miércoles, 27 de abril de 2011
Un lugar para los otros
"No creo que cada ser tenga su lugar. Creo que cada uno es un lugar para los otros."
Daniel Faria
"Oír el tiempo y oír a dios es no oír nada. No oigas nada.
Sepárate de la música".
Meister Eckhardt
"Ningún camino lleva a ninguna parte. Pero algunos tienen corazón y otros no".
don Juan
Hace un tiempo el hermano búfalo dijo que siempre buscaba al niño que había sido para preguntarle por sus problemas de adulto y que él los resolviera. Creo que es un buen sistema. Volver a aquel mundo sin tiempo y a aquella forma de preguntar es, sobre todo, volver a una forma de mirar, volver a una mirada.
En la foto, cinco años, 1982. Estaba examinando la vida secreta de los caracoles cuando me llamaron para ese fogonazo repentino. Debido a la iluminación aparezco moreno, a pesar de mi palidez extrema. Se aprecia la cicatriz del labio, de cuando me caí del tractor. En mi casa no había libros, ni música, no se hablaba de cultura. A veces, de pura extenuación, no se hablaba. Sólo había trabajo devastador, la dura realidad campesina. Nadie se ocupaba de los niños, lo que por otra parte te daba una total libertad para jugar e "investigar".
Sé que en aquel momento el camino que seguía sí tenía corazón, sé que estaba separado de la música (porque uno mismo era música, porque entonces el pensamiento era música intuitiva, ritmo antiguo y toda esa vida). Sé que era un lugar para los demás (los demás eran en su mayor parte animales, árboles, incluso insectos; los adultos eran algo remoto e incomprensible).
Ahora no estoy seguro de que sea así. El mundo adulto ha irrumpido con sus jerarquías, sus trampas, sus mentiras, sus leyes absurdas. Su mercantilización de los afectos, su monopolio de los afectos, su total falta de generosidad: te-doy-para-que-me-des. Los muros, alzados. Los muros, impenetrables. Hay que ceder, siempre. El niño que fui se resiste a ello. Era más atento que yo: sus poros, sus sentidos, no estaban ocluidos. Estaba más cerca de las cosas. Vibraba y era uni-sono. Era Ahí.
Los caminos del mundo adulto no llevan a ninguna parte y no tienen corazón. Pero quizá sea posible ser un lugar, quizá sea posible inventar el corazón aún, crearlo aún. ¿Es posible ser un lugar para otros? ¿Es posible? ¿Se entiende lo que eso significa?
El niño que fui, que fuimos, lo entiende. Y aunque ya no sé mirar así, le pido que me preste el fuego vivo de sus ojos, y por un momento estoy en él, ahí, al filo de las cosas, en el umbral apenas presentido, en el límite que descubre el calor que hay debajo de las sombras que nos cercan. El niño que fui es paciente.
Su telar es la ausencia de tiempo.
Su mirada hace madurar la fruta.
En cualquier caso aún tienes un lugar para los otros.
ResponderEliminarQue bonita foto. Creo que aún guardas algo de esa sonrisa: estoy segura de ello.
Si volvemos a la infancia es como si nos refugiaramos, verdad?
Por eso ser búfalo o ave zuncuda o pajaro es lo mejor para acercarse a ese mundo sin molde que es la infancia.
Un abrazo grande.
Un abrazo.
¿Sabes que nada más ver la foto te he reconocido? No hace falta que indagues mucho, sigues siendo, del mejor modo posible, ese niño.
ResponderEliminarAbrazos.
No puedo decir más que: estoy conmovido y extasiado, a la vez.
ResponderEliminarUn abrazo.
