lunes, 26 de octubre de 2009

La belgitude III. Chantal Maillard o la poesía que dice el hambre





En un principio fue el hambre. Y la necesidad de unirse, de mantenerse unidos para poder subsistir. De ahí que los pueblos tuvieran que construirse una historia común, un pasado por el que fortalecer su identidad. El poeta se encargó de ello. El poeta no era un oráculo; era un forjador de mitos. Entonados, estos mitos podían memorizarse y transmitirse. De este modo, unidos en una memoria colectiva, el pueblo podía subsistir. La poesía, entonces, en sus inicios, tenía una función política.
Pero fue reemplazada por las teodiceas. Los filósofos se convirtieron en consejeros de los gobernantes y reemplazaron a los cantores y, poco a poco, la poesía fue convirtiéndose en un juego elegante cultivado por los nobles en las tardes ociosas.
Podríamos pensar en el ars poetica como en una degeneración de la actividad poética. Podríamos hablar de una “estetización de la mnemotecnia”. En este proceso, el poeta tomó prestado de la filosofía (que también era cosa de palacio) ciertos hábitos. Por ejemplo, el autor empezó a utilizar la tercera persona del plural (“los hombres”…) para hablar de sí mismo. Contagiado de la metafísica, el poeta se ejercitó en lo universal, ya no con el ejemplo, como correspondía a la poesía épica (a la que se refería Aristóteles), sino con el concepto. Ya no se hacía referencia a aquel personaje apasionado o a aquel otro cuya muerte, etc., sino que se cantaba el Amor y la Muerte… Y así hemos llegado a este momento.
Sin embargo, ahora, después de haber tomado conciencia de que la Historia no es ni tiene por qué ser la historia verdadera y que las metafísicas no pasan de ser ejercicio de lenguaje, ahora, después del desencanto y de la hibridación de los géneros, puede que la poesía, algún tipo de poesía vuelva a sernos necesaria. Pero ¿qué tipo de poesía?, y ¿para qué?
Respondamos a lo segundo en primer lugar: para volver a entrañarnos. Porque la metafísica no nos ha simplificado la vida ni nos la ha hecho más llevadera. Porque nuestra identidad de pueblo se ha desintegrado en pequeñas cápsulas (unifamiliares, individuales) y seguimos anhelando una unidad mayor. Y, sobre todo, porque ahora, para la conciencia posmoderna, la existencia misma es lo que se nos ha vuelto extraño y que probablemente echemos en falta un nuevo “entrañamiento”. […]
La poesía de la que necesita la conciencia posmoderna no parece que sea la épica de Homero ni la ingeniosa versificación palaciega de épocas decadentes. Pero tampoco es la poesía metafísica, aquella de la que Aristóteles dijera que es más filosófica que la Historia porque la Historia atiende a hechos individuales mientras que la poesía atiende a lo universal. Conviene tener cuidado, ante frases como ésta, de Zambrano:

La poesía se sumerge bajo el tiempo, desprendiéndose de los acontecimientos, en busca de lo primario y original, de lo indiferenciado.

