miércoles, 15 de julio de 2009
Infancia y mirada, álbum de fotos
Stalker y Stalkerilla (mi hermana) en 1981.
Desvelar la mirada de la infancia y cómo nos ha hecho ser como somos. La vida como traducción imposible de ese mirar de niño que se aleja de nosotros pero nunca hemos dejado de ser.
La idea es construir, entre todos, un álbum de fotos de la infancia de los topos. Se pueden subir aquí: http://imageshack.us/ (una vez subidas hay enlaces que se pueden copiar y pegar y que me permitirán subir la foto al cuerpo de la entrada). Igualmente me las podéis hacer llegar por cualquier otro camino.
Un álbum comentado comentado en red, como os podéis imaginar. La idea es incluir alguna reflexión o apunte sobre la infancia y el mirar de la infancia. Total libertad: puede ser propio o ajeno, puede ser un cuadro, una canción, un vídeo. Puede ser, también, la foto desnuda de todo ornamento.
Esta es la primera parte de una entrada que pretenderá abordar el problema del paso del tiempo y del envejecimiento. Se me ha ocurrido al ver esta foto donde aparezco con mi hermana, porque tengo otra, hecha veinticinco o veintiséis años después, y en la que aparecemos en la misma posición pero siendo otros, sin dejar de ser, paradójicamente, los mismos.
Recuerdo muy bien aquella instantánea de 1981. Fue el primer encuentro con esa alteridad extraña que procura la visión de uno mismo. Me explicaron lo que era una fotografía y yo entendí que era mirarse a un espejo de piedra: uno se veía a sí mismo pero en piedra, inmóvil, y así para siempre. La idea de inmovilidad era pavorosa y fascinante. Por eso el mirar al objetivo con esa curiosidad insaciable que me provocaba el mundo: mirar sin que mediara pensamiento, sin que la idea cercenara, delimitara, ecualizara la pura aprehensión del instante.
Veintiocho años me separan de aquella fotografía y aún no se ha agotado el inagotable caudal de fascinación de lo real. Aún pienso en el espejo de piedra, pero también en cierta movilidad aparente pero, en el fondo, petrificada. Tal vez somos algo inmutable bajo la ilusoria impermanencia que desborda, incontenible, lo que imaginamos nuestros límites. Tal vez el alma sea la piedra en nosotros, y ésa no cambia, no la herrumbran ni las edades, ni las servidumbres, ni las claudicaciones, ni las sombras que nos transforman en un otro físicamente irreconocible pero idéntico, en el mirar, a aquel niño sobrecogido y fascinado que fuimos.
Bashevis
Laura Giordani
Como participación en esa entrada tan tierna, te envío una foto en la que tendría unos 4 años. Me la tomaron en el jardín de infancia en Argentina y como no tenía el babero del colegio, la seño me dejó el de otra niña cuyo nombre estaba bordado en el bolsillo delantero. Por eso estoy cubriendo con mis manos y un poco de pudor ese detalle delatador. Mis padres por aquel entonces militantes y viviendo casi en la clandestinidad, no podían ofrecer siempre los cuidados de otras casas más "asentadas" o normales. Luego de esta foto vinieron años duros para nosotros y el país, pero rescato esa mirada limpia, todavía ajena al horror y lo que vendría.
Junto a este poema mío de "Sudestada" que lleva una cita de J. Saer.
"La infancia es esa lluvia primera,
de la que nunca enteramente nos secamos"
José Saer
El beso de los caracoles
subiendo por los pies
después de la lluvia
no pueden apagar
la cruz del sur
yerra celeste quemando
aún la frente el paso austral
de la noche el clamor
de las cigarras
reverberando en el cráneo
como voces de niños
en una ciudad abandonada
aunque los caracoles
hoy avancen sobre cristales rotos
no pueden
apagarlo.
Arturo Borra
Querido Stalker, después de varios días ausente, encuentro esa otra invitación tuya que hacés en el blog. Me sumo con una foto de infancia mía, que no es luminosa, pero que describe una dimensión íntima de lo vivido en esa patria de juegos. No sé siquiera cuándo fue; en mi antigua casa, esperando algo. Conozco esa mirada de espera de lo desconocido, en el momento previo a entregarme a los ensueños que me acompañaron tantas horas, en los juegos solos. (Podía pasarme tardes enteras inventando mundos). A pesar de una cierta sombra que se asoma, temprana, en la fotografía, recuerdo con ternura esos momentos en los que tampoco estuvieron ausentes otros costados más risueños.
Con un fuerte abrazo,
Arturo
A esa foto la asociaría con este poema de J.M. Rilke
PROGRESO
De nuevo murmura, más fuerte, mi profunda vida,
como rodando sobre un ensanchado cauce.
Cada vez me parece más cercano todo
y más claras las imágenes.
Y me siento más cerca de lo inefable.
Mis sentidos como pájaros en torno a una encina,
se pierden el cielo agitado por el viento,
o, incitados por los peces, se hunden
en la luz rota de los estanques.
Fackel
Stalker, la amistad y solicitud con que me honras se merece mi foto más antigua. La primera de mi tierna infancia, preservada seguramente porque era una fotografía de un carné de la familia.
Ya no sé si a estas alturas uno mantiene siquiera una pizca de la inocencia real que ilumina al niño en esa fotografía. Aunque ya entonces empezaba a vislumbrarse también el lado oculto y sombreado que, quien o más menos, todos llevamos dentro. En este caso, el ser díscolo todavía no se había manifestado en plenitud, obviamente. Pero el renegón ya ibría abriéndose camino, supongo. Lo que más me choca es que tenía uno entonces esa tendencia a los ojos tristes que con la edad se agudiza. Me sorprendo también -esta idea tuya a la que cedo con gusto propicia la autorreflexión- de la imagen calma del niño, yo diría que hasta serena. Expectante por la labor del fotógrafo, no se dejó afectar por la artificialidad de la pose. Creo que desde entonces la quietud no aparece en ninguna de las fotografías posteriores del indiividuo crecido. El flequillo y el pelo muy corto era una de las señas obligadas de identidad en mi infancia española. Siempre me he preguntado de dónde vendría esta moda, supongo que de alguna de las "brillantes" ideas de orden al uso en la recalcitrante y timorata sociedad de aquel tiempo. Por supuesto, ese corte nos hacía a quien más o quien menos unas orejas más acusadas de las que en realidad teníamos.
Y para rematar, se me ocurren estas líneas a propósito de la distancia oculta...
No hubo pérdida
los ojos siguen
la sonrisa muda y sugerente
sigue
la expectación sigue
incólume y curiosa
eso sí
la sangre se acentuó hasta límites
en cuya resistencia se nutre
eso sí
la sed se prolongó
infinitamente
sin conseguir saciarse
y en cada palabra
suya
el trueno sigue retumbando
hasta conmover su abismo
poco o mucho es lo que hay
entre sus manos
pero nada ha perdido
todavía
Salud e imaginación, hermano Stalker.
Òscar Solsona
querido hermano búfalo,
ahí estoy yo, con mi hermano (soy el peque), en el terrado del poble sec (barcelona), haciendo el ganso...
ahí debería tener unos once años...
he disfrutado viéndoos, leyendo vuestras vidas...
añadir, solamente, que no pocas veces recurro a uno de los òscares de atrás para solventar asuntos del presente. le pregunto a aquellos cómo hacer y entonces las cosas se resuelven en un periquete...
si bien desde el ahora vivimos los acontecimientos muy pegados a lo siendo, siendo lo que somos, es útil echar mano al hueco y traerse al yo que toque del antaño, que reactive la vida, si es posible, desde la impecabilidad... así el camino se puede continuar tan tranquilos...
besos,
òscar.
