sábado, 31 de julio de 2010

La voz






























































Oum Kalthoum, Billie Holliday, Barbara, Agujetas, Adriana Varela, Bola de Nieve, Robert Fripp y Adrian Belew (King Crimson), Carlos Gardel, Cesaria Évora, Catherine Sauvage, Charles Trenet, Diamanda Galas, Edith Piaf, Blixa Bargeld (Einstürzende Neubauten), Elis Regina, Jean Ferrat y Christine Sèvres, Leo Ferré, Georges Brassens, Gilberto Gil y Caetano Veloso, Henri Salvador, Grace Chang, Allison Goldfrapp, Ibrahim Ferrer, Ingrid Caven, Jacques Brel, J. J. Cale, Juliette Gréco, Joao Gilberto, Joyce, Laura Nyro, Leonard Cohen, Lhasa de Sela, Lila Downs, Maria Bethania, Mariza, Mark Knopfler (Dire Straits), Marvin Gaye, Mary Margaret O'Hara, Nick Cave, Mina, Nick Drake, Mísia, Omara Portuondo, Paolo Conte, Roger Waters (Pink Floyd), Fairuz, Scott Walker, Tom Waits, Roberto "Polaco" Goyeneche, Ute Lemper, Stuart Staples (Tindersticks), Simon Díaz, Susana Rinaldi, Tim Buckley, Monica Passos, Townes Van Zandt, La Lupe, Lee "Scratch" Perry.


La voz. Las voces. Un pequeño homenaje a las voces que me acompañaron y cuidaron desde la adolescencia. Todas fueron afluentes que desembocan en el presente, en el tejido amalgamado que uno es en presente. Algunas dejaron una impronta perenne, otras apenas rozaron: todas estuvieron por una u otra razón. Todas me acompañan en el estar siendo, como injertos que luego han dado sus frutos, a veces insospechados, a veces raros, siempre felices.

En las fotografías, la voz fluye desde un gesto petrificado, está inscrita en un instante de eternidad, a punto de volcarse, desnuda en su fuego impronunciable, hasta el campo abierto del hambre nuestra, que espera nutrirse, conjugarse:

renacer.

Las diferencias entre estas voces son muchas. Algunos son grandes artistas y poetas; otros, aplicados y hábiles artesanos. Algunos son sólo intérpretes; otros han construido un universo de sentido, color, sabor, vida, resurrección: música. Algunos me influyeron de forma descomunal en épocas concretas: Nick Cave, Caetano Veloso. Otros han estado siempre, proyectando una sombra infalible y curativa: Leonard Cohen.

Barbara quizá no debería estar aquí porque supuso una revolución tan drástica, un cambio de paradigma tan insuperable, que no puedo compararla con los demás. Ella sola me rompió el eje y cambió por completo mi forma de sentir y comprender el mundo, alteró en gran medida mi forma de vivir, y para siempre. Incluso este blog y su (creo que no del todo ortodoxo) modus operandi derivan del influjo permanente que esta mujer admirable ha proyectado sobre mí en los últimos años. En la foto, ella parece serena, pero no hay que equivocarse: es un seísmo contenido, está a punto de desencadenar una energía excepcional, de una naturaleza desconocida en el mundo de la música, algo para lo que sólo ella es mediadora y cauce. Pero no es el momento de hablar de Barbara ahora; su voz es una más, ahora, un afluente más, una herida de vida más.

A muchos los he visto en directo. A cuatro pude pasar a saludarlos e intercambiar unas breves palabras.

Esta entrada pretende ser un pequeño homenaje por las enseñanzas increíbles, infinitas, que todos ellos (cada uno a su modo único) me han transmitido. Enseñanza y emoción, piel y lágrimas, belleza y abismo.

Y sobre todo una forma de acercarse y tocar, con palabra y música, todo lo que nos rodea y que tan a menudo nos negamos.

Una manera de hacer legible el mundo.

De permitirnos una generosa periferia sublevada.

De cauterizar con música el dolor de existir, cuando está, y celebrar el canto de los cuerpos, cuando no está.

De volar todos los diques, contrafuertes y defensas y simplemente:

dejar entrar.

Todos han cantado apasionadamente a la vida, a veces con tanta más pasión cuando hablaban de la muerte y el dolor o se sumergían en el abismo sin fondo del corazón humano. Eso también es vida.

Muchos han tenido una visión compasiva, una sensibilidad abrasadora; algunos fueron todo piel y se quemaron aun antes de que les salieran las alas.

Hermanos: maestros: cómplices: transeúntes de este mismo camino extraño, esta aventura.

En la vida, todos transeúntes.

Creo que todos ellos han contribuido a que el pequeño infierno de nuestra civilización sea un poco más habitable.

Por todo ello, infinita, infinita gratitud, alma, postración y escucha.

Infinita deuda y re-creación.