El poeta que se desprende de los acontecimientos es un metafísico, y el poeta místico es un metafísico que se ignora. El poeta místico se desentraña y se proyecta en el nombre que le da a un supuesto origen. Si de lo que tenemos necesidad, hoy en día, es de un nuevo entrañamiento, el poeta que requerimos no habrá de evadirse de lo concreto. Muy al contrario, en lo singular es donde captará, como el autor de haikus, lo esencial: no lo universal, la idea vaciada de accidentes, sino la radical infinitud de lo que cada cosa es en sí misma. Ahí, en lo concreto, es donde captará el ritmo, la vibración de un ente, su sonoridad, su peculiar forma de vibrar.
El nuevo entrañamiento del que hablo es algo en realidad muy viejo, que tiene que ver con la capacidad de empatía (o de proyección) del ser humano, algo de lo que la palabra poética ha dado cuenta desde muy antiguo. Cabe volver a mencionar, con respecto a ello, la manera en que Valmiki, el autor del Ramayana, narra el origen de la poesía sánscrita: en la primera parte de la epopeya cuenta el autor que, yendo por la orilla de un río, vio a una pareja de garzas apareándose en la rama de un árbol. De repente, el macho cayó traspasado por la flecha de un cazador y la hembra emitió un grito terrible. Aquel grito penetró en el corazón del poeta, quien dice haber experimentado el mismo dolor, la misma desesperación que aquel que provocara, en el ave, aquel grito desolado. Hasta tal punto se halló Valmiki lleno de compasión, explica, que el grito estalló en sus labios en forma de poema. El desbordamiento emocional había hallado su camino en la expresión poética. Por ello, explica, a esta palabra-verso nacida de la pena (soka) se la llamó verso (sloka).
El grito se resolvió en palabra. Halló la manera de traducirse en lamento. Como las ondas que una piedra hace al caer en un estanque, así la voz del ave, por resonancia, alcanzó al poeta que, a su manera, musicalmente, la expresó. Vocalizó la emoción. La moduló: propagó la vibración.
Algunas teorías indias entienden que el universo se creó por resonancia. La gran exhalación del comienzo se prolongó en las consonantes. El “ser”: la energía neutra del comienzo se significó: modulándose en los signos (en las letras, en su sonoridad) se diversificó.
Y así también: En el principio (arjé) era el verbo (logos)… El verbo (término éste, verbum, con el que se tradujo la palabra griega logos cuando éste se identificó con el principio creador del cristianismo), curiosamente, es la palabra que puede ser conjugada. El logos-verbo es posibilidad de ser, antes de las diferencias. Condensación del sonido, inaudible antes de su expansión.
En un principio fue el verbo, y el verbo se conjugó, y se propagó. Los siglos de los siglos fueron la propagación del primer sonido. El primer sonido fue un acto: el de respirar. Un respirar sin nadie que respirara. Un acto sin sujeto. Un aliento sonoro.
Y el verbo se hizo carne: materia. Se hizo audible. Se “materializó”. El mundo: sonoridad vibrante. La materia: densidad del sonido: velocidad vibratoria.
En un principio fue el verbo y el verbo poetizó: la matriz del mundo es el hueco donde impacta el primer sonido y se gesta el primer poema: la primera construcción (poíesis), la primera articulación.
Sí… puede que esto sea muy bonito. Pero no nos sirve. Ya no nos sirve porque las palabras, ahora, son multitud. Los ecos están distorsionados. Los sonidos, como las emociones, se degradan imitándose unos a otros. El kitsch reina por doquier de tal modo que ya nos es difícil saber, de lo que sentimos y pensamos, qué es genuino o impostado, qué hemos aprendido y repetido, qué es emoción y qué lenguaje. Tal vez sea preciso callar. No añadir más palabras a las ya expandidas.

O, tal vez, urdir otro inicio. Digamos, por ejemplo:

En el principio era el Hambre. Y el Hambre creó a los seres para poder saciarse. Y el Hambre era la muerte, para los seres. Inventaron remedios, buscaron curarse, pero el Hambre dijo odiaos y luchad unos contra otros, para poder saciarse. Y el Hambre introdujo el hambre en los seres, y los seres se mataban entre sí, por causa del hambre. Y el hambre era la muerte, para los seres.

No parece que quepa, hoy en día, otra poesía que la que diga el hambre. Y el terror. La desolación y la extrañeza. Que lo diga para que nos reconozcamos en ello. En comunidad. Con las cosas. En las cosas. Cosas, también, nosotros. La identidad colgándonos del hombro como una chaqueta raída.
Luego, como un personaje de Beckett, atender al balbuceo, como mucho.
Sobre todo, atender al silencio, ese silencio: la callada inocencia recobrada, antes del logos, el no saber cargado de compasión por los seres que viven con su hambre.

Chantal Maillard

(Texto incluido en el cuaderno VI Jornadas poéticas del ACEC, que recoge las lecturas y conferencias impartidas ente el 6 y el 9 de junio de 2006 en el Ateneo de Barcelona; posteriormente, este texto aparece, con sustantivas modificaciones, en Contra el arte y otras imposturas, de la autora)

60 comentarios:

  1. "Chantal: tejer, hacer una trama, con pespuntes, que se escapan." (después de leer "Hilos").
    Me gusta cómo lo has titulado. "La poesía dice". A esta conclusión llegamos el otro día con una amiga bloguera, dejar que el poema se diga, y uno/a ser sólo el intermediario, sólo así tal vez se pueda conjurar el temblor, escribir ciertas palabras como "hambre".
    Un abrazo, Stalker.

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  2. Yo sigo saciando mi hambre mirando a un pámpano, viviendo un pámpano, gozando un pámpano.
    Más allá de su física.
    Feliz con mi ignorancia.

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  3. Querida Bel:

    escribir ciertas palabras como hambre, decir la intemperie. La clave está en la última línea del texto: "el no saber cargado de compasión con los seres que viven con su hambre". Ésa es la poesía que me interesa, lo demás, los juegos retóricos, la inflación metafórica o de imágenes, quedó atrás en mi yo de lector.

    Abrazos

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  4. María Jesús:

    estoy de acuerdo contigo. Mi aspiración es hacer la fotosíntesis, como siempre digo. A juzgar por otros muchos textos, la autora también está de acuerdo contigo.

    Abrazos

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  5. Claro, Stalker, y precisamente en ese no saber, en esa compasión y en ese nombrar está, al menos para mí, el temblor.
    (Repito, cuánto me habría gustado conocer tu reacción).
    Besos.