Mariel
Te envío dos fotografías sobre los ojos de la infancia. En la primera tengo 3 años y pretendo tocar el inmenso y majestuoso piano de mi madre. Claramente le estoy faltando el respeto.
Los tiempos que vendrían podrían resumirse en una lucha incesante entre la risa y la melancolía. Elegí enviarte esta foto con risa de teclado de piano porque, más de treinta años después, aprendí que la melancolía es una enfermedad y la risa me salvó de ser un joven cadáver. Además, todavía me gusta usar camisetas a rayas y botas de caña alta, aun en verano.
La foto duerme dentro de una edición de 1977 del libro de poemas "Estravagario", de Neruda, junto a una flor marchita (no recuerdo su origen) entre las páginas 94 y 95, que marcan el final del poema "Amor" y el comienzo del poema "Sueño de gatos". Sí recuerdo cómo el libro llegó a mí. Arrastré a mi padre, como cada año, a la Feria del Libro en Buenos Aires y le pedí por favor ese libro cuyo título me parecía bello e inalcanzable, para ir completando mi modestísima colección de libros de Neruda editada por Losada. Amaba este libro y evidentemente debo de haberme rendido en el '77 ante la declaración de amor y los sueños felinos para dedicarles en un gesto romántico una flor que los recordara. Pero los olvidé.
Nunca más volví a leer a Neruda, hasta el año pasado, cuando viajé a Valparaíso y dejé una de mis piedras de amatista enterrada en la playa frente a su casa en Isla Negra.
Mientras fotografiaba esta foto para enviártela, miré a mi costado y lo encontré a Felipe, así, como lo ves en la segunda fotografía que no pude resistir tomar. Porque Felipe (que todo lo sabe) repite cotidianadamente un gesto que define perfectamente lo que solemos hacer algunos con nuestra infancia: aferrarnos a ella y no querer soltarla por nada del mundo. Es evidente que su moisés circular de cachorro le queda exageradamente chico a sus 6 años. Pero a Felipe no le importan estas menudencias y se acomoda plácidamente y sin reparos en los lugares que lo hicieron feliz. Es más: rechaza cualquier tipo de manta o trapo que se adapte a las longitudes actuales de su cuerpo.
Crecí en un país en dictadura y es posible que eso reforzara de algún modo la creación de un mundo estrictamente privado, hecho de libros y películas. La escena que marcó para siempre mi infancia es ésta que te enlazo (http://www.youtube.com/watch?v=Zlq0l7kuxtQ), sobre la cual lo único que puedo decir es esto que escribí hace un tiempo, en un cuaderno escolar idéntico a aquellos en los dibujaba cuando me moría de risa frente al piano de mi mamá. El Rex sigue siendo aun hoy, para mí, tan inalcanzable y bello como lo fue un librito de poemas llamado "Estravagario".
Vi pasar el Rex
Nada fue como te lo imaginaste. Nada.
Pero eso no importa, si viste pasar el Rex.
No importa que fuera el orgullo de la Italia fascista,
que lo alcanzaran 123 misiles de las tropas aliadas
y cayera recostándose mansamente en la costa adriática,
incendiándose de punta a punta.
Que los pilotos de los Beaufighters sintieran,
mientras lo bombardeaban durante tres días,
que era demasiado bello para hundirlo.
Y continuaran, durante tres días, bombardeándolo,
aunque no hubiera nacido para la pólvora
sino para el placer.
Ya había cruzado el Atlántico y llegado a Nueva York.
Por su cubierta se paseaban
elegantes señoritas con sombrilla,
que enviaban postales desde un Rex
dibujado en colores,
imágenes de un álbum infantil
con matasellos de encanto.
Si te sentaste a esperarlo sobre un mar de plástico
agitado por los ventiladores de tu Cinecittà,
en un modesto botecito de madera bajo una falsa noche
en la que las estrellas brillaban como broches de plata.
Si esperaste y lo viste pasar,
majestuoso e inalcanzable y colosal,
iluminado como una legendaria y silenciosa catedral
a la que ofrendarle tus sencillas y entrañables plegarias.
Si te estremeciste ante su silencio glacial
que sin embargo recogía, como modestas monedas,
tus palabras.
No importa que el Rex fuera una maqueta.
Que súbitamente apareciera y te ignorara.
¿Qué le dijiste al Rex? ¿Qué le pediste?
Que la alegría no te abandonara,
volver al punto donde te perdiste,
que se esfume esa sombra que insiste
en asilarse dentro de tu cabeza,
no más alcohol sobre la herida que no sana.
El paso del Rex acaba donde la vida empieza
y empieza para que se suspenda la metralla.
Yo también vi pasar el Rex.
El acordeonista ciego preguntaba “¿cómo es?”
y no supe decirle nada.
Era tan bello que dolía
y los Beaufighters lo perseguirían
porque el milagro no puede durar.
Ana Hidalgo
Aparte de los silencios de mi padre, quizá también las piedras me influyeron mucho, las piedras y el hecho de que yo me sintiera bien con ellas.
Y hacer castillos de piedra y no de arena.
Esther
¿Se puede?
Llevo días acercándome. Días sin atreverme, pero deseando hacerlo. Les miraba tras la cortina y se me antojó entrar. Espero no molestar. Prometo entrar y salir sin hacer ruido. Supongo que sería mucho más entretenido que ustedes me conocieran para que cupieran comentarios de sorpresa :-), el caso es que aparecí cuando ya todos se conocían. Y yo callada. Mirando.
http://img43.imageshack.us/img43/700/estherrevoltosa.th.jpg
Esa niña debo ser yo en el año 74. Viéndome tan pequeña sólo se me ocurre pensar en todas las imágenes que guardo de aquel entonces. Algo así:
Mi ayer es un patio de lilas.
Una polilla
en un bote de cristal.
Una sandía
verde y blanca.
Mi ayer
es un cobertizo enmohecido.
Una bolsa de plástico cuajada de sioux.
Un plato de arroz con leche y canela.
Una vela.
Mi ayer
es un sol que nunca se pone.
Una imagen perenne.
Naftalina en el baño.
Una tele.
Y un cómic.
Y un siempre.
Esa niña debo ser yo entonces, o se parece mucho a mí.
Ya salgo.
Gio
La primera, la "yo", es una mia con unos tres años, muy disgustada como ves por ir vestida de esa manera...jajajaja...Desgraciadamente esa ha sido la realidad de mi vida, hacer a disgusto lo que otros creian oportuno...pero no te preocupes...dije..... ¡basta!.
Luna
Mira cómo me trataban de pequeñísima. Me lo habéis recordado.
Un abrazo.
Pepe Maiques
junto a la playa de las arenas en valencia transcurrían sin horas los meses del verano alargándose extraños a las marcas del tiempo, pues como ahora sabemos, entonces no existía. sólo había señales de sal, lagartijas y dientes de león que crecían en la arena con flores rojo sangre. tranvía, infinidad de luz, tranvía y sueño constituían el recorrido diario, sólo interrumpido por alguna excursión a un pueblo cercano a la ciudad. posando sin convicción, en la mirada asoma el temor ante los elementos. me refiero a los humanos, a los obligatorios del futuro inminente.
Ella
En esta foto tendría yo unos 3 ó 4 años... supongo, no recuerdo por qué motivo fue tomada aunque sí recuerdo el baby que llevo puesto y el colegio y la profesora de parvulario. Y me han contado que yo empecé un año antes el parvulario ya que mi hermana mayor y yo que nos llevamos 13 meses fuimos juntas a la guardaría hasta que a ella la pasaron a 1º de parvularioa y yo lloré tanto, tanto, pero tantooo que me cambiaron todo ese curso a 1º de parvulario, curso que al año siguiente tuve que repetir. la verdad sea dicha teníamos un poco de enchufe en ese cole ya que mi abuela era la cocinera desde hace mucho tiempo y era muy querida por las monjas. Y bueno también fue porque según mi madre mis berrinches eran *insoportables* vamos que debía tener unos pulmones de armas tomar ;)
Stalker, me encanta esta entrada. Es como una ventana, grande, por la que entra la luz.
