estancia.
¿No se mecía mi alma como estrella gozosa
antes de caer en tu círculo rojo?
Mírame: atada de pies y manos.
Siénteme: aherrojada a todos mis pensamientos.
Eros, dios crudelísimo:
ni huyo ni espero,
solamente sufro, como una alimaña.


Cautiverio

Cautiva, cautiva, quiero cortar mis cadenas.
Con labios dolientes y airados voy por la vida.
Abismos míos, qué quiero saber yo de vosotros,
no merecéis tener nombre.
El bronce se funde con el bronce, y deviene persona,
y la persona va con hierro en su corazón.
Pero ¿tiene acaso el bronce sobre la frente ese aterrador
relucir del dios de los rayos?
Arrojo mi corazón al camino, repártanselo los buitres:
la luna llena me parirá otro.

(trad. Jesús Pardo)

domingo, 15 de noviembre de 2009

Martine Broda. Sin memoria ni




Para Ana Hidalgo, estos surcos mínimos


en la mejilla la confesión relámpago
un. punto fijado lejos de
quien retrocede

jugué a las tabas
un. cuerpo desmembrado
de luz

ligado por sintaxis. dolor. limo
del sueño que deposita

esa oscuridad a medida
que retrocede

***

estallando inmóvil. sin memoria ni.

el gris encuentra
un relato. se esfuma
en el sueño de las piedras

con tal que se calle
abrumado de huesos blanqueados

que sea yacente y pesado


***

espina
en mí
más clara

ya llego
dolor
horadado

olvido
clavado
de tierra

***

una enfermedad era como una enfermedad
un esquema creciente todo lo quemaba
sí. para conocer mejor

***

le gustaba
el infierno.
el tiempo
saqueando el linde del beso llamado
traicionar. aquello que deseamos idéntico
a su mueca.
máquina de repetición
ciega y sorda

***

murió a lo largo de mi mano. el odio
a ras de suelo. el frío
de la casa, tan baja como ello
aquietado despertar

***

deudora aún entre humanos
a muchos años de ti más la pala
empuñada por una mano afásica
no puedo sino más en la furia

***

no hay nada, una mano
hendida de dolor.
ya ha subido
solamenta hasta tocar. callado y aceptado.
surco de tierra viva

***

hachazo
al árbol desnudo
golpes
hasta el derribo
de tu morir en mí
por
abajo

***

la mía
solamente familiar
insoportable

hasta el fondo de los ojos apuñalados
contemplarla hasta su desaparición

que un (¿ángel?)
ceba de maldad

Deslumbramientos (trad. Miguel Veyrat)

domingo, 8 de noviembre de 2009

This is it



El otro día fui a ver "This is it", el documental sobre Michael Jackson... Fui a verlo con cero expectativas, convencido de que se trataba de una operación comercial de dudosa calidad. Fui porque en los últimos meses me he acercado al personaje y a su obra con una visión aproximadamente desprejuicida, he querido ver y comprender antes de juzgar, y corregir la condena apresurada que tantas veces he realizado a propósito de su figura. He tenido palabras muy duras contra Jackson pero ahora, después de acercarme al hombre y a la obra, ya no puedo sostenerlas: se me ha ido insinuando una compasión cada vez más intensa, y una comprensión del destino trágico de un ser que estuvo acosado por emociones atroces: el miedo, la angustia, la soledad, que gobernaron el centro de su vida y son la fuente de sus excesos, extravagancias y neurosis. Esa empatía ha desactivado mi reticencia y mi desconfianza. ¿Seré un converso? No lo sé, sólo sé que creo haber entendido, o imaginado, lo que debe ser habitar en una soledad cercada, ser el Otro irreductible, en una alteridad inalcanzable y sin embargo asediada por miradas que odian y críticas feroces, y también alimentado por ilimitadas devociones. Es difícil imaginar a alguien más solo que Michael Jackson, más solo y con tanto miedo (en los documentales sobre su vida, el miedo, y la reacción infantil al mismo, parecen regir todos sus actos y deseos, desde el miedo a la muerte y a la enfermedad hasta el miedo más insospechado en alguien como él: el miedo al público, que en su adolescencia le hizo querer subir al escenario con una máscara... máscara que se apresuró a confeccionarse años después).

Hace poco alguien en quien tengo una gran confianza decía que Michael Jackson era una obra de arte contemporáneo. Y tal vez pueda entenderse como body art sometido a una feroz operación de montaje-desmontaje, cuerpo desmembrado y sucesivamente devorado por los fans y reconstruido por esa imagen especular comunitaria... un mito, un símbolo activado por la idolatría de las masas, una máquina de guerra de la era Reagan. Michael Jackson, decía esa persona, sería el perfecto andrógino, la perfecta criatura que está en el vórtice, que habita simultáneamente todas las encrucijadas: ni hombre ni mujer, ni joven ni viejo, ni blanco ni negro... A esas dicotomías irresolubles podemos añadir la más poderosa: ni vivo ni muerto... El perfecto Alien, el Otro inconquistable, porque no habita ninguno de los términos de la infinidad de máquinas duales que nos ofrece el mundo y en las que, para salvaguardar nuestra identidad y nuestros prejuicios, aspiramos a refugiarnos.

Vuelvo al documental: pasé dos horas sumido en una extraña y creciente emoción que se filtró en mí como un agua lenta. Como sabéis, no soy afecto a la música pop y creo no dejarme embaucar fácilmente... El caso es que la experiencia de ver ese documental en pantalla grande ha sido una de las más extrañas, intensas y enriquecedoras de las que me ha tocado vivir este año. Y la imagen que tenía de Michael Jackson se ha colapsado completamente en esas dos horas. Aquí no tenemos la sobrecodificación de los videoclips, la pose de las fotografías. El mito aparece descargado de todo lastre, vaciado, como vuelto del revés. Tampoco se trata de ver las costuras del mito, ni apreciar al hombre en su desnudez “auténtica” (pues la autenticidad, acaso, es la mayor y la más sutil construcción socio-mental de todas, la impostura más invisible y mejor trabada); es una especie de atenuación de la visión, un oscurecimiento de todo lo que se ha depositado en el personaje. Para advenir, no al hombre, sino al gesto.

En primer lugar, se me han caído muchos prejuicios y han arraigado algunos asombros. Prejuicios: creía que Michael Jackson sería una especie de robot teledirigido, guiado por las órdenes de coreógrafos, directores escénicos, etc. Error: es él el que dirige, él es el coreógrafo principal, el verdadero director musical y quien marca la pauta, siempre. Lo hace, además, con increíble tacto y delicadeza, incluso cuando se enfada. El trato que dispensa a todos, músicos, bailarines, etc., es exquisito pero rotundo: puño de hierro en guante de terciopelo, tal vez. Otro prejuicio: esperaba ver a un ser demacrado, una especie de sombra de sí mismo. Cincuenta años, un vida castigada. Otro error de juicio previo: Jackson baila y canta mejor que nunca, con una precisión y una sutileza admirables. La gestualidad es más contenida pero más intensa, ya no esboza el gesto hasta el final: lo insinúa, como hacen algunos bailarines flamencos: el espectador hará el resto. Utilizando la jerga deleuziano-guattariana, apenas el gesto se desterritorializa vuelve a reterritorializarse, y esos impulsos-estremecimientos-sacudidas, esa estética corporal de la convulsión, traduce un lenguaje gestual tejido de quiebros y microfisuras que vertebran el sentido. Me ha impresionado, además, la extremada concentración en cada movimiento y el control absoluto de un cuerpo extenuado, enflaquecido, una pura máscara vibrátil, animada por un movimiento perpetuo. Siempre me han admirado los artesanos capaces de abstraerse en lo que tienen entre manos; Michael Jackson pule y esculpe cada movimiento con una concentración infinita, no es la máquina abstraída que esperaba encontrar. Todo lo cual no invalida la sensación de ver a un espectro, un cuerpo en cierto modo desencarnado pero profundamente inmediato, entrañado en la rotundidad de un movimiento preciso, de una danza espasmódica, frenéticamente “real”. Esa sensación de realidad espectral activa zonas extrañas en la conciencia selectiva del espectador, zonas mórbidas pero fecundas: el espectador crea, se deja guiar por el cuerpo espectral, por su extraña “inmanencia trascendente”, y en esa dialéctica de extrañeza-entrañamiento se insinúan preguntas inquietantes sobre el propio estatuto de nuestra ficción consensuada.

También esperaba una música recargada, efectista, pero incluso aquí, las líneas melódicas, en ocasiones, se reducen a su esqueleto más simple, y ello les aporta eficacia e inmediatez: inoculan el ritmo a la par que la minuciosa coreografía (como nota aparte señalaré que la adhesión que generan las coreografías tal vez no esté exenta de un peligro latente: ¿y si la coreografía es el principio del fascismo? No en vano hay cierta liturgia castrense, imperiosa, en ciertas canciones como “Jam”).

Quizá la escena que más me ha impresionado es cuando trabajan la melodía de "The way you make me feel" con el director musical. Primero éste le sugiere meter más "bum bum", y Jackson se niega: dice que quiere la canción lo más simple posible, tal como la escribió. Nada de fanfarrias. Después de varios tanteos dirigidos por Michael, encuentran la melodía y, mientras la escucha, él se pone a bailar. Se deja atravesar por la música con todo el cuerpo. En un momento determinado se detiene y dice: "No, no va por ahí, no me fluye, me bloquea, no me pasa...". La música interfiere con el gesto que trata de acompasarse a ella. No fluye a través del cuerpo, por lo tanto, hay que buscar un cauce, un tempo, para que el cuerpo la reconozca y las notas se encarnen, se hagan gesto y cuerpo en el movimiento: se in-corporen. Esta manera de trabajar con los músicos me ha impresionado y no recuerdo haber visto nada así salvo en Barbara, para quien cantar también es una experiencia corporal completa, cantar con el cuerpo y no sólo con las cuerdas vocales, utilizar todos los estratos senti-mentales (alguien diría los "chakras") en un único impulso comunicativo. Savia ascendente, de la entraña al afuera. Negación de la escisión cuerpo-mente.

Otra cosa que me sorprendió profundamente: imaginaba a los músicos y bailarines como meros profesionales fríos, pero... las declaraciones que hacen al principio del documental, cómo se les escapan las lágrimas, cómo han puesto ahí todo su corazón y su cuerpo, cómo para algunos ésa es la razón de su existencia, todo eso te golpea, no te lo esperas. Tampoco te esperas que todos crean en ese espectáculo tan intensamente, que todos crean que tienen un mensaje que ofrecer. El propio Jackson lo sintetiza en una oración, al final: "Recuperar los vínculos, volver a ser uno, ser una familia, una comunidad, renunciar al individualismo". Curioso en alguien que, a todas luces, ha sido la punta del lanza del capitalismo más feroz, ideología que tiene en el individualismo su blasón más definitorio. Pero lo dice y lo cree, lo cree intensamente. Como cree en el mensaje ecologista y en denunciar que los responsables somos nosotros y que dejemos de culpar a los gobiernos o deleguemos en otros. Que nos toca a nosotros. Podemos entrar a juzgar si todo esto no es más que una ingenuidad o una fatal contradicción. De lo que estoy seguro es de que no es una farsa y que aquella gente creía en ello.

En fin, esto es lo que me ha pasado y quería compartir con vosotros esta perplejidad. Hace unos meses sólo tenía palabras de desdén hacia el hombre y su arte. Ahora, sin embargo, algo me ha conmocionado. No sé explicarlo bien, pero está ahí. Y ahora creo que para entender a Michael Jackson sería necesario un planteamiento filosófico; de veras me parece que no basta con adherirse a la imagen estereotipada y arrancarle cuatro lugares comunes. Por una vez la publicidad, ese gran cementerio de engaños, no miente: “Descubre al hombre que nunca conociste”. Por increíble que parezca, eso es lo que a mí me ha pasado con “This is it”. Admito que he podido ser víctima de una grotesca ilusión... pero es así como lo he vivido.

Por supuesto, os pongo el cuerpo por si queréis lapidarme. Y me atrevo a pedir perdón, en concreto, a Susana: creo que ella no entenderá este cambio drástico de rumbo. Admiro su inteligencia, y también la firmeza de sus convicciones. Acogeré su disensión y su previsible ira con todo cariño.

martes, 3 de noviembre de 2009

La belgitude IV: Henri Michaux o la escritura como pintura



Payaso

Un día.
Un día, pronto tal vez.
Un día arrancaré el ancla que mantiene mi navío lejos de los mares.

Con el tipo de valor que hace falta para ser nada y nada más que nada, soltaré aquello que me parecía serme indisolublemente próximo.
Lo cercenaré, lo volcaré, lo romperé, lo haré caer
De un golpe vomitaré mi miserable pudor, mis miserables combinaciones y encadenamientos asociativos.
Vaciado del absceso de ser alguien, beberé nuevamente el espacio nutricio.

