sábado, 27 de febrero de 2010
Chantal Maillard en Pròleg
El 15 de enero Chantal Maillard dio una lectura en la librería Pròleg de Barcelona. Hace unos días, en el Blog de les llobes, encuentro estos vídeos que nos regalan fragmentos de la misma (¡muchas gracias!). Aunque el sonido no sea muy nítido (en concreto, con una gran distorsión en los registros o notas altas), es de agradecer disponer de un documento así. Por otra parte, en su blog Una habitación propia, Aïda nos ofrece esta crónica, que me pareció muy delicada y penetrante, además de muy afín a lo que yo mismo sentí. Reproduzco el texto con su permiso y le doy las gracias por ese estar-ahí, por ese demorarse y adelgazar la atención hasta captar lo que acontece en todas sus fisuras... También me ha parecido extraordinario cómo en su texto introduce frases de la lectura de Maillard, en cursiva, para dar cuenta de los propios estados anímicos de su conciencia espectadora. La estricta re-flexión: la atención a lo otro abre un cauce en lo propio y nos ahuecamos en sus palabras para vibrar al unísono. De nuevo, agradecimiento y dejo espacio a las palabras de Aïda:
"Confieso que es la primera vez que no traigo los deberes hechos" se disculpa Chantal Maillard, con voz entre serena y tímida, mientras busca entre sus libros el poema como respuesta, un único verso preciso que dé comienzo al recital. La sala está abarrotada y yo, sentada en el suelo, intento abrir paso con la mirada entre la gente que esta tarde ha acudido a la Llibreria Pròleg para pasar un rato en compañía de la filósofa y poeta. No consigo vislumbrar más que una parte de su brazo y me resigno, recordando aquella clase de Bases psicopedagógicas en que el profesor aseguraba que las personas afectadas de la vista desarrollan mejor el resto de los sentidos. "Será interesante", pienso, "escuchar, más allá de oír" (¿la diferencia? la intención, la consciencia de estar atenta, la percepción de los matices de una poesía sin rostro, de el primer grito del mundo, oculto tras la sonrisa).
Antes de que dé comienzo la tertulia/recital, que introduce magistralmente Concha García, me hago con uno de los libros que han sido dispuestos en una mesa de la entrada, con intención de ser vendidos. Me dejo llevar por la intuición y por un elemento tan absurdo y a la vez tan importante en la elección de una lectura como lo es el título de ésta: Matar a Platón. Me gusta.
Tras una breve introducción no demasiado definida en que realmente sí se echa en falta una línea que vertebre la lógica de la sesión, Chantal nos habla de los hilos y los husos, de la conciencia y del gozo, de la inocencia y del mí, y nos va envolviendo a todos en una atmósfera creada por una lectura de increíble profundidad (alguien me dijo una vez que para ser buen escritor no sólo hay que escribir bien, sino que hay que saber leer; en este caso, la voz, el tono y el ritmo están perfectamente estudiados), de forma que, al rato, a uno ya no le importa que el recital no siga un orden preestablecido, porque está inmersa en ese mundo en el que el desplazamiento se efectúa (se quiera o no) saltando de un huso a otro. Allí, absorta en un ambiente cálido, de una intimidad extrema, algo de mí está triste, yo no lo estoy. Es imposible estarlo cuando una tiene la certeza de hallarse ante una persona cuyas palabras revolucionan (palpan, sacuden y dejan temblando) un mundo interior intencionadamente anestesiado.
Porque la poesía de Chantal es profunda e inteligente, elaborada como pocas. Ella misma reconoce que no hay palabra gratuita y que la reflexión sobre el contenido ha sido concienzuda y trabajosa. Todos los sentidos deben estar puestos en cada idea, consistente, con razón y peso propios. Densa, renovadora, dura, maneja el vocabulario a su antojo, haciendo un uso particular del lenguaje que le da un tono personal. El sello de la poetisa está impreso en cada estrofa.
Hora y media después de comenzar su charla, Chantal cae en la cuenta de que aún no ha mencionado, siquiera, el título del libro que venía a presentar. Nadie se ha percatado hasta ahora, pero si la intención del evento era "vender" a la escritora lo han conseguido con creces. Da igual si el motivo que nos ha reunido allí ha sido el parto de Hainuwele y otros poemas, nadie quiere abandonar Pròleg sin un ejemplar - el que sea - de esta admirable mujer a la que algunos acabamos de descubrir y otros seguían desde hace tiempo.
Particularmente, y, ahora sí, basándome en algo más que en el título, me decido por el libro de poemas Hilos y por el diario, Husos. Notas al margen, a partir del cual fue concebido el otro y que nos ayuda a comprender algo mejor (nunca del todo - ésa es la gracia - ) el origen y el desarrollo de las ideas de Maillard.
