viernes, 25 de junio de 2010
La intimidad
Fotograma de "Là-bas" (Chantal Akerman, 2006)
Hace poco escribí:
"Un pequeño apunte "deshinibidor": creo que conviene distinguir entre privacidad e intimidad. Este es un cuestionario sobre la intimidad, que es algo que en mi opinión preexiste a la privacidad: un fondo común donde todos vibramos cerca unos de otros y donde podemos trazar itinerarios afectivos, huellas reconocibles, resonancias. Ahí todos nos parecemos por encima de nuestras diferencias, ahí todos podemos reconocernoss. La privacidad es lo que nos construye accidentalmente: está formada por sucesos, por núcleos de significación visibilizada; esos accidentes se suman y conforman nuestra biografía, pero por debajo fluye el relato no narrable, la arquitectura sumergida de nuestro ser: la intimidad. Es eso lo que quiero que compartamos, lo que me gustaría que acercáramos".
Y ahora me doy cuenta de que la intimidad no requiere palabras, que es indefinible. Su intensidad, su presencia, se cifra en un gesto, en una canción. Estas tres canciones me han enseñado la verdadera naturaleza de la intimidad. Son la intimidad. Y eso es algo que, como todo lo que verdaderamente importa, no puede expresarse con palabras, queda en los márgenes del sentido, en el gesto que se hace vibración, canto y vida.
Joao y Bebel Gilberto son padre e hija. En la canción se están diciendo a sí mismos. Inolvidable intimidad de un momento que les pertenece y sin embargo nos regalan. Bebel mira a su padre con una ternura indescriptible.
Emoción.
Barbara sola, en una mecedora. En su canción, los amantes se enroscan uno en el otro, como animalitos que persiguen el cobijo, buscan el hueco del otro y en él proyectan la ternura, su voz a medio hacer, la oscuridad de la piel que se ofrece, y luego ven amanecer. Pero lo que más me impresiona es la voz de Barbara y cómo ella se mueve en la mecedora: sus deslizamientos son suaves, sutiles, como su voz que acaricia lo que dice, porque es una voz que toca los cuerpos y las emociones, las toca desde su grieta y su temblor.
Después, en "Seule", ingresa en la falla tectónica. Se arraiga en lo profundo. Dice el desgarro. Recorre todo el espectro del estremecimiento en la nervadura de su ser. Vuelve a la superficie. Vive.
Y Elis Regina. Elis Regina... De este vídeo no diré nada, porque "de lo que no se puede hablar, mejor es callar". Conmoción. Conmoción.
domingo, 20 de junio de 2010
Sobre la demolición del rostro
Para A.H., que me habló del rostro y de la dureza del rostro
Después de la caudalosa entrada anterior-interior, un momento de recogimiento. Contemplar un rostro. Seguir las líneas, los surcos, las arrugas, la mirada.
El rostro de Jean Améry me impresiona y me conmueve. Un rostro demolido. Su abatimiento exterior revela la tierra quemada interior. No queda nada, ni cenizas. Tan sólo el leve rastro que deja el miedo entre las hojas secas. Lo calcinado.
Améry escribió sobre la laceración, la sustracción, la pérdida, la carencia. Améry habló del abajo. Habló del dentro, también, pero como exploración, como condición de posibilidad de ese abajo. Escribió sobre el rencor de las víctimas de los campos de exterminio, sobre el envejecimiento, la muerte y el suidicio. Se atrevió a acercarse a los temas innombrables y hablar de ellos con doliente sinceridad: a veces, al escribir parece que la entraña le desborde de los labios que dicen, sin decir, y el lector percibe ese malestar como algo propio.
Améry estuvo en Auschwitz y sobrevivió. Odió minuciosamente y trató de comprender, tomándose a sí mismo como ejemplo, la condición de la víctima y el verdugo. Rechazó los instrumentos analíticos de la antropología, la sociología, etc. Renunció a hablar desde un parti pris, desde una trinchera epistemológica, desde una posición de fuerza. La suya es una exploración de la subjetividad a quema-vida: en ese doloroso espacio de lucidez entre la herida interior y la conciencia alerta.
