martes, 10 de mayo de 2011
Tout donner avec ivresse
"Barbara respetaba enormemente a su público. En sus inicios, a veces tenía que cantar en salas prácticamente vacías, pero ella daba el concierto como si la sala estuviera llena. Recuerdo una noche en una gira: hubo una avería eléctrica e hicimos el espectáculo con velas, sin altavoces ni iluminación. Otra noche, en Pantin, Barbara estaba afónica y se sentía muy triste porque no quería decir a los espectadores, que a veces venían a verla desde muy lejos, que volvieran a casa. Decidió entonces mantener el concierto. Subió al escenario y explicó al público que tenía problemas con la voz, y entonces ocurrió algo extraordinario: la sala empezó a cantar en su lugar. Barbara interpretó sus canciones al piano y el público cantó todo el espectáculo. Fue un momento maravilloso, uno de sus más hermosos conciertos. En la sala había una emoción tan intensa que todos lloramos aquellas dos horas. No sabía que tuviéramos tantas lágrimas".
Roland Romanelli, acordeonista
Que bonito. Es genial.
ResponderEliminarUn abrazo.
"De lo que no se puede hablar, mejor callar",y es que con Barbara no hay adjetivos que se acerquen, que alcancen siquiera a atisbar una dscripción lejana por medio de la palabra, del poder que emana de ese piano, esa voz y esa presencia. Yo tampoco sabía que tenía tantas lágrimas, antes de conocerla.
ResponderEliminarabrazo
Qué emotivo, qué ambiente, qué clima...ella, impecable, dulcísima!
ResponderEliminar"...y rica de desposesión
ResponderEliminarvivir, vivir apasionadamente"
"...nada más que la ternura como única riqueza"
"amar, amar con embriaguez"
Alguien canta con pasión y desesperación lo único que nos mantiene realmente con vida.
Menos mal
ResponderEliminarque siempre estarás ahí, Barbara...
Gracias a todos por compartir este momento en el que, en efecto, se me impone el silencio: el único don, la única huella que puedo ofreceros: sólo ella llevará, a quien quiera, hacia ese bosque sin nombre, no cartografiado aún, que es el corazón y la voluntad de Barbara. Une femme qui chante, como gustaba de definirse, sucintamente.
ResponderEliminarArriesgaré algo que parecerá una hipérbole y resultará incomprensible para quienes, por una u otra razón, son sordos a esta bellleza que quema. Conforme pasa el tiempo más seguro estoy de la insularidad radical de esta mujer admirable, de su intensa vida otra: para mí, sólo está canción, este Perlimpinpin vibrante, basta para pulverizar la obra completa de otros muchos y célebres autores de canciones. Incluso mi admirado Leonard Cohen es nada al lado de "esto".
Y sin más un abrazo a los cinco
Hola Stalker!
ResponderEliminarSiempre es un placer pasar por tu blog (hace tiempo que no pasaba...) Gracias por Barbara una vez más... Enigmatique Barbara.
Me acordé de ti por el premio a Leonard Cohen.
"...sordos a esta belleza que quema..." impresionante frase, yo conozco a varios sordos de ese tipo y nunca entenderé esa sordera...
Abrazos