JOER STALKER HNO ERES GRANDE Y DICES VERDAD SUSCRIBO EMOCIOMADO ESTE POST DE LA CRUZ A LA FECHA YP TAMBIEN PIESO ESO ME EMOCIOMAS JODIO ADOLFO
ResponderEliminarno estoy segura de que todos sean un lugar para otros
ResponderEliminarsí estoy convencida de que tú lo eres y que la esencia del niño que fuiste permanecerá en ti
Yo tuve dos infancias, quizá tres, simultáneas, según el lugar donde las viví, en ninguna fui feliz. Pero recuerdo los lugares donde se movían los insectos, las hierbas, las nubes, los árboles, los libros, las voces, las ruedas, las pieles(humanas), el agua, las canciones. También examiné el deslizarse de los caracoles.
ResponderEliminarEstá bien eso de soy un lugar, pero no soy un lugar, no quiero ser otro lugar, creo que un vacío está mejor.
También está bien la frase del corazón, pero a veces se acerca esa zarpa..., y cuando miras ves cómo el corazón es devorado.
Me gusta el mundo del niño de la cicatriz. deberías escribir más, no?
Un abrazo.
La ternura me ha invadido nada más ver la foto. Seguro que aún te late esa criatura deliciosa dentro, Stalker. Todos arropamos el niño que fuimos y lo escondemos para protegerlo. A todos nos hiere el patrón adulto. ¿Quién inventó este juego ridículo? ¿Quién se encuentra cómodo reducido al estado de "cosa"?
ResponderEliminarAbrazo al niño, que es como abrazarte a ti, sin duda un lugar para todos.
Ayer me acordaba de una fantasía dirigida; el volver a la infancia, a un momento concreto y decirle al niño que fuiste lo que necesitaba oir en ese momento. Curioso encontrarme hoy con tu entrada. Debe ser el compartir generación.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola:
ResponderEliminarEs muy linda tu reflexión. La verdad es que el mundo de los niños es como un mundo aparte, lleno de fantasía y pasatiempos lejanos de la realidad circundante.
Lo importante es no perder nunca nuestro "niño interior", nuestra mirada del ser que jamás pierde la capacidad de asombro por las pequeñas cosas, el lado ingenuo y sano (sin doblez o maldad) de mirar aspectos de la vida y sin embargo ser un superviviente del mundo real, duro y adulto.
Linda foto y recuerdos de infancia.
Un abrazo
Gina
Hola niño Staker! quien hubiera dicho que esa carita, esa sonrisa...cantaría luego, unos años después Vocé e linda mais muito mais a una gran amiga...!
ResponderEliminarSiempre tenés lugar para los otros! Un abrazo
Es hermoso ser un lugar para los otros...
ResponderEliminarLos adultos siguen siendo un lugar remoto e incomprensible...
Los caminos del mundo adulto no llevan a ninguna parte...hay “un” camino que sí lleva al lugar del otro...pero tenemos que apartar mucha “mecantilización de los afectos” para llegar a conseguir llegar.
¡Un abrazo para ese precioso niño que teje un espacio de acogida...
Ese niño sigue existiendo. No conocía esa fotografía y en todas las veces que nos hemos visto es la imagen que en realidad se estaba mostrando.
ResponderEliminarHermoso post que nos recupera un poco a todos. Gracias.
Un abrazo.
A quién no le pasó por la cabeza la posibilidad de volver y el temor de dar excusas a ese "niño" que fuimos. QUizá, podríamos atisbar ese estado de estar-siendo, aconteciendo con las cosas-lugares por unos instantes... siendo ese lugar-cosa antes de poder pronunciarla, antes de esa "cretinización del niño por el aprendizaje de unos códigos de comunicación" ( Michaux)... Cómo volver? dónde hay que volver? dónde? Cuándo? Para qué? . Volver sobre mis pasos no, no valen, son las huellas y regueros de pistas sospechosos. Imposibilidad, porque somos otro, el otro que da explicaciones, excusas... en el niño, cuando era niño, no cabía nada de eso.... Por las comisuras de una boca, de la cicatriz, nos asomamos... Estamos ya envenenados.
