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¿Cuántas especies existen? Los seres se engendran unos a otros en sucesión. Cuando adquieren el qi acuoso las ranas, por ejemplo, se convierten en codornices. Al adquirir el qi intermedio entre la tierra y el agua, aparece el musgo. Cuando crecen los montes, se convierte en llantén. Cuando éste obtiene el abono necesario, aparece la planta wu zu. De la raíz de esta planta, nacen larvas de abejorro y de sus hojas, mariposas. Son las mariposas xu. Estas mariposas se metamorfosean en unos gusanos que nacen bajo los fogones y se llaman qu duo. Su aspecto es como si acabaran de mudar la piel. Al cabo de mil días, estos gusanos se transforman en unos pájaros llamados gan yu gu. De la saliva de estos pájaros, nacen los insectos si mi. Los si mi se convierten en shi xi. Los insectos li yu nacen los shi xi, igual que los huang kiang nacen de los jiu you. El jiu jou nace del mao rui y éste, a su vez, de la luciérnaga. el hígado de oveja se convierte en feng yang, la sangre de caballo en zhuan lin (fuegos fatuos) y la sangre humana en ye huo (fuego en el campo). El gavilán se transforma en zhan, el zhan en cuclillo y éste se vuelve a convertir en gavilán. La golondrina se vuelve rana. El topo se transforma en codorniz. El melón podrido se convierte en pez. El cachalote seco se vuelve amaranto. La oveja vieja se transforma en simio. Las huevas de pez se convierten en insectos.
Las bestias de los montes de Chan yuan nacen por autofecundación; se llaman lei. Las aves de los ríos y pantanos se engendran con la mirada; se llaman yi. Hay hembras puras, cuyo nombre es da yao, y machos puros, llamados zhi feng. Los varones de Si no tienen esposas, pero sí tienen sentimientos; las mujeres de Si no tienen marido, pero se quedan en estado. Hou Ji nació de unas huellas gigantes; Yi Yin, de una morera. Las libélulas nacen de la humedad y los mie meng nacen de los líquidos fermentados. De la planta yang xi combinada con un bambú viejo, que ya no da retoños, sale el insecto qing ning. Éste engendra a la pantera; la pantera engendra al caballo; del caballo nace el hombre. El hombre, al final, entra en la máquina (motor sutil). Todos los seres nacen de la máquina y todos vuelven a entrar en ella.
Lie Zi, El libro de la perfecta vacuidad (trad. Iñaki Preciado)
Ilustración: Shi-tao
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lunes, 17 de octubre de 2011
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12 comentarios:
Transformación continua, amigo, incluso en los límites de lo imaginado.
Me hizo acordar a las genealogías bíblicas, de las cuales recuerdo, me encantaba indagar en las edades de esos hombres que sólo portaban un nombre (y sus años).
Pero es una hermosa forma de hablar del devenir constante del mundo.
Un abrazo.
esta manera de ver nos coloca en el vórtice de la vida( y no en el vértice). sumergidos en sus entrañas somos todos amamantados de su savia. su única faz se multiplica en espirales cada uno es el otro y cada uno está en el otro. un único cuerpo nos respira.
"Las aves de los ríos y pantanos se engendran con la mirada..." qué belleza de miradas!
abrazo que danza
anamaría
Es la ley de la vida.
Es maravilloso. He repetido la lectura varias veces y, cuanto más lo hago, más maravilloso me parece y el título...
Gracias por este regalo.
Al fin y al cabo, quizás sea verdad que no somos un hilo suelto en el discurso de otro, una anomalía solitaria de mirada extraviada. Soy tortuga y perro y gatito marramiau. Nace en mí, a veces, serpiente huidiza.No me resulta fácilmente imaginable ser un helecho pero, desde luego me excita la posibilidad de compartir el rocío y el deshielo con el musgo (el musgo, mejor que la tierra, huelen a metafísica).
Esa red nos anonada, nos va eliminando las especificaciones y la necesidad de narrarnos o taxonomizarnos: nos vacía hasta convertirnos en el aire que dejan los pájaros que abandonan la laguna sin hacer ruido, incapaz la mirada de convertirlo en movimiento de pincel.
Me gustaron mucho, como casi siempre, los comentarios.
La vida es un continuo que forma círculos de muchas clases. Algunos son como eslabones y forman cadenas, pero todos están tejidos en el telar planetario.
Un texto rompedor que me parte la mirada. Saberse animal pero saberse también piedra. Saberse inerte. Mirarse como objeto, y después, ese sabor que remite a lo orgánico...
Saberse lugar. Arena y sol por igual. Elemento. Todo es temporal. Animales que se arrastran y animales que no han conocido el aire. El vacío del acantilado y las nubes, lejanas. No puedo saber si hay algo que no sea ya. Es sólo cuestión de tiempo. Por algo reconocemos las estrellas.
Gran texto. Poco más que añadir.
La vida es un círuclo. Cuando lo leí parecía ver esa espiral.
Maravilloso texto. Gracias.
Un abrazo
Qué sugerente, ese medio metamórfico lleno de una húmeda y fecunda sensualidad, tan terrestre, como echarse en un lugar musgoso a dormir
Gracias a todos por vuestros hermosos comentarios,
abrazos
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