granos de arena del desierto y ortigas y granos de mijo y gotas de lluvia y dos lágrimas y la palabra azul y un deseo y finalmente el canto del gallo al atardecer. Y un abrazo para el cuenco que ya no está vacío.
Stalker, es que creo que ya no tenemos “bosques” como el de kawase, ni seres libres, despojados y desinteresados como Shigeki o Machiko.
Stalkers aún quedan. Uno de ellos nos ofrece un conjuro contra el miedo. Y un cuenco para beber. Y sabemos que ahí lo tenemos para calmar nuestra sed. El agua.
Nos perdernos en tantas palabras… amistad, amor, entrega, pobreza, libertad, justicia, nombradas virtualmente y sin realidad.
En Stalker hay un factor desinteresado del arte (poco de eso hay en la realidad de ahora), pero cuando se encuentra, ocurre un suceso, entra en el alma y cautiva como una sugestión cicatrizante, el arte como motivo natural...
Los despojados, los parias de la sociedad, los que no tienen poder, los errantes, los desorientados, los que viven en “zonas” apartadas de las luchas competitivas, los que no buscan contactos para sus intereses, los degenerados, los descastados, las bestias sin catalogación…quizás encuentren el bosque para adentrarse y compartir bocados de la sandía madura.
es cierto que Stalkers aún quedan. Son pocos y están en vías de extinción. Cada día están más escondidos...
hay tantas cosas por sanar y corregir que es imposible hacer reformas. Hay que derribarlo todo, reconstruirlo todo. O quizá no reconstruir: dejar crecer, dejar que otro mundo, otra respiración, otro ritmo sea posible.
En un mundo intesamente cartografiado, coreografiado hasta el mínimo gesto, en un cuerpo expoliado por tecnócratas, funcionarios, médicos, maestros, no parece que queden márgenes donde sembrar esa vida otra, o al menos sugerirla, proponerla: tratar de inventarla, entre todos. La biopolítica, la intervención masiva en los pliegues más recónditos de nuestro ser, parece ser el estigma simultáneamente visible e invisible de nuestro tiempo, y ahí toda emoción ha sido pactada, todo impulso construido, todo temblor obedece a un plan que ha cegado todos los cauces espontáneos.
Ahí la metáfora del Stalker se hace necesaria. O tal vez no. Al acabar la película el personaje queda como un loco y su apostolado es interpretado como una insurrección reaccionaria contra los poderes circundantes, un ansia de fe o reunión, una invocación a realidades trascendentes a través de un órgano supuestamente atrofiado en los demás. Mi lectura es desplazada en ese sentido por una fuerza inmanente: el cuerpo que entra en el bosque y se dice ahí, y ahí cifra su promesa o su lengua: en corteza madre, sin raíz
no estaría mal que todos intentáramos ser sandía madura para un desconocido, y no sólo para los que nos quieren,
un día iremos a los bosques navarros donde pastas. Me tumbare en el suelo a que me coman las hormigas y de seguro temblare. Como temblé con la entrada anterior. Me ofrecerás unas raíces, que tu sabes encontrar, nos purgaremos. Aun estoy verde, quizás lo esté siempre. Me agacho y tumbo en marienbad. eres un bicho, uno de esos que ves con una rama enorme a la espalda, con un palo desorbitado, 3 veces su tamaño. y espero que algún día seas un bichito portando una secuoya a cuestas, un atlas de la entomología.
de esa película recuerdo especialmente cuando Dersu dice que todo es "gente": los árboles, las piedras, el viento. Todo es gente, y sin conocer la palabra "panteísmo", Dersu nos acerca a los espíritus que nutren la tierra: voz de tundra, calor y ahí.
El conjuro funciona, y es infalible si la sandía está bien madura y se come con los pies descalzos, en contacto con la "gente" que hay en el suelo. Conjurar y dejarse conjurar, caer al suelo: no otra cosa es el arraigo,
tu callarte es sabio, y savia es lo que fluirá dentro de ti cuando te tumbes en aquellas umbrías increíbles y dejes que te coman las hormigas. Te aviso que hay que estar preparado para pasar un poco de calor y que es una dura prueba física el recorrido que te voy a proponer: más de treinta kilómetros de marcha con desniveles de hasta 1500 metros, es decir: cuestas y pendientes terribles, paisajes casi no tocados aún por la mano depredadora del hombre, bosques sin nombre. No se trata de un paseo, sino de estar en la montaña de verdad.
Las fotos de la entrada "El muro" están tomadas ahí, como bien sabes.
Tú también serás un atlas de entomología, pronto...