Al golpe de ridículos, de decadencias (¿Qué es la decadencia?), por estallido, por vaciamiento, por una total disipación-escarnio-purgación, expulsaré de mí la forma que creíamos tan vinculada, tan bien compuesta, coordinada, haciendo juego con mi entorno y con mis semejantes, tan dignos, tan dignos, mis semejantes.

Reducido a una humildad de catástrofe, a una allanamiento perfecto como después de un intenso canguelo.
Devuelto por debajo de toda medida a mi rango real, al rango ínfimo del que no sé qué idea-ambición me había hecho desertar.
Anonadado en cuanto a la altura, en cuanto a la estima
Perdido en un lugar lejano (o ni siquiera eso), sin nombre, sin identidad.
Payaso, derribando en el hazmerreír, en lo grotesco, en la carcajada el sentido que contra toda luz me había construido de mi importancia
Saltaré.
Sin recursos al infinito espíritu subyacente, abierto a todos
abierto yo mismo a un nuevo e increíble rocío a fuerza de ser nulo

y raso...
y risible...

(trad. Chantal Maillard, Escritos sobre pintura)




Pintura de Henri Michaux

lunes, 26 de octubre de 2009

La belgitude III. Chantal Maillard o la poesía que dice el hambre





En un principio fue el hambre. Y la necesidad de unirse, de mantenerse unidos para poder subsistir. De ahí que los pueblos tuvieran que construirse una historia común, un pasado por el que fortalecer su identidad. El poeta se encargó de ello. El poeta no era un oráculo; era un forjador de mitos. Entonados, estos mitos podían memorizarse y transmitirse. De este modo, unidos en una memoria colectiva, el pueblo podía subsistir. La poesía, entonces, en sus inicios, tenía una función política.
Pero fue reemplazada por las teodiceas. Los filósofos se convirtieron en consejeros de los gobernantes y reemplazaron a los cantores y, poco a poco, la poesía fue convirtiéndose en un juego elegante cultivado por los nobles en las tardes ociosas.
Podríamos pensar en el ars poetica como en una degeneración de la actividad poética. Podríamos hablar de una “estetización de la mnemotecnia”. En este proceso, el poeta tomó prestado de la filosofía (que también era cosa de palacio) ciertos hábitos. Por ejemplo, el autor empezó a utilizar la tercera persona del plural (“los hombres”…) para hablar de sí mismo. Contagiado de la metafísica, el poeta se ejercitó en lo universal, ya no con el ejemplo, como correspondía a la poesía épica (a la que se refería Aristóteles), sino con el concepto. Ya no se hacía referencia a aquel personaje apasionado o a aquel otro cuya muerte, etc., sino que se cantaba el Amor y la Muerte… Y así hemos llegado a este momento.
Sin embargo, ahora, después de haber tomado conciencia de que la Historia no es ni tiene por qué ser la historia verdadera y que las metafísicas no pasan de ser ejercicio de lenguaje, ahora, después del desencanto y de la hibridación de los géneros, puede que la poesía, algún tipo de poesía vuelva a sernos necesaria. Pero ¿qué tipo de poesía?, y ¿para qué?
Respondamos a lo segundo en primer lugar: para volver a entrañarnos. Porque la metafísica no nos ha simplificado la vida ni nos la ha hecho más llevadera. Porque nuestra identidad de pueblo se ha desintegrado en pequeñas cápsulas (unifamiliares, individuales) y seguimos anhelando una unidad mayor. Y, sobre todo, porque ahora, para la conciencia posmoderna, la existencia misma es lo que se nos ha vuelto extraño y que probablemente echemos en falta un nuevo “entrañamiento”. […]
La poesía de la que necesita la conciencia posmoderna no parece que sea la épica de Homero ni la ingeniosa versificación palaciega de épocas decadentes. Pero tampoco es la poesía metafísica, aquella de la que Aristóteles dijera que es más filosófica que la Historia porque la Historia atiende a hechos individuales mientras que la poesía atiende a lo universal. Conviene tener cuidado, ante frases como ésta, de Zambrano:

La poesía se sumerge bajo el tiempo, desprendiéndose de los acontecimientos, en busca de lo primario y original, de lo indiferenciado.

El poeta que se desprende de los acontecimientos es un metafísico, y el poeta místico es un metafísico que se ignora. El poeta místico se desentraña y se proyecta en el nombre que le da a un supuesto origen. Si de lo que tenemos necesidad, hoy en día, es de un nuevo entrañamiento, el poeta que requerimos no habrá de evadirse de lo concreto. Muy al contrario, en lo singular es donde captará, como el autor de haikus, lo esencial: no lo universal, la idea vaciada de accidentes, sino la radical infinitud de lo que cada cosa es en sí misma. Ahí, en lo concreto, es donde captará el ritmo, la vibración de un ente, su sonoridad, su peculiar forma de vibrar.
El nuevo entrañamiento del que hablo es algo en realidad muy viejo, que tiene que ver con la capacidad de empatía (o de proyección) del ser humano, algo de lo que la palabra poética ha dado cuenta desde muy antiguo. Cabe volver a mencionar, con respecto a ello, la manera en que Valmiki, el autor del Ramayana, narra el origen de la poesía sánscrita: en la primera parte de la epopeya cuenta el autor que, yendo por la orilla de un río, vio a una pareja de garzas apareándose en la rama de un árbol. De repente, el macho cayó traspasado por la flecha de un cazador y la hembra emitió un grito terrible. Aquel grito penetró en el corazón del poeta, quien dice haber experimentado el mismo dolor, la misma desesperación que aquel que provocara, en el ave, aquel grito desolado. Hasta tal punto se halló Valmiki lleno de compasión, explica, que el grito estalló en sus labios en forma de poema. El desbordamiento emocional había hallado su camino en la expresión poética. Por ello, explica, a esta palabra-verso nacida de la pena (soka) se la llamó verso (sloka).
El grito se resolvió en palabra. Halló la manera de traducirse en lamento. Como las ondas que una piedra hace al caer en un estanque, así la voz del ave, por resonancia, alcanzó al poeta que, a su manera, musicalmente, la expresó. Vocalizó la emoción. La moduló: propagó la vibración.
Algunas teorías indias entienden que el universo se creó por resonancia. La gran exhalación del comienzo se prolongó en las consonantes. El “ser”: la energía neutra del comienzo se significó: modulándose en los signos (en las letras, en su sonoridad) se diversificó.
Y así también: En el principio (arjé) era el verbo (logos)… El verbo (término éste, verbum, con el que se tradujo la palabra griega logos cuando éste se identificó con el principio creador del cristianismo), curiosamente, es la palabra que puede ser conjugada. El logos-verbo es posibilidad de ser, antes de las diferencias. Condensación del sonido, inaudible antes de su expansión.
En un principio fue el verbo, y el verbo se conjugó, y se propagó. Los siglos de los siglos fueron la propagación del primer sonido. El primer sonido fue un acto: el de respirar. Un respirar sin nadie que respirara. Un acto sin sujeto. Un aliento sonoro.
Y el verbo se hizo carne: materia. Se hizo audible. Se “materializó”. El mundo: sonoridad vibrante. La materia: densidad del sonido: velocidad vibratoria.
En un principio fue el verbo y el verbo poetizó: la matriz del mundo es el hueco donde impacta el primer sonido y se gesta el primer poema: la primera construcción (poíesis), la primera articulación.
Sí… puede que esto sea muy bonito. Pero no nos sirve. Ya no nos sirve porque las palabras, ahora, son multitud. Los ecos están distorsionados. Los sonidos, como las emociones, se degradan imitándose unos a otros. El kitsch reina por doquier de tal modo que ya nos es difícil saber, de lo que sentimos y pensamos, qué es genuino o impostado, qué hemos aprendido y repetido, qué es emoción y qué lenguaje. Tal vez sea preciso callar. No añadir más palabras a las ya expandidas.

O, tal vez, urdir otro inicio. Digamos, por ejemplo:

En el principio era el Hambre. Y el Hambre creó a los seres para poder saciarse. Y el Hambre era la muerte, para los seres. Inventaron remedios, buscaron curarse, pero el Hambre dijo odiaos y luchad unos contra otros, para poder saciarse. Y el Hambre introdujo el hambre en los seres, y los seres se mataban entre sí, por causa del hambre. Y el hambre era la muerte, para los seres.

No parece que quepa, hoy en día, otra poesía que la que diga el hambre. Y el terror. La desolación y la extrañeza. Que lo diga para que nos reconozcamos en ello. En comunidad. Con las cosas. En las cosas. Cosas, también, nosotros. La identidad colgándonos del hombro como una chaqueta raída.
Luego, como un personaje de Beckett, atender al balbuceo, como mucho.
Sobre todo, atender al silencio, ese silencio: la callada inocencia recobrada, antes del logos, el no saber cargado de compasión por los seres que viven con su hambre.

Chantal Maillard

(Texto incluido en el cuaderno VI Jornadas poéticas del ACEC, que recoge las lecturas y conferencias impartidas ente el 6 y el 9 de junio de 2006 en el Ateneo de Barcelona; posteriormente, este texto aparece, con sustantivas modificaciones, en Contra el arte y otras imposturas, de la autora)

jueves, 22 de octubre de 2009

La belgitude II. Chantal Akerman o los espacios del desasosiego



Si tuviera que elegir el film que más me ha sorprendido en los últimos años creo que me quedaría con "Là-bas" de Chantal Akerman. Tsai Ming Liang me ha enseñado el desasosiego en el Taiwán contemporáneo, Apichapong Weerasethakul cómo recrear los mitos antiguos con un lenguaje moderno; Pedro Costa me ha narrado las crónicas de hieráticos muertos lúcidos, en una especie de "naturalismo onírico" en el que se oxidan las presencias, las esperas, los procesos cognitivos; Naomi Kawase me ha enseñado a mirar desde ese otro ángulo olvidado, y a hablar bajito; Joao César Monteiro ha demostrado que se puede ser no ya posmoderno, sino ultramoderno, hipermoderno, sin por ello perder la apostura clásica de caballero walseriano; Jia Zhang Ke ha retratado como nadie el dolor de la metamorfosis y la falta de centro en un mundo que cambia vertiginosamente, y en el que el otro, como en Tsai Ming Liang, parece un espectro desdibujado al que es imposible acercarse...

Pero de todas las películas que abren nuevos caminos narrativos y estéticos, de todos esos encomiables y logrados esfuerzos, me quedo con la sencillez lapidaria, con el balbuceo espartano de "Là-bas". En 2006, la belga Chantal Akerman llega a Tel Aviv para ajustar cuentas con su pasado, con su condición judía. Pretende rastrear las fuentes de su infancia y deshacer los nudos de fuerza que han asfixiado, desde entonces, su itinerario adulto. Alquila un piso y se dispone a salir a la calle, pero entonces... el pánico. Irrumpe el pánico con una fuerza demoledora. Chantal se queda en casa un mes, incapaz de salir a la calle. Tiene una cámara digital y filma lo que ve por las ventanas del piso. Pero incluso la luz le da miedo: filma, salvo cuando oscurece, con las cortinas y visillos corridos. Filma cuerpos de vecinos, puestas de sol, terrazas... Escucha a los otros, recibe así, tamizado, ese mundo que la aterroriza. Poco a poco ingresamos en un mundo crepuscular, se nos hace evidente una ontología del desamparo en la que todos los perfiles pieden su nitidez y se funden en sombras; no sólo lo que percibimos, también nuestras ideas heredadas son sucesivamente minadas por la tensa espera. En virtud del balbuceo, el pensamiento horizontal-jerárquico se desarticula a la par que el espacio circundante; el "alma", la visión, es presa de fluctuaciones indefinidas, adviene por sacudidas, entrecortada lucidez que se debate por sobrevivir. No vemos nunca su rostro, salvo alguna vez, fugazmente, en un espejo. Y habla, habla detrás de la cámara; la oímos en pequeñas frases deshilvanadas, con las que va construyendo un pequeño mosaico que da cuenta de su impotencia para decirse. De vez en cuando, recibe una llamada telefónica, oímos su voz seca, breve, temerosa. Poco a poco vamos acercándonos al centro de un alma calcinada y entendemos, entendemos, sabemos sin saber y nos abrimos a un espacio de empatía con su miedo, su infinito desamparo de vivir...

Un día se arma de valor y sale a la calle. La cámara avanza tímidamente por la playa. Pero tiene que regresar enseguida. Un atentado.

Una obra desestructurada, hecha de añicos que nosotros podremos recomponer no en el montaje, desenfocado, sino en la síntesis última de una interiorización meticulosa. Por desgracia no encuentro fragmentos en Youtube o Daylimotion y hasta donde sé no se ha editado en dvd. Tuve ocasión de verla en 2006 en un pequeño festival de Barcelona. Es la película que más me ha impactado en los últimos años.


lunes, 19 de octubre de 2009

La belgitude I. Los corazones tiernos





Los corazones tiernos

Hay quien tiene el corazón tan grande
que a él entramos sin llamar
hay quien tiene el corazón tan grande
que apenas vemos la mitad.

