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el ángel quiso saber qué ocurre
cuando un poema cae desde un sexto piso
lanzó los versos más furiosos y delicados
lanzó el corazón humano
esa víscera estalló en el pavimento
esparció sus aristas en las baldosas azules
en la sombra se irguió el miedo
hubo un cielo de sal
temblaron animales
cuervos comieron la pulpa de las palabras quebradas
(dicen que donde cayeron
aquellos versos
no hubo peso,
sólo yermo)
el ángel comprendió que el poema sólo existe en la caída
que sólo vértigo amaina ser
juró combatir el espíritu, raíz de lo inmóvil
juró caer él mismo
así hasta hoy
Imagen: Paul Klee
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Poema ha sido siempre el ángel que cae y se deja caer...
ResponderEliminarPRECIOSO Stalker!
ResponderEliminary me quedé pensando...y recurrí a un poema de María Sanz que tengo anotado, y dice:
Si yo hubiera tenido
las palabras exactas
para huir cuando, oscuro,
me cercaba el silencio;
si yo hubiera tenido
lo que a todos concede
la vida, para luego
morir en paz, quién sabe
si ahora escribiría
estos versos, como única
constancia de mis bienes
(Por no tener, de Tanto vales, 1996)
Sin duda me quedo con este verso: "el ángel comprendió que el poema sólo existe en la caída".
ResponderEliminarMe ha recordado el subrayado de un libro de Juarroz, Poesía y Realidad, que recomiendo por la sabiduría del mismo, que trascribo: "La poesía es el inteto de decir lo indecible, el uso más extremo y arriesgado del lenguaje, pero al perseguir algo casi inalcanzable, obsesionada por la inefabilidad, termina a veces rompiendo las palabras, partiéndolas como astillas de un tronco inabarcable". Más adelante dice: "la poesía es el arte de lo imposible..." Qué cierto! Yo lo entiendo como una persecusión del revés de las cosas,lo no dicho. como bien dices en el verso, querer explicar ese sentimiento de caida.
El poema que nos ha traido Emma explica muy bien esa necesidad de vacío sin la cual no habría poesía.
Un abrazo!
La idea de la caída del poema. ¿Un ángel? ¿La muerte en sí mismo? ¿La redención? No sé. Uno siempre tiene dudas de esa forma consagrada llamada poesía. Pero sí, es muy curioso el ángel y prueba, no sé si comprueba.
ResponderEliminar"Un agujero en la noche, súbitamente invadido por un ángel" (Alejandra Pizarnik)
Me gusta tanto corporeizar las cosas. Lo contrario es muy fácil y ya lo hace todo el mundo: darle alma a las cosas. Muchos creen que lo hacen pero ni sospechan en realidad cómo hacerlo de veras, pero ese sería otro tema (probablemente yo mismo). Lo contrario, darle cuerpo a las palabras, densificar lo que no tiene densidad, convertir en masa la idea y el sentimiento, imaginar a las palabras estallando sobre el pavimento, es un ejercicio poético casi rabioso. Y ello conlleva a reivindicar nuevamente el movimiento,y pararlo a voluntad. Y ver entonces los estragos no del tiempo, sino del instante. Me gusta mucho leerte, aunque a veces seas poéticamente incómodo (y tú sabes que eso es un halago).
ResponderEliminarLa única pega, o mejor duda, sería la pintura, ¿por qué Klee?
Pudiera ser que se exigiera la velocidad para que la palabra muestre sus sentidos ("sentido": extraña palabra. ¡ Cuánto amor y odio muestra!). Por eso aprovechamos el más fácil de los caminos: la caída libre, el salto desde la torre inclinada dejando hacer sobre la plancha a las fuerzas gravitacionales, a la masa y a la aceleración y a la distancia entre los puntos. El alma no vuela y no puede alcanzar velocidades cercanas a las de la luz para golpear a sus semejantes sin la tutela(que exige devoción) de la caída. Sin embargo, al dejar caer, al usar el poder de las fuerzas para generar esas "aristas en las baldosas azules", es el azar (o sus nombres) el que escribe --- como cuando en un grabado no limpiamos la plancha con fruición y la tinta deja huellas únicas por descuido, belleza que no estaba en nuestra intención ni en las marcas del punzón sobre el metal. Huellas irrepetibles en una segunda copia, únicas.