Por todo eso, iba a subir un texto de Améry pero he preferido escanear esta fotografía y proponer un ejercicio de interiorización y de mirada compartida. De silencio, también, de agradecido y dilatado silencio.
Siento intensamente este rostro, que me habita y me recorre, me estremece, me conmueve. Sigo las arrugas y en ellas descubro las líneas de fuerza que apuntan a un sufrimiento infinito. Y ahí se produce un extraño reconocimiento, como si fuera el rostro de un hermano.
Quiero pensar que este rostro demolido, que esta mirada temerosa, retraída, delicada y casi implorante, fueron amados una vez. Que fue mirado con afecto y recibió todo el calor y el amor que merecen todas las criaturas de la tierra.
Quiero pensar que fue así.
martes, 1 de junio de 2010
Cuestionario Stalker
Queridas amigas y amigos:
hace un año, por estas fechas, se me ocurrió invitaros a hacer el cuestionario Marcel Proust. Tuvo una acogida entusiasta con más de 200 respuestas y se generó un fuego cruzado de comentarios como nunca había ocurrido en este blog. Estos días he estado releyendo aquella caudalosa entrada y la emoción que me embarga sigue siendo la misma. Compruebo que mi memoria no es tan fiable como pensaba, que he olvidado algunas cosas y desenfocado otras, pero, como digo, la emoción permanece intacta. Lo he leído todo con detenimiento y con un cariño inexplicable: esa peculiar inclinación de la mirada hacia vuestras palabras, lo único que, extrañamente, fluye en mí ininterrumpidamente.
Por eso hoy, un año después, se me ha ocurrido una vuelta de tuerca sobre el cuestionario Proust. Es el cuestionario Stalker, que pretende ir un poco más allá (o un poco más acá, según se mire) y ahondar en ese extraña vibración que somos. Para ello incorpora una larga batería de preguntas que incluye algunas audacias, algunas impertinencias y -confesémoslo- algún pequeño y estricto disparate.
El cuestionario Stalker es un juguete, una plegaria y una herramienta de autoconocimiento. También puede ser una especie de mandala o rueda para la concentración (para un tipo de inclinación hacia el adentro). Formulé las preguntas hace dos semanas y, al cabo de un tiempo, las fui respondiendo. De una a otra se va esbozando una figura, la forma de nuestra mirada o la perplejidad con que interrogamos al mundo. Al someternos a este baño lúdico, al entrañarnos, nos derramamos en unos signos, nos hacemos legibles y algo, levemente, se traza. La arquitectura de nuestro ser revela sus líneas de fuerza, se hace porosa, permite una apertura que es la condición de posibilidad de la atención al otro. Algo sucede ahí y es bueno, entonces, pararnos a escuchar ese murmullo, buscar a los escarabajos entre las hojas secas, detenerse y alisar los pliegues. Es un itinerario que permite desafinarse un poco para, luego, afinarnos mejor: encontrar el tono, el cauce, el latido de palabras desentrañadas que define, tal vez, una vida.
Por eso os invito, a los que os apetezca, a participar. Es un cuestionario muy largo, así que podéis seleccionar las preguntas que más os gusten y dejar las demás. Quien así lo desee puede hacerlo íntegro, por supuesto. Y recordad que la gracia del asunto, como verdaderamente se aprende (también de uno mismo) es comentando los cuestionarios de los demás.
Os dejo con este acaso insensato río de palabras y salgo de viaje hasta el día 10. Iré subiendo los comentarios cuando pueda y responderé al regreso. Tomáos el tiempo que os sea preciso y buscad, dentro de vosotros, esas ramitas secas, esparcidas aquí y allá: la ternura, la atención, la mínima grieta que os dice...
Gracias a todos, a los que participéis (me gustaría que fuérais muchos, en concreto en esta entrada) y también a los que prefiráis no hacerlo y leáis (os animo a comentar los cuestionarios de los demás, en cualquier caso).
Gracias de verdad.
abrazos
Cuestionario Stalker
-¿Cuál es tu primer recuerdo? Recuerdo a un perro pastor alemán. Yo era tan pequeño que el perro era enorme, muy alto, y lo abrazaba. Yo tendría un año y medio o dos años. Abrazar a un perro, apegarse a ese pilar, esa vida.
