viernes, 26 de agosto de 2011

briznas (26)


estos días han estado en esta ciudad dos seres excepcionales y habitantes de Marienbad: Anamaría y Leonardo

sería difícil describir los encuentros, las palabras, el infinito cariño, la deliciosa conversación, los "ahorita" que llegan desde el corazón de Colombia (via París), la suave inflexión venezolana, la nervadura viva del decir y el vivir

y sobre todo, la espontaneidad en los gestos y palabras, el contagioso cariño de estos "dulces bárbaros" que redimen el infierno con ternura (tan alejada del formalismo y la rigidez, la sobrecodificación, la falta de generosidad tan común en la forma en que nos relacionamos en el viejo continente; al lado de esta fluidez y delicadeza estamos, me temo, medio disecados: hemos olvidado la sal en la piel, el temblor, la intimidad que hace saltar todos los cercos)

Dulces bárbaros, sí, entrañables bárbaros que fluyen y no cesan y que no puedo describir porque estas palabras no son lo bastante pequeñas y adentro, no son lo bastante Aún para declinar una existencia tan adverbial, tan "oblicua", tan atenta a la porosidad de lo que vive

baste decir que hemos dejado a un lado la "iluminación" para centrarnos en el "despertar", y que eso ha sido objeto de infinitas bromas cíclicas

baste decir que hay niños de 52 años que irradian una bondad que ninguna medida humana podría tasar, que hay miradas y complicidades, encuentros que caen, gozosamente, del otro lado, aquel en el que las palabras sobran porque el cuerpo se ha hecho texto, texto de gozo, infinito texto que de pura felicidad se hizo ilegible

baste decir que hay formas de estar en el mundo que le hacen a uno habitar en el lado no amputado de lo real, en el lado sin máscara ni erial, donde algo puro se va declinando sin tiempo, en un espacio que se trama entre todos, con lentitud y tacto, con pulso arrítmico que descoyunta la mirada recta, porque no es recto el mirar de quienes hacen el corazón con las manos y lo ofrecen como pan de niño

algunas frases célebres que salieron de su tallo:

"Anoche salió de mí la armada invencible"

"Y que sepas que voy a seguir dejando hojitas en tu cuenco"

"Tú tienes un coeficiente intelectual de al menos 400" (¡Una de las más simpáticas barbaridades que se han dicho sobre Stalker!)

"Ahora que ya no nos iluminamos más, nos toca despertar."

me emocionó conocerlos. Me emocionó su emoción ante el encuentro. Y el inmenso cariño que he recibido, impensable, inesperado, lo guardo para la travesía del desierto

para cuando el animal interior inicie su andadura



6 comentarios:

  1. Te mereces el cariño que te dieron.
    feliz encuentro. Me alegro mucho.

    Un abrazo

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  2. queridísimo Stalker!
    por ser quien eres, es que todo se hace infinito cariño a tu lado, nuestro entrañable encuentro estuvo atravesado de tu hermosura y generosidad desbordada, la que aún se muestra en este texto con el que me conmueves de nuevo, sólo me quedan ínfimas palabras para agradecerte siempre con nuestro corazón hecho agua para tu cuenco, y con lo que queda de esa fruta, dulce y bárbara, exprimir un gajito en estas teclas...
    un abrazo invencible, de verdad
    anamaría

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  3. Una entrada que es todo un homenaje. La emoción se respira en cada línea, en cada palabra.
    Te entiendo, Stalker, porque he conocido en persona a algunos buenos amigos a través del blog y es sensacional sentir la empatía, el cariño directo, las miradas cómplices y el estar como si siempre los hubieras tratado.
    Disfruta el regusto. Es delicioso.
    Abrazos.

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  4. Gracias, Lola e Isabel,

    y por supuesto a Anamaría: agua en el cuenco, dulce bárbara...

    abrazos y más

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  5. ¡Ay Stalker! sólo puedo dejarte aquí, en forma de hojitas, los trazos de mi silencio emocionado (y releerte las palabras de anamaría), de mi temblor que has hecho replicar con tus palabras de aprendiz de búfalo (un tema que se nos quedó en el tintero). Estar cerca de ti, físicamente, oírte, abrazarte, caminar contigo, fue algo para lo cual las palabras no han encontrado el anzuelo, y que seguirá palpitando en cada lectura, en cada visita a tu cuenco entrañable, porque creo que estás hecho para eso, para la entraña, para entrañar, para que los otros se entrañen. Te lo dice este niño de cincuenta y dos años que no deja de despertarse.
    Un abrazo

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  6. Querido Leonardo:

    de entraña a entraña, otro despertar, toda esa vida...

    un abrazo como géiser

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