Hay quien tiene el corazón tan frágil
que lo romperíamos con un dedo
hay quien tiene el corazón demasiado frágil
para vivir como tú y yo.

Llenos de flores los ojos
los ojos a flor de miedo
miedo de faltar a la hora
que conduce a París.

Hay quien tiene el corazón tan tierno
que en él descansan los pájaros,
quienes lo tienen demasiado tierno
mitad hombre mitad ángeles.

Hay quien tiene el corazón tan vasto
que está siempre de viaje
hay quien tiene el corazón demasiado vasto
para privarse de espejismos.

Llenos de flores los ojos
los ojos a flor de miedo
miedo de faltar a la hora
que conduce a París.

Hay quien tiene el corazón afuera
y no puede más que ofrecerlo
el corazón tan afuera
que todos se sirven de él.

Aquel tiene el corazón afuera
y tan débil, y tan tierno;
malditos los árboles muertos
incapaces de atenderle.

Llenos de flores los ojos
los ojos a flor de miedo
miedo de faltar a la hora
que conduce a París.

miércoles, 14 de octubre de 2009

La no tejida urdimbre. Un poema de Leónidas de Tarento



Infinito era el tiempo pasado al venir tú a la aurora
e infinito aquel que en el Hades te espera.
¿Qué porción resta, pues, de tu vida sino un solo punto
o algo más exiguo que un punto todavía?
Pequeña y angosta es tu vida y tampoco agradable
resulta, sino triste, más que la odiosa muerte.
Tal es pues la osamenta en que cuelga tu cuerpo; y empero
al aire y a las nubes, humano, te remontas.
Pero ve cuán inútil es todo: en los cabos del hilo
la polilla devora la no tejida urdimbre.
Examina, pues, hombre, con celo tu vida y tus días
y en una existencia sencilla reposa
recordando en tu espíritu siempre, al tratar a mortales,
con qué clase de paja se te ha fabricado.

Leónidas de Tarento, siglo III a. C.

viernes, 9 de octubre de 2009

El idiota interior



"El gesto del verdadero idiota, que no puede ser de otra manera, me conmueve más que el del Todopoderoso"

Elias Canetti

lunes, 5 de octubre de 2009

Contribución a la estadística, Wyslawa Szymborska



CONTRIBUCIÓN A LA ESTADÍSTICA

De cada cien personas,

las que todo lo saben mejor:
cincuenta y dos,

las inseguras de cada paso:
casi todo el resto,

las prontas a ayudar,
siempre que no dure mucho:
hasta cuarenta y nueve,

las buenas siempre,
porque no pueden de otra forma:
cuatro, o quizá cinco,

las dispuestas a admirar sin envidia:
dieciocho,

las que viven continuamente angustiadas
por algo o por alguien:
setenta y siete,

las capaces de ser felices:
como mucho, veintitantas,

las inofensivas de una en una,
pero salvajes en grupo:
más de la mitad seguro,

las crueles
cuando las circunstancias obligan:
eso mejor no saberlo
ni siquiera aproximadamente,

las sabias a posteriori:
no muchas más
que las sabias a priori,

las que de la vida no quieren nada más que cosas:
cuarenta,
aunque quisiera equivocarme,

las encorvadas, doloridas
y sin linterna en lo oscuro:
ochenta y tres,
tarde o temprano,

las dignas de compasión:
noventa y nueve,

las mortales:
cien de cien.

Cifra que por ahora no sufre ningún cambio.

(Traducción de Gerardo Beltrán)

sábado, 3 de octubre de 2009

Texto



Texto. Durante los años setenta se produjo un descubrimiento sensacional. Los investigadores de la literatura y los teóricos de la misma descubrieron algo que había permanecido inadvertido en muchísimos cuentos, novelas, poemas y relatos: el texto. Resultaba que la literatura estaba compuesta por textos. Es más: los textos podían sustituir con creces a la literatura.
De pronto todo fue texto. Escritores de mediana edad presentaban “el texto” de un amigo en el incomparable marco de la Universidad Menéndez Pelayo. O en un tribunal de oposición se presentaba “un texto” que de inmediato recibí al cum laude y la cena. Un conocido restaurante de la parte alta de Barcelona sustituyó la Carta por un Texto. Incluía un “Texto del día”, más barato. Y nadie escribió ya nunca más ni novelas ni poemas, sólo textos.
Todavía hoy continúa usándose la palabra en una enormidad de casos y sólo sufre la competencia del “discurso”, siendo así que la “escritura” ha prosperado menos de lo previsto. El “discurso”, no obstante, ha ido avanzando desde entonces por presión de la secta derridiana a gran velocidad, y puede llegar a dominar el panorama, en cuyo caso el restaurante de Barcelona tendrá que cambiar de nuevo su Texto y presentarlo como Discurso.
Pero para animar al lector a un uso más asentado de la palabra “texto”, ofrezco al lector su definición según uno de sus inventores, Julia Kristeva:

“Llamaremos texto a toda práctica de lenguaje mediante la cual se desplieguan en el feno-texto las operaciones del geno-texto, intentando el primero representar al segundo, e invitando al lector a reconstruir la significancia”.

Si alguien siente una cierta inhibición por lo del geno-texto, no debe preocuparse en exceso, pues el geno-texto carece de misterio:

“Se trata de una fase (teóricamente reconstruida) del funcionamiento del lenguaje poético en la que interviene lo que llamaremos una significancia: una infinita genración sintáctica y/o semántica de lo que se presentará como feno-texto”.

Dice la inventora. Es cierto que ahora se puede producir una nueva timidez por causa de la “significancia”, pero tampoco debe el lector inhibirse, pues la significancia no es otra cosa que: “La compatibilidad semántica y/o sintáctica de los elementos constitutivos (según Lyons)”, o bien “la instancia en el sueño de la estructura literante (según Lacan)”; o, más sencillamente, “el trabajo de diferenciación, estratificación y confrontación que se practica en la lengua” (según Kristeva).
De modo que si alguien se le presenta con un texto, sea usted agudo, no se deje engañar, y observe primero si se trata realmente de un texto. Por ejemplo, ¿le invita a reconstruir la significancia? Y si, en efecto, le invita, compruebe que se trata de una verdadera significancia, y no de cualquier sucedáneo: ¿acaso diferencia, estratifica y confronta en la lengua? De ser así, puede usted estar casi seguro de que se trata de un texto. Ya sólo faltará leerlo.

"Diccionario de las artes", Félix de Azua

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Cuna cadáver. Un poema de Tess Gallagher



Cuna Cadáver

Nada la hiere tanto como el exceso
de preguntas, porque preguntar es
acercarse, humillarse ante el núcleo coagulado.
Un llanto persistente lacera sus pómulos, pero no lo
detiene: permite que la capilla abierta de su infancia se ilumine
con luces de árbol. Futuro blanco y gris
del aliso, hipnosis del cedro, com cuando
un olor excesivo a néctar peina
su aliento. Llueve y llueve,
como si creciera en él la repentina necesidad de pacer
en la memoria de ella, con la cabeza descubierta en el muelle
en el que fumaba, soñadoramente, un cigarrillo y la guiaba,
a ella y al caparazón satinado de su quietud, hacia
la misma blancura que coronaba la lluvia, hinchada
y gradual. Qué lúcida es,
borrosa y sin filo, como escuchar,
para estar más despierta, la música con que lo rodeaba
para fascinar lo que hermosamente
había iniciado. Todo pájaro, pero sin recuerdos, piensa
ella, y vive en su pajaridad, no grávida,
sino extrañamente ligera, y quiere levantarse al alba,
cuando la nieve envuelve en su niebla a las montañas, y el mundo
duerme como si fuese
el mundo entero, y como si, por ello, pudiera verse
desde el principio, recién
entregado, como el sueño mismo, com la pálida fertilidad del sueño
al recordar ella su último descanso,
en el que se sumió, y se sume todavía, lenta y blanca,
preguntando hasta lo hondo, honda con su oscuro abajo.

(trad. de Eduardo Moga)





Tess Gallagher y Raymond Carver

jueves, 24 de septiembre de 2009

Envejecer


Stalkerilla y Stalker (1981)


"El tiempo: funcionario del rostro" Cioran

Entre una fotografía y otra, veinticinco años. Somos los mismos, pero somos otros, radicalmente otros. ¿Cómo es posible que recuerde tan bien la primera fotografía, que sólo necesite cerrar los ojos para reproducir las sensaciones ante la cámara, la extrañeza, la curiosidad? Sigo siendo siendo aquel niño, pero al mismo tiempo, misteriosamente, ese niño se extinguió en mis pligues, desapareció en el imposible avatar que nos va erosionando minuciosamente, bajo la impávida supervisión del calendario.

La propuesta: ¿qué es envejecer? ¿Qué queda de nosotros? ¿Existe una esencia inmutable itinerante en las sucesivas encarnaciones físicas de nuestra existencia? ¿O tan sólo creemos que existe y es otra ilusión que también se modifica con el tiempo? ¿Cómo es posible que seamos la misma persona, cuando todo apunta a que no es así? ¿Y cómo es posible que seamos otro?

Junto a la muerte, y quizá más aún, el envejecimiento es uno de los grandes interrogantes que asolan al animal perplejo que somos. Me gustaría abordarlo con todos vosotros, con total libertad de enfoque, por supuesto. Y aunque sé que es mucho pedir (me lo he pensado mucho al subir fotografías, por las que no siento una especial adhesión), los que queráis estáis invitados a compartir vuestra metamorfosis: dos instantáneas que den cuenta de lo inconcebible que supone caer en la conciencia del mundo adulto (quizá no es una caída, pero me resisto a considerarlo una ascensión...).

Jean Améry ha escrito un libro hermosamente desesperado sobre el envejecimiento, "Revuelta y resignación":

"Sabe que no sólo su rostro se le ha vuelto extraño. Porque en el pasado [...] ¿había existido verdaderamente aquel rostro para ella? Había formado parte de aquel mundo del que ella era partícipe y que le pertenecía, parte de un yo que sin contradiccones ni ambigüedad era yo y mundo a un tiempo, que no dudaba de sí, que no se había vuelto extraño a sí mismo. Solamente ahora, en la metamorfosis, que tal vez, según le parece, alcanza hasta la irrecognoscibilidad, el rostro extraño, ya no dirigido al mundo, porque ya ha sido repudiado por éste, es, en todo y para todo, el suyo: la fusión entre extrañamiento de sí y concentración en sí misma, cuya manifestación extrema sólo puede ser una melancolía narcisista, es la experiencia de fondo de cualquiera que, envejeciendo, tenga la paciencia de detenerse ante el espejo, tenga el valor de no atemorizarse [...], que no interiorice y se someta al juicio convencional de los otros."

"Si utilizamos el lenguaje de la alegoría, que bien o mal hemos elegido para nuestras reflexiones, podemos decir que en el envejecimiento yo soy por medio de mi cuerpo y en contra de él; en la juventud, yo estaba sin mi cuerpo y con él. Cuando supere el estadio de envejecimiento y entre a formar parte del ejército de los viejos, seré sólo cuerpo y nada más, cuerpo en cuanto progresiva pérdida de energía y aumento de sustancia: hasta cuando, en el momento en que incluso la sustancia esté descomponiéndose en sus elementos, yo ya no sea yo ni ninguna otra cosa. El envejecimiento es, que se me perdone al menos por una vez el uso de un términoo de moda, el momento del cambio dialéctico: la cantidad de mi cuerpo que se mueve en la dirección del aniquilamiento se convierte en la cualidad de un yo transformado.
¿Qué somos en el fondo los seres humanos? La morada permanente de atroces dolores, piensa A."

"Fresas salvajes", de Bergman, es uno de los retratos cinematográficos más lúcidos y conmovedores sobre la vejez, un tema tabú en un arte que se ha nutrido de la eterna juventud de las estrellas inmortalizadas en el celuloide. No deja de ser curioso que el cine haya escamoteado tan hábilmente la decrepitud de sus astros, ofreciéndonos siempre la imagen de los veinte o los treinta años (recordamos a Audrey Hepburn eternamente joven y sonriente; en cambio, la imagen mental de Marguerite Duras es la de una anciana arrugada; pero ambas fueron jóvenes y ambas vieron cómo el tiempo ajaba su rostro).


En Youtube está la película íntegra, subtitulada. Os la recomiendo con todo el fervor de que soy capaz.

Ana





La primera imagen es del verano de 1987. La segunda del verano del 2009.

