viernes, 26 de junio de 2009

Del mirar esclavo



"Se puede decir, sin exagerar, que lo audiovisual sirve para no mirar o, mejor dicho, para no ver. El mirar acarrea hoy una intencionalidad demasiado esclava, acorde con la pulsión consumista dominante. Genera, desde la infancia, una dependencia mecánica, paradójicamente exenta de atención. Por eso, este mundo de mirones creados por el audiovisual produce la anestesia de la imagen. Consecuencia: nuestro ojo cada vez percibe menos la entraña del mundo, su latido invisible, su misterio, su alteridad constitutiva"

Víctor Erice

35 comentarios:

  1. Dos ojos mecanicos...

    Quale sarà il futuro dell'immaginazione individuale in quella che si usa chiamare la civilta dell'immagine? Il potere di evocare immagini in assenza continuera a svilupparsi in un'umanita sempre piu inondata dal diluvio delle immagini prefabbricate?

    Oggi siamo bombardati da una tale quantita d'immagini da non saper piu distinguere l'esperienza diretta da cio che abbiamo visto per pochi secondi alla televisione. La memoria e ricoperta da srati de frantumi d'immagini come un deposito de spazzatura, dove e è sempre più difficile che una figura tra le tante riesca ad acquistare rilievo.

    Sara possibile la letteratura fantastica nel duemila, in una crescente inflazione d'immagini prefabbricate?

    «Sobre la curva del suelo
    y bajo el firmamento
    siento que me atrae
    todo el Universo.»

    ResponderEliminar
  2. Esto que cuenta Erice es una gran verdad en nuestras sociedades contemporáneas, pero es interesante reflexionar sobre cómo esto se compagina con otro curioso fenómeno audiovisual comentado por Baudrillard: lo real es sólo aquello de lo que tenemos noticia audiovisual y lo demás no ha existido nunca, no existe: lo no visto, no es -"Simulacro y simulación", Jean Baudrillard-.
    Saludos,

    Martha

    ResponderEliminar
  3. Qué ojos tan tristes tiene la niña morena.
    La infancia escucha como vienen los trenes del tiempo.

    Creo que el truco está en aprender a mirar; la cuestión no es mirar lo que se nos muestra como tal apariencia, por fácil que sea la opción de no traspasar las barreras.

    ResponderEliminar
  4. A mi también me han parecido unos ojos muy tristes los de la niña morena.

    A veces he pensado mirando fotos de familia, que si no fuera por las fotos hay cosas que ni siquiera recordariamos. No lo sé, tengo esa duda. ¿Realmente lo visual es lo que cuenta?

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. hno eres grande! aqui hay mucho de verdad!adolfo

    ResponderEliminar
  6. Yo creo que ambas posturas son compatibles y complementarias. Como dice Martha que cuenta Baudrillar, no existe lo que no nos muestran (desde los noticieros hasta los documentales o las películas). Pero estamos tan acostumbrados a eso, tenemos tal dependencia desde la infancia a ver la realidad del mundo a través de lo audiovisual, a no ver más que lo que nos enseñan y a estar anestesiados por todo lo visto, que puede ser a un tiempo ventana y persiana...

    Qué interesante...

    ResponderEliminar
  7. Gracie mille, bambino!

    ¿De dónde has sacado la cita?

    Abrazos

    ResponderEliminar
  8. Así es, Martha.

    Vivimos un proceso doble: lo real se desrealiza, contaminado de ficción; y la ficción se torna real. Al final ignoramos dónde estamos, en qué punto de la trama-simulacro se encuentra la verdad o el engaño. La nueva era del terrorismo global le dio una obvia vuelta de tuerca al asunto, y ya no sabemos exactamente en qué mundo vivimos. O sí...

    Abrazos

    ResponderEliminar
  9. Portinari:

    precisamente en su película Erice propone una refundación de la mirada, una mirada fundacional, volcada en la imagen primegenia encarnada en el tren que trae consigo el peso de la incertidumbre.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  10. Adolfo, tú sí eres grande.

