jueves, 15 de diciembre de 2011

Paisaje, felicidad

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Este paisaje de Hasegawa Tohaku (pinchar en la imagen para ampliarlo) me fascina porque se parece a los paisajes de mis sueños: esa misma evanescencia, el delicado equilibrio entre perfiles apenas insinuados y la vacuidad nutricia, el hueco que alimenta secretamente las formas.

En paisajes oníricos semejantes he deambulado, buscando siempre. Son sueños de stalker: el stalker siempre se interna, siempre busca algo; topógrafo, rastreador, en bosques reales u oníricos, en paisajes literarios, pictóricos o "reales": palpar la red de senderos no visibles, no para encontrar el centro, sino para hacer de cada ser, de cada encuentro, de cada íntima nervadura sensible, una po(e)sible periferia.

El stalker busca animales, ritmos, extrañas conjunciones entre lo vegetal del "espíritu" y lo animal de la palabra.

En un paisaje similar al de esta imagen, dibujé los árboles con la punta de los dedos: una mano escribía, trazaba; la otra corregía, borraba. La realidad era escritura que brotaba de dedos ateridos, que en el frío palpaban la fragilidad de los seres y las cosas.

En un paisaje similar intenté hacer levitar piedras hasta que finalmente lo conseguí: el truco consistía en apaciguar la propia energía vital (ki, diría la sabiduría china) y proyectarla no "contra" la gravedad de la piedra, sino, paradójicamente, a favor de la gravedad de la piedra: la suma de esas dos gravedades, el peso de un "alma" o percepción humana, y el peso de la piedra, la hacía ascender. Esta operación puede considerarse análoga a la que ocurre en el poema: ejercicio de levitación, pequeño satori o despertar. (Todo consiste en despertar, dentro de uno, el agua más lenta.)

En un paisaje similar he conducido a animales enfermos a un refugio. He buscado canciones para curarlos. No hace falta decir que éste es mi sueño favorito, aquel al que siempre querría regresar. Los animales siempre sanan, y las canciones, en lenguas extrañas que en el sueño domino perfectamente, a veces se mastican y llenan la lengua de colores (colores que tienen sabores imposibles, delicados, intraducibles a la experiencia de la vigilia).

Los animales siempre sanan. Los animales siempre acaban dormidos y calentitos.

Un paisaje así es la posibilidad de un mundo, un mundo de posibilidades. Las fronteras no están trazadas, hay mucho hueco que habitar. En cada rama apenas bosquejada, apenas emancipada del silencio, uno podría colgar un ritmo, un anhelo, una palabra, y siempre habrá un animal que podrá saciarse con ese fruto, con esa lentitud.

experiencia, al fin, de lo intraducible: límite de la quietud

apertura

felicidad

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25 comentarios:

  1. "En un paisaje similar he conducido a animales enfermos a un refugio. He buscado canciones para curarlos".

    Canciones para curar animales, conjuros para sanar el alma y el cuerpo. Me estremezco.

    A veces cuando te leo, comprendo -conmovido- que soy un hombre de fe.

    un abrazo fuerte

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  2. Enlazando con ahab, me reflejo en lo que escribes como un ente sin fe, ajeno a la confianza de esa confluencia del bruto y la planta. Me reflejo, en ocasiones, deformado y en esa deformación, en otros momentos, me reconozco.

    Quizás soy un desalmado y, por eso, me violenta lo po(e)sible.

    Huye de mi ese borrado de la niebla que no violenta las cosas, tocándolas, magreándolas con la humedad de la mañana. En la imagen, parece que el conflicto entre el color y el dibujo, se evapora sin negar uno ni otro, sin subordinar la masa tonal al trazo o velando a éste.

    ¿Lejos de mí el asunto porque soy un hombre sin fe?

    Realmente no sé qué es eso de la fe.

    Salud al staler!!

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  3. Esto cada vez se parece más a los best-sellers de Paulo Coelho, o al de aquel Tercer Ojo de Lobsang Rampa, pseudobudismo,pseudozen,pseudoespiri-tualidad,
    pseudoautoayuda que vende bien en los micrófonos y en los escaparates

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  4. Pues tiene que ver con la fe, me parece a mí; como todas las cosas importantes de la vida, por otro lado.

    Ya no diré bonito, ni diré hermoso, que siempre me recuerda a Marte y trece. Diré justo, y sé que ahí me entiendes. Un abrazo.

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  5. Enmudezco y me torno hoja en ese bosque. El otoño me dará voz en mi caída. Ese rumor tratará de hablar al alma que fabula semejantes sueños....Abrazo(el abrazo también habla el lenguaje de las hojas secas)

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  6. Es increíble todo lo que podes encontrar en una imagen tan llena de bruma, aunque sí, tan bella. Estás viendo con un ojo precioso...y yo te envidio.