-¿Qué sería lo último que te gustaría recordar antes del último aliento? No me importaría recordar a aquel perro de la infancia y mi sensación al abrazarlo. Su aliento cálido de perro.
-¿Qué te llevarías a una isla desierta? Algo que me ayude a destruir mi conciencia para así poder vivir, en la isla, como un animal.
-Define intimidad: Vibrar al unísono, en esa extraña ternura.
-Tu cocina favorita: Japonesa. Persa.
-Tu plato favorito: Tofu griego con verduras y arroz salvaje. ¡Ñam!
-Tu postre favorito: “Super-chufitroco” (helado Hagen-Dazs de chocolate belga, fresa y frambuesa con fruta: papaya, mango, kiwi, frutos secos, galleta, etc.) ¡Ñam!
-La película a la que te irías a vivir: “La isla desnuda”, Kaneto Shindo.
-Una película que últimamente te haya roto el eje: “Ladoni” (Palms), de Artur Aristakisyan; “Faces”, Tsai Ming-liang; “Independencia”, Raya Martin.
-El cuadro al que te irías a vivir: Cualquiera de Zao wu ki o Zóbel.
-La canción a la que te irías a morir: El aria “Erbarme dich” de la Pasión según san Mateo es un buen lugar para morir.
-Una virtud que te gustaría poseer: La paciencia dentro de la paciencia. El afuera.
-Pídele tres deseos al genio (cuidado con lo que pides): Inmodestamente, salvar a los seres que viven en la tierra. Conocer el secreto de todo cuanto existe. Acercarme.
-Un rincón del mundo al que te retirarías: Un lugar que conozco en un bosque de hayas en el camino de Auritz a la fábrica de Orbaizeta. Vivir ahí, como un eremita.
Aquí (foto tomada en septiembre de 2009):
http://img72.imageshack.us/i/dsc04767x.jpg/
-Un animal en que te gustaría convertirte-reencarnarte: El animal más lento.
-Un animal que te inspire temor: Ninguno. El hombre, a veces, cuando olvida a su animal interior.
-Imagina que sólo te quedan 24 horas de vida. ¿Qué harías? No dejar ningún cabo suelto: ningún punto de fuga que otros tengan que desentrañar, ninguna traza envenenada. Despedirme. Decir el afecto. Abrazar. Si es posible, visitar el corazón de un bosque, solo.
-¿Qué es para ti la “noche oscura del alma”? La separación de lo que se ama, y también cierto espacio para una vida que se sembrará en el futuro.
-¿Primero el huevo o la gallina? No sé cómo se me ha ocurrido esta pregunta. Me aventuro a decir que fue el huevo. Se tiene que estar tan calentito dentro…
-¿Fumas? ¿Bebes? ¿Algún tipo de droga? Nada de tabaco, nada de alcohol, nada de drogas. Nada que enturbie o distraiga la lucidez, el discernimiento. En dos ocasiones, y a título experimental, cannabis en estado puro, ingerido oralmente, con intoxicación y cuadro alucinatorio severo.
-Define “compartir”: Latir aquí. Lento. Dentro.
-¿A qué lugar del mundo deseas viajar por encima de todas las cosas (y aún no lo has hecho)? Japón, sus ciudades, sus islas, pero también el Japón rural interior. Sus bosques. Los alrededores de Nara. El bosque del luto. Echarse en la tierra ahí, algún día.
-Tu idioma favorito (o elige uno que te guste especialmente): El japonés, por tantas cosas…
-¿Se te ocurre alguna estrategia para contrarrestar los efectos nocivos del sistema o las “maquinarias del mundo”? La lentitud, la inutilidad, la ternura y la contra-dicción.
-Una palabra que te produzca una feliz extrañeza: “Ensimismamiento”, porque es una palabra erizo, acurrucada y como dormida sobre sí misma. Una palabra, además, difícilmente traducible. También me gustó siempre “Aljofifar”, que significa fregar el suelo y que me enseñaron en Cádiz (en Málaga, Granada y Almería nunca la había oído mencionar).
