miércoles, 17 de septiembre de 2008

Descenso al fruto poético

El otro día pensaba en los poetas que me gustan y se me ocurrió hacer una lista para tratar de diganosticar mis taras y perplejidades. Quizá los poetas sean eso: espejos que nos ayudan a dar cuenta de nuestra perplejidad, de cierto asombro insonsable ante el mundo. No sé si compilar esta lista me perfilará un dibujo completo de lo que soy, o de lo que me falta, pero en cualquier caso me servirá para ver dónde estoy y comprobar el inmenso abismo de lo que aún me queda por conocer. Los nombres que a continuación ofreceré son los de los poetas que de verdad me han gustado, conmovido, que han tocado el tallo hondo del ser en alguna de sus manifestaciones (senti-mentales, anímicas, intelectuales). No es, por lo tanto, un canon de los grandes poetas del siglo XX, ni mucho menos (aunque en mi opinión todos estos nombres deberían estar en el censo heterogéneo de grandes autores, por su indudable calidad, aportación y originalidad); hay poetas inmensos, como por ejemplo Ezra Pound, cuya obra admiro pero que no han herido esa fibra íntima, no han cambiado o desplazado nada en mí. Ahí va la lista, compilada un poco al azar, sin jerarquía ni prelación alguna:

Fernando Pessoa, César Vallejo, Henri Michaux, Chantal Maillard, Santoka Taneda, Paul Celan, Blanca Varela, Idea Vilariño, Alejandra Pizarnik, Rafael Cadenas, Olga Orozco, René Char, Philippe Jaccottet, Antonio Gamoneda, Olvido García Valdés, Osip Mandelshtam, Anna Ajamatova, Marina Tsvetaieva, Wyslawa Szymborska, Gottfried Benn, Vladimir Holan, Eugenio Montale, Ungaretti, Adonis, Rainer Maria Rilke, Sharon Olds, e. e. cummings, Louis Glück, Jorie Graham, Anne Sexton, Forug Farrojzad, José Ángel Valente, Jorge Luis Borges, Roberto Juarroz, Manoel de Barros...

A ellos añadiré Emily Dickinson, a quien considero, en su espíritu, un poeta del siglo XX (en el mismo sentido en que Octavio Paz decía que Machado era un magnífico poeta del siglo XIX... pero a la inversa).

También a autores que, sin escribir poesía en su decantación explícita, han construido un discurso y un lenguaje terriblemente poético en sus obras: Djuna Barnes, Marlen Haushoffer, Unica Zürn, Agota Krystoff, Clarice Lispector... grandes escritoras todas ellas; también considero inmensos poetas a Robert Walser y al Hermann Broch de "La muerte de Virgilio".

Pues ya está hecha la lista. Y yo sigo igual que siempre.

18 comentarios:

  1. Aquí están incluidos algunos de mis favoritos, adoro a la Pizarnik y a Cummings por ejemplo. Creo que me enamoré de la pobre Alejandra tras leer esta frase:
    "Explicar con palabras de este mundo que partió de mí un barco llevándome"

    Será que me atraen los autores que navegan a la deriva extraviados, las almas gastadas, no sé..
    Excelente tu selección!

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  2. Pizarnik y Cummings, dos momentos y dos voces imprescindibles para comprender la poesía del siglo XX...

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  3. amigo stalker, me animaste a hacer la mía. no seguí tu ritmo, casi todos los poetas que citas para mí son unos no leídos pero qué lindo sería merendar con ellos y ellas...

    montañas, mar, árboles, pájaros (bueno, en mi caso el mar menos, quiero decir agua o ríos), lluvia, tormenta, octubre. y todos los mal llamados animales de granja, también las plantas y las piedras y cosas por el estilo. y aunque no caiga de igual modo, añadiré una bicicleta. y los caminos. etcétera y los etcéteras, tan anónimos...

    gracias por deleitarme, stalker, la madre que me parió, que ando en lo bobo y voy directo al sobresaliente. bueno.

    muás,
    òscar.

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  4. ¿Sobresaliente? Te pongo matrícula, hombre.

    Has citado a los verdaderos maestros: animales, plantas, rocas. Y ahora recuerdo que en tu programa Maillard decía que para qué la poesía si podía escuchar cantar a los pájaros. Por ahí va la cosa.

    Me quito el sombrero y te envío un gran abrazo.