Cuando observo mis fotos de la infancia o de la adolescencia y comparo ese rostro con el actual lo primero que destaco es como el rostro ha ganado en dureza. También me doy cuenta de que me voy pareciendo a mi madre: la mandíbula, el abismo en los ojos. Hay una cosa que también me llama mucho la atención, y es un gesto que en los últimos tres o cuatro años hago mucho, un gesto que coincidió con mi abandono de la adolescencia, se trata de abrir los ojos y levantar las cejas, entre asombro, humor y cuestionamiento, en la fotografía que aquí dejo hago un poco ese gesto, supongo que se lo hago a la cámara o al fotógrafo o al hecho de saber que estoy siendo fotografiada. En esos 22 años que hay entre una imagen y la otra he perdido la luminosidad facial pero a pesar de ello soy más sensitiva y poseo una mayor capacidad para el placer y la alegría que en la infancia y adolescencia –de niña fui triste y de adolescente ansiosa-. Si en la infancia o en la adolescencia hay placer es un placer que no está en la sangre sino en el aire.

Rechazo esa idea de que la infancia es el paraíso perdido, el lugar idílico y sorprendente. No creo que la entrada en la madurez sea un descenso a los infiernos –la infancia y adolescencia tienen sus propios infiernos, a veces más terribles que los de la madurez-, ni siquiera creo que la entrada en la madurez suponga una pérdida de la curiosidad –cada día soy más curiosa y cada día soy más amante-. Tampoco voy a decir que la madurez sea un ascenso, porque no creo que “ascenso” sea la palabra adecuada, de hecho rara vez “ascenso” es una palabra adecuada para cualquier cosa. La palabra adecuada creo que es penetración. O también espacio. La madurez con respecto a la infancia supone para mí una penetración y un espacio. Esto lo noto sobre todo en los ojos, sobre todo cuando mis ojos miran otros ojos y esos ojos me miran, hay notó el espacio, la penetración, el amor. Pero también es verdad que tengo 23 años. Cuál será mi perspectiva sobre esto cuando tenga 60.


(…)Yo amo tu rostro en el espejo; yo

amo cuanto me está abandonando.




Antonio Gamoneda

Òscar peque y Òscar melón






Yaiza

Ahí van. Te mando dos fotos mías, una de pequeña y otra de hace poco por si quieres colgarlas. Lo hago porque no me veo tan diferente entre una y otra, no sé que opinarás tú. Tengo la sensación de no haber perdido del todo la infancia, de que mi cuerpo sabe retenerla. Mi mente, desde luego, vive en ella no sé cómo. Quizá por eso me gusten tanto los niños. Un abrazo, Yaiza





Lola







Aqui te mando las fotos. Te mando dos para que veaís la progresión. Una de bébé y una del colegio. La del colegio soy la primera en la fila sentada, que lleva calcetines blancos y los brazos cruzados.

La foto de bébé es el en Alcazarquivir. Dejo una web por si alguien tiene curiosidad. En arrabe significa "La casa grande" creo. http://www.playasdetrafalgar.com/archivosmarruecos/alcazarquivir.htm

De aquel lugar no recuerdo nada, me fui con 2 años.

Luego Francia Mulhouse para ser más concretos. Alsacia, muy bonito aquello.

Desde 1962 hasta estos días, han pasado unos cuantos, ha llovido, ha nevado, ha hecho calor y frío. La caligrafía como bien dice Mariel ha cambiado. Nos han enseñado a escribir sin salirse de la ralla, poco a poco nos han ido encauzando y cuando ya estabamos en el tiesto, nos hemos salido por la tangente. Con 12 años bailabamos los Beatles con un magnétofono en el parque, nos iventabamos coreografías imposibles para disfrutar. Jugabamos al escondite y de vez en cuando caímos enamorados del profesor.

Entonces adolescente escribía pequeños versos que no quiero volver ni a reproducir. Leía a Rimbaud y a Baudelaire.

Después ni lo cuento, tantos años son muy largos. Volvía a la poesía de esta manera. Ya sé que el "albatros" no es de Rimbaud pero en mi memoria quedaron los poemas revueltos y así escribí esto.

La búsqueda

El albatros de Rimbaud



El caballo de Blanca Andreu



Una carta de Rilke



Una estatua de mármol



O los filamentos de un ágata:



Encontrar las palabras



para mi sortilegio.


Como dice Mariel envejecemos dejando detrás de nosotros personas que ya no existen, o porque han muerto o porque ya nos las volvemos a ver y dejarón su huella.

Asi este poema:

El último momento

Tus manos huesudas y tus ojos vidriosos.



Me mirabas.



Despacio los minutos se comían tu sonrisa.



Cuajada la tibieza en la arruga

la atmósfera nos dejó los relojes

y el desconcierto.




Pero aqui estoy, con mi sonrisa y mi presencia de ave zancuda.

(HE dejado estos pequeños poemas para ilustrar mi entrada, si quieres meterlos) Eso es a tu elección.



Salkercillo con mucho cariño te lo mando.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Ardua vida. Un poema de Du Fu




"Expreso mi sentimiento"

Ardua vida para todos aguarda en esta tierra,

cada lugar con sus costumbres propias.

Agitación, competencia por doquiera;

en todas partes mil dificultades.



Si no hubiera abundancia, el modesto no se pondría triste;

si no hubiera riqueza, el pobre viviría contento.

Todo pasa, no quedan sino huesos;

en las casas vecinas se canta a veces, a veces se llora.


Desde mi llegada a la garganta de Wu, hombre sencillo,

tres años se esfumaron como luz vacilante de una vela.

Obligado por el destino a quedarme aquí,

vivo indiferente al honor o a la deshonra.


Voy a la audiencia matinal, mis dientes en el ocaso;

para cada día dispongo de arroz grosero.

He tejido una cabaña al este de la Ciudad de Piedra;

en las quebradas del norte recojo hierbas medicinales.


Entusiasta me dedico a mi labor, con escarcha o nieve,

sin ninguna necesidad de vegetación frondosa.

No me preocupo de nada, no dispongo nada;

acomodándome a mi humor solitario.


Como cuerda tensa, el hombre recto;

como anzuelo doblado, el hombre mezquino.

Torcidos o derechos, ¡qué me importa!

Calentándome al sol, espero a leñadores y zagales.


Du Fu (siglo VIII d.C.)

Traducción de Guillermo Dañino (Bosque de pinceles, Hiperión)

jueves, 10 de septiembre de 2009

Pequeño conjuro para alejar el miedo y entrar y salir bailando de los hospitales



Para Mariel

El espejismo pequeñito estaba asustado sin un desierto que lo amamantase con la ocre leche del misterio.
Fue a una subasta de desiertos, pero como era un espejismo pobre sólo consiguió un desierto enclenque al que todos despreciaban.
Dicen que ese desierto se llamaba mente y que el espejismo chico, al habitarlo, produjo la ilusión del mundo y las cosquillas.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Contexto. Materiales. Poemas de Birgitta Trotzig



Una vez se rompieron el cielo y la tierra y así, de los escombros, surgió el mundo nuevo de los nacimientos.
Disperso dividido roto, el Escombro conserva en la superficie de sus roturas el mensaje destruido de la totalidad: que a partir de ahora la vida fragmentada, lo roto-quebrado y la nada-carencia serán la totalidad del ser
El desmembrado, todos los huesos rotos
La luz del amanecer gatea por la pobre hierba helada.
Un pedazo de pan, un escombro. Pan para comer, el escombro para grabar el signo en la pared blanca, en la arena

***

La tumba La piedra La arcilla El sonido La voz
Él se levanta y es todo instrumento

***

Es un paisaje lo que atravesamos, una llanura de huesos como Ezequiel. Es tan extraño. Qué camino de escombros iluminados por la luna. Tantas caras. Tantos labios moviéndose.
Es todo lo contrario de andar y pasar de largo. Se mueven. Yo me muevo. No se trata de observar, eso no existe. Moverse dentro. Pero es más que un paisaje.
Los cuerpos y las piedras penetran.

(trad. de René Vázquez Díaz)

martes, 25 de agosto de 2009

Nantes



El 30 de agosto Lost in Marienbad cumplirá un año. La vida en la cueva de topos ha sido intensa y sólo tengo agradecimiento para todos vosotros.

Para celebrarlo, y puesto que en la fecha exacta estaré de viaje, invoco a uno de los espíritus tutelares de Marienbad: Barbara nos cuenta, con palabras sencillas, la muerte de su padre. Continúa así el diario-confesión sobre el umbral definitivo.

Gracias a "Ella" por subir el vídeo y realizar la traducción.

Y la canción "Marienbad" de propina:

miércoles, 12 de agosto de 2009

La muerte



I

Estáis muertos, no habiendo antes vivido jamás. Quienquiera diría que, no siendo ahora, en otro tiempo fuisteis. Pero, en verdad, vosotros sois los cadáveres de una vida que nunca fue. Triste destino. El no haber sido sino muertos siempre. El ser hoja seca sin haber sido verde jamás. Orfandad de orfandades.

Y sin embargo, los muertos no son, no pueden ser cadáveres de una vida que todavía no han vivido. Ellos murieron siempre de vida.

Estáis muertos.

*

En suma, no poseo nada para expresar mi vida sino mi muerte.

César Vallejo

***

Amanecemos
A la acumulación oscura de tus muertes,
De tus multiplicadas muertes solitarias,
Y a nuestro propio desengrendramiento
Para siempre y aquí.

*

No estabas tú, estaban tus despojos.

Luego y después de tanto
Morir no estaba el cuerpo
De la muerte.

Morir
No tiene cuerpo.
Estaba
Traslúcido el lugar
Donde tu cuerpo estuvo.

La piedra había sido removida.

No estabas tú, tu cuerpo, estaba
Sobrevivida al fin la transparencia.

José Ángel Valente

***

Por su amigo Enkidú
Gilgamesh
Lloraba amargamente y erraba
Por la estepa.
“¿No moriré acaso yo también
Como Enkidú?
Me ha entrado en el vientre la ansiedad.
Aterrado por la muerte,
Vago por la estepa”.

Gilgamesh, o la angustia por la muerte (versión ed. Kairós)

***

Nadie me conoce yo hablo los muertos

Alejandra Pizarnik

***

Si te murieras tú
y se murieran ellos
y me muriera yo
y el perro
qué limpieza.

*

Uno vive
con los muertos
que están ahí
con los sufrientes vive
y con los despistados
y con los presos
vive.

Idea Vilariño

***



Aquí, a la sombra de la muerte, es difícil
pronunciar la última palabra.
Sólo diré, pues,
“sin decir”.
Nada más,
nada más.

Dokyo Etan

***

Vine al mundo con las manos vacías,
Descalzo lo dejo.
Venir, partir:
Dos sencillos sucesos
Que se entrelazaron.

Kozan Ichikyo

***

La vida es como la neblina
Que exhala la gruta de una montaña
Y la muerte,
Una luna que flota
En su curso celestial.
Si piensas demasiado
En el significado de estas cosas
Estarás atado para siempre
Como un asno a su estaca.

Mumon Gensen

***

Cuando viene, ¡eso es!
Cuando se va, ¡eso es!
Ir y venir suceden cada día…
Las palabras que ahora digo, ¡eso es!

Musho Josho

***

Hasta ahora pensaba
Que sólo se morían
Los mediocres.
Pero si también mueren los que no lo son,
¿no producirán, seguramente, un estiércol mejor?

Morikawa Kyoriku

***

Creía que viviría
Dos siglos, o tres.
Pero ya me llega la muerte,
Cuando soy un muchacho
De apenas ochenta y cinco años.

Hanabusa Ikkei

***

Durante más de treinta años
Me he esforzado por anularme.
Salto ahora al abismo de la muerte.
El suelo se deshace,
El cielo gira.

Rankei Doryu

***

Me acerco
al brasero, y ah,
la eternidad

Gazen

***

He ponderado las enseñanzas de Buda
Durante 84 largos años.
Ahora las puertas se me cierran.
Nadie ha estado nunca aquí.
¿Quién es, pues, el que va a morir?
¿Y por qué lamentarse de nada?
¡Adiós!
La noche es clara,
La luna brilla, sosegada,
El viento entre los pinos
Suena como una lira.
Sin yo y sin otro,
¿quién oye su son?

Zoso Royo

***

De una tina (nacimiento)
a otra tina (muerte),
¡cuánta palabra inútil!

Issa


***



Amás aún, amas
Un cuerpo que ya no cree en sí mismo,
Amas su decrepitud, infarto y el abismo
Entre el posible cáncer de estómago y la cirrosis de hígado, o
Sea, amas un campo de batalla, en el que tú, un enemigo
Con aspecto rosáceo, coges entre tus brazos
Con tu fragilidad una fragilidad
Y matas con una mirada
Al tiempo ante ti al tiempo detrás de ti
A la muerte que es lo uno,
La muerte que es lo otro
Para ti, al que
Será la muerte,
Y esto es
Pronto

Ingeborg Bachmann

***

Y voy hacia la muerte que no existe
Que se llama horizonte en mi pecho.

