Sansho Dayu (Kenji Mizoguchi, 1954)
"Me incorporo y despierto al agua a punto de ser agua."
Chantal Maillard
"Estoy desnudo ante el agua inmóvil. He dejado mi ropa en el silencio de las últimas ramas.
Esto era el destino:
llegar al borde y tener miedo de la quietud del agua"
Antonio Gamoneda
Mucho antes de Mouchette, Anju entró en el agua.
Me ha llevado un tiempo entender que el agua es la vida. Porque también puede ser la muerte, pero aquí es la vida. He recordado un sueño que me contó mi madre y lo he entendido.
A Mouchette se la quiere rescatar. A Anju la acompañamos, nos invita a entrar en el agua con toda sencillez, con esa paz y esa lentitud. En un ejercicio de delicadeza sin igual, no vemos cómo se sumerge del todo: las ondas concéntricas de vida serán la última resonancia que alcance el centro de nuestro ser: esa desnudez, esa intimidad procurada por la mediación, la espera, el dilatado abrirse de una conciencia adelgazada.
En ese centro o espacio germinativo, nos abrevamos. Porque la memoria tiene sed, es vegetal y se expande en un crecimiento de líquenes. La memoria segrega.
Arraigo-desarraigo.
Y otra vez arraigo: en el tejido de lo callado y de lo vivo.
Ahí donde llega la tregua, la celebración, el ocaso.
Nos habla el paisaje sordo
y nos rodea el temblor del agua:
caemos al regazo
jueves, 1 de julio de 2010
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Para T.B., que quiso navegar en todas sus corrientes
Volver al agua como reencuentro, bautismo, redención, como purificación del espíritu y como búsqueda del silencio. Volver al vientre materno, renacer o morir, que puede ser lo mismo. En el video la protagonista no huye, sino que busca y encuentra su sitio.
ResponderEliminarTransmite paz.
Saludos.
Quiero sumergirme en el agua y no salir nunca más...lavar las heridas que la memoria, como un puñal, me recuerda...
ResponderEliminarTres veces, tres, estuvo el alter ego de Fackel en esta vida a punto de ser pasto de las aguas y desaparecer. Se ve que las aguas no lo digerían o que lo suyo no era ser devorado ni por el agua ni por el fuego, sino por el tiempo. Y eso está por ver. Una vez fui hijo de Saturno y al tragarme no consiguió digerirme, y me vomitó. Por eso estoy aún aquí. Desde entonces tuve claro que debemos impedir que nos devoren.
ResponderEliminarVivamos.
Es así, José Antonio. No hay huida, sino una pacífica entrega. Como si decidiera sumergirse en la corriente y formar parte de ella.
ResponderEliminarNo otra cosa es la encarnación. Incorporarse al fluir.
Quizá es una metáfora del desapego o de la ruptura de la rueda de los cambios...
abrazos
Pulgarcito soñador:
ResponderEliminarungirse en el agua de vida sin duda lavará todo lo que nos lastra... Ahora bien, ¿dónde encontrarla?
Cada cual debe encontrar su símbolo, nombrarlo y arrojarse a él.
salud
Fackel:
ResponderEliminarel tiempo es fuego, creo...
Vivamos, claro. Ésta es la clave, siempre.
"Et vivre passionement
et ne ne battre seulement qu'avec
les feux de la tendresse..."
como decía Barbara,
abrazos
Es tan preciosa esta entrada que no puedo decir nada. Es una obra de arte. Cuando algo me conmueve no sé que decir.
ResponderEliminarQué ganas de volver al pictórico Mizoguchi y a esa quietud del agua que dice Gamoneda, creo que es las dos cosas, la vida y la muerte (incluso para el sudafricano W.Kentridge, quien teóricamente la usa como símbolo de vida en un país de sequía, es también muerte en muchas de sus animaciones). Pienso en el propio ciclo del agua, del manantial al agua estancada donde todo se pudre y muere y de esa podredumbre nace otra vida, sin cesar
ResponderEliminarLola:
ResponderEliminares una obra de arte esta entrada, pero no por mí, sino por el maravilloso Mizoguchi, por Anju y su entrada en el agua de vida, por dos poemas que hablan de eso.