ResponderEliminarQUizá un animal sea buen guía, quizá partiendonos la cabeza con el muro, ese muro, frente a uno, que ya es otro, y será siendo otros.
Gracias Stalker... creo que hoy me levanté pisando la pata de mi perro.
he tomado muchas palabras prestadas, como habrás visto....
ResponderEliminarNo, ese niño no existe aún. Otra cosa es el deseo, la esperanza ... pero ya no existe... en su lugar, la cicatriz.
Pienso que el otro es uno de los lugares en los que prefiero perderme. Por ejemplo, ahora acabo de perderme en ti(espero que esto no suene demasiado raro...), en tu infancia y en el modo en que la veo eclosionar en tu presente.En ese niño que era música, paisaje y gesto. Ese niño en cuyos ojos se intuye la vida secreta de los caracoles. Adoro el modo en que a veces dos lugares confluyen y de pronto parecen conformar un mismo y único lugar. Por ejemplo estas palabras que leo arrobada, no puedo evitar relacionarlas (de un modo extraño, puesto que la forma es distinta) con las del cuento que terminé de escribir esta mañana, como si de repente, a pesar de la distancia y la forma, convergieran....
ResponderEliminarUn abrazo
¡Cierto! Sigues guardando esa interioridad. La misma. La misma que de niño. Sabes que sólo hay una, y que se ensancha como el universo, en todas las direcciones.
ResponderEliminarTodos somos un lugar. Sí. Somos una zona. Una zona como la de Tarkovski, llena de trampas y a la vez pureza. Tenemos dentro el milagro y la aspereza de las ruinas.
Somos un lugar para los otros. Un lugar vacío y viviente.
Ando sumido en mi infancia cada vez más, y cada vez más perplejo. No deja de ser muy curioso que a medida que nos pasan los años, los recuerdos de la infancia, aislados o en cadena, se aparecen cada vez más y más claros. Es quizá lo mejor de hacerse mayor.
Abrazos
sos un lugar para mí. una torre, una cueva, un hueco en el árbol.
ResponderEliminary tus propias palabras son más bellas y estremecedoras aun que las palabras que elegís y comparten ese mismo linaje.
una niña tarada abraza al hombre-niño-Gulliver.
Ser un lugar. Quitarse de en medio y desplazar las músicas almacenadas como abalorios, residuos de nuestras prostituciones, para luego cercar - ¿puede haber un lugar sin "cercado"? - las sendas que no llevan a ninguna parte porque, meramente, sirven para que tú (un tú, el tú) las recorra antes de la cena (para hacer hambre) o después de las últimas copas y para vislumbrar estrellas. Ser un lugar para otro, para los otros, para el otro. Hermoso que hay otro.
ResponderEliminar¿"Ser lugar" para otros si dejamos que mire - como aparecido - ese niño que aún nos habita como ratón de queso o gusano de manzana? Sin embrago, ¿qué puede decir la criatura? ¿Qué esperanza anuncia el niño? ¿un sagrado "sí" al modo Nietzsche que no alcanza a dimensionar su objeto (cuando lo que tal vez quiera el otro sea "dimensiones" en la que amarrar su barco)? Además, ¿no practicaremos pederastia o bestialismo al invocar la presencia del espectro? Ese rasgo que tú le subrayas al niño: mirada paciente y la revelación de calores/colores en la sombra sigue siendo proyecto... Pero ¿está al alcance del que ya es ruina y alma desdentada por la sífilis y sólo sabe caminar centrado en sí como caracola fosilizada, envuelto en sus decepciones y ambiciones, en un defcon 2 - DEFense CONdition - de introspectiva artificial válida para cualquier ataque... protegidos por barricadas de recuerdos, frustraciones, hilillos de viejos proyectos, días de la patria, sonrisas y sonrojos dilapidados en la nada o en quien no merecía.