Tomo nota del conjuro, nota visual, tactil y olfativa. Rilke decía en una carta (o tal vez también en uno de sus réquiems) que necesitamos más rituales, rituales secretos que rompan con el ritmo automatizado que se nos impone. Algo que sea más que un contrapunto a eso. Un hueco para la mirada y el gesto, un "estar-ahi" -como dices- diferente... a veces uno los encuentra, me alegra ver que aquí tienes uno.
rituales secretos, liturgia privada, encontrar el tiempo, dar el tiempo, hallar el gesto, la hendidura, el tiempo, palpar lo real con manos pequeñas: todo ese "ahí" que desborda toda categoría de conocimiento y sólo podemos acercar con palabras quizá astilladas, en el quiebro del decir, en una mirada compasiva. Gestos que restauran y crean otro tiempo, habitable, mullido, dentro de la sucesión vertiginosa y programada de nuestras vidas.
depende de la definición de la pantalla del PC; la pantalla desde la que estoy escribiendo es equivalente a un buen televisor, y las hay incluso mejores...
Es una película que merece un visionado relajado, hay que entrar en ella como en un bosque. Indagar, recrearse. Encontrar la vida dentro. Caer.
El bosque. Siento la mano. Palpitar. Las acciones definen mi postura quieta en el mundo. Un terremoto en el centro de esta tierra. Deslizar el cuerpo y erosionar la superficie. Aprender el desautomatismo del músculo sabio.
otro conjuro contra el miedo:
ResponderEliminarcricriii
ajr ajrrr
cricri ajrr
ajrrrrr cricriii
Querido Stalker, a mí no me funciona el conjuro...
ResponderEliminarBesos
Grillito:
ResponderEliminarajrr ajrr
criii criii
guau guau
todos los animalitos, en fila india, entran al bosque...
Mercedes:
ResponderEliminares que, para que funcione, la sandía tiene que estar madura...
un beso
granos de arena del desierto
ResponderEliminary ortigas
y granos de mijo
y gotas de lluvia
y dos lágrimas
y la palabra azul
y un deseo
y finalmente el canto del gallo al atardecer.
Y un abrazo para el cuenco que ya no está vacío.
Stalker,
ResponderEliminares que creo que ya no tenemos
“bosques” como el de kawase, ni seres libres, despojados y desinteresados como Shigeki o Machiko.
Stalkers aún quedan. Uno de ellos nos ofrece un conjuro contra el miedo. Y un cuenco para beber. Y sabemos que ahí lo tenemos para calmar nuestra sed. El agua.
Nos perdernos en tantas palabras… amistad, amor, entrega, pobreza, libertad, justicia, nombradas virtualmente y sin realidad.
En Stalker hay un factor desinteresado del arte (poco de eso hay en la realidad de ahora), pero cuando se encuentra, ocurre un suceso, entra en el alma y cautiva como una sugestión cicatrizante, el arte como motivo natural...
Los despojados, los parias de la sociedad, los que no tienen poder, los errantes, los desorientados, los que viven en “zonas” apartadas de las luchas competitivas, los que no buscan contactos para sus intereses, los degenerados, los descastados, las bestias sin catalogación…quizás encuentren el bosque para adentrarse y compartir bocados de la sandía madura.
Un abrazo
Tal vez pueda resumirse en uno: ofrecerse (al silencio, al otro, a lo otro, al gozo, al miedo,...)
ResponderEliminarQuerido stalker... envié esta mañana un comentario para esta hermosa entrada ¿Te ha llegado?
ResponderEliminarAbrazos,
Laura.
Alfaro:
ResponderEliminarcon tus maravillosas palabras se va llenando el cuenco
ya estás tú en él,
abrazos
Say:
ResponderEliminares cierto que Stalkers aún quedan. Son pocos y están en vías de extinción. Cada día están más escondidos...
hay tantas cosas por sanar y corregir que es imposible hacer reformas. Hay que derribarlo todo, reconstruirlo todo. O quizá no reconstruir: dejar crecer, dejar que otro mundo, otra respiración, otro ritmo sea posible.
En un mundo intesamente cartografiado, coreografiado hasta el mínimo gesto, en un cuerpo expoliado por tecnócratas, funcionarios, médicos, maestros, no parece que queden márgenes donde sembrar esa vida otra, o al menos sugerirla, proponerla: tratar de inventarla, entre todos. La biopolítica, la intervención masiva en los pliegues más recónditos de nuestro ser, parece ser el estigma simultáneamente visible e invisible de nuestro tiempo, y ahí toda emoción ha sido pactada, todo impulso construido, todo temblor obedece a un plan que ha cegado todos los cauces espontáneos.
Ahí la metáfora del Stalker se hace necesaria. O tal vez no. Al acabar la película el personaje queda como un loco y su apostolado es interpretado como una insurrección reaccionaria contra los poderes circundantes, un ansia de fe o reunión, una invocación a realidades trascendentes a través de un órgano supuestamente atrofiado en los demás. Mi lectura es desplazada en ese sentido por una fuerza inmanente: el cuerpo que entra en el bosque y se dice ahí, y ahí cifra su promesa o su lengua: en corteza madre, sin raíz
no estaría mal que todos intentáramos ser sandía madura para un desconocido, y no sólo para los que nos quieren,
abrazo fuerte
Raticulina:
ResponderEliminares cierto, se resume en una palabra. Y sin embargo, ya sabes que los conjuros necesitan su ritual, sus estancias, sus tiempos...
un abrazo
Laura:
ResponderEliminar¡Tu comentario no ha llegado! Reviso el buzón de correo no deseado y tampoco está allí...