ResponderEliminarLa fotografía, el tiempo, las imágenes y los lazos de recuerdos que unen todo lo anterior son un misterio.
Anteayer precisamente me encontré con mi infancia como nunca me había encontrado, tan de frente que la sensación se confundía, irreconocible. Para contarlo diré que se trataba de un bosque donde no debería serlo. La oscuridad se había hecho con lo bello, para dar paso a la sublimación de los árboles extinguiéndose en mi horizonte, un horizonte donde pese a mis intentos, no pude penetrar. La puerta estaba abierta y yo tenía invitación, pero sabía que no había lugar allí para un cuerpo como el mío. El pensamiento alegre no resucitó la imagen del pasado, y contra todo pronóstico, esa noche no tuve pesadillas.
La idea que llevaba impresa en sí el bosque no me ha abandonado, y me dispondré de herramientas para satisfacer mi incompletitud perpleja que aún no entiende porqué. Espero no reducir la fantasía a cenizas.
Hubo una temporada en la que me carcomió la idea de la parálisis fotográfica, cuanto más aún, el hecho de crecer. Parecería confuso en otro caso, pero a mí lo de querer ser como Peter Pan me dio el año pasado; hasta entonces, iba viendo venir la torre hacia mí; la de ese ampuloso castillo que era mi vida, en la que los ladrillos de la torre no querían ser más que pájaros rojos.
Ayer, escuché a una niña que tenía sentada un asiento más allá de mí hablar con la inocencia infantil típica de los niños; sin embargo, en esa inocencia estaba el incipiente rasgo de "no sé qué" que muchos niños hoy en día tienen. La niñez pura, ese rasgo que nos saca la flema meláncolica del regreso a todos, se está extinguiendo. Ese rasgo de "no sé qué" vino dado por una afirmación, cuando los niños siempre preguntan lo que no entienden. Quizás me esté equivocando, pero me dejó perpleja y eché de menos a los niños que son niños y no híbridos de algo que no entiendo.
Echo de menos las miradas de los niños, llenas de bondad innata. Y sólo en fotografías puedo comprobar mi argumento, porque mientras los adultos aparcemos forzados en las fotografías, los niños destilan espontaneidad. Y es ahí donde veo la niñez muchas veces, esa que en la realidad, en gran parte de ocasiones, no compruebo.
Creo que me estoy alargando en demasía; Stalker, es una foto muy bonita la que has escogido. No tiene precio lo que transmite, al igual que lo que el niño-Stalker pensaba de las fotografías.
Me hace gracia pensar que cuando se tomó esa foto yo no era, siquiera, una idea.
Mi foto habrá de esperar a ser escaneada, mientras, un saludo y espero no haber aburrido a nadie con mi soliloquio.
Puff... Salker eres único. Vaya entrada más guapa.
ResponderEliminarLas fotos vuestras que graciosos los dos y que guapos. Estas guapo y serio. Será que la cámara te imponía cierto respeto. Es maravilloso tener esos recuerdos. Los dos juntitos allí. Que bonito. Me encanta.
Y lo que escribes esta genial.
Mientras leía pensaba vaya este hombre que ideas tiene tan buenas. incluso ya sé casi tu edad más menos. JAJAJA.
Y luego he pensado vaya ahora que foto meto. ¿Y como lo hago? Porque soy muy mala para esto de meter fotos y todo esto en el ordenador. No sé. Luego me voy a un amigo que me scanee la foto. Y luego he pensado ¿Qué foto meto? Tengo muchas. Me parece que voy a poner una de las primeras, donde estoy más pequeña. Porque el paso del tiempo deja huellas y uno ya no es lo que era. Pero es en cierto modo las experiencias que tiene y que van creciendo junto con las arrugas del alma y eso se refleja en el fisico a veces. No sé.
Un abrazo.
Antonio, estas igual tío. Un placer verte de niño. Hay gente que cambia mucho y gente que sigue teniendo el mismo rostro. Tenias el pelo muy parecido a mí cuando era pequeño, jeje.
ResponderEliminarNo tengo ninguna foto aquí. Solo esta cosa. Como no, tenía que ser un indio y portar un cuerno.
http://img194.imageshack.us/img194/958/egoa.jpg
Puedes poner esta canción a su vera.
http://www.goear.com/listen/9dcdebb/La-vasija-de-barro-Paco-Iba%C3%B1ez
No estoy muy inspirado en estos momentos. Volveré para ver como evoluciona…
Un abrazo crack.
Preciosa foto, Stalker, y encantadora la reflexión. Envidio las evocaciones tan positivas de la infancia que hacéis, pues la mía la recuerdo como algo un poco triste -o sólo recuerdo los malos momentos-. No tengo fotos mías de pequeño, afortunadamente...
ResponderEliminarun abrazo
El mago Stalker saca conejos entrañables de su galera. Los acaricia, los aprieta contra su pecho y se los lleva casa. No es un truco ni es un espectáculo. Es su modo de estar en el mundo. Un Búfalo lúcido, dulce, implacable y melancólico con una casa poblada de conejos invisibles, que nos va regalando para que a ninguno le falte un mapa de belleza, tibio y de orejas largas, cada día. Tu entrada es un mapa y un mundo, Stalker.
ResponderEliminarPortinari se encuentra frente a frente con su infanncia convertida en un bosque que no puede penetrar y duerme serenamente. No entiende a los niños contemporáneos que han tomado otro asiento y anhela la espontaneidad infantil en las fotografías. Lola piensa y piensa y decide buscar una de sus primeras fotos, para encontrarse en estado de pureza (todavía vive en ese estado, lo sé). Y nuestro hermanito Bash, en fin, tenía que rescatar su alma de salvaje impenitente acompañada de música de resistencia.
Ya eres un hombre bello en la foto, Stalker. Un hombre que mira de frente el objetivo y abraza a su hermana. Tu texto de hoy ya está escrito en tu mirada limpia de ayer.
Tendré que buscarme a mí misma en alguna parte.
Te abrazo fuerte y te soplo y te despeino el flequillo. Te adoro.
Portinari yo también he visto tu bosque. Yo creo que los niños aún son niños aunque parece que algunos hayan perdido esa candidez. La siguen teniendo por mucho que a veces se les oiga conversaciones utlizando palabras de mayores. No es el caso de mi hijo que tiene 8 años y al contrario los niños de su clase parece que los padres quieren que crezcan de prisa. El mío crece a su ritmo, sin empujarlo demasiado por mi parte.
ResponderEliminarBash esperare tu foto o si no te imaginare con el pelo rizadito. JAJA.
Rubén: Lo siento, pero estoy segura que en algún rincón de ti hay algo de la infancia alegre también. eso espero por lo menos. El pasado no importa ya ha pasado. Un abrazo Rubén.
Mariel tu también eres una maga. Y tienes razón Salker es un crack.
Un abrazo a todos.
Lola, mi bosque ha sido una pesadilla en vida, cerciorarse de la verdad en carne viva, para dedicarme a vagar después extra-temporalmente por las inmediaciones de aquel lugar sin saber muy a donde ir, hasta que llegué a un lugar sin salida, una especie de "Christina's world" pero en el que no pude derrumbarme, sino dar la vuelta y regresar asumiendo poco a poco el espacio, el tiempo y mi propia sesera.