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. Querida Bel:

    respecto a la hoguera, creo que me arrojaría a ella sin contemplaciones y luego descansaría en los rescoldos, como un perro en la ceniza.

    abrazos

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  8. las dos chantal, en las fotos, se parecen.

    ahora me fijo solamente en lo que dice maillard...

    la lectura como alimento.

    la poesía que llega a nuestras librerías es como la fruta que llega a nuestras casas, después de tantos intermediarios y tiempo en frío, en usos hostiles y que no son propios de la fruta...

    la no-fruta de hoy se defiende, protesta ofreciéndonos un sabor insípido, no alimento, pura confección, el grito, la protesta de estas piezas, manzanas, naranjas (las peras aguantan más)...

    chantal entiende el alimento, lo atiende. palabras así. rescata una comunicación pura, quizás la invente, es necesario...

    siento una profunda tristeza ante la fruta obligada a no ser...

    por eso me gusta sentir hambre maillard.

    mis hijos comerán fruta del árbol, sabremos esperar a que árbol y niño maduren y se muerdan a amor, a matar el hambre cuando sea de verdad, como propone maillard...

    sin obligación, puro deseo de ofrenda,

    una manzana o lentejas o cultivar impecablemente, enseñar eso, dar, decir...

    decir maillard.

    muchas gracias,

    besos,

    òscar.

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  9. Stalker, este texto es deslumbrante y su publicación supone para mí una sincronicidad tremenda, que no explicaré para no extenderme (tiene que ver con la vibración del lenguaje en la que me he levantado pensando esta mañana).

    Estoy completamente de acuerdo con lo que dice Maillard, aunque no pienso que el silencio sea posible por sí solo. Sólo lo entiendo en su composición silencio-lenguaje, como binomio indivisible.

    No sé lo que digo. Gracias, como siempre. Un beso, Yaiza

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  10. Querido búfalo:

    decir algo a lo que has escrito sería intentar un comentario de texto una losa vulgar. El tuyo es el poema de la fruta y del hambre, y escribes mejor poesía cuando no la escribes, tú comprendes bien lo que digo.

    Me propongo seguir el rastro de lo que dices, subir al árbol del hambre, pero como un caracol. Lentamente, parándome en cada veta de sentido. Y ni aún así llegaré a madurar el poema frutal que propones.

    El hambre que propone el texto es nuestra condición de orfandad ineludible, la dolorosa intemperie, siempre. Para llegar a ella, hay que evitar el escollo de los conceptos y, quizá, dar un rodeo por ese "falso adentro que es la mente" (también en expresión de la autora). Lanzarse al suceso, al acontecimiento, con todo el cuerpo, en la inmediatez desgarrada y acariciante del contacto físico. "Como los niños y los pobres de mente", decía en otro lugar. "Sin mente, sin voluntad". Todos los afluentes conducen al mismo grito, todas las sangres desembocan el un mismo océano de incertidumbre, espera, perplejidad.

    Pero aquí no basta con el diagnóstico, se propone un principio de cura: el movimiento compasivo hacia los seres, todos nosotros, que viven con su hambre.

    abrazos

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  11. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  12. Yaiza:

    el silencio, en efecto, es un reflejo especular del decir. Entiendo que el texto propone un silencio previo a un decir mejor, a un decir que cura, no un silencio desprendido del lenguaje sino más bien un silencio que parta de cierta conciencia de balbuceo, que opere a través de un lenguaje fracturado, que someta al lenguaje a una tensión que invalide la pavorosa sobrecodificación de la literatura y nos abra grietas para decir mejor al otro, decir su hambre y ampararlo con palabras deslastradas, des-bautizadas de la carga inmemorial de los nombres y su cosificación.

    Entiendo ese silencio como un pequeño movimiento de retirada antes del salto empático hacia el corazón del otro.

    Por otra parte, el texto está huérfano de una voz y una gestualidad. Recuerdo aquella tarde en el Ateneo. Chantal compartía mesa con Gamoneda. Gamoneda hizo una encendida defensa de una posición ética y estética que me gusta especialmente: que la poesía no es literatura, porque no es ficción. Al menos, en su decir, la poesía "que importa". Luego Chantal intervino con este texto, que estaba apoyado, reforzado y transfigurado por la entonación de su voz y una gestualidad y presencia que cargaban el texto de un sentido y un peso aún mayor. Fue un demoledor crescendo atmosférico. Yo estaba sentado junto a Vicente Haya, el traductor de haikus, y recuerdo que al acabar la intervención soltó un dilatado suspiro: había estado conteniendo el aliento.

    abrazos

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  13. Antes y después del texto hay poemas recitados... Lo recuerdo porque tengo la impresión de que no se ha reparado en ellos (¡impresión sin duda falsa!!)

    abrazos

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  14. Querido Stalker:

    Sí, lo he entendido así, Maillard reclama la vuelta a un lenguaje fundacional, alejado del lenguaje manido. Para lograrlo, en primer lugar hay que guardar silencio. Durante el resto del proceso no sé lo que sucede, pero estoy intentando averiguarlo (observo en silencio, no sé a dónde llegaré: no sé si estará en palabras. La verdad es que últimamente no sé casi nada y cada vez menos).