*

La vida trabaja en la muerte con una convicción admirable.

*

Nadie nos dice cómo
Voltear la cara contra la pared
Y
Morirnos sencillamente
Así como lo hicieron el gato
O el perro de la casa
O el elefante
Que caminó en pos de su agonía
Como quien va
A una impostergable ceremonia
Batiendo las orejas
Al compás
Del cadencioso resuello
De su trompa

Sólo en el reino animal
Hay ejemplos de tal comportamiento
Cambiar el paso
Acercarse
Y oler lo ya vivido
Y dar la vuelta
Sencillamente
Dar la vuelta

Blanca Varela

***

He envejecido dentro de tus ojos; eras la dulzura y el exterminio
Y yo amé tu cuerpo en sus frutos nocturnos.

Tu inocencia es como un cuchillo delante de mi rostro,

Pero tú pesas en mi corazón y, como una miel oscura, yo te siento en mis labios
Al ir hacia la muerte.

*

Lame tu piel el animal del llanto, ves grandes números infecciosos y, en el extremo de la indiferencia, giras insomne, musical, delante del último dolor.

Vienen, extienden

Sobre tu corazón sábanas frías

*

Esta casa estuvo dedicada a la labranza y a la muerte

Antonio Gamoneda

***

Me aflige tanto que las década pasen tan rápidamente. Pero al menos
Estoy al otro lado del mundo.
Hasta tal extremo es duro morir.
En un momento de la vida, las cosas terminan.
Lo siento así: las cosas terminan.
Así es.

Te amaré hasta mi muerte.
Voy a tratar de no morir demasiado pronto.
Eso es todo, todo lo que tengo que hacer.

Marguerite Duras, C’est Tout

***

[…] símbolo que es realidad, realidad que se torna símbolo
Ante el rostro de la muerte.

Hermann Broch

***

La muerte se apoya sobre mi bastón

Mientras con lentitud
Me acerco a mi tumba

Dejó tras de mí
Una baba plateada.

Anise Koltz

***



La muerte es un hueso triste; contuso, se diría,
Y a pesar de todo ella me espera, año tras año,
Para reparar delicadamente una vieja herida.

*

La muerte correcta está escrita.
Colmaré la necesidad.
Mi arco está tenso.
Soy la bala y el garfio.
Estoy amartillada y dispuesta.

Anne Sexton

***

Mi centro es una herida dulce
Y su nombre es mi muerte.

*

No llore nadie por mi muerte:
El río me lleva
como el pez lleva sus escamas.

*

Si estuvieras un día fuera de ti solamente sabrías
lo intensa que es la muerte.

*

Morir no es la cuestión. Sino hundirse
despacio
en las arenas tibias de una ciénaga.
La cuestión es el barro que se empeña en seguir
la trayectoria habitual del aire al respirar.
La cuestión es que algo, una mano, un ojo, siga
agitándose en superficie mientras el corazón
desiste
y el cuerpo se acomoda
en el fondo.
Morir no es la cuestión. Sino saber atravesar
la vida con la leve insistencia
de los insectos que andan sobre el cieno,
saber alimentarse de carroña,
abrevarse en las aguas pútridas
y ofrecer el espíritu que germina en lo sólido.

Chantal Maillard

***

De modo que, al final de nuestra existencia, podamos decir que hemos existido en nuestro propio mundo y no tengamos que ir a la muerte con la vergüenza de haber tenido que existir sólo en el mundo de nuestros padres, porque esa vergüenza es la mayor.

Thomas Bernhard (Corrección)

***

En junio de 1872, una mañana temprano, asesiné a mi padre, acto que me impresionó vivamente en esa época.

Ambrose Bierce (El club de los parricidas)

***

¿Y no he intentado acaso pronunciar hacia atrás todos los alfabetos de la muerte?

Olga Orozco

***

¿Dónde negociaremos sobre la vida y la muerte?

Wislawa Szymborska

***

Y mostraré que nada puede acontecer más hermoso que la muerte…

Walt Whitman

***

Morir no es nunca nada más que forzar a la conciencia propia, en el momento mismo en que queda abolida, a despedirse de algunos barrios físicos activos o soñolientos de un cuerpo que nos fue medianamente extraño, pues que su conocimiento sólo nos vino a través de recursos mezquinos o esporádicos.

René Char

***

¿Cuál es el motivo de mi desencanto?
La vida humana es de seta matutina;
Cómo aguantarla si, en unas pocas décadas,
Parientes y amigos decaen y se ultiman.

En ésta la reflexión que me entristece,
La tristeza que no puedo reprimir.
Mas ¿qué remedio tiene lo irremediable?
Dejar el cuerpo, darse a la cara umbría.

Han Shan, también conocido como “el maestro del Monte Frío”



***

Sentí un funeral en mi cerebro,
Y los afligidos deudos de acá para allá,
No cesaban de andar – de andar – hasta que pareció
Que el Sentido se habría paso –

Y cuando todos estaban sentados,
Un Oficio, como un Tambor –
Estuvo golpeando – golpeando – hasta que pensé
Que mi mente se obnubilaba –

Y entonces les oí levantar una Caja
Que crujía en mi Alma
Con las mismas botas de plomo, otra vez,
Luego el Espacio – empezó a doblar,

Como si todos los Cielso fueran una Campana,
Y el Ser, sólo un Oído,
Y Yo, y el Silencio, alguna extraña Raza
Náufraga, solitaria, aquí –

Y entonces se le quebró una Tabla a la Razón,
Y yo caía, y caía –
Y golpeé un Mundo, en cada caída,
Y acabé por conocer – entonces

*

Morir sin morir
Y vivir sin la vida
Es el más arduo milagro
Propuesto por la fe

Emily Dickinson

***

Cultivo y tejo sólo para mi uso;
Hacer más no vale la pena.
¡Vamos, vamos, que en cien años
Cuerpo y nombre se habrán esfumado!

*

En el monte Shouyang calmé mi hambre con vegetales,
Junto al río Yi calmé mi sed con el agua corriente.
No encontré a nadie que me pudiera entender,
Sólo vi sus antiguos sepulcros.

Tao Yuanming, también conocido como "maestro de los Cinco Sauces"



II


Para quien reflexiona sobre ello, la muerte natural resulta ser, al final de su cadena de pensamientos, el fracaso máximo. Uno ha vivido, ha sido en vano, puesto que un día el mundo que uno llevaba dentro de sí, todo el mundo, se desmoronará.

Jean Améry, Levantar la mano sobre uno mismo. Discurso sobre la muerte voluntaria

***

Dice Cicerón que filosofar no es sino prepararse a morir, y esto es porque el estudio y la contemplación separan algo nuestra alma de nosotros y ocúpanla aparte del cuerpo, lo que supone en cierto modo, aprendizaje y parecido con la muerte; o bien, porque toda la sabiduría y el discernimiento del mundo se reduce al fin a este punto, a enseñarnos a no temer el morir.

*

Y para privar a la muerte de mayor ventaja contra nosotros, tomemos el camino contrario al del común de la gente. Que no nos sea extraña, tratémosla, frecuentémosla, que nada tengamos tan a menudo en nuestra cabeza como la muerte. En todo instante imaginémosla con todas sus caras.

*

Quiero que obremos las tareas de la vida tanto como sea posible; y que me halle la muerte plantando coles, pero indiferente a ella y más a aún a mi imperfecto jardín.

*

Aquel que enseñe a los hombres a morir, les enseñará a vivir.

*

Michel de Montaigne, “De cómo filosofar es aprender a morir”, Ensayos

***

Morir es cambiar de género, renovarse…

*

Se necesita una inmensa humildad para morir. Lo raro es que todo el mundo la posea.

E. M. Cioran, Ese maldito yo

***

El tiempo, la vida humana, un punto; su sustancia, fluyente; su sensación, turbia; la composición del conjunto del cuerpo, fácilmente corruptible; su alma, una peonza; su fortuna, algo difícil de conjeturar; su fama, indescifrable. En pocas palabras: todo lo que pertenece al cuerpo, un río; sueño y vapor, lo que es propio del alma; la vida, guerra y estancia en tierra extraña; la fama póstuma, olvido. ¿Qué, pues, puede darnos compañía? Única y exclusivamente la filosofía. Y ésta consiste en preservar el guía interior (daimon), exento de ultrajes y de daño, dueño de placeres y penas, sin hacer nada al azar, sin valerse de la mentira ni de la hipocresía, al margen de lo que otro haga o deje de hacer; más aún, aceptando lo que acontece y se le asigna, como procediendo de aquel lugar de donde él mismo ha venido. Y sobre todo, aguardando la muerte con pensamiento favorable, en la convicción de que ésta no es otra cosa que disolución de elementos de que está compuesto cada ser vivo. Y si para los mismos elementos nada temible hay en el hecho de que cada uno se transforme de continuo en otro, ¿por qué recelar de la transformación y disolución de todas las cosas? Pues esto es conforme a la naturaleza, y nada es malo si es conforme a la naturaleza.

*

En suma, examina siempre las cosas humanas como efímeras y carentes de valor: ayer, una moquita; mañana, momia o ceniza. Por tanto, recorre este pequeñísimo lapso de tiempo obediente a la naturaleza y acaba tu vida alegremente, como la aceituna que, llegada a la sazón, caería elogiando a la tierra que la llevó a la vida y dando gracias al árbol que la produjo.

Marco Aurelio, Meditaciones




***

Mi Dios, ¡cómo el amor impide la muerte! No sé lo que me quiero decir con eso: confío en mi incomprensión, que me ha dado vida instintiva e intuitiva, mientras que la llamada comprensión es tan limitada. Perdí amigos. No entiendo la muerte. Pero no tengo miedo de morir. Va a ser un descanso: una cuna finalmente. No la apresuraré, viviré hasta la última gota de hiel. No me gusta cuando dicen que tengo afinidad con Virginia Wolf: es que no quiero perdonar el hecho de que ella se haya suicidado. El horrible deber de ir hasta el final. Y sin contar con nadie.

Clarice Lispector, Revelación de un mundo

***

La primera tarea de una sociedad adulta, en lo que concierne a la muerte, debería ser la elaboración de unos rituales de duelo. La segunda, la observación de los miedos. La tercera, educarse en la compasión. No me refiero con ello al ejercicio de la lágrima fácil ni a la proyección en otros de los propios duelos. No se trata tampoco de la encomiable voluntad de ayudar a otros ofreciendo respuestas desde uno u otro código; para la conciencia posreligiosa no hay vuelta atrás. Me refiero a la solidaridad del individuo que se sabe compartir con otros la conciencia del dolor, del miedo y del común desamparo. Una conciencia en carne viva, una conciencia encarnada. La educación en la compasión, en el com-padecimiento (cum pathos) podría ser aquello en lo que convergiesen el Oriente budista y la conciencia desdichada de Occidente.
Yo, por mi parte, me confieso occidental y asumo mis contradicciones: aspiro a la simplicidad del haiku, pero abogo por la lucidez hiriente de la conciencia posmoderna. En la hora de mi muerte, me gustaría, como Santoka, en el presente dilatado de aquel último instante, que mi conciencia fuese: Mientras termino de morirme / la hierba / llueve…

Chantal Maillard, “Desaparecer: estrategias de Oriente y Occidente”, Contra el arte y otras imposturas.

***

El marcharse de la existencia es la ultima ratio de la persona singular. A ésta no le gusta aceptar esa marcha, raras veces lo hace por propia voluntad, aunque también eso ocurre. A regañadientes se deja convencer por su Physis de que ha llegado la hora; pero cederá. La persona singular siempre piensa en eso, pero raras veces lo comenta. La “última” hora es una hora solemne, lo es aun cuando se concentre en lo que dura un relámpago. Así como el salto en el tiempo es siempre numinoso, también la despedida es numinosa –sean cuales sean las circunstancias.

Ernst Jünger, La tijera

***

Entrada sobre Philipp Mainländer en el Diccionario de Filosofía de Ferrater Mora:

“Según Mainländer, Dios existió al principio como una unidad originaria; la muerte de Dios fue el nacimiento del mundo con su pluralidad y con la ley universal del sufrimiento que domina toda existencia. Sin embargo, la unidad originaria y su voluntad persisten en medio de la diversidad y se orientan hacia la destrucción de ésta con el fin de resucitar a Dios. La conciencia individual y la conciencia comunal advierten, a través de los tráfagos de la vida, que la no existencia es mejor que la existencia; la redención del mundo, hecha posible por este conocimiento, se cumple, pues, según Mainländer, en la medida en que el hombre se niega a perpetuarse y en que tiende a autoaniquilarse mediante el suicidio. De este modo se cumple el gran ciclo de la redención del ser; la adquisición por éste de la conciencia es el camino seguro para su disolución y salvación.