Mi labor es escasa: coser, suturar. Procuro estar atento, eso sí.
abrazos para el ave zancuda (te veo paseando por esa ribera, buscando alguna rana... ;)
Belnu:
ResponderEliminares así como dices, los ciclos. Incluso entendida como símbolo, el agua puede virar, según la tonalidad emocional, hacia una cosa u otra. En mi caso tendía a asociarla a la disolución y la pérdida, pero al fin entendí que también era la génesis, esa forma de entrega que es la renuncia de sí.
abrazos
el gesto que más se aproxima diariamente a lo que aquí se cuenta, acaso sea lavarse la cara.
ResponderEliminarno me lavo
las manos
me lavo la cara
me lavo la cara
con las manos.
**
no lo hago todos los días, lavarme la cara con agua; lo que sí hago todos los días es lavarme la cara con las manos, sin agua.
besos,
ò.
Sí, sí, tienes razón en lo del agua como génesis y en esa entrega-fusión, oceánica, de abandono del yo...
ResponderEliminarNo he resistido la tentación de escuchar el poema de ChMaillard "Escribir" (en esa dirección que me has dado), es uno de mis favoritos, creo que está en "Matar a Platón", y el otro día lo vi escrito en casa del galerista. Es buenísimo, tiene esa totalidad de la poesía, que parece sintetizarlo todo, lo que en prosa exigiría muchas páginas, pero además de todas esas vueltas a las razones de la escritura frente al dolor, hay pequeñas maravillas ("palabras como boca de gato, palabras como latigazos...")y en otro rato escucharé los demás. Gracias
Querido hermano búfalo:
ResponderEliminartu comentario aparentemente sencillo tiene una profundidad incógnita... gracias,
por cierto, verte en la foto del avatar, con bufanda, me da escalofríos, con el día tórrido que está haciendo...
abrazos
Belnu:
ResponderEliminarese poema está, en efecto, en "Matar a Platón"...
"palabrasbocadegato,
palabras-latigazo como "demasiado" y "tarde"
Ahí pasan muchas cosas, es un poema y un animalito que respira,
abrazos
Si así es, pero incluso las respuestas de los topos me parecen como para dejarse llevar. Vamos una maravilla.
ResponderEliminarUn abrazo de ave zancuda.
Pd. no he encontrado ranas solo gusanitos.
Bella escena en oposición con Mouchette, en efecto. Me gustaría también comprender que es una entrada en la vida. Es verdad que se entrega que busca formar parte del agua, pero igual se suprime en tanto que ser humano. Como Fackel, sé la fuerza mortal del agua, por eso la temo y la respeto, pero mi 'paraíso' está al lado de un río de aguas cristalinas y uno de los lugares donde fui feliz de niño fue en un manantial donde veíamos brotar el agua de la roca, así que me apego al agua-vida.
ResponderEliminarTú lo dices, Stalker, encontrar su símbolo y arrojarse en él, pero no para ello desaparecer.
Lo que debemos intentar es generar círculos concéntricos a partir de nuestra vida, como lo haces tú en esta bitácora donde unos cuantos formamos ondas alrededor de tus entradas.
Un abrazo
Lola:
ResponderEliminarlos gusanitos son muy nutritivos...
abrazos
Leonardo:
ResponderEliminarcírculos concéntricos a partir de nuestra vida. Irradiarnos ahí...
En ello estamos.
El agua y el paraíso de la infancia,
abrazos
entrada stalker a hierro, disfruto.
ResponderEliminarRaúl:
ResponderEliminardisfruta. El hierro es el de la espada que se clava en nuestra carne...
salud
Al final he decidido contar una cosa que tiene que ver con el agua y conmigo, y que explica por qué esta entrada es tan significativa para mí, por qué el agua, la vida, la muerte...
ResponderEliminarAdvierto a quienes estén en contra de las confesiones abiertas (a "quemavida", como tanto me gusta decir), que no sigan leyendo y se ahorren el mal trago.
Voy a contar el sueño de mi madre, a ella no le importaría y lo voy a hacer con inmenso cariño hacia ella.
En su sueño, yo aparecía desnudo, nadando en una laguna inundada de luz. Chapoteaba feliz, y todo estaba radiante, iluminado.
A continuación, yo desaparezco y en esa misma laguna aparece su nieto (mi sobrino), un bebé de apenas diez meses. Pese a ser tan pequeño, el niño también nada, chapotea. Sin embargo, poco a poco empieza a fluir, no se sabe de dónde, un agua oscura. El agua oscura rodea al niño y se convierte en fango. El pequeño queda atrapado en ese fango y no puede nadar.
Esa misma semana, el pequeño de diez meses, mi sobrino, el nieto de mi madre, murió.
