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En realidad no existe ningún mundo, en cuanto que la mayoría de nosotros vive en un mundo que ya ha sido destruido. No sé si otras personas sienten lo mismo que yo, pero sospecho que sí, que el diluvio ya ha llegado, que no tenemos que esperar el holocausto nuclear. Personalmente, siento que el mundo ya ha sido destruido, que está perdido y que no existe, que es sólo la sombra de algo, la lluvia radiactiva, los residuos, el polvo de alguna catástrofe, y no hay nada a lo que agarrarse. No hay nada aquí, ningún arte, ninguna cultura, ninguna civilización. La mayoría de nosotros vive en ciudades que ya no existen más que como atascos de tráfico. Atenas, Nueva York, París, Barcelona son ciudades que nadie ha definido todavía. Todos creemos que vivimos en esa pequeña área que rodea la catedral, pero eso ahora no es más que una atracción turística. Así pues, en ese sentido, estas míticas ciudades ya no existen. Manhattan y Berlín tampoco existen. Hay muy poca gente que viva en su propio tiempo. La mayoría de nosotros vive en un período mitológico que es la herencia de la literatura y la manipulación política. Ya nadie vive en su propio tiempo. Y mi canción First we take Manhattan quiere ser una respuesta a esa sensación de ingravidez y aburrimiento que experimento en mi vida diaria. No es una idea original, pero es que la mayor parte del tiempo vivo en un universo donde no puedo poner mis manos sobre nada porque todo duele.
Leonard Cohen (trad. Alberto Manzano)
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va usted tan embalado con las entradas que no me da tiempo de leerlas todas...re-greso;)
ResponderEliminarLaia
Aunque estéticamente apocalíptico el panorama que nos pinta, es posible que la realidad se parezca a la que describe Cohen, pero no la sentencia. Como poco, la vida en la ciudad es cada vez más ingrata, en un sentido. Obvio. Pero ¿se puede hacer algo más? ¿Huídas al campo? Me cuesta creer en ellas a estas alturas. Hay zonas agrarias tanto o más aberrantes que las ciudades, no engañarse. ¿Refundaciones urbanas? ¿Bajo qué paradigmas? ¿Siguiendo qué modelos diferentes, que nos dejaran levantar? ¿Hacia qué patrones que no impliquen mero valor económico y astronómico, desplazamiento y clasismo social?
ResponderEliminarSi se enfoca así como lo hace Cohen, si se reduce a términos de desesperación un problema que no se detiene, obviamente este es el tiempo, aquí y en Hong Kong o Kuala Lumpur o en Lagos, en que el marasmo está servido con tintes poco acogedores desde hace tiempo. Las megalópolis, las ciudades que nunca duermen (García Lorca sobre Nueva York) y las ciudades dormitorios que no son ya solo dormitorios sino incordios (sumemos las vías de comunicación y la destrucción del territorio libre) arrasan para permitir la subsistencia incordiando la existencia. ¿Podríamos llamarlas aún habitables a nuestras urbes? Tengo dudas. No obstante, me resisto al canto fúnebre de un cantor que acaso pontifica un poco. Quiero creer que la catástrofe no llegará del todo.
Salud.
El dinero se ha creado para que los hombres no se miren a los ojos, también para construir estas ciudades que nos aprisionan. Y a veces nos dan armas para defenderlas contra nosotros. "Flores para Hitler"
ResponderEliminarAcorazado Potemkim: escalera Odessa
http://www.youtube.com/watch?v=8ORUQvD6qyQ
Salve
Qué extrañamente lúcido parece Leonard Cohen...!
ResponderEliminarEn todo caso pienso que vivimos en un estado de extrañamiento tal, nada nos pertenece y nada nos es reconocible, que el mundo en sí, es mundo sólo por serlo, y nosotros somos una manada de ciegos caminando por esas ciudades que han perdido su esencia. Y nosotros hemos perdido valores humanos para ejercer el rasgo de la máquina. Un abrazo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con Cohen. Qué podría añadir. No se puede ser más claro. No hay civilización que valga. Toda civilización que pensemos es ruinosa y está, como perfectamente aclara Cohen, impregnada de culturas pasadas y utilidades obsoletas.
ResponderEliminar"La mayoría de nosotros vive en un período mitológico que es la herencia de la literatura y la manipulación política."
Vivimos en una civilización vacía, sin identidad. Desconocida y terriblemente peligrosa.
ahab
"Aquel que lleva al papel lo que él "sufre" es un autor triste; pero se convierte en un autor serio cuando nos dice lo que ha "sufrido" y por qué ahora descansa en la alegría".
ResponderEliminarPor casualidad leía este aforismo minutos después de leer a Cohen.
Un saludo.
Creo que refleja bastante bien ese estado de ingravidez en el que socialmente estamos y en el nos agarramos a todo tipo de mitologías culturales para poder ir tirando y flotar un poco.