    En cuanto a que el texto esté exento de gestualidad, imagino que haberla visto leer esta conferencia en directo le habrá aportado otros significados, pero como lectora me parece que el texto escrito, por sí solo, también resulta muy rico.

    Muchísimas gracias por publicar sus palabras. Un abrazo, Yaiza

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  15. Yaiza:

    estoy igual que tú, sabiendo cada vez menos, casi nada. Despojándose ya, casi, de los últimos cabos con que el sistema educativo pretendió atarnos. Por suerte queda mucho por hacer, quizá desde la ignorancia, desde una ignorancia grávida, atenta y compasiva.

    El texto se lee por sí solo, en efecto. La gestualidad, la entonación, en definitiva, todo lo que se resume en la "presencia", es una caja de resonancia, un proyector de ecos y puntos de fuga. Pero las notas ya están pulsadas en el texto.

    abrazos

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  16. Por eso yo prefiero ser cuentista.

    -es broma, claro (¿O no?)-

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  17. Apneica:

    celebro que te guste...

    abrazos

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  18. Esther:

    depende del tipo de cuentos que se escriba. Si uno es Melville, Hawthorne, Poe, Maupassant, etc. puede ser terrible... también ellos hablan de la condición humana, a veces en términos "numinosos".

    besos

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  19. Me encanta el texto, con su poderosa frase de arranque y las ideas que va desprendiendo. Y también me gusta tu etiqueta: poesía del hambre. Uno de los escritores balcánicos que entrevisté en "Si un árbol cae", Vule Zuric, hablaba de qué distinto había sido para él leer tantos libros sobre el hambre y la guerra(Un artista del hambre, Guerra y paz) pasando tanta hambre como pasó en esa guerra (en sarajevo). Me he acordado ahora con tu etiqueta, aunque parezca banal mi ejemplo, ahí se mezclaba el hambre pura y primaria con la poesía del hambre

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  20. El silencio puede ser una cima inalcanzable para el hombre, y para "el poeta". Sólo se llega a él al convencerse de la inutilidad de las palabras, de lo que siempre pretenden y nunca alcanzan. Pero si el silencio es como una forma perfecta de la empatía (y no de la inacción) no creo que el renacer de las palabras esté muy lejos.
    Como siempre es uno de esos textos de Maillard que dan para rato, y su voz es algo de lo que es difícill deshacerse. Como siempre tu espacio es un escalón. Y bueno, la belgitud resulta tremenda!
    Un saludo

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  21. Bueno vamos a mantenernos callados. Es lo único que me queda.
    Los poemas que recita y la voz de Chantal que puedo añadir.

    Es una entrada tremenda.

    Me gusta especialmente todo el texto, pero en mi acercamiento he subrayado esto. Leer a Maillard para mi es todo un aprendizaje.
    "El poeta no habrá de evadirse de lo concreto. Muy al contrariom, en lo singular es donde captará, como el autor de haikus, lo esencial: no lo universal, la idea vaciada de accidentes, sino la radical infinitud de lo que cada cosa es en sí misma. Ahí, en lo concreto, es donde captará el ritmo, la vibración de un ente, su sonoridad, su peculiar forma de vibrar." etc...


    De todas formas uno abre los ojos para ver más y cada vez entiendo menos de todo.
    Será que vuelvo a mi más pura infancia. Yo solo pretendo ser un ave zancuda.


    Un abrazo Stalker y compañía.

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  22. Belnu:

    No es en absoluto banal, también ese hambre es Hambre y no son nada desdeñables sus estragos. A veces escribimos o hablamos desde conceptos que la realidad, en este caso la del hambre física, desmentiría de un sablazo...

    La etiqueta no es invención mía, jeje, ya está en el texto.

    Abrazos

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  23. Leonardo:

    espero que sea un escalón, pero para llegar bajito... Como sabes, para medir la talla de los poetas se suelen usar adjetivos que inflan, aumentan o hacen crecer: "Fulano, el grande", "Mengano, el Magnífico", etc. Con Chantal Maillard prefiero pensar: qué pequeña.

    Así, también, el peldaño que ella me hace bajar... "He bajado al espíritu"...

    abrazos

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  24. Querida Lola:

    esa es la enseñanza de los haijins: evadirse de las trampas sugerentes de la mente y encontrar refugio en la nuez insondable, en el puro hueco del acontecer. Encarnarse en el tejido inhóspito (porque la mente nos protege al segregar futuro y re-construir el pasado), infinitamente mudable del presente.

    Todos aprendemos, siempre. También se aprende mucho de tu forma de mirar y recibir las cosas.