No se me ocurre una tarde mejor aprovechada que ésta. Vuelvo a casa con una sensación de gratitud inexplicable. Se dispersó momentáneamente mi incapacidad para el ahora. Hoy soy un poco más yo. O un poco más mí. Me sobrevuelo.
miércoles, 17 de febrero de 2010
Robert Bresson: Traducir el viento invisible por el agua que esculpe a su paso
¿Quién es tu maestro? Robert Bresson.
Patti Smith
-Realizador o director. No se trata de dirigir a alguien, sino de dirigirse a uno mismo.
-Nada de actores.
(Nada de dirección de actores).
Nada de personajes.
(Nada de estudio de personajes).
Nada de puesta en escena.
Sino el empleo de modelos, tomados de la vida.
Ser (modelos) en lugar de parecer (actores).
-Modelos:
Movimiento del exterior hacia el interior. (Actores: movimiento del interior hacia el exterior).
Lo importante no es lo que muestran sino lo que esconden, y sobre todo lo que no sospechan que está en ellos.
Entre ellos y yo: intercambios telepáticos, adivinación.
-Aplanar mis imágenes (como con una plancha) sin atenuarlas.
-Oponer al relieve del teatro lo liso del cinematógrafo.
-Nada de música de acompañamiento, de sostén o de refuerzo. Nada de música en absoluto.
Es preciso que los ruidos se conviertan en música.
-Asegúrate de haber agotado todo lo que se comunica por la inmovilidad y el silencio.
-No corras tras la poesía. Ella penetra por sí sola a través de las junturas (elipsis).
-Quien puede con lo menos puede con lo más. Quien puede con lo más no necesariamente puede con lo menos.
-El cine sonoro ha inventado el silencio.
-Cuando un sonido puede reemplazar una imagen, suprimir esa imagen o neutralizarla. El oído va más hacia el interior, el ojo hacia el exterior.
-A tácticas de velocidad, de ruido, oponer tácticas de lentitud, de silencio.
-Actores. Cuanto más se acercan (en la pantalla) con su expresividad, más se alejan. Las casas, los árboles se acercan; los actores se alejan.
-Traducir el viento invisible por el agua que esculpe a su paso.
-Fracaso del cine. Desproporción entre unas posibilidades inmensas y el resultado: star-system.
-No se crea agregando, sino suprimiendo. Otra cosa es desarrollar. (No desplegar).
-Sacar las cosas de la costumbre, descloroformizarlas.
-¡Cuántas películas remendadas por la música! Se inunda de música una película. Se impide ver que en esas imágenes no hay nada.
-Todo movimiento nos descubre (Montaigne). Pero sólo nos descubre si es automático (no gobernado, no deliberado).
-Recuerdo una vieja película: Treinta segundos sobre Tokio. La vida quedaba en suspenso durante treinta segundos admirables durante los que no pasaba nada. En realidad, pasaba de todo. Cinematógrafo, arte, con imágenes, de no representar nada.
-Un gran pianista no virtuoso, tipo Lipatti, toca notas rigurosamente iguales: blancas, idéntica duración, idéntica intensidad; negras, corcheas, semicorcheas, etc., ídem. No aplica la emoción sobre las teclas. La espera. Ésta llega e invade sus dedos, el piano, él mismo, la sala.
-Sé tan ignorante de lo que vas a atrapar como lo es un pescador empuñando su caña (El pez que surge de la nada).
-Lo real llegado a la conciencia ya no es real. Nuestro ojo demasiado pensante, demasiado inteligente.
Dos tipos de real: 1º Lo real bruto, registrado tal cual por la cámara; 2º lo que llamamos real y que vemos deformado por nuestra memoria y por falsos cálculos.
Problema. Hacer ver lo que ves por mediación de una máquina que no lo ve como tú lo ves.
Notas sobre el cinematógrafo, Robert Bresson (trad. Daniel Aragó Strasser)
martes, 2 de febrero de 2010
Razón de estado. Un poema de Antonio Méndez Rubio
Lo que no hay que decir:
para qué. Rézale únicamente
a quien entonces dio la explicación.
Un temblor de animal recorre el fondo.
Tantos rostros miraron desde arriba
que el final no se vio. La tortura se concibe anónima
desnudez: pero en la desnudez
se amanece también
sin la luz
a no ser
que se agradezca el crepitar del miedo.
Para qué. No hablar desde la voz.
¿Decir? No es tampoco una ayuda.
Elegir responder.
Y cavar, y cavar. Y más cal viva.