    Gracias por estar ahí.

    Salud.

    ResponderEliminar
  11. Susana:

    Erice es un teórico muy afilado, cuando se pone a ello. Este pequeño párrafo sintetiza todo lo que yo pienso el respecto, de forma más acertada, concisa y penetrante,

    Abrazos

    ResponderEliminar
  12. Cuántas sensaciones y pensamientos dispara tu entrada, Stalker. Tan concisa, tan bella, tan perturbadora. ¿Esos ojos son los de Ana Torrent, no? Ana que en la película se llama Ana. Que no quiere ver lo visible, sino lo que nadie ve. Ana que quiere encontrar a Frankestein. Que apoya absorta y conmovida su oreja sobre el riel para escuchar el latido del tren que se aproxima. Que se queda observando el tren que se va (los trenes siempre se van, siempre se llevan gente cuya historia jamás conoceremos).

    Posiblemente vengamos al mundo con una mirada que traspasa el mundo y progresivamente va perdiendo sus capacidad de atravesar, como Alicia, el espejo. Los niños no distinguen entre la realidad y la ficción. Les duele soberanamente descubrir que no existe Santa Claus.

    Quizá también perdamos la capacidad de evocar imágenes en su ausencia, como cita Bash, de "experimentar" la imagen, en el sentido de la "experiencia" del mundo de la que hablaba Benjamin. Porque volvemos a casa y contamos lo que hicimos durante el día, pero no sé si atesoramos "experiencias" cotidianas.

    Ojo anestesiado, ojo mecánico, ojo vendado y blindado que solo puede ver lo evidente e ignora el reverso de las cosas, sus ecos y sus reverberaciones. Mirada que debe refundarse, limpiarse de la mugre del estímulo mediático, vaciarse de desperdicios y árboles que esconden el bosque. Aprender a mirar, con ojos de Portinari.

    Esta debe de ser una de las escenas más hermosas del cine, ahora que lo pienso.

    Gracias por rescatarla y ponernos a pensar qué vemos, cuando vemos. Coincido con Martha y su cita de Baudrillard (la Guerra del Golfo no tuvo lugar ...), con Lola (recordamos lo que vemos, pero también lo que imaginamos cuando veíamos, sospecho) y con Susana (y sus ventanas y persianas simultáneas).

    Besos de ojos que batallan para estar bien abiertos.

    ResponderEliminar
  13. Me pregunto, Stalker, si hoy se sabe mirar. Yo, que soy de otra época, cuando lo audiovisual no existía ni en vocablo, observaba y retenía en mi mente todo lo posible. Pero no era una mera contemplación. Meditaba al mirar. De entrada teníamos tiempo de sobra para seguir mirando, como la niña de "El espíritu de la colmena". Luego, las imágenes las reteníamos y recreábamos: se hablaba durante horas, al día siguiente, en cualquier momento, de lo captado. Lo audio y lo visual, en la antigua y calma sociedad española (incluida la calma de los cementerios que algunos impusieron) era propiedad de cada niño (supongo que de cada adulto) Propiedad en su cuerpo. Y se convertía en imaginaciones, ensoñaciones, juegos, temores y huídas. Por eso, yo me emociono tanto cuando veo de nuevo esta película (también cuando veo "El Sur", que me angustia hasta extremos que me desbordan, pero por otra historia)

    Nosotros aprendimos a mirar, ahora no sé si saben. No hizo falta cursillos ni psicólogos. Estaba a nuestro alcance. Eso no significa que siempre viésemos. El mundo de los adultos era un mundo de silencios, de ocultaciones, de fingimientos y palabras engañosas (aunque no creo que menos que ahora)

    Lo siento, Stañker, yo no sé hablar de Baudrillard. Sólo de m experiencia.

    Un abrazo fuerte y renovado.

