«[...] Nadie se fijó en la tormenta, toda la atención, todo el embeleso, todo el éxtais se concentraba en torno a un solo personaje. Iba de pie, inmóvil en el enorme coche negro que doblaba lentamente hacia la plaza. [...]
Súbitamente se hizo el silencio, sólo se oía el chapoteo de la lluvia sobre los adoquines y las balaustradas. El Führer estaba hablando. Fue un discurso corto, yo no entendí mucho, pero la voz era a veces solemne, a veces burlona; los gestos exactos y adecuados. Al terminar el discurso todos lanzaron su 'Heil', la tormenta cesó y la cálida luz se abrió paso entre formaciones de nubes de un negro azulado. Una enorme orquesta empezó a tocar [...]
Yo no había visto jamás nada parecido a este estallido de fuerza incontenible. Grité como todos, alcé la mano como todos, rugí como todos, amé como todos.
[...]
El día de mi cumpleaños la familia me hizo un regalo. Era una fotografía de Hitler. Hannes la colgó encima de mi cama para que "tuviera diempre a ese hombre delante de mis ojos", para que aprendiera a amarle como le amaban Hannes y toda laa familia Haid. Yo también le amé. Durante muchos años estuve de parte de Hitler, alegrándome de sus éxitos y lamentando sus derrotas.
[...]
Cuando los testimonios de los campos de concentración se abatieron sobre mí, mi entendimiento no fue capaz, en un primer momento, de aceptar lo que veían mis ojos. Al igual que muchos otros, yo decía que eran infundios propagandísticos. Al vencer, finalmente, la verdad a mi resistencia, fui presa de la desesperación, y el desprecio de mí mismo, que era ya una carga grave, se acentuó hasta rebasar el límite de lo soportable. No me di cuenta hasta mucho más tarde de que, a pesar de todo, yo era bastante inocente.
Yo me callé mis extravíos y mi desesperación. Una extraña decisión fue madurando poco a poco: ¡nunca más política! Obviamente hubiera debido decidir algo completamente distinto.»
Citas extraídas de La linterna mágica, autobiografía de Ingmar Bergman
qué pocas veces una lágrima es tan exacta como la nitroglicerina...
ResponderEliminarbesos,
òscar.
Impresionante, Stalker, se me ponen los pelos de punta. Éste es el huevo de un misterio que nunca alcancé a comprender: qué marketing tan hondo y desmesurado pudo volver a tanta gente inconsciente. Cuando se le ve hablar desde sus púlpitos, da miedo: parece tener razón. Tenía una fuerza hipnótica. Era un auténtico anticristo. La historia la hilan intenciones que no abarcamos, y algunos individuos se saben colocar en la corriente de la ola de esas intenciones, y aprovechar todo ese impulso -simbólico, acuoso, no sé qué es, pero ante eso me siento una hormiga-. En ese sentido, esos personajes dejan de ser humanos y se convierten en mitológicos. Al mito pocas cosas lo vencen. Sólo se me ocurre la oración, a pesar de mi ateísmo. En fin, ojalá que nunca se repita.
ResponderEliminarUna lágrima también puede estallar. Entonces equivale y anula la nitroglicerina.
ResponderEliminarAbrazos, búfalo
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ResponderEliminarA mí me aterra el hecho evidente: puedo comprender que un obrero alemán en paro, o las clases medias interesadas, apoyaran a los nazis. Que lo apoyara Bergman, uno de los grandes cineastas de Occidente, lo encuentro más problemático. Ya Steiner reflexionó sobre eso, horrorizándose de cómo la cultura no nos previene de la barbarie.
ResponderEliminarLo que está claro es que lo de Hitler se vio venir mucho antes de la guerra: nada más tomar el poder aniquiló a sus enemigos, redujo a Hindenburg a la condición de títere y suprimió las libertades civiles. Hasta un niño, siempre y cuando fuera racional, vería lo que se avecinaba. Pero si la liturgia nazi prendió en los corazones como una fuerza irracional... entonces la cosa cambia y no hay nadie invulnerable.
La pregunta que siempre me he hecho es: de haber vivido en aquella época, ¿me habría dejado engañar por el nazismo? Tiendo a responder que no, estoy convencido de que no, pero, ¿si le pasó a Bergman, acaso soy yo inmune? ¿Hay algún imperativo categórico moral que nos preserve de asumir la barbarie en estado puro?
No estoy tan seguro.
Dicho todo.
ResponderEliminarNada más que decir, la condición humana. Me llevo esta entrada a mi cueva, me la llevo entera…
Salud
Ya podías llevarte también otras, mi fugaz amigo.
ResponderEliminarBuena aclimatación te deseo.
¿Un antídoto ante la barbarie?: el escepticismo más radical. El problema es que también reduce los niveles de piedad.
ResponderEliminarQué cosas.
Saludos y enhorabuena por el blog.
P.