Ha sido devorado, me temo, por el abismo blogger...
me gustaría leerlo,
abrazo fuerte
El conjuro funciona, siempre, por su delicadeza.
ResponderEliminarEstaba viendo "Dersu Uzala" de Kurosawa y me acordé de ti.
Abrazos!
un día iremos a los bosques navarros donde pastas. Me tumbare en el suelo a que me coman las hormigas y de seguro temblare. Como temblé con la entrada anterior. Me ofrecerás unas raíces, que tu sabes encontrar, nos purgaremos. Aun estoy verde, quizás lo esté siempre. Me agacho y tumbo en marienbad. eres un bicho, uno de esos que ves con una rama enorme a la espalda, con un palo desorbitado, 3 veces su tamaño. y espero que algún día seas un bichito portando una secuoya a cuestas, un atlas de la entomología.
ResponderEliminarme callo
Tera:
ResponderEliminarde esa película recuerdo especialmente cuando Dersu dice que todo es "gente": los árboles, las piedras, el viento. Todo es gente, y sin conocer la palabra "panteísmo", Dersu nos acerca a los espíritus que nutren la tierra: voz de tundra, calor y ahí.
El conjuro funciona, y es infalible si la sandía está bien madura y se come con los pies descalzos, en contacto con la "gente" que hay en el suelo. Conjurar y dejarse conjurar, caer al suelo: no otra cosa es el arraigo,
abrazo
Bashevis:
ResponderEliminartu callarte es sabio, y savia es lo que fluirá dentro de ti cuando te tumbes en aquellas umbrías increíbles y dejes que te coman las hormigas. Te aviso que hay que estar preparado para pasar un poco de calor y que es una dura prueba física el recorrido que te voy a proponer: más de treinta kilómetros de marcha con desniveles de hasta 1500 metros, es decir: cuestas y pendientes terribles, paisajes casi no tocados aún por la mano depredadora del hombre, bosques sin nombre. No se trata de un paseo, sino de estar en la montaña de verdad.
Las fotos de la entrada "El muro" están tomadas ahí, como bien sabes.
Tú también serás un atlas de entomología, pronto...
me callo también...
sencillamente eres grande hermano y amigo, ante tanta verdad yo tambien callo y muto.
ResponderEliminarbendito seas!abrazos adolfo
Aunque ya no haya conjuros para mi
ResponderEliminarbebo de tu cuenco
y siento los bosques bajando por mi cuerpo
Un abrazo
Tomo nota del conjuro, nota visual, tactil y olfativa. Rilke decía en una carta (o tal vez también en uno de sus réquiems) que necesitamos más rituales, rituales secretos que rompan con el ritmo automatizado que se nos impone. Algo que sea más que un contrapunto a eso. Un hueco para la mirada y el gesto, un "estar-ahi" -como dices- diferente... a veces uno los encuentra, me alegra ver que aquí tienes uno.
ResponderEliminarun abrazo
¿crees que Kawase merece la pena verla en un pc?
ResponderEliminarAdolfo:
ResponderEliminarmuta, pero hacia lo vivo, siempre,
un abrazo fuerte
Leonardo:
ResponderEliminarsí que habrá conjuros para ti,
lo espero y deseo,
los habrá,
un abrazo de bosque mudo
Rubén:
ResponderEliminarpor una vez voy a estar de acuerdo con Rilke...
rituales secretos, liturgia privada, encontrar el tiempo, dar el tiempo, hallar el gesto, la hendidura, el tiempo, palpar lo real con manos pequeñas: todo ese "ahí" que desborda toda categoría de conocimiento y sólo podemos acercar con palabras quizá astilladas, en el quiebro del decir, en una mirada compasiva. Gestos que restauran y crean otro tiempo, habitable, mullido, dentro de la sucesión vertiginosa y programada de nuestras vidas.
Tanto por hacer ahí,
salve
Raúl:
ResponderEliminardepende de la definición de la pantalla del PC; la pantalla desde la que estoy escribiendo es equivalente a un buen televisor, y las hay incluso mejores...
Es una película que merece un visionado relajado, hay que entrar en ella como en un bosque. Indagar, recrearse. Encontrar la vida dentro. Caer.
salud
El bosque. Siento la mano. Palpitar. Las acciones definen mi postura
ResponderEliminarquieta en el mundo. Un terremoto en el centro de esta tierra.
Deslizar el cuerpo y erosionar la superficie.
Aprender el desautomatismo del músculo sabio.
Portinari:
ResponderEliminargracias por el gesto y la palabra, por traducir eso con palabras precisas y pequeñas,
abrazos
Son preciosas estas fotos.
ResponderEliminarMarga:
ResponderEliminarson fotogramas extraídos de "Stalker" (Andrei Tarkovski) y "El bosque del luto" (Naomi Kawase)
el conjuro funciona, sobre todo si la sandía está madura...
bienvenida