ResponderEliminarLos niños grandes no forman parte de esta fantasía, una vez inmaculada; ellos son tan reales que hacen daño, tanto como el que me hizo tocar el bosque.
Qué decir si has podido verlo Lola. Es como la ausencia de fotos de Rubén y la tristeza que acompaña a su infancia, pero de otra manera.
Me alegra mucho oír que tu hijo de 8 años marca su propio ritmo.
Rubén, yo también te envío un abrazo alegre, como un pensamiento.
Y Lola, yo también creo que Mariel es una maga y Stalker un crack, como vosotros decís.
Todos sois magos.
Portinari:
ResponderEliminarsólo diré que tu soliloquio es más poético que la inmensa mayoría de libros de poesía que se publican en la actualidad en este país.
No estropearé tu intervención con un comentario burdo: es para llevarla prendida en el ojal o, mejor, para respirarla con el cuerpo a ras de suelo.
Abrazos
Lola:
ResponderEliminaresperamos tu foto con impaciencia, para descubrir tu forma de mirar y estar en el mundo...
abrazos
Bash:
ResponderEliminarya eras artista de niño. Impresionante montaje y te veo en la vasija de Paco Ibáñez, el lugar idóneo para un escurridizo pez como tú.
Salud, compay
Rubén:
ResponderEliminaranímate y bucea en tu infancia. Se trata de buscar una manera de mirar, no he dicho que mi infancia fuera feliz (hubo de todo un poco). Pero sí es cierto que esa intensidad y esa curiosidad insaciable paliaban los aspectos negativos.
Bienvenido a Marienbad otra vez.
Mariel:
ResponderEliminargracias por despeinarme el flequillo: ¡es algo muy importante, no creas!
Tengo un especial interés en ver a la Mariel niña. Hay en el niño algo ya dado y que de algún modo nos define para siempre, aunque suene a lugar común.
Gracias por estar ahí.
Lola:
ResponderEliminaryo me conformaría con ser un crackillo, algo más invisible y modesto. ;)
Haces bien en que tu hijo crezca como un junco y no como una hierba rápida.
Abrazos
Me encanta la reflexión. Sales muy guapetón en la foto, hermoso. Y Stalkercilla también.
ResponderEliminarhermano eres grande, demasiado grande ya te dije un dia que debrias publicar un libro con todas las emtradas eres humano cercamo y pones alma en las cosas ya se que me repiito pero es cierto.eres unico buscare fotos.abrazos
ResponderEliminaradolfo
Ana:
ResponderEliminaranímate a participar. Tú tenías que ser muy graciosa de niña.
Abrazos
Adolfo:
ResponderEliminarde nuevo me resulta difícil corresponder a tu entusiasmo incendiario y universal... Estaremos encantados de ver al pequeño Adolfo.
Abrazos y cuidate.
Laura Giordani me envía al mail su fotografía y comentario.
ResponderEliminarGracias, Laura.
Me encanta tu fotografía, hay algo en esa mirada que no sé definir y que me interroga, me hace ser otro, hace que me extrañe de ser yo. Ya latía en esos ojos la mirada poética y acariciadora que te caracteriza.
Tu anécdota es tierna e impagable, y cómo me solidarizo con tus padres y su lucha clandestina. Muy emocionante que tengas que esconder el nombre bordado de otra niña.
Emoción. Gracias otra vez e infinitos abrazos.
Hola Laura:
ResponderEliminarQue bonita la foto, por la mirada y el gesto. Siento todo lo demás que pasó después.
Un abrazo
Arturo Borra también envía su fotografía vía mail.
ResponderEliminarHablas de una sombra que se presiente, pero es la sombra de quien está dispuesto a adentrarse en territorio desconocido, no señalizado. No hay temor en la mirada, sino anticipación y predisposición a indagar, a sopesar las fuerzas telúricas del mundo y medirse con ellas.
Preciosa foto, Arturo.
Abrazos
Laura, Arturo, me han gustado e impactado mucho vuestras fotos y testimonios.
ResponderEliminarLaura, tu foto es muy tierna, la niña Laura tenía una mirada vregonzosa y dulce, que explica la instantánea esa anécdota que adjuntas.
El poema es maravilloso. Caracoles y cigarras son a día de hoy quienes me siguen el paso por el bosque, por las llanuras y las lágrimas, ya no tan infantiles.
Me ha encantado el poema.
Arturo, tu foto parece que plasma la mirada de un niño espectante, que se ve ajeno a la fotografía, con la cabeza en otra parte. Un soñador.
Al añadir a Rilke como compañero de ese viaje para el infante que fuiste, me acerco más a la imagen y al niño.
Un saludo a ambos :)
Querido stalker: conmovedora esa foto junto a tu hermana. Irradia ternura y luz, una luz potenciada en ese brazo tuyo que parece querer amparar y animar a stalkerilla a mirar al objetivo. Se adivina un espíritu protector en ese gesto.
ResponderEliminarTu mirada se expone entera, de ojos bien abiertos dispuestos a dejar entrar la luz del mundo. Al mirar detenidamente tus ojos, me viene una palabra: curiosidad.
Intuyo en esa mirada un aleteo, una anticipación, un deseo de abrir bien los postigos a la vida que imagino no te ha abandonado desde entonces. Exposición -eso es-como sólo los niños saben exponerse y también interrogación sostenida.
No te imagino en el presente tan distante a ese niño que mira desde la foto. Es así.
Hermosa entrada en la que podemos compartir estos fulgores tempranos para poder reconocer mejor quiénes somos en el presente, qué queda de esas luces que fuimos.
Un abrazo muy grande,
Laura.
Qué buenas las fotos, el collage de Bashevis (la infancia y la lectura, esas lecturas de la niñez...), la mirada ajena al horror de Laura y la de Arturo ¡que parece enteramente la mirada de un adulto! me recuerda a la increíble foto de la portada del "Gentlemen" de los Afghan Whigs.
ResponderEliminarEl poema de Laura me ha gustado mucho y me ha evocado el "beneath the southern cross" de Patti Smith, y Arturo tiene además el mérito de haber inventado al hermano malvado de Rainer, el poeta Jainer Maria Rilke :P
Gran entrada.
Laura es bella. Ya está en esa Laura infantil la incomovible dulzura que es su fortaleza. Tiene una mirada de mar y uno quisiera abrazarla y contarle un cuento, presintiendo que es ella la que terminará contándotelo. Laura no quiere identidades falsas, no quiere un delantal que no le corresponde. En ese gesto resuelto de Laura de negarse a mostrar un nombre que no le pertenece está inscripto el derrotero de convicciones y clandestinidad de su familia. No permitir que te cambien la identidad. Ser fiel a tu nombre. No permitir que te conviertan en otro y te borden un nombre que no es el tuyo.
ResponderEliminarA pesar de los critales rotos, Laura sigue siendo la misma. La empapa la misma lluvia que no termina de secarse. No otras lluvias. La lluvia de su propio nombre.
Me conmueve que el delantal prestado parezca quedarle demasiado grande, el cuello de lana con el que la han abrigado y la inocente cinta blanca anudada en su pelo rubio. Laura protege su historia con las manos y ya esta diciéndote, bajo esa fragilidad aparente, que el horror no podrá con ella.
Su foto se lee. Me emocionó mucho.
Arturo ya va con el torso desnudo y mira de frente, desafiante. La fuerza de la mirada trasciende el ojo de la cámara y parece provocarlo. Se acoda sobre una mesa de madera pero no hunde la cabeza entre los brazos. Se apoya en ellos para mirar, implacable. Artura mira con ojos de guerrero y explorador. Tiene el pelo revuelto. Ya hay algo, algo que no tolera, que le tensa la mandíbula y hace que su mirada parezca disparar una flecha. Me emociona el contrapunto entre sus ojos y los de Laura, tan complementarios. El ojo femenino que resiste desde la ternura y el ojo masculino que parece decir: "te progeré, no tengas dudas".