-Lo que le dirías a Dios, si existiese y llegaras hasta él, ella, ello: “He venido a pedirte cuentas”.
-El cumplido que más te ha gustado de todos cuantos te han sido dirigidos:
“Tu voz es como una mantita que da calor. Es la voz de un niño que se ríe para adentro.”
“Qué difíciles son las películas que nos pones, y cuánto nos gustan cuando nos las cuentas” (alumna en clase)
“Oásis para los demás, para ti mismo páramo.”
-¿Qué superpoder te gustaría poseer? El don de curar el dolor físico, mental o espiritual.
-Algún momento en que una película, chiste o situación hizo reír a los demás y a ti no te hizo ninguna gracia: Recuerdo un momento en la película “Días de perros” (Hundstage), de Ulrich Seidl. Un anciano acaricia a su perro muerto mientras su criada lo acaricia a él. La escena transcurre en silencio. En la sala, todo el mundo reía a carcajadas. A mí en cambio me pareció una escena de una ternura increíble, casi insoportable, para llorar hasta arrasar el dentro. No inducía a la risa, tan sólo conmovía. O me conmovió a mí.
-Algún momento en que una película, chiste o situación te hizo reír y a los demás no les hizo ninguna gracia: en “Posesión infernal”, de Sam Raimi, reí de principio a fin. El resto de espectadores no reían (estaban más bien asustados). Raimi subvierte todos los códigos (e inventa algunos) en una broma posmoderna colosal.
También me desternillé en “Va i vem”, (¿sabéis cuándo duelen las quijadas de la risa?) La gente no sólo no reía sino que abandonaba la sala.
-Una habilidad manual que te gustaría poseer: Hacer marionetas, juguetes o cacharros de barro. También… ¡repostería!
-¿Ciudadano de tu pueblo, tu ciudad o tu región o ciudadano del mundo? El nacionalismo de cualquier tipo me resulta extraño, lejano e incomprensible. El concepto de ciudadano me es ajeno. Digamos que “animal del mundo”. ¿Mundo? ¿Para un animal existe el mundo? Parece que no. Entonces, animal simplemente. Declinarse ahí.
-¿A qué herejía o heterodoxia te adherirías con gusto? A la de los padres Destruccianos, en la novela “Viaje a las estrellas” de Stanislaw Lem. A cualquier herejía que nos ayude a desterrar los prejuicios, los miedos, las carencias.
-¿Al amar pones el cuerpo, la mente, el alma o la raíz de lo que eres? El alma-raíz, lo más vegetal que tenemos, pero también ese lento animal de superficie: la piel, el lienzo en que recibimos al otro, en que escribimos al otro, el cuenco donde algo se vierte y se transforma. La piel como cuenco de mendigar…
-Haz un conjuro, ahora:
May the wind be on your back,
May the ashes be under your feet,
May the peace live in your hollow…
[It flows through me like that, in English, don’t know why]
-¿Crees que hay vida en otros planetas? ¿Cómo te la imaginas? Estoy convencido de que la vida es un fenómeno muy común en el universo. No consigo imaginarla porque cuando lo intento proyecto lo que sé de nuestra realidad biológica y mental en una combinatoria de elementos ya conocidos en nuestro planeta. La vida en otros mundos adoptará formas inimaginables, y es muy posible que, de trabar contacto con ella, no la reconociéramos como vida. Si ya es difícil comunicarse con un insecto, cuya estructura química compartimos, imaginemos a una forma de vida no basada en el carbono, sino en el silicio. La distancia sería quizá insalvable. También es intrigante pensar en la conciencia de esas formas de vida. Es posible que existan formas de conciencia comunitaria, telúrica o de otro tipo. Por supuesto, podrían tener otros sentidos, cuya naturaleza no podemos imaginar. Es un tema fascinante que me recorre desde niño.