Obra capital: Filosofía de la redención [No hay traducción al castellano y ni siquiera puede conseguirse en alemán, se descatalogó en los años ochenta y no se ha reeditado; busco este libro desesperadamente, sin resultados]



***

La muerte se hizo cansancio.
La muerte es el límite.
A éstos (al habla, al ojo, a la oreja, etc.) los adiestró la muerte hecha cansancio, a éstos los capturó la muerte, y después de cogerlos los paralizó. Así es como se cansa la voz, se cansa al vista, y se cansa el oído. Pero a éste, que es el soplo vital, a éste no lo capturó.

Simone Weil, Cuadernos

***

El hombre debe tener siempre presente que la muerte le acecha a cada instante. Si así lo hiciera, ¿no sería más fina la capa de impurezas que cubre su corazón?

*

En todas las cosas, la uniformidad es un defecto. Es interesante dejar algo incompleto y por terminar; así se tendrá la sensación de que mediante esa imperfección se prolonga la vida de los seres.

Yoshida Kenko, Ocurrencias de un ocioso

***

Un escritor se evade en los vocablos; algunos de ellos lo siguen en la muerte.

*

Un día escribiremos, como Dios en el cielo, el invisible libro de la muerte. Dejaremos de leer a Dios. Seremos leídos.

*

La vida no preserva más que la muerte; reserva; nos reserva y se reserva. La vida no es más que la muerte que vibra.

*

Vivos y muertos tienen, ante sí, el mismo horizonte.

Edmond Jabès, El libro de las semejanzas

***

La maldición de tener que morir debe ser transformada en una bendición: la de poder morir cuando vivir resulta insoportable.

*

Odiar la muerte de cualquiera tanto como la propia; hacer las paces con todos mas nunca con la muerte.

*

Desde hace muchos años nada me ha inquietado ni colmado tanto como el pensamiento de la muerte. El objetivo serio y concreto, la meta declarada y explícita de mi vida es conseguir la inmortalidad para los hombres.

Elias Canetti, Apuntes

***

En estos tiempos de tinieblas, uno desearía que el grito de los muertos prevaleciera sobre el palabrerío lacrimógeno que atruena para ocultar el cobarde alivio de haberse salvado, o la vergüenza de haber sobrevivido a lo insoportable.
Mantenerse aparte, hacer silencio está por encima de las posibilidades humanas. ¿Quién de nosotros no tiene algo que decir sobre el estado desastroso del mundo?

*

No mirarse envejecer en el espejo que nos ofrece la muerte, tampoco desafiarla con grandes palabras, sino aceptarla, si es posible, en silencio, como le sonríe a su madre un niño en la cuna.

*

Desde el instante en que uno ya no mide sus palabras, la búsqueda deja de procurar un entendimiento, un testimonio de presencia en el mundo.
Romper la sintaxis para entrar en una relación intransmisible con la muerte no es ceder a la resolución de callarse, es como si ya no se supiera exactamente lo que quiere decir hablar, faltando siempre que llegue la última palabra, vuelta impronunciable por la ausencia de otra perspectiva que no sea una persistente invalidez.

Louis-René des Forets, Paso a paso hasta el último

***

La mayoría, si no la totalidad, de los hombres viven una vida desdeñable, desdeñable en sus alegrías y desdeñable en casi todos sus dolores, salvo en aquellos que se fundamentan en la muerte, porque en éstos colabora el Misterio (y la misma vida se desmiente)

Fernando Pessoa, Libro del desasosiego



***

A cualquier edad uno fracasa al enfrentarse a su propio fin. Por viejo que uno sea, uno muere siempre demasiado pronto: pues en esta materia todos los finales son prematuros. El hombre se enfrenta obligatoriamente a la muerte en condiciones de improvisación y de indisposición: el impromptu de la muerte es, literalmente, extemporáneo. La urgencia que nos impondría la inminencia es por tanto una causa de enloquecimiento. Lo que fiábamos a largo plazo convertido de pronto en amenaza inminente, el quimérico futuro fijado para mañana por la mañana: no hace falta más para que sintamos vértigo.

*

La vida eterna, es decir, el hecho innegable de haber sido, es un regalo que la muerte hace a la persona viva.

*

Olvidada de todos, perdida en la lejanía del pasado, al vida de no importa quién ha sido para siempre, por los siglos de los siglos y hasta el final de los tiempos, la única posibilidad de realización de ese no importa quién. Por otra parte, esa existencia casi inexistente es más bien quasi-nihil que nihil, y más bien mínimo-ser que no-ser. Ahora bien, entre nada y casi nada hay una distancia infinita…

*

Ese casi nada que es un instante, ese casi nadie que es un Hápax inimitable e imposible de encontrar, ese casi-nunca que tiene lugar una sola y única vez en toda la eternidad, ¡están separados del Nunca y del Nada por un casi!

Vladimir Jankélévitch, La muerte



***

El vivir, como el morir, no se aprende. Tan sólo podemos esperarlo. Juntos. Intentar enseñarnos el uno al otro a vivir, en una inquietud compartida y una difícil libertad, cuando cada uno espera para sí mismo morir: tránsito fuera de la vida, salvación en la noche. De ahí la necesidad repetida de no distinguir estas dos siluetas: el espectro y el niño. No sólo, desde luego, porque quien atraviesa la prueba de la muerte se prepara para dar el paso más allá “tan desarmado como el niño que acaba de nacer”, sino también, y sobre todo, porque la tarea del superviviente, es decir, de quien sobrevive provisionalmente al otro, al amigo, consiste, en lo sucesivo, en sobrellevar la desaparición. Este se prepara para llevar (tragen) la ausencia; mejor: para llevar el duelo como se lleva a un niño.

Jacques Derrida, Aprender por fin a vivir

***

Morir de muerte al amor y al saber es una muerte más noble y tiene más valor que todas las buenas obras que la Santa Cristiandad ha hecho, desde el comienzo hasta hoy, en el amor y en el saber y que aquellas que todavía debe hacer hasta el último día. Ellas mismas sirven únicamente a la muerte, porque es en esa muerte donde surge la vida eterna.

Maestro Eckhart, Sermones y tratados

***

Si, por medio de una reducción o una disidencia preliminar, pudiéramos separar muerte y morir, habla y escritura, obtendríamos, aunque fuese muy costosa y penosamente, una especie de tranquilidad teórica, de dicha teórica, esa tranquilidad y esa dicha que atribuimos, en el fondo de su tumba dichosa, a los grandes muertos, que son también, y como por excelencia, las figuras relevantes o los soportes de la teoría.

*

Supongamos que el morir no está iluminado por lo que parece darle sentido, el estar-muerto. La muerte, el estar-muerto, nos conmocionan con toda seguridad, pero como un acontecimiento bruto o inerte (la cosa misma) o bien como la inversión del sentido, el ser de lo que no es, el penoso no-sentido que, sin embargo, siempre es retomado por el sentido, allí donde sigue dominando, a su manera penosa y tranquilizadora, el poder de ser. Después de todo, “estar-muerto” consigue hacer que la palabra muerto/muerte pase en posición atributiva, como uno de lo atributos memorables del ser, como un signo sólo desconcertante de la omnipotencia del ser que rige siempre, aún, al no-ser. Pero morir, lo mismo que no puede rematarse o cumplirse, ni siquiera en la muerte, tampoco se deja situar o afirmar en relación con la vida, aunque sea una relación declinante, una declinación de la vida. Morir no se localiza en un acontecimiento, ni dura al modo de un devenir temporal: morir no dura, no se termina y, al prolongarse en la muerte, arranca a ésta del estado de cosa en el que querría apaciguarse. Morir es lo que vuelve sospechoso al muerto e inverificable a la muerte, retirándole de antemano el beneficio del acontecimiento. Y la vida no sabe nada del morir, no dice nada de él, aunque no lo confina al silencio. De pronto y desde siempre, hay un susurro en medio del habla, el rumor de ausencia que pasa por y fuera del discurso, una parada no silenciosa que interviene, allí donde el ruido de la escritura […]. Morir: aquello que no toma apoyo en la vida; pero también es la muerte la que nos impide morir.

Maurice Blanchot, Le pas au-delà [El paso (no) más allá]





Barbara, La mort


Jacques Brel, J'arrive

Apéndices

plas a la muerte de su padre", de Manrique.