    ResponderEliminar
  14. Ah, por cierto, compañero. Hay un libro muy trabajado que se titula "El cine de Víctor Erice", cuyos autores son José Luis Castrillón e Ignacio Martín JIménez. Está editado por Cajaespaña en Valladolid, año 2000.

    Si tienes interés y no es conseguible por ahí, tendré mucho gusto en hacerme con él y proporcionártelo.

    Salud y resistencia.

    ResponderEliminar
  15. La cita proviene del capítulo de “La visibilidad” de las Lecciones americanas de Calvino.
    Hijos mutantes de la zona…Cuanto más se ve la televisión japonesa más se tiene la sensación de ser mirado por ella…Recuerdo aquel mes de enero en Tokio o, más bien, recuerdo las imágenes que filmé del mes de enero en Tokio. Se han sustituido a sí mismas en mi memoria. Ellas son mi memoria… Nada diferencia los recuerdos de los momentos corrientes. Sólo más adelante reclaman su memoria. Por sus cicatrices… es más bonito el recuerdo de parís.

    Así es como avanza la Historia, taponando su memoria de la misma forma que uno tapona sus oídos…¿Quién ha dicho que el tiempo cura todas las heridas? Sería mejor decir que el tiempo cura todo menos las heridas. Con el tiempo, el dolor de la separación pierde sus límites reales. Con el tiempo, el cuerpo deseado pronto desaparecerá, y si el cuerpo que desea ha dejado ya de existir para el otro, entonces, lo que queda es una herida… sin cuerpo.

    Saber mirar.

    ResponderEliminar
  16. Mariel:

    en tus intervenciones me abrevo como una bestia sedienta. ¿Qué responder salvo asentir, agradecido? Eres una búfala tú también, y tu aliento sostiene el universo.

    "Aprender a mirar, con ojos de Portinari".

    ¿Qué mundo tendríamos si todos los seres pudieran rebautizar la realidad con ese gesto flamígero, reconstructor de Portinari? ¿Qué movimiento detendríamos, cómo se suspendería el juicio, qué puentes o mediaciones caerían?

    A un mundo así merece la pena adherir las íntimas y más secretas exasperaciones.

    Se agradece que tus ojos estén abiertos, muy abiertos, preparados para el golpe de denunciar y para la caricia, también.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  17. Fackel:

    tus inquietudes son las mías, y no hace falta que cites a Baudrillard para compartirlas. Te confesaré que yo no he leído a Baudrillard, aunque tengo una ligera y confusa noción de sus aportaciones...

    Victor Erice me gusta mucho y "El espíritu de la colmena" en especial. Fue la primera película que elegí para un curso-tertulia sobre cine e infancia. Recuerdo que uno de los alumnos se quejó: "Esto qué es, cine para iniciados? La película es totalmente opaca". Le insistí en que, por el contrario, es una película evidente, de una transparencia que casi hiere. Es transparente, pero no a la manera de la prosa: lo es a la manera de la poesía.

    No quedó muy convencido.

    Buscaré el libro que mencionas.

    Y me alegra verte por aquí, portador de la antorcha...

    Abrazos

    ResponderEliminar
  18. La lectura de Erice me parece tan reveladora como su película. Y no me extraña Stalker que aparezca en tu blog...
    Lo que sí no puedo estar de acuerdo con posturas a lo Badrillard que se han comentado por aquí y que tienden a difuminar lo real en las tramas del simulacro generalizado. En el fondo, es la reformulación postmoderna de Berkeley: ser es ser percibido. Ahora B. diría: ser es ser en los media.

    A pesar del valor ontologizante de los mass-media me parece que tampoco se trata de negar, sin más, una realidad histórica que desborda no sólo los discursos mediáticos sino también las formaciones hegemónicas.

    Lo inverso no sólo implica demasiadas conceciones teóricas, sino además, tiene como implicación política negar la masacre diaria y más o menos silenciosa que se produce en dos terceras partes del mundo.
    En fin, con Baudrillard el problema son los muertos...