    Abrazos

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  25. Belnu, Stalker, pues yo habría dicho que Maillard habla también del hambre, no sé, la tuve presente, el hambre, la otra, durante toda la lectura, y creo que ella, C. Maillard lo sabía y lo quería...
    Abrazos a los dos.

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  26. Bel:

    sin duda tienes razón. Ahora que cotejo ambas versiones del texto, en la segunda, la del libro Contra el arte, se introduce esta pequeña frase: "Sin duda, el hambre se conjuga de muchas maneras". Muchas hambres y quizá un único camino para aplacarla...

    abrazos

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  27. Callar hasta que las palabras -o sus conceptos, quizás ineludiblemente unidos- recuperen, de nuevo, por fin, el sentido... Desvestir el traje del hambre de sus lentejuelas, sus plumas y demás artificios hasta que quede un patrón esencial, las formas últimas, la estructura que le confiere su unicidad o su contrario. Un pámpano de M. Jesús, una fruta (de las pocas que queden aún unidas a su árbol) de ese búfalo que nos invita a des-pensar.

    "Que someta al lenguaje a una tensión que invalide la pavorosa sobrecodificación de la literatura y nos abra grietas para decir mejor al otro, decir su hambre y ampararlo con palabras deslastradas, des-bautizadas de la carga inmemorial de los nombres y su cosificación." Fantástico, Stalker... Alcanzas el esqueleto.

    Leía no hace mucho sobre una polémica entre poetas, de cómo había de regresar la poesía a su origen, a esa función política (de la política de la vida, no la de los congresos) de la que habla Maillard, a esa poesía que creaba los mitos de su pueblo y los codificaba de tal forma que podían "memorizarse y transmitirse", para que ese pueblo pudiera subsistir. Alejar la poesía de su elitismo y su nobleza, de la entelequia metafísica y devolverle su sentido último, el de expresar a ese colectivo mediante lo concreto.

    Este texto ha de leerse tantas veces y lentamente para que cogerle el temple a lo que una siente ante ellos... disculpa por esta primera aproximación. Hay que pensarlo, desproveerlo después de las nociones más teóricas, y observar, vivir el poso que deje. Regresaré, pues... la ignorancia y la intuición espero que hagan el resto. Gracias por mostrar nuevos caminos. Una vez más.

    Un abrazo.

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  28. Querido Stalker, cuando leí por vez primera este texto me pareció muy potente. La relectura no lo ensombrece ni mucho menos.
    Si el poeta fue, en su génesis, "forjador de mitos", quizás hoy su función política sea la contraria: derrumbar tanto mito circundante, inclusive el mito épico (de los poetas, entre otros). Así, la extrañeza que nos recuerda Maillard; poesía de la singularidad, incluyendo la singularidad del hambre actual, que se dice de muchas maneras.
    El hambre del poema seguramente deberá traspasar los límites del kitsch, pero también los límites de la saciedad y del conformismo. Ambas clases de límites -si cabe distinguirlos- proliferan de una forma descontrolada.
    Y por eso, también, la necesidad de la palabra certera, entre los que están estos fragmentos soplados.
    Un fuerte abrazo,
    Arturo

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  29. ¿Para qué la poesía? Warum Dichter? "Para volver a entrañarnos". Qué respuesta.

    Lo que no termino de compartir es que los poetas místicos sean metafísicos sin saberlo. En Juan de la Cruz por ejemplo lo de menos para sentir su poesía es la trascendencia. Aunque buscara expresar la trascendencia, esa búsqueda le lleva a crear un lenguaje mucho más real que el de sus contemporáneos, penetra en la retórica de su tiempo hasta encontrar la entraña de unas imágenes que parecen dormidas en el resto de los poetas. En su palabra hay hambre. Aunque dudo de que Chantal y yo pensemos en la misma cosa ante el concepto "poeta místico", entre otras cosas porque ella conocerá muchísimos más ejemplos que yo.

    salut

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  30. Un texto interesantísimo, Stalker. Radical y honesto en su forma de entender la palabra poética. Sin embargo, siempre tengo la impresión de que la búsqueda de ese puro “entrañamiento” de Maillard corre el riesgo de deslizarse hacia el silencio; no el de Valente, producto éste de la consunción después del decir ensimismado, sino el producido por la imposibilidad de acercamiento a las cosas sin admitir antes que es imprescindible el artificio poético, el acuerdo tácito de que vamos a fingir antes de aproximarnos a la verdad.
    Decir el hambre, sí, pero antes habrá que jugar al juego poético como si estuviéramos saciados.
    Enhorabuena por tu magnífico blog.
    Saludos

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  31. Susana:

    de pronto he pensado que te acercas a los textos de una forma muy bonita, como si tejieras cestos de mimbre. Los lees con ese cuidado y esa atención al gesto mínimo, al detalle ínfimo. Me encanta...

    Puedes volver cuando quieras a esta entrada.