ResponderEliminarArturo ya parece buscar lo próximo en lo distante. No, no sobrevolará estanques de aguas plácidas. Se deslumbrará y batallará desde la luz rota de los estanques.
Que hermosos niños y su futuro. Besos a todos, me ha gustado mucho mirar las fotos, gracias por compartirlas, Yaiza Martínez
ResponderEliminarDebo escribir sobre la infancia y su música, que fue entonces cuando la confluencia cobraba una fórmula semántica, y hacia ella se desenroscaba. Se siente el deseo de arrodillarse ante esos ojos, como ante una catedral, por la evidente intención de las almas. Luego caminamos como si nada, pero se debe volver allí, una y otra vez ("olisquearse el ombligo, fosilizada caracola"). Eso me han inspirado vuestros preciosos ojos. Imagino que son cosas de la edad. Muchas gracias, Yaiza
ResponderEliminarPortinari:
ResponderEliminar"Caracoles y cigarras son a día de hoy quienes me siguen el paso por el bosque, por las llanuras y las lágrimas, ya no tan infantiles".
Con esa escolta vas bien segura...
abrazos
Gracias, Laura; sí, creo que lo que mejor me define es la curiosidad.
ResponderEliminarLo otro, el gesto del cuidar, es algo que bien me gustaría pero no sé si lo he logrado. En ello estamos.
A mí me está pareciendo una entrada muy linda, gracias una vez más.
Mariel:
ResponderEliminarqué bien dices y lees esas fotos. Es un placer leer tu lectura.
abrazos
Yaiza:
ResponderEliminarqué sensacional tu comentario...
¿No te animas a compartir tu infancia con nosotros?
Abrazos
Stalker, bella entrada.
ResponderEliminarCuriosamente yo llevo unos días pensando en la infancia, porque ahora mismo estoy conviviendo junto a mi sobrino político, el cual tiene dos años. El chiquito ha aprendido a decir mi nombre rápidamente -es lo que tiene tener un nombre tan sencillo y claro fonéticamente- pero lo usa de una forma un tanto caótica. Cuando me ve aparecer por la habitación exclama "ana", sí, y me señala, o me coge de la mano para enseñarme algo, pero también lo dice a veces de repente, sin ninguna relación a mi persona, cuando está comiendo o cuando está jugando de repente dice bajito o gritando "ana", a veces sólo pronuncia el nombre y otras lo enreda con un montón de sílabas asemánticas. Los nombres y la infancia. A lo mejor piensa que ese nombre convoca algo. O lo más probable, practica un juego de azar lingüístico.
Desgraciadamente, la fotografía que me gustaría dejar aquí no existe. Cuando era pequeña -de los 6 a los 9 0 10 años- mi padre me llevaba al colegio, me cogía de la mano y me llevaba al colegio. Recuerdo que nunca hablábamos, solamente caminábamos, que al llegar a la puerta le daba un beso y él se iba. Íbamos en silencio pero era un silencio confortable. Creo que esos caminos con mi padre me enseñaron los silencios confortables, que el silencio confortable era otra forma placentera y cálida de estar con alguien. Me gustaría tener una fotografía de esos caminos, de ese recorrido diario, pero como he dicho, no existe.
Un beso a todos. Me gustan mucho las fotos que habéis dejado.
Querida Ana:
ResponderEliminarme gusta mucho ese silencio confortable que compartías con tu padre. Creo que también es una virtud tuya: el silencio acariciador y que sabe aguardar su momento.
Anímate a subir alguna otra fotografía de tu infancia.
abrazos
Fackel me ha enviado su fotografía y unas reflexiones muy interesantes. Además de un poema propio, escrito, supongo, para la ocasión.
ResponderEliminarMe siento honrado siempre que esta presencia, para mí totémica y paterna, aparece por aquí. Se prodiga poco pero es siempre un regalo.
¡Gracias, maestro!
HOla:
ResponderEliminarArturo tu foto desvela esa inquietud por descubirlo todo.
Ana he leído tu silencioso paseo hacia la escuela de la mano de tu padre. Muy bonito ese silencio tan revelador.
Falker con el flequillo y el pelo cortito estas muy guapo de todas formas. Que decir de tu reflexión y del poema.
Ahora ya además de un nombre de blog teneís mirada, mirada inocente y viva.
Un abrazo a todos.
Me detengo en el collage de Beshevis... esos textos infantiles y esas tachaduras que dejan entrever un sentido. “Hay una sola razón para que alguien como usted esté tan malhumorado: el mundo real”. La imagen de niño rey o cacique de vaya a saber qué mundo fantaseado.
ResponderEliminarGracias por compartir esa imagen infantil.
Un abrazo.
Laura
Qué hermosas visiones las que nacen de unas fotos antiguas, Stalker, que viajan desde esos rincones íntimos de la memoria, trazando una extraña identidad. Los mismos y otros; eso somos cada uno.
ResponderEliminarAunque sólo se trate de unas refracciones, cada imagen traza sus destellos. En la tuya veo una mirada que es, sobre todo, de interrogación. Como si estuvieras preguntando: ¿y qué debo hacer en este retrato de familia? Mi hermana me abraza, bien, pero yo miro fuera, para ver si alguien me explica ese estar-ahí. Esa mirada es también una ventana a lo invisible, al "fuera de campo". Porque quizás lo que en esa foto ya se percibe es que sólo en ciertas condiciones uno acepta lo que Deleuze llamaba "rostrificación". No, aquí no hay nada de eso todavía. No hay un rostro separable; como tampoco lo hay en la niña-Laura, esa que mantiene su gesto de dulzura, su mirada que mira de frente y sigue desnudando, aunque se tape la insignia de otro nombre. (La lectura de Mariel me parece brillante: "No permitir que te conviertan en otro y te borden un nombre que no es el tuyo").
Y sobre Bashevis me pregunto cuándo fue elaborado ese collage... Pareciera una representación fantaseada de sí: el niño-rey, ego en el centro de la escena (como ocurre en cierta fase a casi todo el mundo), que mira seguro de sí mismo y se aferra a su símbolo rodeado de escrituras.
Y, para terminar, en la foto de Fackel se adivina una mirada plácida, como si se tratara quizás de dejar un testimonio de algo importante ocurrido en otra parte (en la ceremonia que parece haberle circundado).
En cualquier caso, me gusta regresar a esos niños que fuimos y saber que, de algún modo, siguen ahí, mirándonos desde el sin fondo de nosotros mismos.
Un abrazo,
Arturo
Querida Mariel... Al leer tu comentario sólo puedo decir: clarividencia. Me asombra esa capacidad tuya de abismarte en un poema, una imagen, en cualquier agua ajena y acceder a la urdimbre de instantes pasados hasta revelar cosas en las que ni siquiera había reparado. Es verdad: el guardapolvos o babero me queda grande y hay en esa "tachadura" del nombre prestado con mis brazos infantiles una resistencia, un deseo de integridad que -seguramente en algún plano inconsciente- ya sentía amenazada.
ResponderEliminarGracias por tu mirada y esa sensibilidad que se zambulle generosamente. Sos un tesoro.
Un abrazo grande y acepto con gusto ese arrullo y ese cuento.
Laura.
Querido Arturo:
ResponderEliminarqué cierto que la mirada de niño se despeña en el fuera de campo radical que es la vida que aún no ha vivido. Ese ignoto más allá, indescifrable, ilegible y de códigos oscuros, es para el niño que lo adivina fuente de temor y fascinación. Ahora, siendo adultos, el fuera de campo vital se va estrechando y ya adivinamos las permutaciones que la vida ofrece. Operamos desde la resignación y no desde la temerosa y fascinada admiración, y eso también nos diferencia del niño que fuimos y para el que todo era posible. Al final devenimos una forma relativamente inmutable que desafía la pura potencia del niño que éramos.