Recuerde el alma dormida,
avive el seso e despierte
contemplando
cómo se passa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el plazer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parescer,
cualquiere tiempo passado
fue mejor.
II
Pues si vemos lo presente
cómo en un punto s'es ido
e acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo non venido
por passado.
Non se engañe nadi, no,
pensando que ha de durar
lo que espera
más que duró lo que vio,
pues que todo ha de passar
por tal manera.
III
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
qu'es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.
INVOCACIÓN
IV
Dexo las invocaciones
de los famosos poetas
y oradores;
non curo de sus ficciones,
que traen yerbas secretas
sus sabores.
Aquél sólo m'encomiendo,
Aquél sólo invoco yo
de verdad,
que en este mundo viviendo,
el mundo non conoció
su deidad.
V
Este mundo es el camino
para el otro, qu'es morada
sin pesar;
mas cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nascemos,
andamos mientra vivimos,
e llegamos
al tiempo que feneçemos;
assí que cuando morimos,
descansamos.
VI
Este mundo bueno fue
si bien usásemos dél
como debemos,
porque, segund nuestra fe,
es para ganar aquél
que atendemos.
Aun aquel fijo de Dios
para sobirnos al cielo
descendió
a nescer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
do murió.
VII
Si fuesse en nuestro poder
hazer la cara hermosa
corporal,
como podemos hazer
el alma tan glorïosa
angelical,
¡qué diligencia tan viva
toviéramos toda hora
e tan presta,
en componer la cativa,
dexándonos la señora
descompuesta!
VIII
Ved de cuán poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que, en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdemos.
Dellas deshaze la edad,
dellas casos desastrados
que acaeçen,
dellas, por su calidad,
en los más altos estados
desfallescen.
IX
Dezidme: La hermosura,
la gentil frescura y tez
de la cara,
la color e la blancura,
cuando viene la vejez,
¿cuál se para?
Las mañas e ligereza
e la fuerça corporal
de juventud,
todo se torna graveza
cuando llega el arrabal
de senectud.
X
Pues la sangre de los godos,
y el linaje e la nobleza
tan crescida,
¡por cuántas vías e modos
se pierde su grand alteza
en esta vida!
Unos, por poco valer,
por cuán baxos e abatidos
que los tienen;
otros que, por non tener,
con oficios non debidos
se mantienen.
XI
Los estados e riqueza,
que nos dexen a deshora
¿quién lo duda?,
non les pidamos firmeza.
pues que son d'una señora;
que se muda,
que bienes son de Fortuna
que revuelven con su rueda
presurosa,
la cual non puede ser una
ni estar estable ni queda
en una cosa.
XII
Pero digo c'acompañen
e lleguen fasta la fuessa
con su dueño:
por esso non nos engañen,
pues se va la vida apriessa
como sueño,
e los deleites d'acá
son, en que nos deleitamos,
temporales,
e los tormentos d'allá,
que por ellos esperamos,
eternales.
XIII
Los plazeres e dulçores
desta vida trabajada
que tenemos,
non son sino corredores,
e la muerte, la çelada
en que caemos.
Non mirando a nuestro daño,
corremos a rienda suelta
sin parar;
desque vemos el engaño
y queremos dar la vuelta
no hay lugar.
XIV
Esos reyes poderosos
que vemos por escripturas
ya passadas
con casos tristes, llorosos,
fueron sus buenas venturas
trastornadas;
assí, que no hay cosa fuerte,
que a papas y emperadores
e perlados,
assí los trata la muerte
como a los pobres pastores
de ganados.
XV
Dexemos a los troyanos,
que sus males non los vimos,
ni sus glorias;
dexemos a los romanos,
aunque oímos e leímos
sus hestorias;
non curemos de saber
lo d'aquel siglo passado
qué fue d'ello;
vengamos a lo d'ayer,
que también es olvidado
como aquello.
XVI
¿Qué se hizo el rey don Joan?
Los infantes d'Aragón
¿qué se hizieron?
¿Qué fue de tanto galán,
qué de tanta invinción
como truxeron?
¿Fueron sino devaneos,
qué fueron sino verduras
de las eras,
las justas e los torneos,
paramentos, bordaduras
e çimeras?
XVII
¿Qué se hizieron las damas,
sus tocados e vestidos,
sus olores?
¿Qué se hizieron las llamas
de los fuegos encendidos
d'amadores?
¿Qué se hizo aquel trovar,
las músicas acordadas
que tañían?
¿Qué se hizo aquel dançar,
aquellas ropas chapadas
que traían?
XVIII
Pues el otro, su heredero
don Anrique, ¡qué poderes
alcançaba!
¡Cuánd blando, cuánd halaguero
el mundo con sus plazeres
se le daba!
Mas verás cuánd enemigo,
cuánd contrario, cuánd cruel
se le mostró;
habiéndole sido amigo,
¡cuánd poco duró con él
lo que le dio!
XIX
Las dávidas desmedidas,
los edeficios reales
llenos d'oro,
las vaxillas tan fabridas
los enriques e reales
del tesoro,
los jaezes, los caballos
de sus gentes e atavíos
tan sobrados
¿dónde iremos a buscallos?;
¿qué fueron sino rocíos
de los prados?
XX
Pues su hermano el innocente
qu'en su vida sucesor
se llamó
¡qué corte tan excellente
tuvo, e cuánto grand señor
le siguió!
Mas, como fuesse mortal,
metióle la Muerte luego
en su fragua.
¡Oh jüicio divinal!,
cuando más ardía el fuego,
echaste agua.
XXI
Pues aquel grand Condestable,
maestre que conoscimos
tan privado,
non cumple que dél se hable,
mas sólo como lo vimos
degollado.
Sus infinitos tesoros,
sus villas e sus lugares,
su mandar,
¿qué le fueron sino lloros?,
¿qué fueron sino pesares
al dexar?
XXII
E los otros dos hermanos,
maestres tan prosperados
como reyes,
c'a los grandes e medianos
truxieron tan sojuzgados
a sus leyes;
aquella prosperidad
qu'en tan alto fue subida
y ensalzada,
¿qué fue sino claridad
que cuando más encendida
fue amatada?
XXIII
Tantos duques excelentes,
tantos marqueses e condes
e varones
como vimos tan potentes,
dí, Muerte, ¿dó los escondes,
e traspones?
E las sus claras hazañas
que hizieron en las guerras
y en las pazes,
cuando tú, cruda, t'ensañas,
con tu fuerça, las atierras
e desfazes.
XXIV
Las huestes inumerables,
los pendones, estandartes
e banderas,
los castillos impugnables,
los muros e balüartes
e barreras,
la cava honda, chapada,
o cualquier otro reparo,
¿qué aprovecha?
Cuando tú vienes airada,
todo lo passas de claro
con tu flecha.
XXV
Aquel de buenos abrigo,
amado, por virtuoso,
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
e tan valiente;
sus hechos grandes e claros
non cumple que los alabe,
pues los vieron;
ni los quiero hazer caros,
pues qu'el mundo todo sabe
cuáles fueron.
XXVI
Amigo de sus amigos,
¡qué señor para criados
e parientes!
¡Qué enemigo d'enemigos!
¡Qué maestro d'esforçados
e valientes!
¡Qué seso para discretos!
¡Qué gracia para donosos!
¡Qué razón!
¡Qué benino a los sujetos!
¡A los bravos e dañosos,
qué león!
XXVII
En ventura, Octavïano;
Julio César en vencer
e batallar;
en la virtud, Africano;
Aníbal en el saber
e trabajar;
en la bondad, un Trajano;
Tito en liberalidad
con alegría;
en su braço, Aureliano;
Marco Atilio en la verdad
que prometía.
XXVIII
Antoño Pío en clemencia;
Marco Aurelio en igualdad
del semblante;
Adriano en la elocuencia;
Teodosio en humanidad
e buen talante.
Aurelio Alexandre fue
en desciplina e rigor
de la guerra;
un Constantino en la fe,
Camilo en el grand amor
de su tierra.
XXIX
Non dexó grandes tesoros,
ni alcançó muchas riquezas
ni vaxillas;
mas fizo guerra a los moros
ganando sus fortalezas
e sus villas;
y en las lides que venció,
cuántos moros e cavallos
se perdieron;
y en este oficio ganó
las rentas e los vasallos
que le dieron.
XXX
Pues por su honra y estado,
en otros tiempos passados
¿cómo s'hubo?
Quedando desamparado,
con hermanos e criados
se sostuvo.
Después que fechos famosos
fizo en esta misma guerra
que hazía,
fizo tratos tan honrosos
que le dieron aun más tierra
que tenía.
XXXI
Estas sus viejas hestorias
que con su braço pintó
en joventud,
con otras nuevas victorias
agora las renovó
en senectud.
Por su gran habilidad,
por méritos e ancianía
bien gastada,
alcançó la dignidad
de la grand Caballería
dell Espada.
XXXII
E sus villas e sus tierras,
ocupadas de tiranos
las halló;
mas por çercos e por guerras
e por fuerça de sus manos
las cobró.
Pues nuestro rey natural,
si de las obras que obró
fue servido,
dígalo el de Portogal,
y, en Castilla, quien siguió
su partido.
XXXIII
Después de puesta la vida
tantas vezes por su ley
al tablero;
después de tan bien servida
la corona de su rey
verdadero;
después de tanta hazaña
a que non puede bastar
cuenta cierta,
en la su villa d'Ocaña
vino la Muerte a llamar
a su puerta,
XXXIV
diziendo: "Buen caballero,
dexad el mundo engañoso
e su halago;
vuestro corazón d'azero
muestre su esfuerço famoso
en este trago;
e pues de vida e salud
fezistes tan poca cuenta
por la fama;
esfuércese la virtud
para sofrir esta afruenta
que vos llama."
XXXV
"Non se vos haga tan amarga
la batalla temerosa
qu'esperáis,
pues otra vida más larga
de la fama glorïosa
acá dexáis.
Aunqu'esta vida d'honor
tampoco no es eternal
ni verdadera;
mas, con todo, es muy mejor
que la otra temporal,
peresçedera."
XXXVI
"El vivir qu'es perdurable
non se gana con estados
mundanales,
ni con vida delectable
donde moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
e con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos e aflicciones
contra moros."
XXXVII
"E pues vos, claro varón,
tanta sangre derramastes
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganastes
por las manos;
e con esta confiança
e con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperança,
qu'estotra vida tercera
ganaréis."
[Responde el Maestre:]
XXXVIII
"Non tengamos tiempo ya
en esta vida mesquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo;
e consiento en mi morir
con voluntad plazentera,
clara e pura,
que querer hombre vivir
cuando Dios quiere que muera,
es locura."
[Del maestre a Jesús]
XXXIX
"Tú que, por nuestra maldad,
tomaste forma servil
e baxo nombre;
tú, que a tu divinidad
juntaste cosa tan vil
como es el hombre;
tú, que tan grandes tormentos
sofriste sin resistencia
en tu persona,
non por mis merescimientos,
mas por tu sola clemencia
me perdona".
FIN
XL
Assí, con tal entender,
todos sentidos humanos
conservados,
cercado de su mujer
y de sus hijos e hermanos
e criados,
dio el alma a quien gela dio
(el cual la ponga en el cielo
en su gloria),
que aunque la vida perdió,
dexónos harto consuelo
su memoria.
Jorge Manrique, 1477



El capítulo LXXIV de la segunda parte del Quijote, cuando Alonso Quijano está ya en las últimas:

"¡Ay! —respondió Sancho llorando—. No se muera vuestra merced, señor mío, sino tome mi consejo y viva muchos años, porque la mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir sin más ni más, sin que nadie le mate ni otras manos le acaben que las de la melancolía. Mire no sea perezoso, sino levántese desa cama, y vámonos al campo vestidos de pastores, como tenemos concertado: quizá tras de alguna mata hallaremos a la señora doña Dulcinea desencantada, que no haya más que ver. Si es que se muere de pesar de verse vencido, écheme a mí la culpa, diciendo que por haber yo cinchado mal a Rocinante le derribaron; cuanto más que vuestra merced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros y el que es vencido hoy ser vencedor mañana."


Montaigne: "Quien enseñe a los hombres a morir, les enseñará a vivir".



"Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados."

Es parte de un poema de Federico García Lorca de Alma.




Una frase de Marcuse condenso todo esto: "Asi, la sexualidad obedecera en ultima instancia al mismo principio que el instinto de la muerte"

Cezanne, por otro lado, desdibuja la existencia, refiriendose (superficialmente) a la pintura: "El hombre ausente, pero por completo en el paisaje"

Recuerdo tambien un verso de Philip Larkin: "El amor no es mas fuerte que la muerte porque dos estatuas hayan estado cogidas de la mano durante seiscientos años"

Char, diria: "El poeta no se irrita por la horrible extincion de la muerte"

Y finalmente Renee Vivien, condena con este epitafio: "El mundo es un jardin de placer y de muerte"


Siempre quedara Quilapayun con su ingenua y sana determinacion: "Entre morir y no morir, me decidi por la guitarra"

http://www.youtube.com/watch?v=quS__faKbMg

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ESTE POEMA ES EL DE ESTHER RODRIGUEZ CABRALES.

Triste baile de huesos.

"Porque te has muerto para siempre,

como todos los muertos de la Tierra,

como todos los muertos que se olvidan

en un montón de perros apagados."

del poema Alma ausente

(F.G. Lorca)


TRISTE BAILE DE HUESOS.



Hoy me pienso ellos,

con el tiempo detenido entre mis dedos

y el viento agitado de ausencia.

He traído a mi memoria

aquellos muros heridos

de silencioso terror

de miles de padres irrepetibles,

hijos,

hermanos que se olvidan

en un montón de perros apagados.


Hay una ruina de lápidas en el cielo,

un velo de ignorancia que daña,

de nombres prohibidos

que se escriben con letra pequeña.

Es el miedo esta ausencia de sentido

de gritos orillados en la tierra.

Hoy me pienso ellos

y rehuyo al dolor.

Lo peor

es que todos los muertos se olvidan,

pero

hoy me pienso ellos

y hay un triste baile de huesos,

aullando

por permanecer vivo.


Hoy, con el tiempo detenido entre mis dedos,

me pienso ellos,

muertos para siempre,

y sueño

lápidas.



"¿Y si morir tuviese el sabor de la comida cuando se tiene mucha hambre? ¿Y si morir fuese un placer, un placer egoísta?" CLARICE LISPECTOR



Epitafio de Chantal Maillard dice: "ESTO TAMBIÉN PASARÁ".

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El cielo tiene miedo de la noche
Cuando el mar hace dormir los barcos
Cuando la muerte se nutre en los rincones
Y la voz del silencio se llena de vampiros
Entonces alumbramos un fuego bajo el oráculo
Para aplacar la suerte
Y alimentamos los milagros de la soledad
Con nuestra propia carne
Entonces en el cementerio sellado
Y hermoso como un eclipse
La rosa rompe sus lazos y florece al reverso de la muerte

Fragmento de Altazor - autor: Huidobro.

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Volver a la raíz.
Sea tu meta el máximo de vacío.
Conserva la firmeza de la paz.
Nacen las cosas y entran en la existencia, pero desde allí la vemos regresar a su reposo.
Mira todas las flores que florecen: cada una vuelve a su raíz.
Volver a la raíz es encontrar el descanso.
Este descanso significa regresión al destino.
Regresar al destino significa durar constantemente.
Conocer lo constante es estar iluminado.
Pero no conocer lo constante es caer en la ceguera y el desastre.
Quien conoce lo constante, lo abarca todo.
El que todo lo abarca es justo con todos.
Lo universal es el ritmo del cielo.
Y lo que está en ritmo con el cielo, lo está con el Tao.
Y lo que está en ritmo con el Tao perdura eternamente.
Aunque su cuerpo muera, nunca perecerá.

Fragmento de Lao Tsé

Extraído de esta web que habla de Lao Tsé. http://www.proyectopv.org/1-verdad/laotse.htm





Le preguntan a Krishnamurti:

Usted ha dicho que la muerte, el amor, el nacimiento, son esencialmente una cosa. ¿Cómo puede sostener que no hay diferencia entre la conmoción y el dolor que implica la muerte y la felicidad del amor?
.