Reflexiono estos días sobre las balas mágicas de la historia de la ópera de Weber sobre el cazador. El demonio nos entrega siete balas: seis acertarán donde nuestro deseo lo quiera; la séptima la dirige el diablo allí donde él estipula. Cada bala es una espejismo, una ilusión una fantasmagoría que se nos ha entregado. La séptima bala será la del infierno...Desde esa perspectiva ¿nos arriesgamos a ser un lugar para el niño cuando ya hemos pactado con el diablo? ¿Dejaremos que le estalle en la cara la séptima bala? ¿No está mejor enterrado y que sea el espectro de la edad adulta el que recorra las sendas borradas de ese lugar que somos y que, sabemos, quizás para nadie sea hogar?
Saludos de mañana, antes del trabajo, antes de la lluvia que quizás cerque, con un té que amarga y me sirve para recorrer el solar en ruinas. Salve, oh joven Stalker!!
(Y quede pendiente lo dicho en sobre Bélgica)
¿Ser un lugar
Quisiera despertarme en el interior de los instantes de esas miradas, cuando eran lenguaje perfecto.
ResponderEliminarMe gusta pensar (porque lo creo), que debajo de las capas y máscaras adquiridas seguimos teniendo un germen de inocencia inicial....
(primigenia)que nos hace soportables.
Cuidemoslo Stalker.
Un beso al niño
Ser-lugar.....a-cercarse......
ResponderEliminarEl niño que fuiste se reconoce inmediatamente! Nada más verlo he sabido que eras tú. Y ahora veo que a Bel M. también le ha ocurrido. Esa mirada está llena de alegría, vitalidad, un punto de ironía, y sigue habitándote... ¿Sabes? En todas mis fotos de la infancia estoy melancólica excepto en tres y me encanta mirar esas tres, me alegra comprobar que pese a todo yo tenía esa joie paradoxale, que me permitió una transformación alquímica... No sé nada de esa niñez tuya pero se adivina el espíritu!
ResponderEliminarme gusta imaginar los momentos antes de la foto, cómo la vida secreta de los caracoles era tan maravillosa que era capaz de detener el reloj.
ResponderEliminaresa elasticidad del tiempo de cuando éramos niños...ay...
y aun lo es, está allí, siempre ha estado,
dar la mano a esa mirada (al escribirlo y recordarlo ya lo has hecho)
se me ha dibujado una sonrisa cuando he imaginado la mirada madurando pacientemente la fruta.
(me gusta cómo escribes)
Que tengas un muy buen día...!
un abrazo soleado
Lola:
ResponderEliminaren efecto, ser búfalo, o ave zancuda, o pájaro, es la mejor manera de acercarse a ese mundo sin molde de la infancia...
Quizá es cierto que aún hay un lugar: esta casa virtual, por ejemplo, que tiene su razón de ser en lo que vosotros habéis puesto en ella (para mí mismo no la haría),
un abrazo fuerte
Bel M:
ResponderEliminarqué alegría que me digas eso. Varias personas ya me han señalado ese parecido con el niño que fui y al que aspiro a volver siempre,
tal vez, en efecto, no sea necesario indagar mucho,
un abrazo
Curiyú:
ResponderEliminarsi te has con-movido, si algo se ha desplazado en ti, quizá tú también has empezado a viajar hacia tu infancia,
en esa raíz nos encontraremos: todas las infancias son la lengua pequeña, el mismo lugar,
abrazo
Adolfo:
ResponderEliminarsaludo tus palabras generosas y tu efusividad,
me alegra verte por aquí,
un abrazo fuerte y más
Carmen:
ResponderEliminarojalá sea así, gracias por tus cálidas palabras,
bienvenida
Mjromero:
ResponderEliminarme encanta que tu infancia también transcurriera en el seguimiento de esas huellas...