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  5. Qué gran esfuerzo -abrumador, por otra parte, me creas complejo- por definirt tu propio canon de poetas o parapoetas de los que gustas y con los que, supongo, te enardeces. ¡Lo que le queda a uno por conocer todavía!

    Yo voy lento, y como tengo que escudriñar en otros siglos, ya ves, todavía me intereso por Góngora y por San Juan de la Cruz y por el Cantar de los Cantares de Salomón, pues tengo para rato hasta que llegue a toda tu lista. Y eso que todavía nos queda por descubrir mucha obra de los orientales o de los arábigos peninsulares...

    Se agradece tu esfuerzo, pero créeme, a mi las listas me ponen de los nervios (dicho buenamente, oye) Es como si me entrara cierto estrés por llegar donde no llego.

    ¿Y la poesía, mientras? Mi sistema es catarla lenta y apaciblemente. Leerla, releerla, recitarla en alta voz, dejarme conmover, recluirme en mi soledad para advertirla hondamente. Y es que en materia de verso se me atraganta antes de tiempo.

    Un abrazo, S.

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  6. ...Corrección: Quise decir que en materia de verso, si hay golotonería, se me atraganta antes de tiempo.

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  7. Sin duda, Fackel, las listas se atragantan, se me ocurrió hacer una de poetas, sentí el impulso y así lo hice: no lo haré con narradores, músicos o cineastas, desde luego. Es más bien el impulso de ver qué me falta o dónde estoy.

    Me he quedado con el siglo XX por acotar; en realidad algunos de mis poetas favoritos son muy anteriores; me tendría que remontar al Tao te King, al Guilgamesh, al maestro chino de los cinco sauces, etc, etc. En nuestra tradición, San Juan de la Cruz, por supuesto, y tantos otros...

    Por otra parte, no te asustes: no devoro los versos como si fueran comida rápida. También los degusto, releo, dejo macerar... de hecho, creo que un buen libro de poemas no se acaba de leer nunca.

    Me alegra, Fackel, que me pongas las banderillas de vez en cuando. Yo tampoco pierdo ocasión, ya sabes.

    Un abrazo, hermano

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  8. Por cierto, Condesa y Fackel, os convido a elaborar vuestro cuestionario Proust unas entradas más abajo. Abrazos

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  9. Stalker, tienes buen gusto. En esa lista que te atreves a ofrecernos no hay ningún nombre que deteste, si acaso Ungaretti (que me deja frío como un témpano). Incluso hay dos autores que no he leído, podrías colgar alguna cosilla de ellos.

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  10. Dime cuáles son, Raúl, y pondré algo de ellos si tengo los libros a mano.

    Salud

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  11. Sólo el sonido permanece

    ¿Por qué debería pararme? ¿Por qué?
    Los pájaros se han ido en busca
    de la dirección azul.
    El horizonte es vertical, vertical,
    una fuente alzándose;
    y en los límites de la visión
    los planetas brillando tejen
    la elevación de la tierra, repitiéndose,
    y los respiraderos
    se vuelven túneles conectados;
    y el día es una inmensidad,
    que no abarcan las estrechas mentes
    de los gusanos de la prensa.

    ¿Porqué debería parar?
    La carretera atraviesa los capilares vitales,
    la calidad del entorno
    en el seno del útero lunar
    matará las células corruptas.
    Y en el espacio químico tras el amanecer
    solo hay sonido,
    Sonido que atraerá las partículas del tiempo.
    ¿Por qué debería pararme?

    Qué puede ser un pantano.
    Qué puede ser un pantano sino un nidal
    de insectos corruptos.
    Los cuerpos hinchados garabatean reflexiones
    de tanatorio,
    el afeminado oculta
    sus carencias en lo oscuro
    y el bicho… ah,
    cuando habla el bicho
    ¿por qué debería callarme?
    El esfuerzo de los tipos móviles es vano,
    no salvará la reflexión humilde.
    Soy descendiente de la arboleda
    Respirar aire viciado me deprime.
    Un pájaro moribundo me aconsejó
    confiar el vuelo a la memoria.
    El último grado de la energía es la unión,
    lazada al brillante principio del sol
    derramando la comprensión de la luz.
    Es natural que los molinos se derrumben.

    ¿Por qué debería pararme?
    Aprieto en mi pecho
    verdes gavillas de trigo
    y las amamanto.

    Sonido, sonido, sólo sonido,
    El sonido de los deseos limpios
    Del agua fluyendo,
    El sonido de la luz caída de una estrella
    Sobre la vulva de la tierra
    El sonido del vínculo del esperma del significado
    con la expansión de la mente compartida en el amor.
    Sonido, sonido, sonido,
    sólo el sonido permanece.