Krishnamurti: ¿Qué entiende usted por muerte? La pérdida del cuerpo, la pérdida de la memoria; y espera y piensa que después haya una continuación. Algo que se ha ido de aquí, eso es lo que llama muerte. Ahora bien, para mí la muerte es producida por la continuación de la memoria, y la memoria no es sino el resultado del anhelo, del apego, del deseo. De modo que, para una persona que está libre del anhelo, no existe la muerte, no hay comienzo ni final, ni el sendero del amor ni el sendero de la mente, el dolor. Por favor, estoy tratando de explicar que, en la persecución de un opuesto, creamos una resistencia. Si siento miedo, busco valor; no obstante, el miedo me persigue porque sólo estoy escapando de lo uno hacia lo otro. Mientras que, si me libero del miedo, no conozco ni el valor ni el miedo; y yo digo que la manera de hacer eso es volverse alerta, vigilante, no tratar de reunir valor, sino librarse del motivo contenido en la acción. O sea, si usted tiene miedo, no busque un motivo para la acción del valor, sino libérese del miedo. Ésa es la acción sin motivo. Si de verdad ha comprendido esto, verá que el tiempo, la muerte como futuro, ha cesado. La muerte no es sino la percepción de una intensa soledad, y así, estando atrapados en la soledad, nos precipitamos hacia lo otro, deseamos la unidad, o queremos descubrir qué existe del otro lado; para mí, ésas son maneras de perseguir los opuestos y, por tanto, maneras de sostener permanentemente la soledad. Mientras que, al afrontar la soledad, al regocijarnos plenamente en esa acción tornándonos lúcidamente conscientes de la soledad, la destruimos en el presente. Por tanto, no hay muerte.
Todas las cosas tienen que gastarse. Las cosas son los cuerpos, las cualidades, las resistencias, los obstáculos; todas ellas se gastarán, tienen que gastarse, pero el hombre que en sus pensamientos y emociones está libre de resistencias y obstáculos, conocerá la inmortalidad, no la continuación de sus propias limitaciones, de su propia personalidad o individualidad, la cual no es sino una serie de capas de anhelos, apegos y deseos. Usted podrá disentir, pero si está libre del pensamiento, si se ha abierto paso por medio de esa conciencia de sí mismo, de esa percepción alerta, de esa llama de intensidad, entonces hay inmortalidad, la cual es armonía perfecta, la cual no es "el sendero del amor" o "el sendero del dolor", sino aquello en que ha cesado toda distinción.




Añado aquí dos poemitas aztecas (en torno al año 1000, si el librito no miente) que abordan el tema:

¿Do es dónde he de ir? ¿Do es dónde he de ir?
¡El camino, el camino está presente del Dios de la Dualidad!
¿Acaso no hemos de ir todos las Descarnadero?
¿Es en el cielo, o en la tierra este Descarnadero?
Juntos nos vamos, juntos nos vamos a su casa:
¡Nadie queda en la tierra!
Es por lo que lloro:
nuestra muerte destruye, nuestro amor destruye el bello canto:
¡por un momento, muéstrate en la tierra!

***

Sólo vinimos a dormitar, sólo vinimos a soñar:
no es verdad, no es verdad que vinimos a vivir en la tierra.
En hierba de primavera vinimos a convertirnos:
llegan a reverdecer, llegan a abrir sus botones nuestros corazones,
es una flor nuestro cuerpo: algunas flores da y se seca.



D: dijo D:

"la muerte es una pasión discreta que nos habita".



MU'ALLAQA

No acampo en los altos por miedo.
Auxilio cuando se solicita mi auxilio.

No dejo de saciarme en vino y placeres,
de vender y gastar los bienes transmitidos y adquiridos
hasta evitarme toda tribu como a camello embreado.
Y tú, que censuras que asista a la guerra y a los
placeres me entregue,
¿puedes tú hacerme inmortal? Si no puedes evitar mi muerte,
déjame abordarla con lo que poseo.

Si el hombre lograra algún día burlar la muerte,
por vida tuya, que eso sería como soltar una amarra
asida por ambos cabos.
Yo soy el hombre enjuto que conocéis,
agudo como flamante cabeza de serpiente.


Tarafa (m. 569 d.C), de Poesía árabe clásica




lo que dice el Libro de la Sabiduría al respecto:
"Todos los que me odian, aman la muerte".


"Nada es la muerte, pues cuando ella está nosotros no estamos, y cuando nosotros estamos ella no está". Epicuro.


Spinoza decía que todo quiere perseverar en su ser, y esto también puede aplicarse a la conciencia, que no acepta extinguir su fuego.


ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE
( De memoria, del Romancero)

YO me estaba reposando
anoche, como solía.
Soñaba con mis amores
que en mis brazos se dormían.

Vi entrar señora tan blanca,
muy más que la nieve fría.
-¿Por dónde has entrado, amor?
-¿Por dónde has entrado, vida?

-Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías...
-No soy el amor, amante.
La Muerte que Dios te envía.

-Oh Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día.
-Un día no puedo darte,
una hora tienes de vida.

Muy deprisa se levanta.
Más deprisa se vestía.
-¡ Abreme la puerta,blanca!
¡ Abreme la puerta, niña!

-Mi padre no fue a Palacio,
mi madre no está dormida...
-¡ Si no me abres esta noche
ya nunca más me abrirías!

¡La muerte me anda buscando!
¡ Junto a ti vida sería!
-Vete bajo la ventana
donde bordaba y cosía.

Te echaré cordón de seda
para que subas arriba.
Si la seda no alcanzare
mis trenzas añadiría.

La fina seda se rompe.
La Muerte, que allí venía:
-Vamos, el enamorado.
La hora ya está cumplida.



del famoso relato de la Muerte y el comerciante. Ese en que le dice la Muerte:
-Mañana te recogeré.
Y el tipo se va galopando toda la noche hasta llegar a Samarcanda, para huir de ella. Y luego la Muerte le dice:
-Me extrañó verte en el mercado ayer, sabiendo que esta noche tenía que recogerte aquí, en Samarcanda.

AH, si no lo conoces no te debes perder de ninguna manera el quinteto de cuerda de Schubert titulado "La Muerte y la Doncella".


Un pequeño aporte...

Morte


Que triângulo ou círculo poderá cercar-te
para que te detenhas demorada e minha
para que nâo desças toda pela escada
*

Muerte

Qué triángulo o círculo podrá cercarte
para que te detengas demorada y mía
para que no bajes toda por la escalera

Sophia de Mello Breyner Andresen




El marcharse de la existencia es la ultima ratio de la persona singular. A ésta no le gusta aceptar esa marcha, raras veces lo hace por propia voluntad, aunque también eso ocurre. A regañadientes se deja convencer por su Physis de que ha llegado la hora; pero cederá. La persona singular siempre piensa en eso, pero raras veces lo comenta. La “última” hora es una hora solemne, lo es aun cuando se concentre en lo que dura un relámpago. Así como el salto en el tiempo es siempre numinoso, también la despedida es numinosa –sean cuales sean las circunstancias.

Ernst Jünger, La tijera "



Que no me olvide: otra grandísima pieza musical que viene a cuento: "Lecciones de Tinieblas", de Charpentier.




Fábula de la Fuente y el Caballo


Dicen que murió un caballo.
Contaron que pasó como una sombra, que galopaba
como noticia que va corriendo
todos los días hasta la fuente-agua y sonidos blancos,
jaurías blancas y galgo crepitar-
todos los días entre la nieve y en el deshielo,
sobre la hierba de mayo, año tras año
huía de los lobos
ese caballo que ahora está muerto,
atravesaba los bosques encendidos por la luna
quien lo saludaba fríamente.

Era castaño-acaso era una yegua-
ese caballo del que hablo. Nunca lo podré conocer.
Me han dicho que pasó como una sombra
que su vida no fue sino una sombra y sin embargo el caballo era luz.
Era un caballo ateniense.
En sus ojos brillaba el fuego
de la verdad y la belleza,
pero nadie lo conoció.

Ese caballo que ahora viene vigilante hasta este poema
con los ojos agrandados
por el insomnio de la muerte,
con la mirada de mi hermano
y la sonrisa de fábula
a veces miraba a los hombres,
pero los hombres no sabían
prestar atención a un caballo.
Ni el sabio ni el indiferente
se preocuparon de indagar.

Y así el caballo pudo ir año tras año
hasta la fuente aquella y dicen
que se hicieron compañía
durante los durísimos tiempos.
No hablaban más que de sus cosas
en un lenguaje desconocido,
más misterioso que el sueco
aquel caballo y aquella fuente.
La fuente era una comadre
de las que todavía quedan,
vividora, aficionada
a los chismes.
El caballo era un caballero,
no puede decirse otra cosa.
Dicen que galopaba
como noticia que va corriendo
a propagar la prosperidad,
como un mensaje
del rojo del verano.
Y nadie lo escuchó sino la fuente, nadie supo su signo
ni su símbolo,
nadie quiso saber sino la fuente
de aquel caballo color hoja seca.

En el interior de un verso sueco descansa de su soledad
y ahora ha llegado a este poema antes del amanecer
con grandes ojos semejantes
a los de un antiguo profeta,
con ojos que no se preguntan
si fue Dios quien hizo la muerte,
con grandes ojos elevados
a la categoría de potencias.

Sueño y sendero, sangre y oscuridad
que suenan como campanadas.
Hacia dónde vuelan. De su paso no queda
vestigio alguno.
Y el caballo-desde la noche-mira y aprueba
no los ojos de la Desapacible
sino la última luz de una brizna de hierba.

Blanca Andreu


No a todo alcanza Amor, pues que no puedo
romper el gajo con que Muerte toca.
Mas poco Muerte puede
si en corazón de Amor su miedo muere.
Mas poco Muerte puede, pues no puede
entrar su miedo en pecho donde Amor.
Que Muerte rige a Vida; Amor a Muerte.

Mecedonio Fernández


Trobriand con una endecha prematura…

“Hoy di la mano a la muerte
y vehementemente respete su círculo de tiza.
Vi tirados en el pasillo al jamás y al nunca más.
Abrazados sonreían iluminados por la luz antes presente en su rostro gris, hoy casi inerte.

30 metros de un corredor sembrado de lapidas.
Malsana y agridulce sensación, la crisálida del llanto aun sin formar.
Las manos que buscan contacto, creen poder guardar más y más y más y más...

Y esa frialdad que me condena, comienza a deshabitar. Mintiendo al recordar.”

"Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías".

"Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde."


"¡Y el toro solo, corazón arriba !"

Y otra vez:

"El toro ya mugía por su frente"

Y luego

"A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles"

Y en "Cuerpo Presente":


"La muerte es una piedra donde los sueños gimen"

Y después

"Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura.
Los que doman caballos y dominan los ríos (...)
Aquí quiero yo verlos. Delante de la piedra.
Delante de este cuerpo con las riendas quebradas.
Yo quiero que me digan donde está la salida
para este capitán atado por la muerte"

Y el final:

"No quiero que le tapen la cara con pañuelos
para que se acostumbre con la muerte que lleva.
Vete, Ignacio. No sientas el caliente bramido.
Duerme, vuela, reposa. ¡También se muere el mar!"


("Al faro", V. Woolf) "morimos cada uno solo”.



SOLEDAD EN LA MUERTE


Hay que morir sin compañía...
Esposa mía y compañera:
tuya es mi vida toda entera,
¡pero mi muerte es sólo mía!

Toda la gracia del vivir
te di con mano generosa:
pero el cogollo de la rosa
no lo podemos compartir.

Tienes la vida y la verdad
del compañero y del amigo.
Pero aquel día... ¡yo conmigo
en mi infinita soledad!

Dos almas tienen sólo un Dios
y dos estrellas sólo un cielo.
Dos vidas viven un anhelo
¡pero no hay muertes para dos!

Por esa puerta no entrarás.
En esa senda no serás
ya mi consuelo y mi maestra.
Toda mi vida ha sido nuestra.
¡Mi muerte es mía, nada más!


versos de J. Ramón Jimenez.

1)

!Libro terrible-!muerte!-
y terrible momento
cuando-niños para él-nos toca
aprenderlo, tan fácil !ay! y tan dificil,)
tan corto !ay! tan largo!

2)

¿Qué hacemos cada día,
más que matar? ¿Cada acto
nuestro no es una muerte?
Nuestra vida
¿no es meter ataúdes
en los agujerillos
de los instantes?

!Qué cementerio el tuyo, vida mía!



Y estos versos también de Juan Ramón:

"No, no, vivos y muertos
somos los vencedores de la nada."



canción de Serrat:

Si la muerte pisa mi huerto
¿quién firmará que he muerto
de muerte natural?

¿Quién lo voceará en mi pueblo?
¿quién pondrá un lazo negro
al entreabierto portal?

¿Quién será ese buen amigo
que morirá conmigo,
aunque sea un tanto así?

¿Quién mentirá un padrenuestro
y a rey muerto, rey puesto...
pensará para sí?

¿Quién cuidará de mi perro?
¿quién pagará mi entierro
y una cruz de metal?

¿Cuál de todos mis amores
ha de comprar las flores
para mi funeral?

¿Quién vaciará mis bolsillos?
¿quién liquidará mis deudas?
A saber...

¿Quién pondrá fin a mi diario
al caer
la última hoja en mi calendario?

¿Quién me hablará entre sollozos?
¿quién besará mis ojos
para darles la luz?

¿Quién rezará en mi memoria:
"Dios lo tenga en su Gloria",
y brindará a mi salud?

¿Quién hará pan de mi trigo?
¿quién se pondrá mi abrigo
el próximo diciembre?

¿Y quién será el nuevo dueño
de mi casa y mis sueños
y mi sillón de mimbre?

¿Quién me abrirá los cajones?
¿quién leerá mis canciones
con morboso placer?

¿Quién se acostará en mi cama,
se pondrá mi pijama
y mantendrá a mi mujer

y me traerá un crisantemo
el primero de noviembre?
A saber...

¿Quién pondrá fin a mi diario
al caer
la última hoja en mi calendario?