ResponderEliminarHay quienes vivimos en un mundo en construcción. Las grandes ciudades decadentes no son el centro del mundo. La falsedad de la estadística y de los puntos cardinales enturbian la visión. Millones vivimos en mundos que cada día se construyen, donde crecen las pequeñas criaturas y luchan por el respiro,donde aún existen raíces de donde agarrarse, aunque duela
ResponderEliminarabrazo fuerte y feliz cumpleaños , querido Stalker!!!
anamaría
Laia:
ResponderEliminarre-gresa... te espero. Es cierto que voy embalado... para no dejar nada atrás, si es posible,
un abrazo
Querido Fackel:
ResponderEliminares cierto que Cohen no ofrece soluciones, se queda en el diagnóstico, pero éste me parece acertado... Evidentemente, un diagnóstico negativo, el de la metástasis que en nuestras conciencias y en nuestra forma de vida ha proyectado la megalópolis contemporánea, no invalida las acciones políticas oportunas, los gestos que pretendan subvertir los códigos de legitimación de los poderes fácticos, etc. Tampoco sé si el dilema se solucionaría con huir al campo, o a la periferia... Da la impresión de que el campo ha sido colonizado y que la periferia ya no existe. En una realidad "hiper-real", quizá no hay centro ni periferia, sino fluctuaciones, sinergias, bio-feedback, prótesis mentales y sociopolíticas que pueden intercambiarse en función de las necesidades producidas por los mercados. Refundar todo eso, replantear la viguería, el encofrado que sustenta esta servidumbre compartida, exige primero un diagnóstico claro: sociológico, político, pero también filológico. Descubrir la raíz teológica de los conceptos en que habitamos, intentar extirparla, puede ser un comienzo. ¿Una revolución de filólogos deconstructivos que no olvidaran tomar las calles para las reivindicaciones inmediatas? Empresa utópica, quizá...
No creo que existan soluciones a estos dilemas... En cuanto al tono de Cohen, no creo que pontifique, aunque eso es opinable. Cuando dice: "Habitamos un espacio mitológico a medio camino entre la literatura y la manipulación política", me parece muy acertado, muy fino. Los pontífices no hablan, tal vez, en esos términos. Más bien parece un eco desencantado de Foucault e Ivan Illich, figuras en principio muy alejadas al universo de Cohen...
En fin, seguiremos esperando a que la catástrofe no llegue del todo. Quiero creer que no llegará del todo. Pero algo me dice que es inevitable,
un abrazo
C C Rider:
ResponderEliminaresa escalera parece que no tiene fin...
seguiremos interrogándonos acerca de este extraño mundo,
un abrazo
Lluís:
ResponderEliminarmuy lúcido y guerrero, sí...
un saludo!
Joven:
ResponderEliminarun proceso magistralmente descrito en "La obsolescencia del hombre", de Gunther Anders...
la pregunta sería, ¿cómo recuperar el terreno perdido? ¿Cómo reinventar un mundo? ¿Cómo no claudicar?
Tus dudas son las mías,
abrazo
Ahab:
ResponderEliminarCoincido en tu dictamen... Un mundo desconocido, lleno de prótesis físicas y mentales, donde todo se vende al mejor postor, donde cada gesto ha sido tasado... ¿dónde el gesto gratuito, que no esté medido por la lógica mercantil? ¿Dónde la ternura, la cercanía?
Muy lejos de este infierno irrespirable, este vacío envenenado. Buscar una identidad podría ser una solución, pero el mercado ofrece muchas: otros tantos simulacros y falsificaciones que se destiñen enseguida en el flujo ininterrumpido de máscaras...
Difícil respirar así, y sin embargo no cabe rendirse,
un abrazo fuerte
Jordi:
ResponderEliminarel aformismo me hace pensar, gracias por traerlo...
saludos
Rosso:
ResponderEliminarla ingravidez es una idea interesante... En un mundo en el que tanto la gravedad (el peso, la fuerza de atracción de las cosas sensibles) como la gracia (pensamiento, impulso estético) han sido extirpados o sometidos a cirugía intensiva, quizá sólo quede ese estado sonámbulo intermedio: la ingravidez: zona muerta entre la raíz y el ala, entre el cuerpo y el vuelo... lugara donde no podemos asirnos más que al fantasma, al reaparecido, a la sombra de una mitología ya privada de dirección o tensión interna...
Post-historia, post-política, post-sociedad del espectáculo... la ingravidez atravesaría todo eso y ya no sería un impulso redentor, sino la última estrategia de una lógica de la servidumbre minuciosamente aquilatada,
abrazos!
Anamaría:
ResponderEliminarraíces a las que agarrarse, aunque duela...
quiero creer en ellas aún,
sé que tú sabes dónde crecen esas raíces, que las cuidas y cultivas con manos atentas,
¡Y gracias por la felicitación!
Abrazos y más
Oh, cómo le comprendo, muchas veces siento igual que él. Y me encanta su foto y escucharle cantar...
ResponderEliminarBelnu:
ResponderEliminarelegante cantor de voz voz quebrada, inolvidable...
un abrazo