    Abrazos

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  32. Querido Arturo:

    precisamente Víktor me comentaba lo profundamente político que le resultaba este libro. Político no desde posiciones ideológicas, sino vitales, político desde un visión heterodoxa que cuestiona las verdades heredadas y embiste contra las expoliaciones, depredaciones y simulacros a que el capital insaciable nos somete.

    Hay que destruir esos límites y acceder a una nueva forma de alteridad. Llegar al otro, volcarse en el otro, es también infringir los límites de la inaccesibilidad pactada. Cruzar el umbral hacia el dolor del otro y desactivarlo allí.

    Abrazos

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  33. Querido Rubén:

    la separación tajante entre mística y metafísica puede ser útil a la ortodoxia. Útil porque fomenta la conciencia de rebaño y hace inexpugnables las categorías de pensamiento. Es un síntoma de esclerosis taxonómica. Parece que ya estaban superadas estas máquinas duales en el "mundo líquido", infinitamente interpenetrable, pero supongo que no es así.

    Para mí es una evidencia que el místico es un metafísico que se ignora, y esto no significa denigrar ni al místico ni al metafísico ni significa que el místico "no se entrañe" y encuentre esa pulsión radiante que supera la hojarasca retórica del pensamiento dominante de la época. Pero es evidente que ambos segregan conceptos y trabajan con ultimidades que se nombran, y a partir de ahí ya se crea un sistema de lenguaje con encubiertas aspiraciones metafísicas.

    En "Contra el arte" hay un capítulo titulado "Desde la ignorancia. Mística y metafísica" que aborda estas cuestiones por extenso. Te copio un fragmento (si quieres una información más completa tendrás que buscar el libro, porque es un capítulo muy extenso):


    "Volvamos, ahora, al misterio. A la relación de la mística con el misterio. El místico es aquél que no habla porque accede al misterio, decíamos. Por eso enmudece.
    No obstante, los místicos también hablan. De hecho, de no ser así, no tendríamos conocimiento de ellos. ¿Qué tipo de habla es la del místico?
    El místico cuando habla lo hace para mostrar el camino que siempre es de la supresión de las diferencias. Describe la retirada, la necesidad de silenciar la mente (la constructora de relaciones, la trazadora), la necesidad de reducir todas las relaciones. Habla del método: la concentración en un punto, un punto único donde la mente acude y permanece hasta lograr ser el mismo punto. No importa el nombre que se le dé al punto. Habla de las estancias, también: las modalidades del ánimo que son diferencias en la disposición para las relaciones, diferencias interiores. Habla del paso de una estancia a otra que es un cambio de vibración, de la subsiguiente desorientación y la posibilidad que el punto tiene de perderse. Habla de los peligros, de los obstáculos, los lastres, las demoras, etc. Para ello, construye. Con símbolos heredados o con otros más personales. El caso es que construye. Es un poietikós. Todo metafísico lo es. Y el místico, cuando habla, es un metafísico que se ignora.

    Y lo curioso es darse cuenta, entonces, que todo lo que conocemos de los místico son sus testimonios, lo que han dicho, lo que han escrito. Sólo metafísica, por tanto, sólo poética (poiética). Lo demás, -¿lo demás? Lo demás es silencio. O canto en el umbral, o…

    ¿Qué ocurre con el metafísico que, sin tenerse por místico, construye en los límites de la razón? Cuando el metafísico se detiene en los confines de la razón se inicia en el misterio: enmudece. Cuando la razón topa con sus propios límites, cuando la conciencia se contempla a sí misma es presa del vértigo. Y con el vértigo, el terror, pero también el gozo. Toda experiencia mística se caracteriza por el gozo en la experiencia de la resolución última. En este caso, ocurre por la palabra. La razón vuelta sobre sí misma: re-flexionada cae en la cuenta de la naturaleza lógica de toda metafísica. La existencia (metafísica) se torna esencia (lógica). Esencia del logos en su hacerse: verbo sin conjugar. En el principio fue el verbo, sí: el hacer verbal, la posibilidad del decir. En los límites. La razón en los límites descubriéndose en el acto del decir, autodefiniéndose (poniéndose límite) en los términos (en los límites). Pero no puede sostenerse allí; nadie puede sostenerse en el vértigo. Entonces vuelve a hablar. Vuelve a creer en la palabra. El paso de la esencia (apenas des-velada) a la existencia (re-velada) es inevitable. Entonces hace uso del logos; conjuga el verbo. Construye. El místico deja de serlo. Re-vela. Construye otra metafísica. Inventa una teología. Habla."

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  34. Como los audios han quedado invisibilizados por la potencia del texto, los reservo para una entrada independiente más adelante.