Verás: no entiendo la palabra "lugar" como un lugar físico ni como ninguna de esas acepciones, sino como un espacio para la acogida, donde caer, algo parecido a un regazo (pero tampoco). Lugar sería una palabra comodín para aludir a ese don imposible y que sin embargo nos acerca. Ser un vacío, claro: ese "lugar" estaría vacío, pero también lleno, pues en él fluctuarían una serie de pulsos, un calor que no se puede nombrar. Sólo el "lugar" vacío puede acoger al otro: es el principio de la hospitalidad. Y el otro debe acercarse, arraigar y desarragiarnos. Entrar en la danza...
El corazón es devorado pero infinitamente recompuesto y restitudo a su fuego, infinitamente convocado, inventado, re-creado. Por más que a veces acuda como un fantasma, siempre late, y ahí nos vamos siendo...
Tomando prestada una brizna de hierba de la entrada anterior:
"Ciega, pero sonora"
Creo que ahí está la clave...
Para concluir, no sé si debería escribir más. Debería escribir menos. Desaparecer es el objetivo. Se ha escrito demasiado. Quizá ahora toca desescribir el mundo, pintarlo con manos de barro, manos de niño,
un abrazo fuerte
Isabel:
ResponderEliminarmuchas gracias por tu comentario cercano y conmovedor...
"¿Quién se encuentra cómodo reducido al estado de "cosa"?"
Ésta es una de las claves. Ojalá nuestro niño interior sepa desmontar esa cosificación a la que estamos tan sometidos que, increíblemente, parecemos no verla...
un fuerte abrazo
Elena:
ResponderEliminaruna sincronicidad deliciosa... en mi opinión es el niño el que nos habla. ¿Qué podríamos decirle como adultos, qué podríamos aportarle a su manera de fluir, a su di-sonancia con el mundo?
Compartir generación, sí, y también descubrir un calor, si es posible, en ello...
un abrazo
Gina:
ResponderEliminarbienvenida...
estoy de acuerdo con lo que dices aunque, si me permites, pondría en cuarentena la palabra "duro". Ser un adulto duro es cosa muy seria. ¿Por qué no ser flexible? La rigidez, la dureza, parece una violencia que se inflige a la vida, y nos es tan necesario ser más porosos, más permeables...
un abrazo
Emmagunst:
ResponderEliminar¡ya ves las vueltas que da todo! Uno es un niño y acaba cantando, pero... es que ser niño y cantar son sinónimos, ¿no? Las canciones buscan, a veces desesperadamente, llegar a nuestra infancia, habitar nuestra infancia,
como bien sabes, le cantaría siempre al pájaro de china. Aun sin voz, ella nos invita a cantar, tiene esa virtud torrencial y contagiosa...
un abrazo!
Say:
ResponderEliminary ese niño te abraza a ti, buscando el espacio de acogida, sembrando,
son los ojos de un niño campesino que quiere hacer madurar la fruta,
un abrazo a tu infancia con gatos transiberianos, monte y Sur...
Inés:
ResponderEliminares lo que somos por debajo de lo que somos; sin nombre, sin voluntad, fluimos ahí, desde ese centro cercano y tibio...
un abrazo!
Virgilio:
ResponderEliminarcon tu comentario nos acercamos también a tus dudas, al vertiginoso mundo de tu infancia,
creo que te levantaste, más bien, siendo tu perro,
me encantó lo del animal como guía,
un saludo!
David:
ResponderEliminarla cicatriz es la marca de la esperanza, una huella que nos hace el rostro legible y nos permite el acceso al otro que fuimos, al otro que ha ido desapareciendo en el aluvión de gestos que han ido transformando la materia viva, la materia-rostro,
saludos
Vera Eikon:
ResponderEliminarperdernos unos en otros, no existe manera más hermosa de encontrar el kibbutz, la morada, la lentitud,
voy raudo a leer ese cuento para palpar la madera viva de esas confluencias...
un abrazo
Ahab:
ResponderEliminares cierto, a medida que crecemos el niño raíz se nos aparece y nos interpela constantemente, desde muchos ángulos e inflexiones imprevibles: se presenta, aflora, se injerta en la nueva dimensión (o herrumbre) que ha cobrado nuestra mirada...
