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Un hombre que atravesaba un bosque se topó con un tigre. Huyó, pero el tigre le persiguió. Un precipicio escasamente visible interrumpió su carrera; estuvo a punto de caer, pero, en el último momento, pudo agarrarse a la raíz de una viña silvestre y se quedó balanceándose sobre el vacío. El tigre estaba arriba, olfateando. Temblando, el hombre miró hacia abajo, y vio otro tigre que esperaba su caída para devorarle. Sólo la viña le sostenía. Entonces, dos ratones, uno blanco y otro negro, se pusieron a mordisquear la raíz de la planta.
El hombre vio entonces una fresa apetecible cerca de él. Agarrándose a la viña con una mano, cogió la fresa con la otra. ¡Qué buena estaba!
Cincuenta cuentos Zen (trad. María Tabuyo y Agustín López Tobajas)
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cricriiiii
ResponderEliminarñami
zzzzzz
cricriiiii
ñam ñam
ResponderEliminarzzzzzzz
(cosquillita)
no hay mejor fresa...
ResponderEliminarDesde luego, la mejor (y única) elección.
ResponderEliminarAnamaría:
ResponderEliminartodo el sabor, en ese instante detenido entre dos demoliciones...
abrazo
Bel M:
ResponderEliminarla única dulzura posible ante dos abismos...
un abrazo