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  7. una esencia de mutación perdurable se ha apoderado de los objetos

    prolongar el intervalo, despacio para no desfragilizar el ala que nace del paisaje, en el tejido de los sueños por ejemplo suele hilarse lo esencial dentro de un tiempo interior, en muchos de ellos me acompañan animales, extraño, pues en mi vida no suelo tener contacto con ellos, no tengo la alternativa a sentirme sanado por su pureza. Envidio tu telar de paisajes stalker manifiestas ex-centricidad motora donde hasta diluyes una piedra tal vez, por ese no estar del todo, esos paisajes no tienen el cautiverio de las sombras, se inmortalizan en la raigambre del caudal, en el signo de la vida interior quizás. No deberíamos ser ingenuos y ahogarnos en lo insólito sin pestañear siquiera pero no por esa falsa creencia del pragmático que cree que la realidad se ausenta cada vez que pestañea y es un consumado buitre al reducir lo insólito a un fenómeno poético. La po(e)sible periferia está encaramada por ejemplo estos días en mis costas gallegas hasta los bosques escaladores de atalayas, las islas resguardan como dientes en la entrada de las rías. Aquí en A Coruña llegan olas de doce metros que se sumergen en la oscuridad de mi ropero

    hilos

    pinceles

    esto se parece cada vez más al sueño de un pájaro, me dejaré llevar sobre el lienzo

    un abrazo enorme Stalker

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  8. Ahab:

    no sé si es cuestión de fe, palabra inevitablemente lastrada... pero para curar a los animales, aunque sea en sueños, sí que hay que creer en ello: vuelco de la voluntad en la tarea. Entonces funciona...

    A esa voluntad, incluso a esa empatía o compasión, podemos llamarla fe, siempre y cuando la desarraiguemos de los constructos judeocristianos,

    un abrazo!

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  9. L:

    al fin y al cabo se trata de sueños que he tenido realmente: a la subjetividad propia de cada uno se añade, aquí, la "distorsión" (o enriquecimiento; desplazamiento en todo caso) propia del mundo onírico. Yo tampoco entiendo lo que es la fe: entiendo la cercanía, el con-tacto. Aspiro a descubrir, entre las fisuras, la ternura de las cosas que tú tan bien conoces. Tal vez eso no sería fe sino un diluido panteísmo ensimismado, impronunciable, onírico.

    Por mi parte, esa realidad bosquejada, insinuada, apenas emergida de la niebla, no me parece un velo; vuelve traslúcidas las formas sensibles, pero no las vela; en cierto modo las acoge y las produce en un paradójico movimiento de apertura y recogimiento de la mente (la mente del paisaje, que es también la mente del soñador, su precariedad, su hilo roto)

    Quizá no fe, entonces, sino el encuentro de dos modalidades de ternura, inexpresable conjunción de ritmos que desjerarquizan la mirada antes sumisa. Porosidad, penetración. Lo real como posibilidad de escritura en la que nos proyectamos y nos borramos: amable lienzo que nos ofrece la posible difuminación de nuestros contornos, la abolición de todo perfil sentimental en búsqueda de una anamnesis que sea, también, construcción de este instante, ahora, sin el lastre de la proyección y el recuerdo.

    Palabras vanas, éstas: en realidad de lo que hablo es muy sencillo. Muy parecido al niño que juega con la arena.

    un abrazo

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  10. Eastriver:

    entiendo bien, claro, y agradezco tu atenta presencia,

    un abrazo para ti

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  11. Verónica:

    Vera Eikon enmudecida, metamorfoseada en hoja caída y ternura respirable,

    me gusta mucho esto: "El otoño me dará voz en mi caída". Nos enseñaron que la caída sustrae, que es una pérdida, pero no nos mostraron la voz que puede ganarse en ella, la adherencia de saberes diminutos que procura el vértigo. Al caer, el cuerpo se hace voz y anticipa el regazo, lo invoca, lo proyecta, lo segrega de su propia gravedad; y en el regazo se cierra el círculo y podemos pronunciar nuestra precariedad, el hambre o la intemperie, pero también el recogimiento, el pequeño gesto compasivo y las hojas secas, la vida lenta que bulle bajo la hojarasca y que nos enseña la carencia y el despertar,

    preciosas palabras, Verónica,

    un abrazo

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  12. Joven llamado Cuervo:

    en realidad la imagen sólo es una excusa para hablar de ciertos sueños cuyo entorno tiene cierto parecido con ella: éstos son los bosques donde sueño, es la bruma que me desampara ahí, en la que me encuentro,

    el ojo se alimenta de esa bruma; lentamente, aprende a pronunciarla y descubre formas en sus arabescos, en su dulzura, en su humedad,

    un abrazo

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  13. C C Rider:

    imagino que todo es cuestión de ritmo: si ralentizamos nuestro ritmo interior y lo sintonizamos al de un paisaje, podremos habitarlo

    de-morar (el ejercicio de la lentitud) es construir la morada

    la lentitud y la fragilidad, el don de la fragilidad que otorgamos a otros, es la vida, quizá la única definición de vida que puede asediar los bastiones amurallados de las Grandes Verdades Heredadas

    ignoro cuál es el símbolo de la vida interior, ni si el caudal tiene raíz; sospecho que el caudal tiene hambre, y que el signo no visible de la interioridad es una carencia, una llama tenue que pronuncia el "casi", el "aún", lo que adverbialmente devenimos, lo que nos ha sido sustraído, la huella extirpada, el devenir mismo...