    Como sea, siempre es un placer profundo pasarme por aquí.

    Un fuerte abrazo,
    Arturo

    ResponderEliminar
  19. Bash:

    te reservo un puesto de honor entre los filósofos del limbo. Impactante tu comentario; no esperaba menos del hijo pródigo de Chris Marker, del sobrino del primer Resnais...

    Has desmontado, además, uno de los principales mitos de la psicología moderna de autoayuda, y de una manera demoledora. Esa conciencia de la desaparición del cuerpo que amamos... eso provoca vértigo y me gustaría abodarlo en próximas entradas que versarán sobre el envejecimiento y la muerte, dos de los mayores misterios (quizá el primero, aún máyor) más irresolubles a los que se enfrenta nuestra desnudez...

    Sólo me queda lograr que te guste la poesía, hermano pequeño. En lo demás me has dejado muy atrás, cosa que me alegra :)

    Abrazos

    ResponderEliminar
  20. Querido Arturo:

    no se puede estar más de acuerdo contigo. De hecho, no creo que haya contradicción entre el diagnóstico de un mundo que disuelve sus fronteras, en el que es difícil saber qué es real y qué no, o qué estatuto ontológico de realidad adquiere un acontecimiento dado, y la conciencia descarnada de la manipulación a que ello nos aboca, porque esa disolución de las fronteras es una premeditada estrategia de sumisión inoculada perversamente desde la infancia, por poderes explícitos e implícitos.

    Por eso sería deseable aprender a mirar, volcar la mirada en lo singular, prescindiendo de las abstracciones, los anestesiantes discursos vacíos y esa difuminación de las fronteras a la que aludes.

    Para ser consciente del dolor del otro habrá que caminar hacia él y mirar su herida, algo incómodo y poco rentable en esta sociedad esclavizada, entre otras cosas, por la embrutecedora inflación audiovisual.

    Abrazos y gracias por tu saludable espíritu subversivo.

    ResponderEliminar
  21. HOla.

    He leído vuestros comentarios, la verdad es que aprendo mucho.

    Pensando en el tema de la mirada. ¿No pensaís que esa es la mirada del poeta? Esa mirada profunda que va más allá de lo evidente y superficial es analoga a la mirada del poeta, según yo creo.

    Saluditos de las 12:00 .

    ResponderEliminar
  22. me gusta sentir que la mirada es el tiempo y que seré un viejo enamorado.

    que allá, además, devolveré el paquetito de lo que aprendí como una ofrenda a aquello que palpitó, desentendiéndome de cuanto habré firmado.

    muchas gracias por vuestros comentarios,

    gracias, querido hermano búfalo,

    besos,
    òscar.

    ResponderEliminar
  23. "…¿Quién ha dicho que el tiempo cura todas las heridas? Sería mejor decir que el tiempo cura todo menos las heridas. Con el tiempo, el dolor de la separación pierde sus límites reales. Con el tiempo, el cuerpo deseado pronto desaparecerá, y si el cuerpo que desea ha dejado ya de existir para el otro, entonces, lo que queda es una herida… sin cuerpo."

    Un brindis por las heridas sin cuerpo y las miradas que las cobijan.

    "¿Qué mundo tendríamos si todos los seres pudieran rebautizar la realidad con ese gesto flamígero, reconstructor de Portinari? ¿Qué movimiento detendríamos, cómo se suspendería el juicio, qué puentes o mediaciones caerían?

    A un mundo así merece la pena adherir las íntimas y más secretas exasperaciones."

    Gracias Stalker. Para contestar a tus preguntas sólo tiene sque abrir bien los ojos, pero no los del rostro, y eso ya lo has hecho, como también Mariel.

    "me gusta sentir que la mirada es el tiempo y que seré un viejo enamorado."
    Me uno a tu viejo enamoramiento Òscar.