-¿Crees que hay vida en este planeta? ¡Dudoso! Nuestra sociedad es enemiga de la vida en sus manifestaciones más espontáneas, sólo permite un simulacro, una infravida protegida, creada artificialmente en invernadero, alimentada en el caldo de cultivo del miedo (esa poderosa herramienta de control socio-político que nos administran desde la infancia). Los animales están vivos (cuando no los esclavizamos) pero el hombre… es dudoso que esté siempre vivo o que no viva una existencia degradada, al menos una vez ha condescendido al molde civilizatorio. El ser humano parece siempre lacerado, irradiado desde una carencia. Y el origen que tanto busca tal vez no sea sino una superstición fraguada en la cueva de los mitos. Y sin embargo, sé que hay vida, y mucha, también en el ser humano...
-Algo de lo que te arrepientes profundamente: Con siete años maté una rana mientras jugaba a tirar piedras en una balsa. Le tiré piedras al animalito a propósito, para ver cómo reaccionaba. Y una piedra la mató. Aprendí lo que era la muerte, para siempre. Todavía sigo lamentando no poder devolver la vida a aquella rana. Y es amargo, amargo recordarlo.
-¿Qué te parece el niño que fuiste? Me resulta bastante simpático. Al parecer era un niño muy tímido, que no tenía juguetes y cuyo rasgo principal era la curiosidad.
-Un rasgo físico propio que te disguste: Increíblemente, ninguno. Estoy en paz con el rostro que me devuelve el espejo.
-Un rasgo físico propio que te guste: No sé, quizá las manos. Son hábiles por debajo, o por encima, de mi torpeza.
Una forma de mirar y adentrarme.
Una forma de escuchar y arraigarme.
-¿Qué opción prefieres para después de la muerte: reencarnarte, someterte a la posibilidad del paraíso, infierno, purgatorio, irte al limbo, dejar de existir? Dejar de existir, pero el limbo también es interesante. Virgilio lo dejó atrás, airado. Le dedicó apenas unas palabras desdeñosas. Porque los que están en el limbo no sirven para nada, no pueden transformarse, como los habitantes del purgatorio, en moneda de cambio de la economía de la redención. No se los puede normalizar, ni comprar, ni vender. Simplemente, fluctúan para siempre en una “opacidad luminosa”, perfectamente inútil, insignificante. No sé por qué pienso que en el limbo se ríe mucho, hay en él gente simpática que se burla dulcemente de todo y practica, sin malicia, una forma perezosa de indiferencia hacia el mundo.
-¿Qué es para ti el limbo? Una madriguera. Un hogar. No sólo de palabras.
-¿Qué regalo te gustaría recibir? La cercanía, la mirada, la ternura.
-¿Cuál es el regalo más hermoso que has recibido nunca? La cercanía, la mirada, la ternura.
-¿Cuál podría ser tu nombre secreto, el que verdaderamente te define? Encuentra uno: Una vez tuve un sueño en el que entraba en un bosque, y en su centro había un árbol. Del árbol surgía una voz sólo yo podía entender, pues estaba tejida con un murmullo de hojas. La voz dijo más o menos así: “¿Qué has venido a hacer a este mundo, Arshesh? En el mundo humano sufrirás, morirás, querrás conocer y sólo te cegarás. Sufrirás sin medida y también serás amado”.
Arshesh…
-En tu opinión, ¿cuáles son los mayores males del mundo? Aparte de la depredación, el expolio y la humillación, uno de los peores males del mundo actual es, en mi opinión, la banalidad.
-Un “sentimiento negativo” que nunca hayas tenido (o creas no haber tenido): La envidia.
-Un sentimiento positivo, o felicidad, que nunca hayas tenido (o creas no haber tenido): Curiosamente, no se me ocurre ninguno.
-El “sentimiento negativo” que se da con más frecuencia en ti: Cierta melancolía (no sé si es un sentimiento negativo).
-El “sentimiento positivo” que te recorre con más frecuencia: Cierta alegría (no sé si es un sentimiento positivo).
-¿Qué es lo que más temes? La indiferencia.
-¿Qué temías de niño/a? Una vez vi unos animales disecados que me aterrorizaron.
-¿Qué opinión te merece el dinero? Una de las formas del mal en el mundo.
