Olympus Mons (Marte)
Shiau Liu, Yanmei. Poeta y onironauta china, exploradora de Marte y hacedora de vados en el inconsciente colectivo profundo, nacida en Luoyang en 2116 y desaparecida en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter en 2187. La singularidad de esta extraordinaria autora es doble: la suya es la primera obra poética humana realmente desterritorializada, escrita fuera de nuestro planeta, en suelo marciano, en el espacio profundo, posiblemente en ignotos asteroides. Y es, hasta ahora, el primer y único ejemplo de poesía epidérmica. "Escribir con el cuerpo llegó a ser un lugar común de cierto pensamiento acerca de lo poético en autoras de otros siglos como Hélène Cixous o Jinghua Qui", dirá Shiau Lui en 2182, "pero siempre percibí en ello una cierta impostura involuntaria, la de quien no deja de pensar con categorías estrictamente mentales (porque no ha descubierto otra forma de pensar) y reduce el cuerpo a un mero juego conceptual. ¿Qué quiere decir que no podemos escribir sin el cuerpo, cuando esas autoras jamás abandonan la abstracción, jamás se acercan realmente al cuerpo? ¿Qué quiere decir sentir hasta el fondo de una misma, como una experiencia física, aquello que queremos expresar? La poesía epidérmica es el método que me permitió llevar a la práctica las vagas ensoñaciones retóricas de mis predecesoras. La poesía puramente epitelial se me reveló como escritura geológica que exhuma los diversos materiales (físicos, mentales, emocionales, trans-sensoriales) sedimentados en los profundos estratos del cuerpo, materiales que afloran por efecto de la erosión de los estratos más jóvenes. Así, en la piel se escribe una forma de vida arcaica, fosilizada, que de pronto irriga la superficie de nuestro tapiz sensorial y sostiene la arquitectura de nuestros gestos, nuestra impermanencia, el cauce del deseo, el fuego indetenible, la dulce convulsión del existir."
La infancia de Yanmei Shiau Liu queda marcada por dos experiencias capitales. Presencia la brutal represión policial de un grupo de estudiantes de la Universidad de Bellas Artes de Luoyang, lo que hace crecer en ella un rechazo visceral a cualquier forma de autoridad, imposición, ley u orden. Por otra parte, la prematura muerte de su madre en una crisis psicótica aguda despierta en ella el interés por bucear en los entresijos de la mente humana. En 2138 se gradúa en la Facultad de Psicología de la Universidad de Hong-Kong y muy pronto se inicia en la psicología abisal, una rama de esta ciencia encargada de explorar el inconsciente colectivo. La onironáutica, a cuyo desarrollo contribuye decisivamente, es el arte de unir a las personas en los sueños gracias a pasadizos excavados en las capas más profundas del inconsciente colectivo. Para ello se utiliza una tecnología virtual de creación de mundos conocida como Transrealidad Vórtice, que recurre a las estructuras inconscientes de la mente humana para construir los diversos niveles oníricos y conectarlos con el vasto océano fuente del inconsciente arquetípico. Shiau Lui aprende a seguir las samskaras o huellas perfumadas, impresiones subliminales latentes que pueden actualizarse a voluntad y que configuran la topografía mental residual que une todas las conciencias en el espacio onírico. Shiau Liu es la primera "hacedora de vados": pasajes, puentes, cordones umbilicales emocionales que unirán a los soñadores y les permitirán consolidar un poderoso vínculo psíquico en la vigilia, implantando en ellos el germen de una mente comunitaria.