Mi madre no sabe nada de interpretación de los sueños, es alguien muy racional y con una nula creencia en lo "sobrenatural". Otro tanto ocurre conmigo. Sin embargo, ella tiene un don: sueña cuándo van a pasar las cosas, anticipa. Aquí, por línea directa matrilineal: el agua, su primer hijo, su primer nieto.
Después de aquella experiencia terrible, ha tenido otros sueños, y todos se han cumplido.
Y yo, que no he heredado los ojos azules de mi madre, he heredado en cambio su don, aunque en mi caso no se traduce en imágenes simbólicas sino en hechos concretos de la vida cotidiana que se cumplen siempre, irremisiblemente, al día siguiente.
Ignoro cuál es el sentido y el mecanismo que gobierna el don, y soy, como he dicho antes, escéptico ante lo sobrenatural, pero no puedo negar lo que he visto y sé. Tampoco creo que se trate de algo estrictamente sobre-natural. Más bien es algo natural y cuyo funcionamiento, como el de tantas otras cosas, ignoramos.
A mí me encanta, Stalker, y te lo agradezco muchísimo, esa posibilidad de saber de la persona que respira y vive detrás. Muchas gracias. Fíjate que hace muy pocos días hablaba con una amiga que creo ahora también lo es tuya sobre la existencia de ese aparentemente poder sobrenatural. Poco después, me puse a leer un libro que no tenía nada que ver con el tema, y me encontré una nota al margen que decía que recientes investigaciones científicas han hallado lo que llamaban algo así como "restos de antiguos sentidos" en el hombre relacionados con lo animal que explicarían o demostrarían la existencia de lo que se llama percepción extrasensorial.
ResponderEliminarPor lo demás, la entrada es una belleza. A veces, ante cosas así, me quedo sin palabras, pero eso no significa que no esté, como una vez me dijiste tú.
Un abrazo muy grande.
Podría ser la secuencia previa a la entrada de Ofelia en el agua. Sumergirse. Purificación. Descanso.
ResponderEliminarEl agua como renacimiento y como muerte. Virginia Wolf, Günderrode, Safo, Alfonsina Storni...
Stalker, el sueño que cuentas narra algo que impresiona por la fuerza que desprende ese hecho "sobrenatural" enraizado en la vida cotidiana de una madre de lo más terrenal.
Hay intuiciones ancestrales, salvajes...existen...
Gracias Stalker. Cuando no sé que decir, prefiero el silencio para acompañarte. Un abrazo.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQuerida Bel M:
ResponderEliminarNo he leído ese libro que mencionas pero apunta a algo que siempre he creído. Siempre he creído en esos sentidos extintos, atrofiados, que quizá algunas personas, no se sabe por qué, pueden despertar. Algo así como una memoria antigua que se nos despierta cuando atravesamos ciertos estados intermedios.
Mi teoría para estos sueños proféticos es la siguiente (tiene que ver con el agua):
un acontecimiento proyecta ondas concéntricas sobre el futuro y genera consecuencias según la relación causa-efecto. Hasta ahí ningún problema. Ahora bien, ¿y si ese suceso también proyecta ondas hacia el pasado? El tiempo no tiene por qué ser sucesivo, tal vez se enhebra, se teje, se configura según la metáfora de la piedra que cae en el estanque: mediante sucesivas inmersiones y exhalación de ondas. Bastaría entonces una mente o alma receptiva, abierta a esa resonancia procedente del futuro inmediato: alguien con el hueco suficiente como para acoger esas ondas e interpretarlas, es decir, traducirlas a imágenes inteligibles racionalmente.
Esto alteraría drásticamente nuestra concepción lineal del tiempo, por lo demás a todas luces falsa o incompleta...
Y gracias por tu estar, y por tu silencio elocuente y delicado,
abrazos
Say:
ResponderEliminarenhebras un linaje muy querido de mujeres ilustres, apasionadas y admirables...
El sueño de mi madre me impresionó vivamente. Y muy pronto, a los pocos días, tuvimos la dolorosa certeza de su significado, con la pérdida de aquel niño tan querido.
Me impresiona la visión interior de mi madre y su infinita delicadeza exterior. El cultivo de la atención y el pudor...
abrazos
Lola:
ResponderEliminaracojo tu silencio y agradezco,
besos
Lo que decís me trae una frase de Borges; decía que ya que podíamos recordar hechos ocurridos hace miles de años no debería ser sorprendente que pudiéramos saber lo que va a pasar en un futuro. También me recuerda a mi abuela que se levantaba y le decía a mi mamá : "C. limpie la sala porque va a venir visita", y ese día o el siguiente venía una visita.