-Algo que te parezca especialmente ridículo: Tantas cosas, la política, el fútbol, la moda, el dinero, la publicidad, la “dictadura” o “tiranía” de la cultura de los expertos que quiere gobernar todos nuestros mecanismos psicológicos y de cualquier índole… ¿Para qué seguir? Las maquinarias del mundo son, en sí mismas, ridículas, dolorosamente in-significantes…
-¿Qué estás leyendo en estos momentos? “Las palabras y las cosas”, Foucault. “La intimidad”, José Luis Pardo. “Cuadernos”, Simone Weil. “Apuntes I”, Elias Canetti.
-Un libro que no pudiste acabar: “Gran Sertao. Veredas”, Joao Guimaraes Rosa.
-Pon el título a un libro que te gustaría escribir: “El Despojador”. “La carcoma”. “En el entre-hueco”. Podría ser una trilogía…
-Una religión que te desagrade o moleste: Las tres religiones del Libro y del desierto, cuyo tronco es el mismo. Las detesto, en especial, por haber inventado y transmitido el concepto de culpa, "esa culpa", que tanto sufrimiento ha causado.
-Una religión (o camino espiritual) que te resulte atractiva: Taoísmo y, en menor medida, budismo zen, jainismo. El taoísmo por haber vislumbrado cierta “verdad” que considero esencial y porque fluye en libertad. El budismo, por la compasión. El jainismo, por su respeto a la vida, a toda vida.
-¿Cómo te imaginas de mayor, digamos a los 85 años? Alguien me dijo: “Vas a ser un anciano muy alegre, porque has sido un joven muy serio. Sólo puedes crecer hacia la alegría”. Me gusta imaginarme así, en ese futuro.
-¿Hay algo que censures especialmente en tus contemporáneos? La depredación. El egoísmo. La banalidad.
-Algo disparatado o simpático que hayan dicho a propósito de ti o te hayan dicho a ti (a propósito de ti):
1)“Últimamente te estoy citando mucho en clase” (JL, profesor de filosofía de la educación en la Universidad de Barcelona).
2) “Olvídate de la tierra. Lo tuyo es el cielo. Persigue el cielo. Destruye el cielo” (R. W., médico alemán que abandonó su profesión y su mundo y se hizo jornalero en Andalucía)
-Algunas cosas que tus maestros y profesores dijeron de ti (alguna buena y alguna mala):
1) “Es obvio que de literatura no tienes ni idea” (mi tutora del CAP en el instituto de prácticas).
2) “Veo improbable que consigas aprobar esta asignatura, por suerte nadie está de acuerdo con tus ideas sobre literatura” (mi profesor de literatura en segundo de BUP).
3) “Éste es el tío más listo que ha pasado por el instituto” (mi profesor de física y química en segundo de BUP).
4) “¿Y has venido aquí a pedirme que te quite la matrícula de honor? ¡Sal ahora mismo del despacho!” (profesor de historia contemporánea en la universidad)
5) “Esta frivolidad le va a reportar un sobresaliente” (el presidente del tribunal de un examen oral de derecho internacional).
6) "Ya te tengo, pequeño Barrabás. ¡Al jefe de estudios!" (profesora de matemáticas, quinto de EGB)
7) "No llores, algún día las palabras serán tus amigas" ("2º de EGB, profesora de lengua)
-¿Qué profesión te gustaría ejercer? Lector de estrellas. Rastreador de líneas telúricas. Maestro de caracoles. El que escucha los vientos.
-¿Cuál es tu medio de transporte favorito? El tren.
-Nombra tu demonio interior: el Descarrilamiento. La Impulsividad. La Irascibilidad (cuando presencio situaciones en la que se comete una injusticia, un atropello o se humilla a alguien)
-Nombra tu “ángel” interior: la atención, la compasión, la serenidad.
-¿Qué crees que es el universo? Un espejo que se ofrece a la conciencia para que en él pueda reconocerse. También creo que es un gran animal dormido, que respira, respira, y a cada inspiración engulle mundos y a cada expiración los crea. Una respiración que se cifra en kalpas, unidades de tiempo inmensurables. El animal-universo siempre ha estado dormido y sueña.