    ResponderEliminar
  24. Esa es una tematica que siempre me ha apasionado. A finales del siglo 19, el arte deja de plantearse la pregunta de la verosimilitud y los artistas deciden explotar el principio de la metafora en el propio tratamiento formal, es decir desplegar una aprehension de la realidad que pase por encima de la percepcion puramente realista de la realidad. El realismo deja de ser un dogma, y la realidad se plasma de manera oblicua. Cuando Valle-Inclan en el teatro expresionista marionetiza sus personajes, si distorsiona la fachada sensible de la realidad, es para acercarse a ella dialécticamente. Las imagenes directas, ultra-realistas se han agotado para dejar de ser una expresion hipertrofiada de lo real, han acabado por suscitar la insensibilidad, se han trivializado groseramente. Yo diria que la ruptura con la imagen realista, informativa, "objetiva", procede de una especie de desilusion neoplatonica, es la impotencia de captar la realidad delante del espejo nitido, de ahi que se kaleidoscopia este espejo, obliga al espectador a rebasar su anestesia... Es la imagen del ciego lucido, es lo que decia Bergson de la finalidad del artista en "Le rire", es decir : dar al receptor la posible aproximacion a la realidad, quebrando las fronteras convencionales que significan la ceguedad.
    Eso me hace pensar en otra pelicula de Erice, "el sueno del membrillo", en la que introduce unas cortas secuencias donde se ve a un personaje contemplar el televisor. Estas secuencias marcan una red de oposicion dialéctica con las secuencias dedicadas a este pintor que no se deja absorber por la imagen ficticia, y no tiene una posicion de observador, es un pintor que pinta los membrillos posicionandose muy cerca a ellos, fusionando de manera activa con ellos, es una experiencia tactil de gran relevancia. Es un alegato a la animacion del receptor, se invalida la dialéctica aparente entre pasividad contemplativa y participacion activa. De ahi que Erice se niega a manejar un lenguaje de puro realismo, porque fundamentalmente, su aspiracion es trastornar emocionalmente al espectador y dejarle corporalmente e intelectualmente completar los huecos, el cronos irracional, las ambiguedades. Sin embargo, diria que este exceso de conceptualizacion en Erice, le resta cierto dinamismo, porque muy a menudo olvida una vertiente del arte, es la diversion. Lo digo a proposito para que os enfadéis :)
    Saludos.

    ResponderEliminar
  25. Fijate Stalker que a pesar de la pretensión crítica de Baudrillard, termina confiriendo a los media un valor desmesurado. Y con respecto a lo ideológico en general (cfr. "Crítica de la economía política del signo") le confiere un omni-poder radical, creador de toda referencia.
    No es fácil la cuestión, pero pienso que su salida fracasa. De todas formas, hay que admitir que la frontera es confusa y móvil: la ficción se real-iza y lo real se ficcionaliza. La distinción, sin embargo, persiste. Y si nunca accedemos a lo real de forma in-mediata, pienso que éste, como "lo que resiste a la simbolización", persiste como "excedente", como aquello que nos impide el puro cierre ideológico.
    En cualquier caso, comparto tu conclusión: constituir una mirada que nos permita atender a lo singular, con toda su fuerza perturbadora.

    Y con respecto a lo que preguntás, Lola, pienso que la "singularización" de la que hablamos aquí es bastante extraña, incluso entre los poetas. Para mí, eso más bien es parte de una búsqueda poética (incluyendo la que me interesa), pero precisamente por eso nunca es punto de partida, sino una promesa del poetizar (que casi nunca se conquista), que coexiste con su herida imposible de sutura, con su intento de representar lo irrepresentable, y por eso mismo, en los límites de lo ideológico, en ese cuerpo que se resiste a ser reducido a su ser-visto.
    En fin, demasiada parrafada por hoy...
    Un abrazo inconcluso,
    Arturo

    ResponderEliminar
  26. Lola, creo como tú, que ésa es la mirada del poeta: la que espera de frente el tren y no teme descarrilar en él, que la mirada, y no el tren, sea la que descarrile...