A los quince años de Bergman y repleto de la imaginería luterana, ¿sorprende la reacción?. Las anécdotas sobre el rigor de su educación infantil explican la ceguera (si cabe decir tal), es decir, el entusiamo por el acto de masas. Desde luego, no podemos nosotros tener genuina memoria del nazismo ni imaginar qué hubiéramos hecho allí allí porque ya sabemos el final. Intentarlo supongo que es parte del intento del pensamiento y la escritura. La poesía quizás es buen camino para tal experimento. Contra Adorno: tras Auschwitz, borrachera de poemas (el ver sin ver).
ResponderEliminar(De todos modos: ¿realmente Adolf os parece un personaje tan hipnotizante? De hecho su acceso al poder no fue espectacular. Y su mantenimiento en él una mezcla de estrategia y de indiferencia. Su salida puro patetismo.La "banalidad del mal" es un fenómeno triste pero banal. Una reacción propia de nuestra precaria constitución y de la debilidad de un mono miserable siempre dispuesto a cantar himnos -- como bien sabéis los poetas, oh grandes engañadores).
¡Salud y Penitencia!
Si me permites Stalker un inciso sobre el tema de este post
ResponderEliminarTe paso por aquí el canal que te iba a pasar por el mesenger (estásno estás??)
http://www.youtube.com/user/benise47
Todo sobre Barbara canciones menos conocidas (al menos por mí) y muchas fotos...
Durandarte:
ResponderEliminarése es el problema, que una inflación de escepticismo anule la necesaria compasión...
Gracias y abrazos
Querido LUG:
ResponderEliminarHitler no sólo me parece un miserable, sino además un mediocre. Otra cosa es que aprendiera a controlar hábilmente los resortes de la liturgia colectiva. En todo caso se le pueden reconocer dotes para la escenografía de la perversión, la servidumbre y el empequeñecimiento de las masas.
Los poetas, esos grandes engañadores... no todos, por suerte.
Abrazos
Gracias, Ella:
ResponderEliminarnada de lo que tenga que ver con Barbara me es ajeno. ¡Esto me recuerda que hace sólo cuatro o cinco entradas que hablamos de ella! ¡Ya toca otra vez, yupiiii!
Abrazos
O Ulla Han
ResponderEliminarNo, Stalker, nadie está inmune del nazismo. Ni siquiera muchos epañoles que proceden de familias de la rancia derecha española y modificaron su procedencia con honestidad y esfuerzo lo están. ¡Hasta el nazismo es una estética, mire vd.! Una estética que desde el arte resulta poco original y muy pastiche. Me quedo con el período Neoclásico del siglo XVIII que al menos hizo obras abundantes y reivindicativas del helenismo, y no estaba dotado de ideología urda. El problema es que el nazismo -que ideológicamente es burdo, falso y nada vanguardista-contiene un elemento morbososexual francamente atractivo. Incluso la idea de Orden, que a todos nos obsesiona de una manera u otra, tiene que ver con ese contenido.
ResponderEliminarAhora bien, ¿se es nazi por procedencia o por verte obligado a elegir? Es probable que la marea alemana arrollara a su población, en un tiempo en que la socialdemocracia fracasó como alternativa. Y eso es lo que me preocupa. Aun no compartiendo la ideología y el pragmatismo socialdemócrata actual, ¿qué pasará mañana si sus respuestas no están diferenciadas de la derecha tradicional y la crisis se profundiza? No quiero ni pensarlo. Porque los símbolos, las doctrinas de falsete, la vorágine demagógica y la ignorancia perpetua se reorganizan y adquieren entidad en cuatro días.
Tremendo Bergman reconociendo sus definiciones del pasado. No le juzguemos sólamente por ellas, mas escuchémosle.
Placidez en la tarde sabatina.
Yaiza, y no sólo por decir Señor, Señor, etc. No sólo por decir ojalá no se repita dejará de repetirse si las condiciones lo propician. Esperar que lo grave de la Humanidad dependa de una oración (ojalá es una suerte de pregaria espontánea) no me basta. Hay que reconducir con la práctica y la política -sí, es fuerte y temeroso sugerir la política como obra de entendimiento humano, puesto que no hay otra- los acontecimientos para que no se repitan. Que posiblemente tendrían otras formas, pero no menos abominables. No olvidemos que el Nazismo tuvo la Ley en la mano, y si no, se la hizo a su medida. ¿Qué coño está haciendo Berlusconi poco a poco en Italia, aunqe resulte todavía algo esperpéntico? ¿No resultaba esperpéntico y poco creíble Hitler a los estadounidenses en su momento?
ResponderEliminarInformarse, Pensar, Reflexionar, Debatir, Indagar, Cuestionar, Acordar...modificquen el orden de los verbos si desean, pero ¡evitemos nuevas catástrofes! Yo, Yaiza, con todo aprecio te lo digo: estoy harto desde hace tiempo de los ojalá, diosquiera, no exageres,etc. De los humanos no me ío ni esto (imagina por un momento que junto índice y pulgar y apenas dejo espacio)
Afectuosamente.
Fackel:
ResponderEliminarempuña la antorcha, yo te sigo...
A las barricadas, hermano.