es quizá lo mejor de ser adultos, sin duda...
un abrazo fuerte
Pájaro de China:
ResponderEliminarenlacemos nuestras taras y entremos en la danza frenética de los desposeídos (como paisaje: las ruinas de, siempre las ruinas de),
esa danza y esa desnudez serán una forma de viajar hacia tu infancia...
abrazos, huellas, rostros
Stalker, gracias, hubo lugar para ambos... Y ,de parte de David (que lo tengo aquí sentado) me dice, que comparte tu opinión, pero cuando era pequeño jugaba con otros niños a mostrar y comparar las cicatrices, que eran auténticas trofeos... "mira cuando me caí", "y esto cuando me arañé", Y esto cuando me pinché"; "Y cuando me mordió"... y cuanto más grande era la cicatriz más era el "ohhhhhhh" ;-)
ResponderEliminarCuídate por esos lares Stalker. Salud!
Qué mirada cálida, Stalker.
ResponderEliminarFeliz de encontrarla y encontrar los versos de Daniel Faría en ella.
Un abrazo!
LUG:
ResponderEliminarsabes que soy un admirador incondicional de tu manera de pensar y escribir: me abre un abanico, una gigantesca caja de juguetes con los que explorar y extasiarme...
me gustaría ensayar una respuesta a todo lo que está simultáneamente implícito y explícito en las dudas que has expuesto tan lúcida (y lúdica) mente (con tanta mente y sin embargo, tan sin mente; en ese abajo de la mente donde el niño juega y, acaso, espera la séptima bala, la que le llevará al infierno donde sin duda algo tiembla y espera ser reconciliado),
al leerte se activa esa íntima tectónica de placas, y algo queda al descubierto, ex-puesto, demolido en ese espacio tartamudo (velado-re-velado) que a falta de otro nombre podemos denominar, provisionalmente, como "interioridad" (ese constructo que está siendo desmantelado en favor de un vértigo desaforado, mecánico, para producir tan sólo destellos desarraigados, chispas fácilmente mercantilizables; aunque no hay que engañarse, el arraigo también era una ilusión),
me gustaría, como digo, ensayar una respuesta, pero al no tenerla te ofrezco mi carencia de respuesta, la carencia de aquel niño cuya mirada dulcemente insiquisitiva sobre el mundo no pretendía ejercer violencia alguna, sino descubrir, en el juego, la vida lenta, el secreto de los caracoles, lo que nos hace tan vulnerables y semejantes bajo la ilusoria diferencia,
un abrazo con pata de palo
PD: me he despistado y no he entendido tu alusión a "Bélgica"...
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Con esta entrada recordé a Rilke: "...pero ya no sabemos lo que eso significa;nunca más estuvo la vida tan llena de encuentros, de volverse a ver, de seguir avanzando como entonces, cuando no nos sucedía más que lo que sucede a una cosa y a un animal: vivíamos entonces lo suyo como humano y nos llenábamos hasta el borde de figuras."
ResponderEliminarY vi tu figura: esa foto, y me resultaste parecido a algo tan inmediato, a algo tan limpio que ya había olvidado: la sonrisa de un caracol. :)
Gracias
Rosso:
ResponderEliminartú mismo eres un buscador incansable de ese lenguaje perfecto, anterior al mundo de la corrosión y la doblez,
el niño habita a través de singular forma de mirar,
un fuerte abrazo
Virgilio:
ResponderEliminarromper los cercos, claro. Tú sí que sabes,
salud
Belnu:
ResponderEliminarmuchas gracias por tus palabras y por ver al niño. Lo cierto es que alguna vez he pensado que en el mundo de los blogs proyecto una imagen muy seria, incluso severa, pero lo cierto es que siento que mi actitud en la vida es más bien alegre (y con un ingrediente de ironía permanente). Imagino que eso no es fácil de percibir en pantalla.