    En tierras de enanos
    La unidad de medida
    anda siempre en la órbita del cero.
    ¿por qué debería parar?
    Obedezco a los cuatro elementos:
    y el trabajo de gobernar mi casa
    no es asunto
    del gobierno local de los cegados

    ¿Qué me importa el largo gemido
    del sexo de los animales?
    ¿Qué me importa el rastrero caminar de los gusanos
    en este vacío carnal?
    Los sangrantes ancestros de las flores
    Me han confiado su vida.
    ¿Has oído hablar de los sangrantes
    ancestros de las flores?

    La muñeca mecánica

    Más que esto, oh, sí
    más que esto se pude callar

    Largo se puede mirar con una mirada muerta
    el humo de un cigarro,
    la forma de una taza,
    la pálida flor de los diseños de una alfombra,
    una línea imaginaria en la pared
    Se puede con los dedos secos
    correr las cortinas hacia un lado y ver
    a una pesada lluvia caer sobre la calle,
    a un niño parado en una puerta con sus volantínes multicolores,
    a una carreta marcharse de la plaza vacía con un ruidoso apuro

    Se puede estar ahí
    con las cortinas corridas, pero,
    como sordo y ciego

    Se puede gritar
    con una voz falsa y desconocida: Yo amo
    Se puede ser una hermosa y sana hembra
    con un cuerpo de piel estirada y lozanos senos,
    bajo el abrazo dominante de un macho
    En la cama, se pude ensuciar la virtud del amor con un borracho
    un loco o un vagabundo
    Se puede con astucia despreciar todos los misteriosos enigmas
    o solamente descifrar un puzzle y alegrarse del descubrimiento
    de una respuesta tonta,
    una respuesta sin sentido
    sí, como de cinco o seis letras

    Durante toda una vida
    se puede yacer de rrodillas,
    con cabeza gacha, al lado de un frío sarcófago
    para poder ver a Dios en la tumba de un desconocido
    Se puede uno convertir
    en creyente por la culpa de una moneda sin valor
    o podrirse en la abside como un viejo predicador

    Se puede de tal manera como
    un cero en la substracción, suma y multiplicación
    alcanzar el mismo resultado
    Se puede sentir tu ojo
    en su capullo de ira,
    cómo un pálido botón en un viejo zapato
    Se puede uno secar
    como el agua en su charco

    La verguenza puede guardar un momento de belleza
    como una obscura foto tomada a la rápida
    guardada en el fondo de un baúl
    o como colgar el retrato de un ajusticiado, vencido o crucificado
    en el marco vacío del día
    Se puede cubrir los hoyos de las paredes con máscaras
    o unirse más aún con imágenes sin sentido

    Como muñecas mecánicas se puede ver el mundo
    con ojos de porcelana
    y dormir año tras año, en una caja de terciopelo entre palletas y tul
    con el cuerpo relleno de paja
    Se puede a cada escandalosa caricia
    Sin ninguna razón gritar:
    Oh, Que feliz soy!

    Forugh Farrokzhad

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  12. Bernardo es casi árbol.
    Su silencio es tan alto que los pájaros lo oyen de lejos.
    Y vienen a posar a su hombro.
    Su ojo renueva las tardes.
    Guarda en un baúl viejo sus instrumentos de
    trabajo:
    1 abridor de amaneceres
    1 clavo que farfulla
    1 encogedor de ríos -y
    1 estirador de horizontes
    (Bernardo consigue estirar el horizonte usando tres
    hilos de tela de araña. La cosa se pone bien
    estirada.)
    Bernardo desregula la naturaleza:
    su ojo aumenta el poniente.
    (¿Puede un hombre enriquecer la naturaleza con su incompletud?)

    Manoel de Barros

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  13. Más que recomendables, también, Raúl, las y los "novelistas" que cito en el último párrafo. En su haber tienen libros asombrosos que no debe perderse un buscador de perlas como tú.

    Saludos

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  14. muy buenos los dos poemas, sobre todo el iraní. ¿sabes si tiene alguna traducción encontrable?

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  15. Yo tengo una edición de "Noche en Teherán", de la gran poeta Forug, que por cierto también era cineasta. Te recomiendo el clásico suyo, "La casa es negra", un documental poético filmado en una leprosería. De las cosas más bellas y estremecedoras que puedan verse. En la mulita lo encontrarás.