ResponderEliminarSupongo que el ángel, si en verdad sus alas son algo más que apéndices idiotas, puede obviar en su escritura la caída libre (salvo que sea satán y literalmente caiga arrojado a la humana condición) y consiga violentar la palabra por velocidad por él controlada, como en un acelerador de partículas, con el timón en una mano. En ese caso, toda huella en la plancha será hija del rayado, cada sombra y cada luz podrán ser definidas por la voluntad visionaria.
O, quién sabe, tal vez el ángel del poema se parezca a aquél del grabado de Durero (melancolía) y haya tirado la pluma en la garganta del silencio.
Mientras tanto, cae el poema porque al humano no le está permitida otra gracia que entregarse esclavo al vértigo. Nadie fija vértigos (ni aunque lo jure el poeta de quince años).
Saludos en la caída, guiños en el silencio.
Salud!!
me ha encantado. Precioso.
ResponderEliminarMagnífico picado directo al abismo. Al agujero en la noche. Lanzando anzuelos al prosélito que busca las conformidades monocráticas, pues sí, demasiados malentendidos y peces con alas, demasiadas ideas que navegan abstractas, desfragilizadoras. Labor inadmisible. La paradoja trasciende el recorte, el poema o fragmento de aparición, caricia provecta, explota. Cae. Ese ángel energúmeno abre de par en par nuestras bocas, pero desde atrás. Nos tapa los ojos y dice ¿quién eres? Un impulso de posesión.
ResponderEliminarY me voy ahora a Maillard.
“Escribir, ahora, para desligarse. Escribir para desprenderse. Para dejar de llevar el mí, sus repeticiones, sus retornos. Librarse de la vida.”
…así, hasta hoy
Gracias por tus versos. En verdad reconozco que no escribo para nadie, el número de visitas en mi espacio no es ni será motivo espoleador para mi creatividad. Me conformo en la fortuna de abandonarme a aquello que dejé de ser.
Un abrazo.
Joven:
ResponderEliminaren efecto: la sintaxis es el vértigo...
un abrazo
Emma:
ResponderEliminargracias por tu presencia y por las certeras palabras de María Sanz: me dejo caer en su poema, tras haber abandonado la pretensión de imaginarme alas :)
un abrazo!
José Antonio:
ResponderEliminarcerteras las palabras de Juarroz, también creo que para acercarse a lo indecible hay que abrir fisuras en la sintaxis, suscitar una tectónica de placas semántica, introducir grietas, fomentar la fractura interna de lo que queremos decir, para que diga menos: agrietar y menguar, empobrecer en cierto sentido
la poesía necesita de la carencia: ha sido rehén de las grandes palabras durante demasiado tiempo
un abrazo
Fackel:
ResponderEliminarsaludo siempre tu suspicacia hermenéutica como un bálsamo, pero a veces creo, de verdad lo creo, y te lo digo con la confianza que nos tenemos, que me subestimas. ¿De verdad crees que apunto a la redención? Precisamente hacer estallar la víscera de palabras en el suelo significa deshacerse de todo residuo onto-teológico, de toda "impureza" metafísica.
No, no hay redención posible, a menos que la ternura lo sea (y no lo es, tal y como entiendo esa "fiera ternura")
un abrazo, compañero
Eastriver:
ResponderEliminarhas descrito el movimiento interno que gesta este pequeño poema con una delicada precisión de cirujano... y de poeta
que las ideas devengan cuerpo es una necesidad imperiosa si queremos equilibrar la descompensación que en nuestra cultura ha inoculado el trasnochado idealismo trascendental que gobierna el menor de nuestros actos, las pasiones sucesivas que cifran nuestra "economía senti-mental"; que el corazón estalle en el pavimento y disemine la fiereza que lleva dentro: se trata de liberar la vida en el vértigo, de hacer de la caída un posible punto de fuga del eros apaciguado que vive en las palabras. Despertar el cuerpo en las palabras, abolir el campo trascendental: termita, el ángel o el poeta, que nos acerca una realidad de la que nunca debimos haber sido desposeídos...
La elección del cuadro de Klee es intuitiva y no sé si puedo justificarla racionalmente: creo que tiene que ver con el hilo del globo, y con el peso, la gravedad, la gracia; en cierto modo entiendo que poema y cuadro son espejos que se reflejan mutuamente, aunque de forma distorsionada... ambos se conjugan en la estela de una lógica borrosa, una misma economía de los signos que se desvanecen...
un abrazo!
el poema es la caída...me ha encantado este poema, el ángel que lanza verticalidad y entrega el vértigo que es lo que posibilita esa pérdida...