Tras el fracaso de los primeros intentos de colonización de Marte debido al colapso psicológico de los primeros colonos, cuya mente se desmoronaba a los pocos meses de estancia en el planeta rojo, en 2146 el gobierno chino encarga a Yanmei la tarea de urdir una profunda red de conexiones afectivas en el inconsciente profundo de los integrantes de la nueva misión colonizadora. Esa red tendrá la función de sostener las capas superficiales de la atención y la vigilia y evitar el desmoronamiento esquizoide de la personalidad desarraigada de la madre Tierra. Yanmei trabaja con los colonos, se introduce en sus sueños y los conecta abriendo pasillos entre ellos, erigiendo moradas transitorias para refugiarse de las inclemencias de una realidad vertiginosa y extraña, atrayendo símbolos del inconsciente colectivo e implantándolos en los estratos oníricos más ocultos para que actúen como cortafuegos a fin de detener una eventual irrupción psicótica. Para que su trabajo arraigue definitivamente, pide acompañar a la expedición sobre el terreno. Cumplirá así su anhelo más profundo: abandonar la Tierra, un mundo corroído por la obediencia, la sumisión y las pasiones tribales; un mundo atravesado por leyes y engaños que Shiaiu Liu no quiere acatar. Renuncia a la nacionalidad china y solicita el estatuto apátrida. Embarca rumbo al planeta rojo en la misión Flor de Cerezo II.
Yanmei Shiau Liu pasará en Marte los siguientes 41 años. Se niega a regresar a una civilización que aborrece, a un servilismo milenario, a un mundo amenazado por antagonismos ancestrales. Reniega de la humanidad. Rechaza la herencia que atraviesa los eones y nos hace ser lo que somos. Aspira a ser otra cosa. A ser plenamente nómada. A ser marciana. A ser nadie. Una vez concluido su trabajo con los colonos, recorre la superficie del planeta rojo con afán explorador. Viaja sola: recorre los volcanes de Tharsis en ornitóptero, el Syrtis Major en insectoideo (montura con forma de mantis religiosa), las planicies de Aurorae Sinus a pie. Explora las geotermas, los cauces fluviales antiguos, las nervaduras de los acuiferos subterráneos. Desea datar la cronología estratigráfica de aquella orografía misteriosa. Muy pronto sus ojos adquieren la lenta tonalidad roja del erosionado tiempo marciano. Muy pronto le invade la extraña felicidad de saberse sola y en comunión con un mundo fascinante.
Mientras explora una profunda sima en la parte más recóndita del Valles Marineris, se siente penetrada por una presencia extraña. Una entidad marciana de naturaleza desconocida, aletargada durante milenios en estratos basálticos y despierta por la presencia humana, parasita la mente de la exploradora. Pronto Shiau Liu descubre que el parásito se alimenta de sus sueños. La onironauta también descubre que si intenta extirparlo su consciente cederá irremisiblemente ante las psicóticas fuerzas de marea circundantes. Sólo se le ocurre una solución: arrastrar a esa presencia, con la que no puede comunicarse en virtud de su naturaleza incomprensible, a las puertas del inconsciente colectivo, en el límite extremo de su subconsciente profundo. Allí la encadena con símbolos telúricos, imantados por la fuerza de su deseo de ser libre. Sin embargo, la presencia emite gemidos desgarradores, expresa un dolor inconcebible para una conciencia humana. Shiau Liu se apiada y decide establecer una relación simbiótica, amistosa, con el ser desconocido. Le cederá parte de sus sueños a cambio de sus poderes de aclimatación al entorno marciano. Pronto la exploradora podrá respirar la enrarecida atmósfera del planeta y soportar cómodamente las frías temperaturas sin necesidad de un traje espacial. Con el paso de los meses Yanmei descubre un efecto secundario inesperado de su recién establecida simbiosis: sus sueños afloran como jeroglíficos y se escriben en su piel. Sus deseos, sus anhelos más recónditos, la fuente de su vida se vierte en tatuajes móviles que mudan su forma en el tejido epitelial de la exploradora. Yanmei aprenderá a dirigir esa escritura onírica en géiser, a moldearla a voluntad, a traducirla en los ideogramas de su lengua materna y relatar, así, la intimidad de sus sueños en forma de poema.