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  16. Me encanta tu recién descubierto blog, que hallé precisamente buscando algo de Chantal Maillard a quien tuve la suerte de conocer en un blog que ya no existe (como detesto la extinción de los astros) que se llamaba la lentitud de los gramófonos. Espero que a tí te quede cuerda para rato, porque ya me estoy acomodando con gusto en tu salita de estar.

    Coincido con todos los de tu lista de poetas, agregaría a Martín Adán.

    ESCRITO A CIEGAS
    ¿Quieres tú saber de mi vida?
    Yo sólo sé de mi paso,
    De mi peso,
    De mi tristeza y de mi zapato.
    ¿Por qué preguntas quién soy,
    Adónde voy?... Porque sabes harto
    Lo del Poeta, el duro
    Y sensible volumen de ser mi humano,
    Que es un cuerpo y vocación,
    Sin embargo.

    Si nací, lo recuerda el Año
    Aquel de quien no me acuerdo,
    Porque vivo, porque me mato.

    Mi Angel no el de la Guarda.
    Mi Angel es del Hartazgo y Retazo,
    Que me lleva sin término,
    Tropezando, siempre tropezando,
    En esta sombra deslumbrante
    Que es la Vida, y su engaño y su encanto.

    Cuando lo sepas todo...
    Cuando sepas no preguntar...
    Sino roerte la uña de mortal,
    Entonces te diré mi vida,
    Que no es más que una palabra más...
    La toda tuya vida es como cada ola:
    Saber matar,
    Saber morir,
    Y no saber retener su caudal,
    Y no saber discurrir y volver a su principio,
    Y no saber contenerse en su afán...

    Si quieres saber de mi vida,
    Vete a mirar al Mar.
    ¿Por qué me la pides, Literata?
    ¿Ignoras acaso que en el Mundo,
    Todo de nadas acumuladas,
    De desengrandar infinitudes,
    No sino un trasgo
    Eterno, sombra apenas de apetito de algo?

    La cosa real, si la pretendes,
    No es aprehenderla sino imaginaria,
    Lo real no se le coge: se le sigue,
    para eso son el sueño y la palabra.
    ¡Cuídate de su atajo!
    ¡Cuídate de su distancia!
    ¡Cuídate de su despeñadero!
    ¡Cuídate de su cabaña!

    ¿Quién soy? Soy mi qué,
    inefable e innumerable
    Figura y alma de la ira.
    No, eso fue al fin... y era al principio,
    Antes de donde el principio principia.
    Soy un cuerpo de espíritu de furia
    Asentada y de aceda ironía.

    No no soy el que busca
    El poema, ni siquiera la vida...
    pon un animal acosado por su ser
    Que es una verdad y una mentira.

    ¡Es tan simple mi ser, y tal ahogo,
    Con punzada en nervio y carne!...
    Yo buscaba otro ser,
    Y ése ha sido mi buscarme.
    Yo no quería ni quiero ya ser yo,
    Sino otro que se salvara o que se salve,
    No el del Instinto, que se pierde,
    Ni el del Entendimiento, que se retrae.

    Mi día es otro día,
    Algún no sé dónde estarme,
    A dónde no sé ir en mi selva
    Entre mis reptiles y mis árboles,
    Libros y cementos
    Y estrellas de neón.
    Mujeres que se me juntan como la pared y como nadie...
    o como madre,
    Y el recién nacido que sobre mí llora,
    Y por la calle
    Todas las ruedas
    Reales y originales.
    Así es mi día cabal,
    Hasta la última tarde.


    El Otro, el Prójimo, es un fantasma.
    ¿Existe el aire,
    Donde te asfixias y recreas
    Respirando, tu cuerpo inane?
    ¡No, nada es sino la sorpresa
    Eterna de tu mismo reencontrarte
    Siempre tú los mismos entre los mismos muros
    De las distancias y de las calles!
    ¡Y de los cielos estos techos
    Que nunca me ultiman porque nunca caen!

    Y no alcancé al furor de lo divino,
    Ni a la simpatía de lo humano.
    Lo soy y no lo siento ni así me siento.
    Soy en el Día el Solitario
    Y el absoluto en la Zoología si pienso,
    O como carnívoro feroz si agarro.
    ¿Soy la Creatura o el Creador?
    ¿Soy la Materia o el Milagro?
    ¡Qué mía y qué ajena tu pregunta!...
    ¡Quién soy? ¿Lo sé yo acaso?
    ¡Pero no, el Otro no es!
    ¡Sólo yo en mi terror o en mi orgasmo!