    la po(e)sible periferia es el arte de la trashumancia: nomadizar verdades eternas, desmontar la viguería que sostiene la arquitectura mental, des-arraigarnos. Para buscar un po(e) sible arraigo en la impermanencia, una vez destruido el fuego fatuo de la verdad convencional

    un caudal, entonces, brota imparable; el pulso se hace géiser y aprendemos la desnudez de quien pronuncia estrellas en un cielo ahora legible, ahora sustraído a la posibilidad de la revelación

    la carencia despierta un aroma de ternura

    nos reconocemos en signos calcinados

    un abrazo

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  14. Pongo una nueva impronta. Y por ello pido disculpas. Es por aclarar que cuando digo fe no estoy hablando de religión tal y como entendemos por lo común la palabra. Mi fe, por llamar a eso de algún modo, está continuamente sometida al análisis crítico de mi conciencia. Es una fe muy racional y sin dioses. Observada. Descubro en tu escritura mi condicion de hombre de fe en un sentido profundo que me quiebra gozosamente. Creo que la fe deja de serlo en cuanto se cuestiona con cierta profundidad. La fe, o lo llamado as, se me antoja parte de la naturaleza de todo lo vivo.
    Otro abrazo

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  15. Ahab:

    no hace falta disculparse! En realidad he entendido tu idea de fe desde el principio, y la comparto. Tan sólo he dudado de la idoneidad de la palabra, qué fácilmente se puede confundir...

    Fíjate lo curiosa que es esa palabra, fe, su casi infinita capacidad de adherencia, que buena parte de los comentarios se han referido a ella por el mero hecho de que la nombraras. El lastre, y el universo connotativo de algunos conceptos, es inconmensurable.

    Como sabes, a mí también me quiebran gozosamente nuestras conversaciones. A ese calor adhiero mi "fe"...

    un abrazo

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  16. Creo que no me ha cogido el mensaje. Decía que gracias Stalker por dejarme entrar en tu sueño, en ese bosque de árboles, en esa nebulosa, en tu corazón como si fuera el corazón de una paloma, cálido.

    Un abrazo grande

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  17. Es cierto, es una imágen preciosa, sútil, que alienta el misterio a través de lo que insinua.

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  18. soy animal herido en tu regazo y mi espíritu vegetal gime sin voz y sin palabras para alcanzar el refugio de tu sueño

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  19. suponer

    en cambio el campo de lo imprevisible


    un abrazo stalker

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  20. yo suelo tener sueños llenos de laberintos, paisajes, casas, cuerpos, donde se producen hechos complejísimos, también sueño mucho con cosas y personas de mi vida de niña y adolescente, muy a menudo en esos sueños soy la pequeña que corría y corría, para escapar y esconderme, me adentro en las periferias, salto acequias, charcos, zanjas, en cada salto permanezco en el aire un rato, porque ese momento se ralentiza y es como si volara…en mis sueños también aparecen animales que vienen a curarme, porque suelo tener muchas heridas por todos lados, se pegan a mi cuerpo con su hocico caliente y su pelo suave, y me lamen, y ponen encima sus patas para abrazarme…

    alguna vez apareceré por tu sueño para que me ofrezcas la evanescencia y la calma de ese mundo onírico, así que si me ves llegar medio loca y respirando fuerte y entrecortadamente, no te asustes, es que vengo de estas corridas tan largas y agotadoras.

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  21. Querida ave zancuda:

    es muy tierno lo que dices, y lo agradezco de corazón,

    un abrazo

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  22. Beatriz:

    lo es, esa sutileza que destila la pintura o el dibujo chino y japonés y que nos abre los ojos y los poros...

    un saludo

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  23. Anamaría:

    siempre habrá canciones para los animales heridos, para tú-animal herido: siempre habrá un sueño para acoger lo que duele, lo que en la carencia nos pronuncia...

    un abrazos muy muy fuerte

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  24. c c Rider:

    suponer lo imprevisible,

    y ahí, crecer, imprevisiblemente crecer...

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  25. Say:

    me despierta tanta ternura la ferocidad y las carreras de tus sueños; ternura no por las heridas ni el ajetreo, sino por la intensa vida que manifiestas en todos los niveles; ternura también, cómo no, por esos animales bondadosos que te cuidan...

    si apareces por mis sueños, magullada, herida, cubierta de barro, habrá canciones para curarte y un cobertizo hecho de hojas, y mucho tiempo y un inmenso cielo estrellado, y lenguas harapientas, lenguas de la sal antigua, lenguas de la carencia

    todo lo que apacigua y calienta los dedos ateridos que luego servirán para dibujar el mundo

    abrazo fuerte

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