Abrazos
Laura:
ResponderEliminarcomparto contigo la impresión de la sensibilidad infinita de Mariel. Ella también tiene las manos pequeñas del poema de Cummings, esas que se introducen en las grietas más pequeñas y auscultan, allí, el más ínfimo pulso de lo real.
Sus palabras impresionan y cuidan, es así. Las tuyas también.
Abrazos a ambas.
http://img510.imageshack.us/img510/892/97076733.jpg
ResponderEliminarquerido hermano búfalo,
ahí estoy yo, con mi hermano (soy el peque), en el terrado del poble sec (barcelona), haciendo el ganso...
ahí debería tener unos once años...
he disfrutado viéndoos, leyendo vuestras vidas...
añadir, solamente, que no pocas veces recurro a uno de los òscares de atrás para solventar asuntos del presente. le pregunto a aquellos cómo hacer y entonces las cosas se resuelven en un periquete...
si bien desde el ahora vivimos los acontecimientos muy pegados a lo siendo, siendo lo que somos, es útil echar mano al hueco y traerse al yo que toque del antaño, que reactive la vida, si es posible, desde la impecabilidad... así el camino se puede continuar tan tranquilos...
besos,
òscar.
Querido hermano búfalo:
ResponderEliminarme encanta tu gesto; lo entiendo como una burla o corte de mangas a las verdades impuestas. Ya desde pequeño eras un insumiso y un desertor, lo celebro.
Tu técnica de preguntar a los antiguos yo, a los otros que fuimos, para dilucidar las encrucijadas del presente, es maravillosa. Intentaré ponerla en práctica.
Gracias por tu lucidez y por ayudarme a mirar desde tu ángulo.
Abrazos
Para Oscar:
ResponderEliminarMe ha gutado mucho verte. Pero más he disfrutado con tus palabras. Es un recurso que no he usado pero que tendré en cuenta. Volver a la infancia para extraer la sabiduría.
Un abrazo.
querida lola,
ResponderEliminarme gusta creer que somos bicis y no autos. a la mayoría nos hacen ir como autos, hacer kilometrajes de auto y velocidades de auto, así que nos preparan cajas de herramientas enormes que sirven de poco para el cotidiano... si con la cajita de parches y una sola llave es más que suficiente...
averiarse en bici es placentero.
pedalear, eso.
besos,
òscar.
somos una panda -me incluyo- maravillosa. gracias al niño de la primera foto.
vaya cosa más bonita se te ha ocurrido, stalker, indagaré en los pc´s a ver si encuentro alguna foto digitalizada y mientras disfrutaré de las vuestras.
ResponderEliminarun abrazo.
Oscar:
ResponderEliminarEs curiosa tu reflexión sobre las bicis y los autos. A nosotros nos gusta hacer bicicleta con el niño los fines de semana. Siempre por carreras de montaña sin riesgo, por eso de que los coches no nos lleven por delante.
El profesor de mi hijo de hace dos años, comparaba los niños decía" En la clase tenemos 4 formulas I y luego esta el resto". Un día me enfade le dije que a mi hijo no me lo comparara como si fuera un coche. Aunque a pesar de esas cosas seguimos teniendo buena relación. JAJAJA.
Y a pesar de eso me gusta que gane Alonso en F I. Contador en bicicleta en el Tour y cualquiera de nuestros moteros.
Un abrazo.
¡feliz camino!.
ResponderEliminarbesos,
òscar.
Estimados y querido compañeros:
ResponderEliminarsigo esperando vuestras miradas de infancia. Sé que el para mí enojoso ritmo veraniego cortocircuita y ralentiza el acontecer, por eso dejaré esta entrada hasta finales de mes, y quizá un poco más, para daros tiempo.
Me gustaría que en esta entrada participárais todos, porque es un regalo para mí y para todos. De verdad.
Abrazos
Querido Búfalo: En el cajón secreto de mi vieja oficina de la profesión abandonada, guardaba un libro de poemas de cummings. Tenía subrayado (lo tengo todavía) el poema sobre las manos pequeñas. Las mías son pequeñas, pero solo físicamente. Sirven para que se me caigan todas las pulseras.
ResponderEliminarMe impresiona, en la fotografía de Fackel, la tristeza de su mirada y, sobre todo, la huella violenta del clip metálico que debe haber enganchado esa foto a algún carnet o documento protocolar por el estilo y que ahora, arrancado, parece balearle a Fackel la cabeza. La vi y lo primero que pensé fue: "ésta es una cabeza que resiste los balazos". Después leí su poema y entendí por qué: todavía tiene ojos, risa, curiosidad, sangre, truenos y sed.
La foto de Oscar, sencillamente, me encanta. Me quito el sombrero ante los hombrecitos que posan haciendo el ganso, sobre todo cuando portan esa cabeza enrulada. Las chicas no posan, por lo general, haciendo la gansa. La única que conozco que sí lo hace es mi sobrina menor, Delfina, que posa como si estuviera endemoniada, contorsionándose, con los ojos en blanco y la lengua afuera. Le metería miedo hasta a Linda Blair. La piernas cruzadas de Oscar son una provocación y también la exhibición triunfal de lo que tiene en la mano. ¿Qué es? ¿Son llaves? ¿Las llaves del reino? ¿Las llaves de la caja fuerte del banco que piensa robar? Algo tramaba, algo está tramando todavía.
Besos mientras sonrío.
sigo siendo graciosa, a ver si voy a casa de mis padres que esta en el album. En una foto salgo en el orinal :-p
ResponderEliminar¿Se puede?
ResponderEliminarLlevo días acercándome. Días sin atreverme, pero deseando hacerlo. Les miraba tras la cortina y se me antojó entrar. Espero no molestar. Prometo entrar y salir sin hacer ruido. Supongo que sería mucho más entretenido que ustedes me conocieran para que cupieran comentarios de sorpresa :-), el caso es que aparecí cuando ya todos se conocían. Y yo callada. Mirando.
http://img43.imageshack.us/img43/700/estherrevoltosa.th.jpg
Esa niña debo ser yo en el año 74. Viéndome tan pequeña sólo se me ocurre pensar en todas las imágenes que guardo de aquel entonces. Algo así:
Mi ayer es un patio de lilas.
Una polilla
en un bote de cristal.
Una sandía
verde y blanca.
Mi ayer
es un cobertizo enmohecido.
Una bolsa de plástico cuajada de sioux.
Un plato de arroz con leche y canela.
Una vela.
Mi ayer
es un sol que nunca se pone.
Una imagen perenne.
Naftalina en el baño.
Una tele.
Y un cómic.
Y un siempre.
Esa niña debo ser yo entonces, o se parece mucho a mí.
Ya salgo.
Querida Mariel:
ResponderEliminargracias doblemente por tu fotografía al piano y por tu perro Felipe. Es adorable: un ser magmático, sin límites, dulce bolita tibia y ovillada de pelo.
Tu fotografía, con fondo de libro, unido a tu comentario y el poema, reviste un encanto especial. Perdona que no comente nada, el calor y la época no es la mejor para mí. Lo disfrutaré en silencio y lo guardaré como un tesoro.
Abrazos
Ana:
ResponderEliminarseguro que sigues siendo graciosa, pero por ahora querríamos ver la niña que fuiste (también la que eres, si gustas).
Esa foto en el orinal parece un codiciado incunable...
abrazos
Ana Hidalgo:
ResponderEliminarla primera impresión al ver tu fotografía de niña ha sido un deseo irresistible de tirarte de los mofletes. La segunda... también...