    Fdo: la Dirección ;)

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  35. Durandarte:

    creo de veras que hay una retracción al silencio, pero sólo para "coger carrerrilla" y saltar hacia el otro, habitar el espacio del otro y decir de él. Un silencio que se acerca al no saber y queda grávido de compasión. No se queda la cosa en el silencio, la escritura fluye. Y la escritura, ciertamente, es construcción, siempre habrá algo de artificio, selección, montaje, depuración: siempre se ofrecerá un objeto trabajado con palabras, siempre habrá algo de juego en la construcción y ensamblaje, e incluso en la apertura a la intemperie del otro. Pero ese acto, si es compasivo y generoso, se carga de una energía que lo transforma en otra cosa: el juego o artificio poético se transforma en ofrenda. Es una poesía que deja de ser literatura y es por la que abogan, desde visiones muy diversas, Gamoneda, Olvido García Valdés, Juan Carlos Mestre y también Maillard, entre otros.

    Al final creo que me he liado y me encuentro como el gato que juega a atraparse su propia cola. Espero que me sepas comprender, y bienvenido una vez más, Durandarte...

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  36. JAJAJAA:

    Esto es lo que más me ha gustado del mensaje a Dudandarte.
    ¿Sigues enredrado???

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  37. En el capítulo que citas de "Contra el arte" hay momentos en los que Maillard parece hablar de sí misma, de su obra que es "mística", "metafísica", "post-mística", "post-metafísica" y "silencio" también. Cuando el poeta "habla", construye, inventa otra metafísica... finalmente cuando se descienden los escalones hasta el fondo, lo único que queda es volver a subir, a través de la palabra.
    Los dos poemas recitados (y con esa voz tan tan especial) son hermosísimos y muestran que Maillard no puede escapar al vértigo.

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  38. Una entrada sustanciosa y unos comentarios que quiero leer con detenimiento. Algunos son poesía de alto voltaje. El texto de Chantal que has colgado no tiene desperdicio, el regalo de los dos audios, precioso. Gracias, querido stalker, por arrimar luces necesarias.

    Un abrazo muy fuerte,

    Laura.

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  39. Lola:

    sigo enredado, sí. Como un gato nomás.

    abrazos

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  40. Leonardo:

    estoy de acuerdo en que es así. Al final, incluso al utilizar el estilo discursivo especulativo más funcional, acabamos hablando de nosotros mismos...

    El vértigo, también cerca de nosotros...

    abrazos

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  41. Laura:

    gracias más bien a ti por estar ahí siempre y recoger la fruta en tu regazo. La fruta y el pájaro herido: recoges y curas todo lo que cae.

    Besos

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  42. Stalker, me hablaste de los ensayos contra la impostura del arte en un comentario no sé si en tu casa o si en la mía (casa de palabras... que nadie piense...). Sólo sé que como soy obediente y sin embargo desobediente, me hice con esos textos. En general, bastante de acuerdo. A veces me molesta esa tendencia a categorizar, a convertir en norma la anécdota (retiro anécdota, mejor digamos a sustantivizar el adjetivo). Pero luego está toda esa cosa sociológica que la considero necesaria. Desnudar, efectivamente. Politizar, por tanto. Es decir, lo de pasar del grito a la palabra, y por tanto del grito al lamento. Quejarse. Y a lo bestia, si es necesario. Comprender que del lamento puede pasarse al grito en cualquier momento, pero que no volverá a ser un grito visceral; será ya necesariamente un grito dotado de sentido.
    No me alcanza el tiempo pero esa propuesta me convence enormemente, y creo que es lo mejor de su discurso. Es la parte central, de hecho. También yo aborrezco de las imposturas. Imposturas del arte, pero imposturas de la vida en general. Y convertirme por tanto en pámpano, como María Jesús para descubrir yo mismo el proceso de la fotosíntesis que dices tú, vivirlo por tanto.
    Todo ello lo dijo genial Borges, podrido de literatura... podrido de inteligencia...

    (Por cierto, me quedo con las ganas de la peli de la otra Chantal, ya veo... Y mira que un análisis sobre esa locura silenciosa reconvertida en osadía tremenda, porque para salir a la calle en algunas circunstancias se precisa de una enormes osadía, me atrae enormemente y me reconzoco en ella. Ya nos dirás). Un abrazo.

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  43. Ramón Eastriver:

    perdona la demora en contestar. Tienes razón, hay apuestas estéticas que son profundamente éticas y muy políticas. Este texto lo entiendo como ferozmente político. Un grito de rebeldía, también, contra las imposiciones de ciertos poderes fácticos. Los amos de la realidad nos confeccionan la agenda y crean los acontecimientos. Cultivan el jardín del canon y no permiten flores raras, que son inmediatamente arrancadas. Categorizar, sí, hablar imperativamente, sí, pero es necesario ese acto de resistencia contra la imposición que se lleva a cabo impunemente desde cátedras, tribunas, o, en el caso de la poesía, antologías. Y ese ir a la contra, ese esgrimir argumentos incómodos, o escribir, como en este libro, un capítulo titulado "Cinco ratones ciegos. La educación como violencia", se paga: sé de un artículo sobre un libro de Maillard enviado a una prestigiosa revista literaria que fue rechazado con la siguiente nota escueta: "No se admite porque la autora no está en el canon". No está en el canon quien molesta y transmite una verdad incómoda. Las plazas fuertes de la academia blindan sus fueros con esa provinciana dialéctica de inclusión-exclusión. Qué te voy a contar, Ramón...