Algún día me encantaría ver esas fotos de tu infancia y que viajaras a ella. Imagino esa "joie paradoxale" y sonrío,
un abrazo
Marina:
ResponderEliminarla vida secreta de los caracoles, como la de cualquier animal, tiene tantas cosas que enseñarnos...
hay que hacer madurar la fruta con los ojos... ¿para qué otra cosa serviría la mirada? ;)
un abrazo, también con sol
Virgilio:
ResponderEliminarreconozco ese "Ohhh" como algo cercano,
cuidate también tú
Tera:
ResponderEliminaresos versos de Faría son miguitas de pan que llevan a ese bosque. El bosque es la infancia. El corazón del bosque: la mirada del niño que fuimos, antes de las diferencias: cuando aún no había "lugar", éramos un lugar. De una forma intraducible, quizá, seguimos siéndolo,
un abrazo
Portinari:
ResponderEliminar...
*/---
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: []
... .. //:?
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:)
Nota: (tu es toujours magnifique)
d:
ResponderEliminarla sonrisa del caracol, y hay que ver cómo sonríen los caracoles cuándo no se los observa,
no me importaría que la infancia fuera los bigotes del gato que sostienes: esa delicadeza que nos acerque a la vida callada de los seres y las cosas,
un abrazo
Nota: *= besos y abrazos.
ResponderEliminarNota pequeñita: tu es aussi toujours magnifique, comme en étaient perdues à Marienbad.
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Llego a destiempo pero no importa, verdad? tu sonrisa y tus ojos de niño son un puente, siempre
ResponderEliminar(Esta frase de don Juan, en concreto, me ha acompañado desde muy joven, la tenía escrita en mi cuaderno de citas. Y tu última frase es magistral, espero recordarla hasta que sea muy viejita)
... esa cara encantadora, esa vida que respira música en los ojos, ese dulce gesto de la boca, todo es un lugar del cual se hace imposible salir.
ResponderEliminarBellísimo texto!!
saludos
anamaría
Stalker! Acabo de encontrar esta imagen y me he acordado de ti inmediatamente...
ResponderEliminarhttp://1.bp.blogspot.com/-V547NntEfEk/TY-iYJ10WyI/AAAAAAAAG0k/P7GqiRwEqyM/s1600/bresson+rescata+a+mouchette.JPG
Bicos!
Raticulina:
ResponderEliminarnunca es tarde, nunca es temprano para acercarse a la infancia: el no-lugar, la ausencia de tiempo que, en un presente atemporal, nos da el lugar, nos hace el tiempo,
no hay paradoja en ello...
de viejita aún madurará la fruta bajo tu mirada atenta...
un abrazo
Anamaría:
ResponderEliminargracias por dejar tus impresiones en este barro que, sin querer, se alza y se hace niño,
un abrazo
Tera:
ResponderEliminarBresson rescata a Mouchette... es verdad: ése es el fin invisible de la historia, o el principio, otro principio: la caída de Mouchette no acaba nunca, es un pequeño temblor que nos reconcilia con lo que somos, hace vibrar el fino tallo en el que nos vamos siendo:
crecer es ascender y luego, el alto cielo infinito,
imagino a Mouchette cayendo hacia el cielo, desembocando en una vida que el azul aspira a traducir y ofrece veladamente...
bicos!
La ocupación de los adultos y el campo son dos elementos que abren intensamente el corazón de un niño (que pueden abrir) y el tuyo ha sido hasta hoy (porque sigues siendo ese niño) particularmente penetrado. Hay aquí otros muchos niños que te contestan. Todos sabemos cuánto hay de esa ternura sabia, espontánea, sin artificios, en esta casa tuya, donde tantos venimos a descubrir contigo maravillosos caracoles y a seguirles el rastro.
ResponderEliminarUn abrazo