Estás muy graciosa con tu cubo de arena, con una risa muy bonita que significa: estoy en lo que estoy, en puro presente, arena y cubo, feliz.
Abrazos
Bienvenida, Esther:
ResponderEliminarpor supuesto que se puede. Pasa y no seas tímida, ésta es tu casa...
Me gusta mucho el poema y la reflexión sobre la infancia, pero el enlace de la fotografía no funciona, no he conseguido abrirla. ¿Puedes volver a subirla? Si tampoco funciona, te envío un mail para que la adjuntes...
Sé bienvenida otra vez y recibe todos los abrazos
Hola;
ResponderEliminarMariel y Ana que bonitas fotos. Y cometarios también. Mariel deja una piedra enfrente de la casa de Neruda. Y Anna le gusta jugar con las piedras porque se siente comoda con ellas.
A mi me gsutan las piedras tanto, que cuando vamos a cualquier montaña recojo piedras y me las guardo. También tengo una colección de piedras semi-preciosas (Agtas, amatistas, ect...) que mi marido me dice que un día de estos nos vamos a tener que cambiar de casa poqrue no tendremos más sitio para piedras.
Esther aún no siendo yo el ama del calabozo (jijiji) te doy la bienvenida.
Al final me voy a tener que apuntar los nombres de los topos para no confundirme.
Salker es buena idea eso de guardar esta entrada abierta hasta que pase el verano, asi podemo saborear las infancias y la belleza de sus ojos y palabras.
Un abrazo a todos.
muchas gracias, mariel, por tus palabras.
ResponderEliminargracias a todos.
besos,
òscar.
Esther:
ResponderEliminarya está subida tu fotografía. Me gusta imaginar qué estás mirando, y ese aspecto entre revoltoso y airado, ese no querer comer o mirar hacia otro lado (no hacia donde acontece lo supuestamente "importante") me dicen mucho.
Una delicia la conjunción de foto y poema-cometanario.
"Y un siempre".
Abrazos
Lola:
ResponderEliminares imperativo que nos muestres tu infancia... más aún cuando hablas de esa relación íntima, tactil, con las piedras.
Tengo una gran curiosidad por ver la mirada de la niña que de adulta acaricia piedras.
Abrazos
qué bonicos todos
ResponderEliminarMariel, Ana y Esther que bonitas estáis las tres.
ResponderEliminarCreo que ya lo comenté un día, a mi me parece que las fotos tienes ese poder para reflejar una memoria que no tendriamos sin esas fotos.
Stalker, vaya a ver si puedo recoger a mi marido mañana para escanear la foto y os la mando. Mi madre tiene muchas pero yo tengo una en casa de las primeras que tengo os mandaré esa.
Si me encantan las piedras. Su textura su simplicidad su color. Sus filamentos.
Hay muchos poemas escritos refiriendose a las piedas.
Un abrazo a todos los niños-topos.
Es una entrada que perfora. Perfora el tiempo, los cíclos, los sueños, las ganas. Es una entrada que perfora lo más hondo y nos deja ver.
ResponderEliminarA mi infancia podría definirla un olor. Olor a tierra mojada. Después de una tarde de lluvia ese olor...como hoy la entrada de tu blog, que me deja ver. Puedo ver aquella infancia perdurable y el tacto sútil del tiempo en el cuerpo.
Gracias.
¿Verdad que sí, Luna?
ResponderEliminarSi te animas, comparte tu infancia con nosotros. Como no has salido de ella, puedes subir una foto actual :) (broma)
abrazo
Lola:
ResponderEliminarlos niños-topos horadarán una galería especial para tu fotografía, no lo dudes.
Abrazos
D:
ResponderEliminarestás invitada a mostrarnos la mirada de tu infancia. La cueva es húmeda y hay tierra mojada, guarida de topos, madeja de fuerzas telúricas, íntima vibración tectónica. Todo ello poco subterráneo: epitelial.
Gracias por pasarte y muchos abrazos para ti.
Gracias, Gio, por esa mirada introspectiva, algo tímida, que revela tu infancia. Como quien espera un momento y tiene toda la paciencia del mundo y sabe escuchar.
ResponderEliminarAbrazos
Luna, fantástico disfraz de Quijote. En efecto, has cambiado poco. Tus padres te preparaban para encarar los molinos de viento y los gigantes (enanos) con que nos asedia el mundo. Tienes al lado una caperucita un tanto peculiar.
ResponderEliminarAbrazos
Me pregunto qué estará mirando Esther. Y me encanta su poema, que es absolutamente sensorial. Quizá la infancia sea exactamente eso, una experiencia puramente sensorial. Por eso arropa o lastima tanto, sin el filtro de la razón para mitigar el impacto. Una colección de aromas, de eventos táctiles, de imágenes.
ResponderEliminarA Ana la metería en una olla y me la comería, directamente. Es altamente comestible.
Gio ya tiene pinta de querer sacarse el disfraz de encima. Ves la foto y está claro que tarde o temprano mandaba el disfraz a la mierda (perdón por el francés) y quemaba la Bastilla.
Y Luna ya está lista para batallar, sin necesidad de bigotes ni armaduras.
Y el adorable Búfalo cuida a sus topas, qué placer.
Gio que buen comentario. JAJAJA.
ResponderEliminarPero esta muy bonita la foto.
Luna vestida de Quijote. Esta genial.
Un abrazo a las dos.
Y demás topos
Mariel:
ResponderEliminarme gusta eso de cuidar a las tropas.
First, we take Manhattan...
... then we take Berlin ... we take care of the Buffalo and the Buffalo is our shield ...
ResponderEliminarLa barba picaba.
ResponderEliminarLuna, me imagino. Ya de chicos nos obligan a ser Quijotes. A algunos les lleva la vida librarse del mandato. Espero que tu DFW se lo haya quitado finalmente de encima y ya no lo persigan sus fantasmas. Por acá estoy con su Oblivion. El título viene al caso.
ResponderEliminarLuna:
ResponderEliminartú también picas ;)
El gran Pepe Maiques envía su fotografía y un comentario sobre su infancia. Es para mí un gran honor que se pase por aquí, y creo poder afirmar, sin exagerar, que quienes lo conocen saben que es un poeta las veinticuatro horas del día. Así sin más lo digo, y el búfalo Òscar, otra mirada siempre avizor, siempre poética, lo podrá confirmar.
ResponderEliminarAdemás, no has cambiado mucho, Pepe.
De tu texto me gusta, especialmente, la última oración: esa anticipación, esa expectativa.
Abrazos
En la mirada de Pepe veo provocación y desafío. Algo así como "conmigo no vas a poder". Claro, ya apoyaba sus pies sobre un salvavidas y enroscaba resueltamente sus brazos en una barra de metal, como buen trapecista en ciernes.
ResponderEliminarahí está, el muchacho pepe, tan como hoy, como la miga de pan, resistente a todos los cuchillos...
ResponderEliminarquerido amigo,
nos encontramos cuando ya era futuro y vamos salvando, juntos, las señales de obligación, como cualquier gamberro sin bigote...
besos, besos a todos,
òscar.
gracias, tío stalker, por invitarnos a encontrar la emoción, eres un barredor de fondos olvidados de donde saltan chispas de tiempo vivo... mariel, gracias también por tus palabras adivinatorias; quizá no somos sino resueltos trapecistas sorteando el abismo -salvándonoslasvidas- desde entonces; gracias òscarcete, mi atento robaperas siempre junto al canal.