    Va un abrazo grande...

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  44. Stalker, tanto tu argumentación como la de Chantal me parecen intensas y difícilmente refutables. Muchas gracias por el fragmento, ahora veo que en este caso no hay una connotación peyorativa en la calificación "metafísico".

    Me gusta esa cualidad oral que tiene la prosa filosófica de Maillard, su caracter decible.

    abrazos

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  45. Rubén:

    te agradezco a ti el interés y la intensidad de tu mirada. Gracias por ser poroso a estas cuestiones...

    Respecto a la oralidad, el libro está formado por conferencias, y mantiene, quizá por eso, una estructura enunciativa de comunicación directa. El ritmo de este texto es bastante parecido al ritmo de exposición con el que impartía clase, la misma cadencia que a veces se adensa y otras da un salto de felino.

    Me permito repetir una pobre metáfora empleada en otro lado: este texto es como la hierba lenta que aflora en los intersticios de los adoquines y acaba abriendo grietas, cuarteando su superficie. El adoquín: mi mirada de lector.

    abrazos

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  46. Hace tiempo que no se pasa por aquí Adolfo.

    Si lees esto, espero que estés bien y que pronto recibamos ese géiser de generosidad y entusiasmo que te caracteriza,

    abrazos

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  47. Stalker, estoy procesando. Procesando la densidad de esta entrada y de todos, todos los comentarios y tus respuestas. Se agradecen tantas estrellas en la boca.

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  48. Querida Mariel:

    te dejo esta entrada como si fuera pasto y estrellas que puedas rumiar a tu placer.

    Este pequeñito viaje en torno al hambre ha sido intenso y hermoso.

    abrazos

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  49. Martha;

    me alegra que te guste, abrazos para ti...

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  50. Querido hermano búfalo:

    ¿a que sí?

    abrazos

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  51. "la caricia del sol
    en el tronco de mi alma
    calcinada"

    Puff Chantal Maillard. es impresionante, no sé que más decir.

    Buenissíma.

    Un abrazo.

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  52. antes de nada hno mis disculpas pormi pereza y tardanza y despues gracias por darme la mano para anda por aqui!

    curioso escrito muy bueno aunque no comparta del todo el principio del mismo y explico:
    el poeta creo yo no creo el mito el mito lo creo el hombre y eso aceptando a DIOS COMO TAL MITOno creo que el mito viniera a darse como idea de union politica.

    si me gusta y mucho l aidea desarrollada del hambre como principio activo!1 .hermano es un escrito bellisimo! gracias por estar ahi!!! te quiere adolfo

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  53. Lola:

    esos versos también me impactan profundamente.

    abrazos

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  54. Adolfo:

    me alegra verte por aquí y tan animoso y en buena forma como siempre... Abrazos...

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  55. Qué bien que ese texto esté incluido en las Jornadas poéticas de ACEC, así lo tengo en mi poder! Porque me gustaría releerlo más. Me gusta mucho el giro del Verbo al Hambre como origen,para explicar lo que vemos.
    Y la diferenciación entre el místico y el metafísico.
    Y respecto al silencio, he pensado en ese breve vídeo de Bergman en la isla de Faro
    http://www.youtube.com/watch?v=EB1ut4D1lnw&feature=player_embedded
    Yo sigo leyendo a Chantal Maillard y citándola (ahora saldrá una humilde plaquette de Cafè Central de una conferencia mía sobre Danielle Collobert y al hablar del dolor me salió Chantal M.)...

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  56. Querida Belnu:

    será estupendo leer esa plaquette, ¿me podrías indicar cuándo se edita y cómo conseguirla? Danielle Collobert es una de mis pasiones, y tengo el proyecto de traducirla al castellano (por ahora, infructuosamente, pero no me rindo...)

    Abrazos

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  57. Creo que saldrá pronto, le preguntaré a Clapés, editor de cafè Central. Te avisaré. Sabes que yo renuncié a traducirla? Me pidieron una antología comentada en una revista. En este momento no me sentía con fuerzas para embarcarme. Yo escribí mi texto -rodeándola, sin entrar del todo, defendiéndome de ella, no sé si mi texto te decepcionaría- con motivo de la presentación de traducción al catalán de Clapés y Suñol de uno de sus libros, ¿la viste? A mí me pareció espléndida. Fue un acto bonito porque participaron otros más audaces que yo, que me limité a preguntarme por qué me asaltaba

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