ResponderEliminarEn cuanto a los sueños y el agua, me parecen ser dos materias, a lo menos, gemelas.
Abrazos
querido hermano búfalo,
ResponderEliminarsin duda, hay un hilo que va del sueño a la vigilia y viceversa, un no-nombrado
nos es sencillo cuando la dirección es de lo-que-está-despierto al sueño, sin embargo, aun no hemos encontrado el enigma de cuando sucede en la dirección opuesta
y qué sencillo es, sin embargo, entender que sí, que "ver" en sueños es algo natural como el vivir mismo, únicamente ignoramos las redes que tejen eso
agradezco tu confesión y la atiendo a lo bestia, porque no importa que el tiempo no coincida, todo, de algún modo, es simultaneo y lo que ocurrió o lo que ocurrirá está haciéndose ahora mismo, ante nosotros
así estamos,
besos,
òscar
Leonardo:
ResponderEliminartu abuela era sabia y sabía...
agua y memoria, hermanadas,
abrazos
Querido hermano búfalo:
ResponderEliminartu atención a lo bestia es muy valiosa para mí,
abrazos, coces...
Tu explicación de ese fenómeno se acerca mucho a lo que siempre he pensado: nuestra idea del tiempo es limitada, está demasiado mediatizada por una convención de medirlo y estructurarlo, pero muchas leyes físicas la cuestionan o permiten replanteársela, como la velocidad de la luz o del sonido la relativizan. Hay muchas cosas que la ciencia aún no ha explicado, pero eso no significa que no existan, incluso aunque nunca llegara a recogerlas porque la investigación también depende de personas e intereses determinados que limitan esos caminos. ¿Cómo se explica que cuando alguien nos mira nos demos la vuelta o abramos los ojos si estamos dormidos porque esa mirada nos llama? ¿Cómo se explica que algunos animales, como los gatos, presientan la muerte de otros seres? ¿Cómo se explica que un gato sepa tres días antes de que ocurra que su supuesto "dueño" humano va a volver de un viaje de un mes? Yo no tengo sueños premonitorios, pero a veces soñaba con un amigo al que no había visto en años o meses y a la mañana siguiente me despertaba el sonido del teléfono y era él. Otra vez, yo comía con una amiga en un restaurante japonés al que había ido dos veces en la vida y le vi en la barra y me dijo: He venido porque anoche soñé que estabas comiendo aquí. Creo que lo puse en un cuento.
ResponderEliminarTodas esas cosas y tantas otras que se producen y aceptamos aunque no sepamos explicarlas. El sueño de tu madre fue terrible, ojalá sueñe también con cosas maravillosas que permitan tener esperanza
Lo que apreciamos como realidad bien podría ser como un queso emmental, lleno de agujeros...
ResponderEliminarTu teoría de los sueños premonitorios es la mía (y no sólo de los sueños sino también de la videncia en general). Yo heredé de mi abuela la afición por "leer" en el tarot, sin embargo no heredé su don para ver espíritus, por suerte.
Impactante Mizoguchi, qué belleza en sus imágenes y su simbolismo, caigo de rodillas yo también,oro...
Un beso
Los círculos en el agua igual que en Doro no Kawa. Continúa la corriente de sentido. La mujer sigue caminando bajo el agua. Y sale del agua en la otra orilla.
ResponderEliminarUn abrazo.
Belnu:
ResponderEliminarestoy plenamente de acuerdo con lo que dices, y he tenido tantos y tantos micro-sueños premonitorios, pequeñas profecías que se cumplen, siempre, siempre, nunca fallan. Y lo curioso es que no se puede hacer nada para cambiar lo que va a pasar: ese pequeño suceso es intocable, inamovible, obedece a un estricto determinismo...
Todo lo que dices es cierto, quedan tantas cosas por explicar. Sospecho que algunas no las comprendemos por las limitaciones de nuestra mente. Hemos creído poder entenderlo e interpretarlo todo racionalmente y hay demasiadas cosas que se nos escapan...
Pero están, laten, nos apelan, nos conforman, nos viven, nos desalojan, nos exilian...
abrazos
Raticulina:
ResponderEliminarcelebro esta convergencia. Nunca me han leído el tarot, pero mira: estaría encantado de que tú me echaras las cartas, de veras.