Nace la poesía epidérmica. Durante cuarenta años, Yanmei Shiau Liu escribirá en su piel, encauzando la expresión de su inconsciente más hondo, habitado siempre por la incognoscible presencia ahora cordial. Yanmei llegará a considerarlo un daimon, un espíritu tutelar, un geniecillo alegremente embotellado en sus sueños. "Los poemas epidérmicos explican el mundo nómada de la exploradora con imágenes poderosas, tiernas, flamígeras, y un lenguaje nuevo difícilmente clasificable según las categorías humanas. Un lector no entrenado podría pensar que aquella cascada de sensaciones presuntamente irracionales es un mero encadenamiento arbitrario o surreal, pero la observación atenta de los diversos estratos de sentido, de los materiales volcados y delicadamente traducidos en la piel, descubre una lógica nueva, una vida más allá de lo imaginable", explica la poeta india Aishwara Najri. "Por ello, no tiene razón Henry Bloom al excluirla de El canon cósmico alegando que sus poemas son una imitación de los más delirantes artefactos literararios del siglo XX. Claro que no estar incluida en tan sospechoso canon es una indudable garantía de calidad." Yanmei llamará "onironáuticas" a esos poemas geológicamente exhumados en delicadas constelaciones. Se fotografía desnuda para conservar cada poema, pronto borrado y sustituido por otro en el palimpsesto perpetuamente renovado de su piel. Con el paso de los años descubre que puede desplazar los kanjis a voluntad, que puede deslizarlos fuera de su cuerpo y dejarlos caer sobre el papel impreso o inscribirlos en las rocas. Recorre entonces la gran extensión de Vastitas Borealis escribiendo un faraónico poema en las rocas dispersas entre las dunas de rojo sempiterno: un poema que es el mundo pasado, la civilización humana que queda atrás, y el mundo futuro, la exploración interminable que apenas comienza; un poema que es una suerte de reconciliación última en el filo mismo de lo pensable y lo decible. Bautiza aquella obra, en la que invertirá diez años, con el nombre de Exhumaciones. Después de ello, no volverá a derramar su escritura epitelial sobre el mundo: las onironáuticas quedan confinadas a su piel. "El cuerpo es una ficción material que segrega una lengua fluctuante, proyectada según el patrón del fantasma interior, una construcción orgánica a imagen del modo en que la lengua ha plegado un mundo en su horizonte de sucesos. La poesía epidérmica abre a la Posibilidad. Hay euforia en ello. Hay un lento calor irradiado desde el fondo sin fondo que nos hace ser", explicará en uno de sus últimos mensajes transmitidos.
En 2171 recibe a la Caminante de la Tierra Nalee Ngam-Chit. Las Caminantes han decidido escindirse en dos líneas y proseguir la búsqueda de los cristales-punto también en Marte. Nalee y Shiau Liu recorren la Ciudad Inca, acariciada por los halos solares; se internan en la Amazonis Planitia, azotada por los Vientos Silentes, y se maravillan ante los fuegos fatuos de Hesperia. Nalee revela a Shiau Liu el secreto propósito de las Caminantes: armonizar las fuerzas telúricas de todos los planetas y lunas del sistema solar para que vibren al unísono y proteger así la vida y la expansión del linaje humano en los siglos venideros. Durante los siguientes dieciséis años, la poeta zahorí y la poeta epidérmica serán amigas y compartirán sus impresiones, su mirada, su fuego vivo, su acercada vida animal. Nalee le regala un dócil caimán traído de la Tierra y aclimatado genéticamente. Shiau Liu le da el nombre de "Leaozinho".
La relación de Yanmei Shiau Liu con las nuevas oleadas de colonos se degrada rápidamente. Desde el principio es contraria a los proyectos de terraformación de Marte. Cree que cuando Marte se haya transformado en una segunda Tierra mediante una masiva intervención gravitatoria, química y bacteriológica, los hombres traerán al nuevo mundo sus viejas obsesiones, sus iniquidades, su violento pasado tribal. Durante varios años sabotea sistemáticamente las plantas químicas que pretenden hacer respirable la atmósfera, destruye los Conos Especulares flotantes que alteran la gravedad del planeta, impide la construcción de lagos artificiales. Los hombres la declaran terrorista y ponen precio a su cabeza. Los hombres pretenden borrar a Yanmei, que entre los más jóvenes empieza a adquirir un áura legendaria, de la memoria de Marte. Intentan destruir el poema Exhumaciones en Vastitas Borealis, pero Nalee Ngam-Chit lo protege con un campo de fuerza psíquico proyectado por la Voz.