    abrazos

    ResponderEliminar
  27. Querido búfalo:

    no hará falta que te desentiendas de lo que has firmado porque, por suerte, no has firmado nada.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  28. Portinari:

    añado un brindis por tu forma de mirar, si me permites.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  29. Querido Remi:

    Tu generosa, enciclopédica y bien argumentada intervención es un inesperado regalo dominical que tampoco sé cómo agradecerte. Un impenitente barbarófilo como tú está abierto y receptivo a las fisuras, las huellas medio borradas, los pliegues en que se escabulle lo que somos.

    Magnífico, de veras.

    Es evidente que Erice obvia el componente de diversión en el arte. No le interesa, y por eso no lo explora. En mi caso estoy más cerca de su intransigencia y su estoicismo pero no me parece mal que exista una cultura, e incluso una industria popular, siempre y cuando no se asfixie la singularidad de creaciones al margen y dentro de unos límites (la industria cultural como herramienta de sometimiento colonial me sigue pareciendo deleznable).

    À ta santé, Remi!

    ResponderEliminar
  30. Querido e inconcluso (por muchas décadas, no te completes nunca) Arturo:

    idealmente, deberíamos acceder a lo real sin mediaciones, a quemarropa, dejar que nos inunde la avalancha o merecer el temblor ajeno. Por desgracia, hemos construido una meticulosa profilaxis emocional, hemos alzado barreras que nos impiden oír los gritos e incluso escamoteamos nuestra propia muerte y sufrimiento. Ejercicio de prestidigitación, supremo ocultamiento o cómoda ceguera.

    Todavía es posible desconectar todos los aparatos y recibir el impacto del mundo en carne viva, sin pestañera ni tratar de esquivar el golpe. Duele pero merece la pena.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  31. Búfalo Mayor: Yo firmo. Firmo todas estas entradas, de puño y letra. Y pienso que quizá para mirar haya que abrir los ojos pero para ver debamos cerrarlos, como las chicas de pupilas blindadas que pintaba un anónimo y pobre Modigliani.

    ResponderEliminar
  32. Magnífica secuencia. Vi esta película cuando la volvieron a estrenar en el cine -hará cuatro o cinco años-, a medianoche, prácticamente solo en la sala. Fue una experiencia.

    Muy lúcidas además las reflexiones de Erice. Lo del mirar esclavo es algo a lo que nos han forzado y que es otra cara más de la explotación. La economización de la mirada, ahora que lo escópico está cada vez más presente: que te digan en todo momento adónde hay que mirar, y no pierdas mucho el tiempo.

    ResponderEliminar
  33. Apasionante Miguel de Molinos, sobre todo si se entiende el contexto enrarecido de su época (miedo y prisiones).

    Valente en "La piedra y el centro" le dedica unas páginas esclarecedoras, así como al pequeñito Juan de la Cruz. Los quietistas, abandonados y dejados componen en España una apasionante visión de una época y una literatura abocadas al silencio.

    Dice Valente de Molinos:" el canto a la aniquilación y la nada es uno de los más bellos ejemplos de irrupción radical de la prosa castellana en el espacio de la palabra poética", para explicar la "fábrica de la aniquilación o la oficina de la nada"

    Pareciera que en Occidente la especial inquina contra lo heterodoxo limitó hasta la extenuación a los espíritus libres, el maldito deseo del poder. Creo que iban a escondidas por el mismo camino que el de Oriente y se encontraron cn la tortura y la prisión, pobrecillos.

    ResponderEliminar
  34. Querido Jerry:

    me incitas a la lectura aniquiladora de ese lúcido terrible.

    Gracias,

    Fdo: Tom

    ResponderEliminar
  35. el mirar de los niños nos va faltando cada día más... el poder sorprendernos...

    precioso el trocito de película, me encantó cuando la ví.

    :)

    ResponderEliminar