ResponderEliminarun poema que es casi una poética enraizada tan en la carne del habla, de quien sostiene ese habla.
es casi un círculo: el poema solo existiría en la pérdida, en el acto de caer.
imagino a ese ángel "trabajando de noche" (como dijo Alda Merini que trabajan los poetas), fabulando nuevas caídas.
boca abajo el páramo, el espíritu volteado e inundado de la sal de su reverso.
un abrazo
Querido L:
ResponderEliminarnutritivo comentario, como siempre...
tengo que pensarlo detenidamente, no puedo darte una respuesta ahora mismo, pero me parece muy agudo eso de esclavizarse al vértigo, que tal vez con cierta ingenuidad uno ha considerado liberador...
en cuanto al azar, es posible: una diseminación de fragmentos aleatorios que atente contra la tiranía implícita del logos-Padre. Has visto muy bien que este ángel es "maléfico", es tal vez Satán, porque desafía a ese logos. Por eso la poesía quebrada es siempre inquietante, ejerce una gravedad perturabadora sobre los ánimos que se acercan a su horizonte de sucesos (con el riesgo de ser engullidos por él)
en todo caso, la huella siempre duele un poco...
celebro tu presencia aquí, L
un abrazo
Das Radioaktive Mädchen:
ResponderEliminargracias,
un abrazo!
c c Rider:
ResponderEliminarabandonarse a aquello que uno dejó de ser... me parece un proyecto vital, o incluso "espritual", muy sabio: habitar, en cierto modo, la propia huella que nos reclama: el hambre antigua.
La vida será convulsamente gozosa, o no será...
Al hilo del fragmento que has puesto, otro de Maillard (si no lo conoces, debes leer el largo poema "Escribir", que está en "Matar a Platón"):
"escribir
para desestructurar
para vencer
las estructuras
para contra
decir
lo dicho
para demoler
escribir
para desestimar
para aprender la delgadez del trazo
su vacío
habituarse a él
a su insignificancia
escribir
para insignificar
escribir
inútilmente
para ejercer lo inútil
para abrazar lo inútil
para hacer de la inutilidad un manantial"
Un abrazo!
Laia:
ResponderEliminargracias por tu mirada atenta, ahora que nos acercamos al final me es muy querida
este ángel es pequeño, trabaja de noche y fabula siempre: pequeño hacedor de caídas, gramático de la sintaxis del vértigo, pequeño zahorí que detecta el temblor entre los seres...
gracias por dejarte caer en estas palabras que mengüan
adivino que no recogiste los pedazos del poema-corazón en las baldosas azules. Perteneces a la estirpe de los nómadas del hambre; en ti canta la grieta, y es hermoso
un abrazo
Gracias y un abrazo.
ResponderEliminar"...habitar, en cierto modo, la propia huella que nos reclama: el hambre antigua..." dices, y sí.
Respecto a los poemas de Maillard, decir que temo, c'è paura como dirían en roma. Me encaminaré a esas lecturas. Pero no, quiero encontrarlas, prefiero que ellas me encuentren a mí. De vez en cuando, visito "Bélgica" y huelo los versos, que a saber cuan ardientes, mudos, me esperan.
Un segundo abrazo, y piensa, la verdad está en el interior, y sí, en la caida hacia esa huella.
Ángel y poema en libertad caída, levedad de la gracia,
ResponderEliminartoparse víscera con víscera,
ala con ala,
pulpa con pulpa,
los escondrijos de ambos enfrentados al pavimento,
al liso desvarío de la página,
de la baldosa,
de la mano abierta esperando la lluvia.
Poema y ángel sólo en la caída,
abajo espera el delicado charco
que salpica...
magnífico Stalker, ángel-poema
Con la gravedad y la gracia, me hiciste recordar a Simone Weil, aquí te dejo algo de ella:
ResponderEliminar"Quien soporta un momento el vacío, o bien recibe el pan sobrenatural, o bien cae. Riesgo terrible, pero hay que correrlo, aun sin esperanzas por un momento."
Gracias a ti, por la levedad de tu vacío y la gracia de tu pan
c c Rider:
ResponderEliminarcaeremos hacia esa huella, gozosamente...
otro abrazo
Anamaría:
ResponderEliminarpor tanta belleza que das al mundo, por tanto pan natural (sin el sobre-), siempre habrá una pluma, un aliento, o un latido, que te sostendrá en la caída
gracias infinitas una vez más