Por último, acosada y desengañada por el inexorable avance de la civilización humana, decide abandonar Marte y exiliarse a un lugar desconocido en el cinturón de asteroides. El 12 de septiembre de 2187 (según el calendario humano) se despide de la Caminante y, acompañada del caimán Leaozinho, abandona Marte definitivamente en una cápsula Ícaro. No se vuelve a tener noticias de ella. Poco después, la humanidad descubre que el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter está habitado por los enjambres Xtro, presencias de naturaleza desconocida (presumiblemente seres de silicio o entidades plasmáticas) que se alimentan de una fuente de energía autogenerada conocida como protocultura. Las décadas posteriores serán testigo de las guerras Xtro, iniciadas por los humanos por el control estratégico de las rutas de exploración hacia Júpiter y el deseo de apoderarse de la protocultura, dado que los procesos de microfisión escalar modulada (véase Hikari, Natsuki) no bastan para producir la energía requerida para la nueva generación de propulsores necesaria para los viajes interestelares.
El destino de Yanmei Shiau Liu es objeto de especulaciones más o menos arbitrarias y fantasiosas. Hay quien afirma que llega a un asteroide solitario conocido como Haklita-12, y que desde allí envía sus "onironáuticas" a Marte y la Tierra en mensajes encriptados que sólo pueden descifrar las Caminantes. Hay quien afirma que, antes de morir, traba conocimiento y amistad con los Xtro y les enseña el arte de la poesía epidérmica. Se dice también que deja atrás el cinturón de asteroides y vive feliz en la luna Europa, desde donde contempla a un desmesurado Júpiter, que a veces ocupa casi toda la extensión del cielo. No falta quien asegura que su simbiosis con el parásito marciano le ha deparado la inmortalidad física y que el gran poema cósmico, la sinfonía estelar escrita en versículos emanados del inconsciente profundo, aún está por escribir.
Fuente: Enciclopedia de Literaturas Panasiáticas, Akira Junichiro, Kenji Watanabe y Daiquiu Qui Jin (comps.), vol. XII, Osaka: Mizuki Publishers, 17ª edición revisada y ampliada, 2267.
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10 comentarios:
He viajado. Pero no tanto por otro planeta y otro tiempo, como por el vasto territorio de adentro. Me conmueven sobre todo esas "exhumaciones",esa escritura que se colma hasta la piel, y luego de la piel a la roca. Ese espíritu que desborda su individualidad, y se desmolda de lo "humano"....Abrazo, Stalker.
La enciclopedia es envolvente en su belleza, marea, escalofría. Poesía epidérmica...
Un abrazo.
“El tiempo no es una línea recta sino más bien un laberinto, y si te pegas a una pared en el lugar adecuado puedes oír los pasos precipitados y las voces, te puedes oír tú mismo pasear por el otro lado.” decía T.Traströmer y esos ecos perviven en esta maravillosa poeta y onironauta china. Pero acercarse a esa pared, así como mirar al cielo cada vez se vuelve más difícil… desde el primer fuego y los primeros signos de lenguaje hasta hoy donde 100 especies al día desaparecen, se esfuman 50.000 h de selvas tropicales más la emisión tóxica, más el consumo de petróleo etc etc de resplandor (de civilización)que borra cualquier límite, apropiándose tal vez de lo ilimitado. Soberbia que nos hace pensar superiores por ejemplo a una tortuga laúd, que antes que nosotros fuéramos bípedos, se aclimataron a los ritmos circadianos gracias a los astros que nos rodean. La comunicabilidad de la poesía epidérmica se presenta como un interior sublime. Un modo de romper la carcasa, o biografía que nos apresa en pasivos moradores de este silencio atronador, que no llega a despertar. Tal vez sea necesaria una “exhumación” colectiva, una auténtica instalación del ojo dentro de la materia, un coro de Yanmei Shiau Liu’s para sacarnos de esta perturbación unidimensional, mecánica, que practica el actual homo aesophagus colossus.