Mizoguchi es para orar, sí, como la anciana que cae y alza sus manos, murmurando la plegaria, la despedida, anhelando la paz de un corazón que se sumerge y fecunda, con su canto enmudecido, el agua, la vida.
abrazos
Tera:
ResponderEliminarLa corriente de sentido sigue su curso. La mente y el ojo interior están abiertos. La morada, dispuesta.
Sé que es así, que Anju atraviesa el cauce del río, descifra los conjuros inscritos en las piedras del fondo (el mal de las profundidades), llega a la otra orilla, recoge hierbas secretas, lee las constelaciones, sonríe, prepara su corazón: entra en el canto.
Los círculos, como en Doro no Kawa, y también aquí, en todo esto. Esta vida.
Gracias por ver y estar.
Abrazos
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ResponderEliminarStalker, para mí, que vivo atraída por el agua (¿la influencia ineludible de mi signo astrológico?), el agua es invariablemente un elemento impuro. No creo en las aguas bautismales que limpian los pecados. No creo en el agua bendita.
ResponderEliminarEl agua es perturbadora e inestable. Pertenece al orden de lo femenino, lo inorgánico, lo subterráneo, fascina y aterroriza a la vez.
Es el agua del líquido amniótico y el intercambio de los flujos sexuales. El agua del tránsito provisorio o definitivo. Nosferatu viaja escondido en un barco, durmiendo en su ataúd cubierto de tierra, sobre el agua. Caronte rema y transporta a los muertos al otro lado de la laguna Estigia, con una moneda en la boca. Nada nos une más que el miedo a la muerte y la sexualidad. Es la única señal de globalización que reconozco.
En India se practica el ritual de purificación en el Ganges, un reservorio de pestes que te mata. La pila de cuerpos se apila a sus orillas para ser devorada por el fuego.
El agua tiene sus propias leyes. Le resultamos absolutamente indiferentes, como le resultaba indiferente el capital Ahab a Moby Dick.
Intentamos encauzarla o incorporarla en los proyectos de urbanización. Hay ciudades que la sueñan, ciudades a las que parte al medio como un tajo, ciudades que le dan la espalda.
No hay ciudad más hermosa y singular que Venecia, la única ciudad íntegramente construida sobre el agua, cuyos pilotes ceden día a día para enterrarse en el fango del fondo de la laguna. La ciudad que supo ser un imperio, teñida por la témpera del romanticismo decadente. Joseph Brodsky intentó capturar esa belleza enferma y condenada, a la que se retira a vivir un mes al año, en ese texto anfibio que es "Marca de Agua".
(sigo)
Imagino recurrentemente el fondo del agua poblado de restos de naufragios, de ruinas de ciudades perdidas, de cabelleras, juguetes o mínimas posesiones de ahogados antiguos o recientes. Bajo el agua hay un mundo invertido. Me hipnotizan las historias de galeones naufragados y de cazadores de tesoros sumergidos. Donde haya agua, ahí estaré. Donde la crucen los buques de los piratas o los expedicionarios o
ResponderEliminarte espere el círculo hambriento de los tiburones, ávidos de una estela de sangre.
Me fascina lo que empuja la marea a la playa, cuando se retira, como si regurgitara lo que se tragó.
La infancia también es, para mí, un territorio impuro y doliente. Lo recorremos en estado de inconsciencia y más tarde solemos idealizarlo, para sentir que hemos tenido, al menos, una época donde fuimos felices, donde todo estaba en su lugar y estábamos a salvo, a la vera del río.
Sin embargo, la infancia revisitada, excavada y leída impiadosamente desde la memoria, ese proceso de inmersión en un paraíso repleto de fisuras, revela sus momentos de desastre y abandono. Todos fuimos niños solitarios. Todos somos, hasta el final de nuestros días, niños huérfanos, extraviados en el devenir del agua.
A mí, sin embargo, esa infancia dolorosamente puesta en foco, hasta donde nos es posible hacer foco en alguna experiencia del pasado, me parece hermosa aunque esté manchada y precisamente por esa cualidad impura. Hermosa con sus marcas inscriptas en nuestros movimientos, sus tradiciones y miserias heredadas de las que nos lleva una vida emanciparnos. Me parece hermoso, aunque duela, el lento trabajo de reconocer que no fue, definitivamente no fue, lo que preferimos creer que haya sido.
El castillo de naipes se derrumba, el cuento de hadas muestra su reverso, los fantasmas que presumíamos escondidos dentro de los armarios empiezan a tener un nombre. Ni siquiera el agua de la infancia es diáfana.