ResponderEliminarabrazos y agradecimiento y calor,
pepito
gracias tío stalker, por invitarnos a entrar en la emoción, eres un barredor de fondos olvidado en donde saltan chispas de tiempo vivo; gracias, mariel, por tus palabras adivinatorias...quizá no somos sino resueltos trapecistas sorteando el abismo salvándonoslasvidas- desde siempre; òscarcete, mi atento robaperas siempre junto al canal.
ResponderEliminarbesos, abrazos, agradecimiento y calor
vuestro,
pepito
A mi lo que me hace gracia es la postura tan comoda de Pepe sobre el flotador. Y su mirada es bastante desafiante.
ResponderEliminar´
Pepe y Oscar sois de Valencia???
YO también.
Un abrazo cercano a todos.
perdón por la reiteración, he apretado -como suele ocurrirme a menudo en la vida- teclas equivocadas.
ResponderEliminarrespecto a los orígenes, lola, yo sí nací en valencia; òscar, en cambio, es del barrio del poble sec de barcelona; comparte procedencia con el poeta sisa, y con otros reconocidos rufianes de taberna.
pepe
Fantástica la entrada, Stalker (y compañía). Has creado un bonito laberinto de toboganes que desembocan en lo que cada uno de nosotros es.
ResponderEliminarQué entrada tan tierna.
ResponderEliminarEs muy hermoso contemplar estas fotos.
Un saludo,
Martha
Gracias a todos por participar en esta entrada. Me gusta especialmente que haya habido ausencias significativas y participaciones inesperadas: quiere decir que cada cual sitúa el centro de gravedad en lugares diferentes. Me encanta esa diversidad. Para mí, ésta es la entrada más importante de este blog, con diferencia.
ResponderEliminarSeguirá abierta aunque a partir de ahora habrá actualizaciones, con cierta lentitud debido al verano entorpecedor.
Abrazos
Uy ya llego tarde.
ResponderEliminarA ver si esta tarde puedo mandar ya la foto. No dejes para los demás que hagan las cosas por ti, porque entonces te quedarás sin hacerlas.
Este marido mio a ver si le doy prisas.
Un abrazo.
Es una entrada muy bonita.
hno aunqu no busque fotps hedisfrutado mucho de esta entrada! hay muchas miradas muchas almas y la necesidad de desnudarse, abandonarse alo pequeño a la esencia. te quiere adolfo
ResponderEliminarsublime.
ResponderEliminarUfff, si pudiera deciros algo
y ahí ya, está todo.
Un abrazo y besazo a todas y todos
Víktor
Lola, Adolfo, Victor:
ResponderEliminarun abrazo trino y uno para todos...
Cuando se regresa y se ve que todo ha cambiado. Creo que tengo esa sensación aquí anidada.
ResponderEliminarEspero poder comentar con más dedicación lo que me falta de esta entrada.
Nada ha cambiado, Portinari, esperamos tus palabras y, si te animas, también tu mirada de infancia.
ResponderEliminarsé re-bienvenida...
Agosto me empantana y espero no llegar muy tarde a esta entrada.
ResponderEliminarEs muy bonito todo lo que decís de la infancia. Yo recuerdo pocas cosas y la mayoría porque me las han contado:)
En esta foto tendría yo unos 3 ó 4 años... supongo, no recuerdo por qué motivo fue tomada aunque sí recuerdo el baby que llevo puesto y el colegio y la profesora de parvulario. Y me han contado que yo empecé un año antes el parvulario ya que mi hermana mayor y yo que nos llevamos 13 meses fuimos juntas a la guardaría hasta que a ella la pasaron a 1º de parvularioa y yo lloré tanto, tanto, pero tantooo que me cambiaron todo ese curso a 1º de parvulario, curso que al año siguiente tuve que repetir. la verdad sea dicha teníamos un poco de enchufe en ese cole ya que mi abuela era la cocinera desde hace mucho tiempo y era muy querida por las monjas. Y bueno también fue porque según mi madre mis berrinches eran *insoportables* vamos que debía tener unos pulmones de armas tomar ;)
Yo ahora lo pienso y me pregunto por qué lloraba tanto?, por qué me hacía notar tanto?, mi hermana por ejemplo era más calmada, no se notaba que estaba allí, en cambio yo tenía siempre que dar la nota y la más alta a ser posible jajaja
En fin lo que puedo decir es que ahora cuando estoy con los niños de amigos o con mis sobrinos y les dan berrinches pido internamente disculpas a mis padres por los dolores de cabeza que sin duda les hice sufrir.
Gracias a todos por las fotos, está claro que de niños somos todos unos angelitos luego viene la vida y nos estropea de mala manera ;p
http://img146.imageshack.us/img146/915/img0345l.jpg
Querida Ella:
ResponderEliminargracias por participar. Dan ganas de tirarte de los mofletes en la foto. Estás muy morena, además.
La vida nos estropea, es cierto. Por eso esta entrada tendrá una continuación en septiembre. El tema: el envejecimiento. Ya aviso que es una entrada abierta a la participación pero que exigirá un grado mayor de valentía.
Somos tan diferentes de aquellos niños, y sin embargo, tan parecidos... Inconcebible paradoja.
abrazos
Veo niños, sin más. Dice Fackel que ya asoman los ojos tristes, y es verdad, a mí siempre me lo han dicho y por eso no sabría decir cuando dejé atrás la infancia.
ResponderEliminarÒscar semeja divertido en la imagen. La he visto antes del nombre, y sin saber porqué ya sabía quién era. ¿Quién sino?
Y traerse al yo de antaño, cómo me suena eso Òscar. Yo invoco a todas mis yos, desde las antiguas, hasta todas las actuales. Les pregunto, a todas, y ellas, lo más gracioso, es que no saben muy bien qué contestarme si no es un gesto, o una sensación. Con eso me basta.
Mariel y el gran piano-sonrisa. Tu salvavidas de ser joven-cadáver. Esos libros de Neruda, la piedra y volver a las palabras de antaño. Siempre tenemos regresos.
Y Felipe, que no se acomoda si no es donde quiere acomodarse. Qué bien hace Felipe.
Me ha enternecido mcuho tu testimonio Mariel. Y con el Rex, poema incluido, me iría tomando vuestras palabras como tripulación.
Ana, de silencios está hecho el paraíso, o así me gusta idealizarlo en ocasiones. De la mano hasta la escuela. No hay imágenes para los momentos que fotografiaríamos. Pero ahí esta la gracia :)
Esther, eres bienvenida, no tienes que irte pronto. Tu poema me ha evocado muchas sensaciones, y me doy cuenta de que no sé aún cómo es mirar atrás, muy atrás a la cara del tiempo.
Gio, has conseguido decir basta y eso es suficiente :) yo creo que a veces me olvido de esas cinco letras.
Luna quijotizada. Como bien dice Mariel, no te hace falta ir disfrazada, ya estabas preparada para batallar ;)
Pepe, singular fotografía, ceño fruncido, piscina, y postura de niño, despreocupada pero fuerte, con un salvavidas en la base.
Ya sabías de lo que iba el juego.
Ella, tienes la mirada llena de luz, y una sonrisa infantil muy simpática. Tu anécdota me ha recordado cosas que yo no recuerdo, pero que me han contado, de mi infancia.
Repetir primero por estar con tu hermana, y tu abuela cocinera en un colegio de monjas... es un muy bonito recuerdo del que seguro guardas muchos olores:)
Ella: que guapa estas en la foto que morena. El babero me recuerda un poco aquella infancia a cuadros que todos hemos tenido. Me recuerda mi ropa yo también tenía pantalones a cuadros y vestidos a cuadros.
ResponderEliminarUn saludo.
De vez en cuando vuelvo aqui a ver si alguien a dejado nueva foto.
Querida Lola:
ResponderEliminar¡seguimos esperando la tuya!!!
Anímate...
abrazos