Es un poco triste saber el destino final de Yanmei, tal vez, se pueda reescribir o, esa rescritura venga después de las Caminantes.
Yanmei es la Poeta que respira, suda,llueve, evapora, condensa, dilata, segrega, exuda Poesía... puedo sentir su magma salpicando entre las palabras de la Enciclopedia:
"...Así, en la piel se escribe una forma de vida arcaica, fosilizada, que de pronto irriga la superficie de nuestro tapiz sensorial y sostiene la arquitectura de nuestros gestos, nuestra impermanencia, el cauce del deseo, el fuego indetenible, la dulce convulsión del existir."
La extraña presencia marciana ha consumado en Yanmei una suerte de Mysterium Coniuctionis cuyo producto es esa poesía que emerge: flores y frutos epiteliales, una voluptuosa convulsión del inconsciente colectivo sideral. La poesía que nace de los íntimos espacios abisales y se extiende inagotable hacia la trama de los astros. Indecible y expansiva poesía. Bella muerte entre los asteroides. Preciosa e inagotable vida de Yanmei, cuyo final me alegra pues ella misma se escribe permanente, cósmica y apátrida. ¿Qué más se puede pedir?
Abrazos epidérmicos
Vera:
el viaje hacia los confines, hacia el más allá de lo visible, y hacia el interior, son uno y el mismo: creo que el ser humano busca arraigar un mismo anhelo en su profundidad abisal y en el cielo estrellado...
ese espíritu que desborda lo humano y ni siquiera quiere ser espíritu sino imantación, tejido epitelia, leve latido en la fragilidad del mundo: ahí reconocemos, quizá, una poética vital, una íntima forma de irnos siendo...
un abrazo!
Darío:
gracias a ti por dejarte envolver, marear y escalofriar...
esta pequeña serie me hace feliz epidérmicamente: pequeñas travesías al encuentro con nuestras propias huellas, lo otro del adentro, el sabor de la intimidad acercada a los otros como ofrenda, la ternura impronunciable que nos permite ser lo que somos hasta el fondo...
abrazo!
çç:
una exhumación colectiva donde purgar lo que somos... y un coro de poetas epidérmicas para acunar, conjurar, contrarrestar los venenos civilizatorios... todo eso sería maravilloso en estos tiempos en los que, como bien señalas, los hábitats naturales retroceden y la depredación humana parece carecer de límites...
el final de Yanmei lo concibo como alegre a pesar de su exilio voluntario... estoy seguro de que econtró (encontrará) un lugar en el que estar y ser hasta el fondo de sí misma
un abrazo!
Anamaría:
lo describes maravillosamente!
"una voluptuosa convulsión del inconsciente colectivo sideral"
y sí, creo que en esa escritura permanente, cósmica y apátrida, ella encuentra su vedadero soplo de vida, su dulce convulsión íntima, su plegaria y su gozo sideral
es una vida plena y realizada pese a los avatares de la existencia
me alegra que la hayas disfrutado!
un abrazo!!
Lamentable la cerrazón de "El canón cósmico" y su obtuso autor... Desmesurada e inquietante la vida y la obra de esta poeta; siempre que la imagino en Marte recuerdo las meditaciones del Doctor Manhattan en "Watchmen", aquella profética distopía de los años 80 :)
Rubenóvich!
desmesurada e inquietante, sí...
y qué bien que recuerdes al Dr. Manhattan en Marte (inolvidable "Watchmen"!)... la diferencia es que el doctor ha trascendido lo humano y Yanmei, a pesar de su deseo de alejarse del homo sapiens y su civilización, es muy humana, profundamente humana!
un abrazo!
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