-Imagina a un antepasado tuyo hace 2000 años. Di algo de él/ella: Lo imagino inclinado sobre una azada, en las faenas del campo. Curtido, taciturno. Extrañamente feliz. En su centro.
-Tu período histórico favorito: Los años de gobierno de los emperadores Marco Aurelio y Juliano el Apóstata. El día en que un primer homínido dio la mano a otro que se había caído.
-Una serie de televisión que te haya enganchado: La dimensión desconocida. Twin Peaks.
-Un personaje de dibujos animados que te resultara especialmente querido: Un kodama (La princesa Mononoke). Penril de Arioto, guerrero divino de Epsilon: lo criaron los lobos y era uno de ellos (Los caballeros del zodíaco).
-Si tuvieras la posibilidad de viajar en el tiempo y encontrarte a solas con Adolf Hitler niño, ¿qué harías? Jugar con él.
-Alguna idea “práctica” para mejorar el mundo:
1) Todos los días dar un abrazo sincero y espontáneo a un desconocido en la calle. Qué exorcizaríamos, qué movimiento detendríamos.
2) Hacernos lentos. Proyectar una cierta densidad sobre el mundo. Cuidar el ser que se nos difumina, se nos pierde, el temblor que nos pide reconciliación, pan y morada.
-¿Cómo te defines en lo político? Escepticismo generalizado. Afinidad con el anarquismo, anarco-comunismo y movimientos libertarios. Una parte de las ideas de la izquierda y la extrema izquierda me siguen pareciendo válidas aunque necesitan una revisión y una crítica seria para detectar qué ha fallado en su aplicación y no volver a incurrir en la barbarie del totalitarismo.
-Si tuvieras que elegir entre salvar al hombre y exterminar a los animales o salvar a los animales sacrificando al hombre, ¿por qué opción te decantarías? Si no queda más remedio que elegir, prefiero salvar a los animales. Dejarles, al menos, una oportunidad.
-Una razón o circunstancia por la que darías tu vida sin dudarlo: Algunas.
-¿Qué opinión te merece el país en que vivimos? Defínelo. Escisión irreconciliable. Autocomplacencia en la vulgaridad. Zafiedad. Me provoca una tristeza extraña, difusa, algo apática.
-¿Avanzas o retrocedes, creces o menguas? Menguo, retrocedo, me agazapo. Busco lo pequeño y, desde ahí, pretendo mirar el mundo, saborear el mundo, sin prisa.
-Escribe tu epitafio: “Esto también es vida.”
-¿Qué misterio contemplarías indefinidamente? El juego de los niños. Las infinitas metamorfosis de un texto al ser traducido: introyectado, extra-vertido, acariciado, saboreado, cantado. Los lobos en el bosque. El bosque.
-Un filósofo o pensador con el que te irías a pasear: Lao Tsé.
-Un filósofo o pensador con el que te irías de fiesta: Schopenhauer.
-Un filósofo o pensador con el que jugarías al escondite: Chantal Maillard.
-¿Para qué poetas en tiempos de miseria? Para desestructurar, demoler. Y luego, para cuidar el crecimiento.
-Canoniza a alguien, ahora mismo. “San” o “santa…”. Sin pensarlo, san “Òscar Solsona” (mi hermano búfalo). A un santo así le rezaría sin dudarlo, y más que rezos serían canciones, cantinelas, bailes enloquecidos, una polka febril…
-¿Qué canción te gustaría ser? “Le mal de vivre” (Barbara)
-Como éste es el cuestionario Stalker, di alguna palabra o adjetivo que te parezca que define o nombra a un Stalker. ¿Será alguien que se ríe y cuya sonrisa de gato se va difuminando entre los árboles?
-¿Qué es el tiempo? Es la intensidad que ponemos en herrumbrarnos o salvarnos unos a otros. También es lo que abre hueco, el hueco en el que morar y demorarse: el acorde que mantiene la vibración hasta la perfecta inteligibilidad del silencio.
-¿Te gustaría ser eterno? No. Desaparecer es un regalo que el mundo ha hecho a los seres.