Hasta cuando nadamos proyectamos y poblamos el agua aséptica y climatizada de las piscinas en cubos recolectores de las imágenes destiladas por nuestro cerebro.
Quiero decir, el agua me gusta porque está sucia, por más transparente que parezca. No podria estar limpia jamás, considerando que ampara formas de vida que fecundan, desovan, se liquidan como regla de sus ecosistemas. O acaba en lechos de tierra revuelta donde es posible que se corte el pie.
El fuego puede estar limpio. El aire que empuja convertido en viento, también. Pero la tierra y el agua, no. No creo que los cuerpos idos permanezcan, inmóviles, anclados en la tierra. Siento que sus restos dispersos acaban en el agua y no cesan de moverse, jamás, sumándose al inventario flotante de esas tres cuartas partes del mundo que ignoramos por completo.
(sigo)
Esta vez hice una copia al paso del comentario que dejaba, porque temía que Blogger me lo arrancara (como el agua). Lo hizo. Hay que duplicar las palabras para que no se pierdan.
ResponderEliminarNo es mi culpa si enhebrás entradas de una belleza que marea y a esta altura de la madrugada no puedo cerrar la boca.
El sueño de tu madre es conmovedor. Quizá los acontecimientos empiecen a suceder en sueños, esos sueños que soñamos durante toda la noche pero ni siquiera olvidamos, porque jamás supimos que existieron.
No creo en la linealidad del tiempo. A riesgo de ponerme borgeana, todo está aquí y ahora, asumiendo diferentes formas.
Coincido con Belnu y con Bel M. Nuestra cabeza es insondable, como la percepción salvaje e infalibe de los animales. Para mí, dos más dos es cinco. Tengo absolutamente borrada la línea divisoria.
Hace muchísimos años, las cartas de un tarotista me advirtieron exactamente lo que sucedería. Una lectura de mi aura reveló, sin que yo dijera una palabra, lo que había perdido y lo que debía esforzarme en custodiar. En una época tiraba las runas. También me las tiraba a mí misma. Mis mejores runas fueron talladas manualmente en madera, por un ser exquisito. Las runas tampoco se equivocaron. Les tengo un respeto tal que todavía no me animé a volver a ellas. Una madrugada una gitana se ofreció, bajo un puente de Roma, a leerme las líneas de la mano. Yo iba sola y dudé. La visión de la gitana bajo el puente era fantasmal. Cerré instintivamente las palmas de mis manos, las enfundé en los bolsillos del jean, como si fueran a cortármelas, y seguí caminando.
Hace un tiempo, una tarde desierta encontré un naipe boca arriba en la calle. Ese naipe me dijo cómo debía pararme si quería seguir viviendo. Cada vez que tropiezo y me confundo o me pongo triste, aparecen libélulas o el color de las piedras de amatista, súbitamente y en cualquier lugar.
Quizá, en tus sueños premonitorios, seas las cartas de tarot, la gitana bajo el puente romano, las runas talladas en madera guardadas en mi bolsita de terciopelo, el naipe boca arriba,
el animal o el color que definirá el curso de los acontecimientos.
Si contaras tus sueños, ¿te los creerían? ¿Podrías detener los acontecimientos que soñaste? ¿O serías Cassandra, soñando el incendio de Troya y anticipándolo ante los incrédulos que la creían loca?
Creo que solo en "lo otro" está una definición posible de la verdad. Como en los dibujos de los niños y de los locos, el arte primitivo, las esculturas negras, las máscaras tribales de Oceanía.
Querida Mariel:
ResponderEliminarsiguieron los problemas con blogger, que no me ha dejado aprobar tus mensajes, por eso los he copiado y les he puesto tu nombre. Espero que esta situación no dure mucho...
Tu comentario me desarme completamente. Es un itinerario bellísimo, un viaje a las profundidades del agua y una reivindicación de la impureza como condición de posibilidad del amparo y del cobijo. Me ha recorrido completamente, me ha hecho estar ahí y pensar. Me ayuda a desalojar prejuicios y me enriquece. Tus palabras anegan, fecundan, irradian, hacen porosa la membrana que separa los seres y construyen márgenes deliciosamente habitables. Tus palabras son morada, son una casa para que el espíritu descanse. Es así.
Por todo eso, una vez más, agradecimiento infinito y silencio, silencio nocturno con ternura y sonrisa que proyecto al otro lado del océano.
Y un abrazo fuerte