    ¡Y con todos mis sueños resoñados,
    Y con toda la moneda recogida,
    Y con todo mi cuerpo, resurrecto
    Tras cada coito, ciego, vano, sin pupila!...

    ¡Cuando no seas nada más que ser,
    Si llegas a la edad de la agonía!...
    ¡Cuando sepas, verdaderamente,
    Que es ayuntamiento de muerte y vida! ...
    ¡Entonces te diré quién soy,
    Seguro sí, que ya sin voz, Amiga!

    Que se curan con hierbas eficaces
    Los puros animales que te hablan
    Allá, entre piedras inmateriales
    El mundo real y la ciencia humana,
    Donde, con una pelota
    Los muchachos aparentes hediondos gozaban.
    Sí, la vida es un delirio así, y sin embargo,
    En esa vida no estuvo mi nada,
    Ninguna, pero real, pero celeste o volcánica.
    ¡Qué tarde llega el Tiempo
    A su punto de olvido o de sensibilidad!
    Viene arrastrando, como el aluvión,
    De cúmulo, de suelo, de humanidad.

    ¡Cuán a destiempo llega uno a sí mismo!
    ¡Cuán inesperado y desesperado cualquier ya,
    Todo yo que cae con el Tiempo
    Desde nunca siempre y para siempre jamás!
    ¡Qué madrugada eterna no dormida
    Lo del resolverme en el hacer y en el pensar!

    La Soledad es una roca dura
    Contra la que arroja el Aire.
    Está en cada pared de la Ciudad,
    Cómplice, disimulándose.
    Me arrojo o me arrojo, sin cesar
    Yo soy mi impedimento y mi crearme.

    La Poesía es, amiga,
    Inagotable, incorregible, ínsita.
    Es el río infinito
    Todo de sangre,
    Todo de meandro, todo de ruina y arrastre de vívido...
    ¿Qué es la Palabra
    Sino vario y vano grito?
    ¿Qué es la imagen de la Poética
    Sino un veloz leño bajo un gato írrito?
    Todo es aluvión. Si no lo fuera,
    Nada sería lo real, lo mismo.

    El Amor no sabía
    Sino tragarse su substancia
    Y así la Creación se renovaba.
    Todo me era de ayer, pero yo vivo;
    Y a veces creo, y la Vez me amamanta.

    No soy ninguno que sabe.
    Soy el uno que ya no cree
    Ni en el hombre,
    Ni en la mujer,
    Ni en la casa de un solo piso,
    Ni en el panqueque con miel.
    No soy más que una palabra
    Volada de la sien,
    Y que procura compadecerse
    Y anidar en algún alto tal vez
    De la primavera lóbrega
    Del Ser
    No me preguntes más,
    Que ya no sé...

    Supe que no era lo que no era, no sé cómo, y todo era
    Hasta la cosa de mi nada.
    Y fui uno no sé cuándo,
    Persiguiendo, por entre numen y maraña
    Dentro de ella, yo, nacido y flaco, ya con todas las armas,
    Yo por todo paso que me hacía,
    A ello persiguiendo... a la palabra
    A cualquiera,
    A la de la madriguera o a la que salta.

    Si mi vida no es esto
    ¿Qué será la vida?... ¿Adivinanza?...
    Que me dé tiempo el Tiempo, a más del.suyo,
    Y yo me reharé mi eternidad;
    Lo que me falta,
    Porque la eché... me estuvo un momento demás.

    ¿Sabes de los puertos encallados,
    Del furor y del desembarcar,
    Y del cetáceo con mojadísimo uniforme,
    Que no nada y cae ya?
    ¿Sabes de la ciudad tanta,
    Que me parece ciudad,
    Sino cadáver disgregado,
    Innumerable e infinitesimal?

    Tú no sabes nada;
    Tú no sabes sino preguntar,
    Tú no sabes sino sabiduría
    Pero sabiduría no es estar
    Sin noción de nada, sino proseguir o seguir
    A pie hacia el ya.

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  17. Gracias, Anónimo, por ese maravilloso poema y por tus ánimos.

    Chantal Maillard, como Barbara, serán presencias constantes en el blog. De la primera estoy recopilando opiniones de sus lectores para confeccionar una entrada. Por supuesto, estás invitado a participar, si te apetece (una línea, un parrafito, lo que gustes).

    ¡Abrazos!

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