-¿Qué harías si vivieras mil años? Aprender todas las lenguas, recorrer todos los caminos, traducirlo todo, hablar con la gente, aprender, cuidar, cantar, estar.
-¿Qué opinión te merece la esquizofrenia y otras enfermedades mentales? ¿Cómo te colocas ante ellas? Esas “enfermedades” me provocan ternura y cercanía. Son seres extraordinarios. La psiquiatría: abuso de poder, abuso de la estadística, abuso tout court.
-Cuenta un sueño en tres líneas (o cuatro, o…): En mi sueño, borraba la realidad con las manos y luego volvía a escribirla con la punta de los dedos, pero olvidaba el código de lo real e improvisaba. Reescribía el mundo después de borrarlo, y el mundo vibraba en otra longitud de onda, animado por otro código.
-Cuenta una pesadilla en tres líneas (o cuatro, o…): La Sombra cae sobre el mundo. Avanza lenta, inexorable. Llega al pueblo de mi infancia. Intento detenerla con encantamientos, conjuros, palabras. Escribo en las paredes de cal, y las líneas frenan por un momento el avance de la Sombra. Sólo por un momento. Tengo que encontrar refugio, llevar a él a hombres y animales. No recuerdo la lengua del animal que nunca duerme en los álamos. Él sabe de un pasaje. Pero cómo llegar hasta los álamos. Tal vez ya han sido engullidos por la Sombra. No queda tiempo. [Contado así, esta pesadilla es nada, pero vivida fue una experiencia pavorosa]
-¿Dónde buscarías consuelo: en un bosque, en un templo, en un regazo, etc.? En un bosque, en un templo, en un regazo. El templo como bosque de piedra. El regazo como templo de piel, carne y temblor. El bosque como regazo y templo, como lugar donde el regazo se templa...
-Una oración por los hombres (puede no ser religiosa en sentido estricto):
Aprendedlo todo de la hoja que cae y es arrastrada por la corriente.
-Una oración por los animales: Seguid viviendo cuando ya no estemos y, si adquirís conciencia, no repitáis nuestros errores, nuestra tragedia y nuestra tristeza, nuestra infinita tristeza.
-Una frase célebre que te resulte falsa o hueca: En general me parecen huecas todas las frases que trafican con “ultimidades” o conceptos metafísicos no definidos (indefinibles) en los confines de la razón y que trazan, ahí, correspondencias ilegítimas. Un ejemplo: “El infinito es la transparencia del mal” (Edmond Jabès). Si decimos “El mal es el infinito de la transparencia” o “La transparencia es el mal del infinito” sigue sonando bien. Para mí esta frase no quiere decir, estrictamente, nada. Lo cual no implica que Jabès no sea un escritor extraordinario.
-Una frase leída recientemente que te haya hecho pensar: “Reconforta saber que el hombre es sólo una invención reciente, una figura que no tiene ni dos siglos, un simple pliegue en nuestro saber y que desaparecerá en cuanto éste encuentre una forma nueva” (Michel Foucault). Reconforta… ¡e inquieta!
-Imagina que, contra todo pronóstico, existe el infierno y que éste adopta una forma distinta para cada ser. ¿Cuál es el infierno al que más temerías llegar? Un infierno en el que las fotografías de todos los seres conocidos (y desconocidos) te interrogan desde todos los ángulos. El infierno de las miradas. Un infierno en el que nos fuera negado el abrazo, el cobijo, para siempre, también es bastante aterrador.
-¿Tienes un animal en casa? ¿Cuál es tu juego favorito con él? Un gato. Juego del escondite. Él “gana” siempre.
-¿Qué haces cuando no encuentras tu propio centro? Inclinarme para que caiga todo, del otro lado. Una vez practicado el desalojo, buscar las huellas, dentro, y compensar, equilibrar. Como eso lleva tiempo, hacer amable la periferia y habitarla, mientras tanto.
-Una enseñanza de tu abuelo/a: “La vida es un embuste” (No le creí.)
-¿Qué opinión te merece esta encuesta? Uf…
-Añade una pregunta y respóndela tú mismo/a:
¿Y ahora qué? Vivir.
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